Bueno, aunque no he andado sobrado de ganas de “perder tiempo” aquí delante del ordenata, a ratos he intentado hacer un resumen de lo que han sido mis tres últimas salidas en bici, que, de haberme pillado en otro momento, habrían dado para hacer tres largas crónicas de las mías...
MIÉRCOLES 6. CON EL CURRO EN LOS TALONES
Se trataba de aprovechar al máximo esas horas matinales que tenemos antes de ir a trabajar, así que Juan y yo quedamos en darnos unas vueltas por la zona de la Serra del Ataix (entre Martorell y Castellví de Rosanes), buscando, en mi caso, recorrer algunos caminos nuevos que hace tiempo quiero conocer.
Obligaciones familiares de Juan nos hacen quedar casi a las nueve y media de la mañana en algún punto de la carretera que va de Martorell a Gelida, sin saber realmente qué camino cogeríamos.
Después de un breve calentamiento en casa, a eso de las ocho y media salgo por carretera en dirección a Martorell. Subida bastante rápida a La Creu Aregall, bajada a Gelida dando pedales, y ya en falso llano de bajada, metiéndole caña hasta encontrarme con Juan pasado el cruce con la carretera de Piera. Unos tres cuartos de hora y 17 kilómetros a un ritmo que llegué a pensar si no habría sido demasiado “alegre”.
Tras reajustar presiones en los neumáticos y preparar la cámara de vídeo, iniciamos ascenso por un camino desconocido para mí, de tierra suelta y gravilla, que hacía difícil el pedaleo. Unas pocas rampas duras, de esas en las que es fácil echar el pie al suelo por culpa de algún derrapaje de la rueda trasera, otras zonas de subida más llevadera, y algunos tramos llanos y de bajada para recuperar fuerzas. Y siempre acompañados de unas vistas chulas, tanto del lado de la montaña, con rocas de esas porosas que con el paso de los años se han ido desmenuzando y conformando así los caminos, como del lado contrario, bordeando siempre la zona entre Castellví y Martorell.
Sant Genís de Rocafort, con Martorell al fondo
Sin un rumbo preconcebido fuimos haciendo camino, visitando fugazmente la antigua Casa de la Mina de Plom, y quedándonos (por lo menos yo) con ganas de acercarnos a ver el viejo Castell de Rocafort. Otro día lo haremos, que para llegar hasta allí seguramente sea necesario hacer un último tramo de senderismo con la bici a cuestas. Y no era ese el día. No por falta de ganas, sino de tiempo.
Juan y yo en la chimenea de la Casa de la Mina
Y esa fue realmente la clave de la jornada: la falta de tiempo. A lo tonto a lo tonto, nos habían dado ya las diez y media largas de la mañana, y yo, para ir bien, tengo que llegar a casa a eso de las once, que si no, acabo yendo justísimo de tiempo para llegar a la hora a trabajar.
Así que cuando me quise dar cuenta estábamos a demasiado tiempo y demasiado espacio de casa como para llegar a ella con cierta tranquilidad. Qué no cunda el pánico, tengo el gps… ¡Jajajajá!... Tengo el gps, qué bueno.
Daba igual por dónde volver a Corbera. Tanto si intentaba llegar a la carretera N-II a la altura de Sant Andreu de la Barca, como si volvíamos atrás hacia la de Gelida, o si pretendía volver por la montaña subiendo a La Creu Aregall, el camino era demasiado largo como para llegar a tiempo.
Así que con la ayuda del ge-pe-ese intentamos “atajar” en busca del camino que sube desde El Taió hacia La Creu, que me pareció que sería lo más rápido de hacer. El problema fue que a mí la pantalla del gps se me queda pequeña. Yo necesito tener una pantalla tipo monitor de 17 pulgadas para poder visualizar perfectamente los caminos y las diferentes posibilidades al seguirlos.
- Vamos por aquí, que este camino seguro que lleva a donde queremos...
- No, para, vamos por aquel, que es el bueno, seguro...
- ¡Mierda, qué malo soy!, vamos en dirección contraria a la que quería…
Total, que llegó un momento en que ya no sabía si íbamos a tener que llamar a un helicóptero para que me llevara a casa a tiempo de ir a trabajar. Bueno, como "mal mayor" sólo pasaría eso, que llegaría tarde a trabajar...
Finalmente acabamos encontrando el camino que sube desde El Taió a La Creu Aregall. ¡Bufffffff, menos mal! Bueno, menos mal, menos mal… aún tengo que subir. La otra opción era continuar el camino hasta ir a salir a la carretera que va a Gelida y seguir por ella hasta Corbera, pero pensé que en realidad tardaría más tiempo que si directamente subía por la montaña.
Eran las once menos cuarto, y aún me quedaba por lo menos una hora de camino, casi todo de subida. Si conseguía llegar a eso de las doce aún tendría tiempo de ducharme y preparar las cosas para ir a trabajar. Ya me comería un bocata de camino.
Le dije a Juan que se fuera para casa (él no tenía necesidad de hacer la subida a La Creu), pero se ofreció a acompañarme un rato. Así que le dije “me lo voy a tomar como si fuera una cronoescalada, tengo que llegar a tiempo, sea como sea”.
Y así fue como me metí una subida (con algún tramo de llano e incluso alguna corta bajadita) de unos 7 kilómetros, a todo lo que podía. Juan se dio la vuelta cuando llevábamos sólo dos kilómetros, y es que aguantar el ritmo que yo estaba imponiendo sin tener ninguna necesidad era masoquista. Casi sin mirarle le di las gracias (creo) por haberme acompañado ese rato, y seguí subiendo, a un ritmo que no tenía claro si iba a poder aguantar, casi siempre rondando las 180 pulsaciones por minuto, y, aunque parezca mentira, disfrutando enormemente de esa paliza que me estaba pegando.
Después de tres cuartos de hora tremendos, sudando la gota gorda (porque mira que hacía calor), y con las piernas sufriendo lo indecible por aguantar el trote que les estaba dando, conseguí llegar a La Creu Aregall. Ya sólo faltaba bajar hacia Corbera por carretera y callejear hasta casa.
Dos subidas de calentamiento y una de "competición"
41,5 kilómetros. 2 horas y 40 minutos de pedaleo. 1050 metros de ascensión acumulada. Con el curro en los talones.
Conseguí llegar a tiempo a trabajar. Y hasta tres o cuatro horas después no se me pasó la euforia.
SÁBADO 9. UN BAÑITO EN LA POZA
Ese sábado tenía cita ineludible con Ramón y Carlos. Ramón llevaba tiempo preparándonos una ruta, y había llegado el día de enseñarnos esos caminos y senderos de los que llevaba semanas hablándonos.
La verdad es que nos preparó una ruta muy, muy completa. Con tramos de todo tipo: asfalto, pista forestal, senderos, trialeras, lechos de río… Se ha tenido que pasar bastante tiempo preparándola, pues los sitios por los que nos llevó no se descubren en una sola salida.
Fue un día muy caluroso. Bueno, para mí no tanto. Ellos dos se pasaron casi toda la jornada diciendo que si hacía mucho calor, que si a ver si encontramos una sombra, que si saliendo mucho más temprano pasas menos calor… Sí que hizo calor, es cierto, pero a mí ya me gustó, que estoy cansado de días frescos y de tener que preocuparme de si voy a coger frío o qué. Cada uno tiene su temperatura ideal, y aunque es verdad que a la hora de hacer ejercicio se agradece que haga fresco, también es verdad que a mí me gusta que haga calor y pueda sudar sin temor a que luego ese sudor se me enfríe y “pille algo”.
Nos movimos todo el día bordeando el Parc Natural de Sant Llorenç del Munt i L’Obac, haciendo la ruta entre las poblaciones de Navarcles y Castellbell i el Vilar, con Sant Vicenç de Castellet como centro de operaciones. Con la de caminos que llegamos a hacer, y muchos otros que no hicimos, y casi ni llegamos a entrar en el parque. No veas si hay montaña por allí.
La primera parte de la ruta, bastante más suave que lo que haríamos más tarde, nos sirvió para ir calentando con tranquilidad. Partimos por la ribera del Llobregat en dirección al Pont de Vilomara, desde donde hicimos un recorrido casi de ida y vuelta, con el monasterio de Sant Benet de Bages como punto de inflexión.
Mañana cálida y cielo despejado
Primeros vídeos y fotos del día mientras íbamos hacia el Mas Roviralta, donde hicimos una pequeña paradita. La Riera de Mura y el Canal de Les Tines (con la Casa de Les Tines como telón de fondo) fueron las zonas por las que fuimos haciendo los siguientes kilómetros, alternando caminos y pista forestal con zonas de senderos muy divertidos, en algunos puntos de los cuales tuve que poner el pie al suelo, que donde no llega la técnica ni la osadía es mejor bajarse y caminar un poquito.
Mañana cálida y cielo despejado
Primeros vídeos y fotos del día mientras íbamos hacia el Mas Roviralta, donde hicimos una pequeña paradita. La Riera de Mura y el Canal de Les Tines (con la Casa de Les Tines como telón de fondo) fueron las zonas por las que fuimos haciendo los siguientes kilómetros, alternando caminos y pista forestal con zonas de senderos muy divertidos, en algunos puntos de los cuales tuve que poner el pie al suelo, que donde no llega la técnica ni la osadía es mejor bajarse y caminar un poquito.
Grabando vídeos, haciendo fotos, hablando y disfrutando de la compañía y de la ruta que nos estaba ofreciendo Ramón, fueron pasando las primeras horas del día y el calor empezaba ya a apretar. De momento aún estábamos moviéndonos por zonas en las que era fácil encontrar bastantes tramos de sombra, con lo que la temperatura era bastante soportable. Sin olvidar en ningún momento la hidratación continua y la ingestión de alguna que otra barrita o plátano para ir manteniendo los niveles adecuados de energía en el cuerpo, que cómo sería la ruta sólo lo sabía Ramón.
Panorámica con la Casa de Les Tines al fondo
De vuelta hacia El Pont de Vilomara nos desviamos por la Riera de la Casa Nova - Riera de Santa Creu, para ir en dirección a Sant Jaume de Vallhonesta, ruinas de una ermita y de un antiguo hostal, a las cuales llegamos después de una dura ascensión por un camino seco, polvoriento, y sin una sombra donde cobijarse. No es que yo estuviera "en mi salsa" como decían Ramón y Carlos, pero sí que es verdad que con el calor yo me siento más a gusto que ellos.
La que nos espera
La subida fue divertida, con Carlos que empezó a tirar mientras yo le "acompañaba" intentando hacer alguna foto o algún vídeo. Ramón, más prudente se descolgó un poco para subir a su ritmo.
Ahí viene Ramón
Ya a media subida aproveché para probarme un poco mientras Carlos subía a un ritmo un poco más suave, que a su pulsómetro le habían saltado todas las alarmas unos minutos antes, y no era questión de "petarlo", ¡jajajá!
Una vez arriba, mientras yo preparaba la cámara para hacer unas fotos, Carlos se fue directo a cobijarse bajo la sombra de un árbol.
Al poco llegó Ramón.
Y yo con la "barretina" puesta
Carlos, que entre el calor y su falta de forma llegó un poco sofocado
Qué bien se estaba a la sombra
Después de unos minutos de descanso y recuperación de una temperatura corporal un poco más adecuada, continuamos la ruta bajando por unos senderos que nos tenía preparados Ramón, "el explorador". Cada uno dentro de sus posibilidades fuimos haciendo esa zona, mientras yo trataba de dejar grabaciones para la posteridad de todos los senderos y caminos que íbamos haciendo.
Un rato largo y divertido después tocaba volver a subir un poco, con ese calorcito tan agradable-agobiante que hacía, en dirección a una cantera que hay más allá del antiguo núcleo rural de Vallhonesta. La verdad es que hacía mucho calor, para qué decir lo contrario. Aún así todavía tenía yo ganas de apretar un poco el ritmo para dejar atrás a mis compañeros y grabarles sendos vídeos de su paso por esa zona, mientras aprovechaba para refugiarme bajo la sombra de un árbol.
Después de la subidita tocaba hacer otro largo tramo de camino trialeroso, con senderos varios. Mientras hacía alguna foto le daba los últimos sorbos al caldo isotónico que me quedaba, y "reñía" a Ramón por no haber tenido la precaución de pararnos a comprar agua en algún sitio, que los hubo. No es que fuéramos deshidratados, pero casi.
Últimos sorbos antes de lanzarnos a recorrer los últimos senderos
Bueno, al menos tuvimos la oportunidad de pegarnos un tremendo chapuzón en unas pozas de la Riera de Rellinars, que eran la guinda de la ruta que nos había preparado Ramón. Un rinconcito muy guapo, y muy masificado de gente, todo hay que decirlo, en el que pudimos bajar varios grados la temperatura de nuestros cuerpos, sobretodo de la cabeza que, por lo menos yo, la tenía achicharrada.
Tremendo chapuzón
Allí nos estuvimos un rato, hasta que la situación demandaba ya una reanudación de la ruta. Dejamos atrás aquel paraje para, ya por carretera, acercarnos a Castellbell i el Vilar, donde, ahora sí, pudimos comprar bebida fresca para rehidratarnos.
Al menos íbamos más frescos
Después del avituallamiento, unos minutos más por carretera para regresar finalmente al punto de partida de la ruta, donde al igual que habíamos hecho con nosotros minutos antes, les dimos a las bicis un merecido remojón para dejarlas como recién salidas de fábrica. Ellas también se lo merecían, que habían cumplido con creces con su cometido (aunque la de Carlos nos hizo parar un par de veces).
Un último esfuerzo, Ramón
Acabó siendo una ruta bastante aceptable en lo que a números se refiere, con un total de casi 55 kilómetros y cerca de 1100 metros de ascensión acumulada, para un total de 4 horas y poquito de pedaleo, y 6 horas y cuarto de ruta. No está nada mal, sobretodo teniendo en cuenta que hicimos muchos tramos de senderos y trialeras, y que además hizo un calor realmente elevado.
Un poco exagerado para que se entienda mejor
En resumen, una ruta muy guapa y divertida, que nos nos hizo pasar un gran rato con nuestras bicis y nuestros cuerpos maltrechos (¡jajajajá!, cada uno con sus achaques), y en la que el buen rollo fue la tónica dominante.
Sólo eché de menos algún "punto de avituallamiento líquido" (fuente o parecido) durante la ruta, porque el calor, por alto que sea, si se pasa con bebida para ir hidratándote, pues mejor.
MIÉRCOLES 13. TANTEANDO
Al final ,de resumen, nada. Me ha salido un tochaco típico de los míos. Qué le voy a hacer, no me sale de otra manera...
Bruno
El Monestir de Sant Benet de Bages
Panorámica con la Casa de Les Tines al fondo
De vuelta hacia El Pont de Vilomara nos desviamos por la Riera de la Casa Nova - Riera de Santa Creu, para ir en dirección a Sant Jaume de Vallhonesta, ruinas de una ermita y de un antiguo hostal, a las cuales llegamos después de una dura ascensión por un camino seco, polvoriento, y sin una sombra donde cobijarse. No es que yo estuviera "en mi salsa" como decían Ramón y Carlos, pero sí que es verdad que con el calor yo me siento más a gusto que ellos.
La que nos espera
La subida fue divertida, con Carlos que empezó a tirar mientras yo le "acompañaba" intentando hacer alguna foto o algún vídeo. Ramón, más prudente se descolgó un poco para subir a su ritmo.
Ahí viene Ramón
Ya a media subida aproveché para probarme un poco mientras Carlos subía a un ritmo un poco más suave, que a su pulsómetro le habían saltado todas las alarmas unos minutos antes, y no era questión de "petarlo", ¡jajajá!
Una vez arriba, mientras yo preparaba la cámara para hacer unas fotos, Carlos se fue directo a cobijarse bajo la sombra de un árbol.
Al poco llegó Ramón.
Panorámica con las ruinas a la derecha
Carlos, que entre el calor y su falta de forma llegó un poco sofocado
Qué bien se estaba a la sombra
Después de unos minutos de descanso y recuperación de una temperatura corporal un poco más adecuada, continuamos la ruta bajando por unos senderos que nos tenía preparados Ramón, "el explorador". Cada uno dentro de sus posibilidades fuimos haciendo esa zona, mientras yo trataba de dejar grabaciones para la posteridad de todos los senderos y caminos que íbamos haciendo.
Un rato largo y divertido después tocaba volver a subir un poco, con ese calorcito tan agradable-agobiante que hacía, en dirección a una cantera que hay más allá del antiguo núcleo rural de Vallhonesta. La verdad es que hacía mucho calor, para qué decir lo contrario. Aún así todavía tenía yo ganas de apretar un poco el ritmo para dejar atrás a mis compañeros y grabarles sendos vídeos de su paso por esa zona, mientras aprovechaba para refugiarme bajo la sombra de un árbol.
Después de la subidita tocaba hacer otro largo tramo de camino trialeroso, con senderos varios. Mientras hacía alguna foto le daba los últimos sorbos al caldo isotónico que me quedaba, y "reñía" a Ramón por no haber tenido la precaución de pararnos a comprar agua en algún sitio, que los hubo. No es que fuéramos deshidratados, pero casi.
Últimos sorbos antes de lanzarnos a recorrer los últimos senderos
Bueno, al menos tuvimos la oportunidad de pegarnos un tremendo chapuzón en unas pozas de la Riera de Rellinars, que eran la guinda de la ruta que nos había preparado Ramón. Un rinconcito muy guapo, y muy masificado de gente, todo hay que decirlo, en el que pudimos bajar varios grados la temperatura de nuestros cuerpos, sobretodo de la cabeza que, por lo menos yo, la tenía achicharrada.
Tremendo chapuzón
Allí nos estuvimos un rato, hasta que la situación demandaba ya una reanudación de la ruta. Dejamos atrás aquel paraje para, ya por carretera, acercarnos a Castellbell i el Vilar, donde, ahora sí, pudimos comprar bebida fresca para rehidratarnos.
Al menos íbamos más frescos
Después del avituallamiento, unos minutos más por carretera para regresar finalmente al punto de partida de la ruta, donde al igual que habíamos hecho con nosotros minutos antes, les dimos a las bicis un merecido remojón para dejarlas como recién salidas de fábrica. Ellas también se lo merecían, que habían cumplido con creces con su cometido (aunque la de Carlos nos hizo parar un par de veces).
Un último esfuerzo, Ramón
Acabó siendo una ruta bastante aceptable en lo que a números se refiere, con un total de casi 55 kilómetros y cerca de 1100 metros de ascensión acumulada, para un total de 4 horas y poquito de pedaleo, y 6 horas y cuarto de ruta. No está nada mal, sobretodo teniendo en cuenta que hicimos muchos tramos de senderos y trialeras, y que además hizo un calor realmente elevado.
Un poco exagerado para que se entienda mejor
En resumen, una ruta muy guapa y divertida, que nos nos hizo pasar un gran rato con nuestras bicis y nuestros cuerpos maltrechos (¡jajajajá!, cada uno con sus achaques), y en la que el buen rollo fue la tónica dominante.
Sólo eché de menos algún "punto de avituallamiento líquido" (fuente o parecido) durante la ruta, porque el calor, por alto que sea, si se pasa con bebida para ir hidratándote, pues mejor.
MIÉRCOLES 13. TANTEANDO
Segundo miércoles consecutivo saliendo con Juan, esta vez con una mejor programación de la ruta.
Quedamos en la rotonda de entrada en Gelida, con la intención de subir por el camino de la Font Freda hasta la falda del Puig d’Agulles. Mi idea era hacer un “tanteo” de lo que tardaríamos en llegar hasta la “bola del Puig d’Agulles”. Si teníamos tiempo subiríamos, si no, haríamos un recorrido alternativo.
Quedamos en la rotonda de entrada en Gelida, con la intención de subir por el camino de la Font Freda hasta la falda del Puig d’Agulles. Mi idea era hacer un “tanteo” de lo que tardaríamos en llegar hasta la “bola del Puig d’Agulles”. Si teníamos tiempo subiríamos, si no, haríamos un recorrido alternativo.
Así pues, la primera parte de la ruta fue casi idéntica al miércoles anterior. En mi caso, subir por carretera hasta La Creu Aregall y luego bajar hasta Gelida. Esta vez me lo tomé con un poquillo más de calma. Bueno, la verdad es que me noté un poco peor que la semana anterior, y tardé un par de minutos más en subir a la Creu. Bajada tranquila hasta Gelida y encuentro con Juan, que llegaba casi a la vez que yo.
A partir de ahí, entrada en Gelida, callejeo, y a coger el camino de la Font Freda. Rápido veo que no voy tan fino como me esperaba, y a Juan se le ve más sobrado, tirando de plato mediano desde el principio de la subida (yo, con mi molinillo). Le digo que se marche a su ritmo y que nos vemos arriba, pero se ve que no quería forzar más de la cuenta.
A esas horas el calor que empieza a hacer es bastante soportable, así que "chino-chano" vamos subiendo. Yo, poco a poco voy cogiendo mi ritmo, y siendo buen conocedor de ese camino acabo por "escaparme", sólo con la intención de pegarme un buen entreno en subida.
Llegamos a la falda del Puig con el tiempo demasiado justo como para plantearnos hacer la subida a la bola, así que decidimos dejarlo para otro día que podamos salir con más tiempo, y propongo ir hasta La Creu Aregall pasando por la urbanización Safari. De paso le enseñaré a Juan un camino que no conoce para entrar en la urbanización.
Después de unos cuantos calificativos hacia mi persona hechos por la fatigada mente de Juan, y de subir los últimos rampones de la urbanización, nos acercamos a la fuente para que él coja agua.
Juan, con el Puig d'Agulles al fondo
Y ya sin perder más tiempo nos dirigimos hacia La Creu Aregall haciendo, a la inversa, el camino que viene desde la Roca Foradada. Unas cuantas rampas bastante pasables con la propia inercia del pedaleo, Juan que "se me queda" en las bajadas y llanos (aprovechando para recuperar, qué tío), y acabamos llegando a la urbanización.
Ya nos despedimos, él bajará por carretera hasta Gelida y de ahí a Martorell, y yo bajaré, también por carretera, hasta L'Amunt, y de ahí a Corbera.
Bajando de La Creu
Aprovechando toda la rutilla para meterme algo de caña, llegué a casa bastante bien "trabajado" de piernas, contento con la ruta mañanera con Juan, y satisfecho con mi rendimiento sobre la bici.
Simple pero respetable
Finalmente, 33 kilómetros y 1000 metros de ascenso acumulado, para 2 horas y 15 minutos de pedaleo. No está nada mal. Creo yo.
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Al final ,de resumen, nada. Me ha salido un tochaco típico de los míos. Qué le voy a hacer, no me sale de otra manera...
Bruno