Sin metas pero con objetivos, sigo disfrutando de las bicis y de otras actividades. Intento aprender continuamente para mejorar como persona, física y mentalmente. Este blog sigue siendo una especie de diario personal en cuanto a lo ciclístico, pero va siendo hora de ir añadiéndole algunas cosas más que también captan mi atención...

sábado, 23 de julio de 2011

RESUMEN ATRASADO


Bueno, aunque no he andado sobrado de ganas de “perder tiempo” aquí delante del ordenata, a ratos he intentado hacer un resumen de lo que han sido mis tres últimas salidas en bici, que, de haberme pillado en otro momento, habrían dado para hacer tres largas crónicas de las mías...



MIÉRCOLES 6. CON EL CURRO EN LOS TALONES

Se trataba de aprovechar al máximo esas horas matinales que tenemos antes de ir a trabajar, así que Juan y yo quedamos en darnos unas vueltas por la zona de la Serra del Ataix (entre Martorell y Castellví de Rosanes), buscando, en mi caso, recorrer algunos caminos nuevos que hace tiempo quiero conocer.

Obligaciones familiares de Juan nos hacen quedar casi a las nueve y media de la mañana en algún punto de la carretera que va de Martorell a Gelida, sin saber realmente qué camino cogeríamos.

Después de un breve calentamiento en casa, a eso de las ocho y media salgo por carretera en dirección a Martorell. Subida bastante rápida a La Creu Aregall, bajada a Gelida dando pedales, y ya en falso llano de bajada, metiéndole caña hasta encontrarme con Juan pasado el cruce con la carretera de Piera. Unos tres cuartos de hora y 17 kilómetros a un ritmo que llegué a pensar si no habría sido demasiado “alegre”.

Tras reajustar presiones en los neumáticos y preparar la cámara de vídeo, iniciamos ascenso por un camino desconocido para mí, de tierra suelta y gravilla, que hacía difícil el pedaleo. Unas pocas rampas duras, de esas en las que es fácil echar el pie al suelo por culpa de algún derrapaje de la rueda trasera, otras zonas de subida más llevadera, y algunos tramos llanos y de bajada para recuperar fuerzas. Y siempre acompañados de unas vistas chulas, tanto del lado de la montaña, con rocas de esas porosas que con el paso de los años se han ido desmenuzando y conformando así los caminos, como del lado contrario, bordeando siempre la zona entre Castellví y Martorell.


Sant Genís de Rocafort, con Martorell al fondo

Sin un rumbo preconcebido fuimos haciendo camino, visitando fugazmente la antigua Casa de la Mina de Plom, y quedándonos (por lo menos yo) con ganas de acercarnos a ver el viejo Castell de Rocafort. Otro día lo haremos, que para llegar hasta allí seguramente sea necesario hacer un último tramo de senderismo con la bici a cuestas. Y no era ese el día. No por falta de ganas, sino de tiempo.

Juan y yo en la chimenea de la Casa de la Mina


Y esa fue realmente la clave de la jornada: la falta de tiempo. A lo tonto a lo tonto, nos habían dado ya las diez y media largas de la mañana, y yo, para ir bien, tengo que llegar a casa a eso de las once, que si no, acabo yendo justísimo de tiempo para llegar a la hora a trabajar.

Así que cuando me quise dar cuenta estábamos a demasiado tiempo y demasiado espacio de casa como para llegar a ella con cierta tranquilidad. Qué no cunda el pánico, tengo el gps… ¡Jajajajá!... Tengo el gps, qué bueno.

Daba igual por dónde volver a Corbera. Tanto si intentaba llegar a la carretera N-II a la altura de Sant Andreu de la Barca, como si volvíamos atrás hacia la de Gelida, o si pretendía volver por la montaña subiendo a La Creu Aregall, el camino era demasiado largo como para llegar a tiempo.

Así que con la ayuda del ge-pe-ese intentamos “atajar” en busca del camino que sube desde El Taió hacia La Creu, que me pareció que sería lo más rápido de hacer. El problema fue que a mí la pantalla del gps se me queda pequeña. Yo necesito tener una pantalla tipo monitor de 17 pulgadas para poder visualizar perfectamente los caminos y las diferentes posibilidades al seguirlos.

- Vamos por aquí, que este camino seguro que lleva a donde queremos...
- No, para, vamos por aquel, que es el bueno, seguro...
- ¡Mierda, qué malo soy!, vamos en dirección contraria a la que quería…

Total, que llegó un momento en que ya no sabía si íbamos a tener que llamar a un helicóptero para que me llevara a casa a tiempo de ir a trabajar. Bueno, como "mal mayor" sólo pasaría eso, que llegaría tarde a trabajar...

Finalmente acabamos encontrando el camino que sube desde El Taió a La Creu Aregall. ¡Bufffffff, menos mal! Bueno, menos mal, menos mal… aún tengo que subir. La otra opción era continuar el camino hasta ir a salir a la carretera que va a Gelida y seguir por ella hasta Corbera, pero pensé que en realidad tardaría más tiempo que si directamente subía por la montaña.

Eran las once menos cuarto, y aún me quedaba por lo menos una hora de camino, casi todo de subida. Si conseguía llegar a eso de las doce aún tendría tiempo de ducharme y preparar las cosas para ir a trabajar. Ya me comería un bocata de camino.

Le dije a Juan que se fuera para casa (él no tenía necesidad de hacer la subida a La Creu), pero se ofreció a acompañarme un rato. Así que le dije “me lo voy a tomar como si fuera una cronoescalada, tengo que llegar a tiempo, sea como sea”.

Y así fue como me metí una subida (con algún tramo de llano e incluso alguna corta bajadita) de unos 7 kilómetros, a todo lo que podía. Juan se dio la vuelta cuando llevábamos sólo dos kilómetros, y es que aguantar el ritmo que yo estaba imponiendo sin tener ninguna necesidad era masoquista. Casi sin mirarle le di las gracias (creo) por haberme acompañado ese rato, y seguí subiendo, a un ritmo que no tenía claro si iba a poder aguantar, casi siempre rondando las 180 pulsaciones por minuto, y, aunque parezca mentira, disfrutando enormemente de esa paliza que me estaba pegando.

Después de tres cuartos de hora tremendos, sudando la gota gorda (porque mira que hacía calor), y con las piernas sufriendo lo indecible por aguantar el trote que les estaba dando, conseguí llegar a La Creu Aregall. Ya sólo faltaba bajar hacia Corbera por carretera y callejear hasta casa.

Dos subidas de calentamiento y una de "competición"


41,5 kilómetros. 2 horas y 40 minutos de pedaleo. 1050 metros de ascensión acumulada. Con el curro en los talones.

Conseguí llegar a tiempo a trabajar. Y hasta tres o cuatro horas después no se me pasó la euforia.



SÁBADO 9. UN BAÑITO EN LA POZA

Ese sábado tenía cita ineludible con Ramón y Carlos. Ramón llevaba tiempo preparándonos una ruta, y había llegado el día de enseñarnos esos caminos y senderos de los que llevaba semanas hablándonos.

La verdad es que nos preparó una ruta muy, muy completa. Con tramos de todo tipo: asfalto, pista forestal, senderos, trialeras, lechos de río… Se ha tenido que pasar bastante tiempo preparándola, pues los sitios por los que nos llevó no se descubren en una sola salida.

Fue un día muy caluroso. Bueno, para mí no tanto. Ellos dos se pasaron casi toda la jornada diciendo que si hacía mucho calor, que si a ver si encontramos una sombra, que si saliendo mucho más temprano pasas menos calor… Sí que hizo calor, es cierto, pero a mí ya me gustó, que estoy cansado de días frescos y de tener que preocuparme de si voy a coger frío o qué. Cada uno tiene su temperatura ideal, y aunque es verdad que a la hora de hacer ejercicio se agradece que haga fresco, también es verdad que a mí me gusta que haga calor y pueda sudar sin temor a que luego ese sudor se me enfríe y “pille algo”.

Nos movimos todo el día bordeando el Parc Natural de Sant Llorenç del Munt i L’Obac, haciendo la ruta entre las poblaciones de Navarcles y Castellbell i el Vilar, con Sant Vicenç de Castellet como centro de operaciones. Con la de caminos que llegamos a hacer, y muchos otros que no hicimos, y casi ni llegamos a entrar en el parque. No veas si hay montaña por allí.

La primera parte de la ruta, bastante más suave que lo que haríamos más tarde, nos sirvió para ir calentando con tranquilidad. Partimos por la ribera del Llobregat en dirección al Pont de Vilomara, desde donde hicimos un recorrido casi de ida y vuelta, con el monasterio de Sant Benet de Bages como punto de inflexión.

Mañana cálida y cielo despejado


Primeros vídeos y fotos del día mientras íbamos hacia el Mas Roviralta, donde hicimos una pequeña paradita. La Riera de Mura y el Canal de Les Tines (con la Casa de Les Tines como telón de fondo) fueron las zonas por las que fuimos haciendo los siguientes kilómetros, alternando caminos y pista forestal con zonas de senderos muy divertidos, en algunos puntos de los cuales tuve que poner el pie al suelo, que donde no llega la técnica ni la osadía es mejor bajarse y caminar un poquito.

Foto tonta en el Mas Roviralta

A nuestro paso por el Canal de Les Tines

Grabando vídeos, haciendo fotos, hablando y disfrutando de la compañía y de la ruta que nos estaba ofreciendo Ramón, fueron pasando las primeras horas del día y el calor empezaba ya a apretar. De momento aún estábamos moviéndonos por zonas en las que era fácil encontrar bastantes tramos de sombra, con lo que la temperatura era bastante soportable. Sin olvidar en ningún momento la hidratación continua y la ingestión de alguna que otra barrita o plátano para ir manteniendo los niveles adecuados de energía en el cuerpo, que cómo sería la ruta sólo lo sabía Ramón.

El Monestir de Sant Benet de Bages


Panorámica con la Casa de Les Tines al fondo


De vuelta hacia El Pont de Vilomara nos desviamos por la Riera de la Casa Nova - Riera de Santa Creu, para ir en dirección a Sant Jaume de Vallhonesta, ruinas de una ermita y de un antiguo hostal, a las cuales llegamos después de una dura ascensión por un camino seco, polvoriento, y sin una sombra donde cobijarse. No es que yo estuviera "en mi salsa" como decían Ramón y Carlos, pero sí que es verdad que con el calor yo me siento más a gusto que ellos.



La que nos espera


La subida fue divertida, con Carlos que empezó a tirar mientras yo le "acompañaba" intentando hacer alguna foto o algún vídeo. Ramón, más prudente se descolgó un poco para subir a su ritmo.


Ahí viene Ramón


Ya a media subida aproveché para probarme un poco mientras Carlos subía a un ritmo un poco más suave, que a su pulsómetro le habían saltado todas las alarmas unos minutos antes, y no era questión de "petarlo", ¡jajajá!
Una vez arriba, mientras yo preparaba la cámara para hacer unas fotos, Carlos se fue directo a cobijarse bajo la sombra de un árbol.
Al poco llegó Ramón.


Panorámica con las ruinas a la derecha

Y yo con la "barretina" puesta

Carlos, que entre el calor y su falta de forma llegó un poco sofocado

Qué bien se estaba a la sombra

Después de unos minutos de descanso y recuperación de una temperatura corporal un poco más adecuada, continuamos la ruta bajando por unos senderos que nos tenía preparados Ramón, "el explorador". Cada uno dentro de sus posibilidades fuimos haciendo esa zona, mientras yo trataba de dejar grabaciones para la posteridad de todos los senderos y caminos que íbamos haciendo.


Un rato largo y divertido después tocaba volver a subir un poco, con ese calorcito tan agradable-agobiante que hacía, en dirección a una cantera que hay más allá del antiguo núcleo rural de Vallhonesta. La verdad es que hacía mucho calor, para qué decir lo contrario. Aún así todavía tenía yo ganas de apretar un poco el ritmo para dejar atrás a mis compañeros y grabarles sendos vídeos de su paso por esa zona, mientras aprovechaba para refugiarme bajo la sombra de un árbol.


Después de la subidita tocaba hacer otro largo tramo de camino trialeroso, con senderos varios. Mientras hacía alguna foto le daba los últimos sorbos al caldo isotónico que me quedaba, y "reñía" a Ramón por no haber tenido la precaución de pararnos a comprar agua en algún sitio, que los hubo. No es que fuéramos deshidratados, pero casi.


Últimos sorbos antes de lanzarnos a recorrer los últimos senderos


Bueno, al menos tuvimos la oportunidad de pegarnos un tremendo chapuzón en unas pozas de la Riera de Rellinars, que eran la guinda de la ruta que nos había preparado Ramón. Un rinconcito muy guapo, y muy masificado de gente, todo hay que decirlo, en el que pudimos bajar varios grados la temperatura de nuestros cuerpos, sobretodo de la cabeza que, por lo menos yo, la tenía achicharrada.


Tremendo chapuzón


Allí nos estuvimos un rato, hasta que la situación demandaba ya una reanudación de la ruta. Dejamos atrás aquel paraje para, ya por carretera, acercarnos a Castellbell i el Vilar, donde, ahora sí, pudimos comprar bebida fresca para rehidratarnos.


Al menos íbamos más frescos


Después del avituallamiento, unos minutos más por carretera para regresar finalmente al punto de partida de la ruta, donde al igual que habíamos hecho con nosotros minutos antes, les dimos a las bicis un merecido remojón para dejarlas como recién salidas de fábrica. Ellas también se lo merecían, que habían cumplido con creces con su cometido (aunque la de Carlos nos hizo parar un par de veces).


Un último esfuerzo, Ramón


Acabó siendo una ruta bastante aceptable en lo que a números se refiere, con un total de casi 55 kilómetros y cerca de 1100 metros de ascensión acumulada, para un total de 4 horas y poquito de pedaleo, y 6 horas y cuarto de ruta. No está nada mal, sobretodo teniendo en cuenta que hicimos muchos tramos de senderos y trialeras, y que además hizo un calor realmente elevado.


Un poco exagerado para que se entienda mejor


En resumen, una ruta muy guapa y divertida, que nos nos hizo pasar un gran rato con nuestras bicis y nuestros  cuerpos maltrechos (¡jajajajá!, cada uno con sus achaques), y en la que el buen rollo fue la tónica dominante.


Sólo eché de menos algún "punto de avituallamiento líquido" (fuente o parecido) durante la ruta, porque el calor, por alto que sea, si se pasa con bebida para ir hidratándote, pues mejor. 




MIÉRCOLES 13. TANTEANDO

Segundo miércoles consecutivo saliendo con Juan, esta vez con una mejor programación de la ruta.

Quedamos en la rotonda de entrada en Gelida, con la intención de subir por el camino de la Font Freda hasta la falda del Puig d’Agulles. Mi idea era hacer un “tanteo” de lo que tardaríamos en llegar hasta la “bola del Puig d’Agulles”. Si teníamos tiempo subiríamos, si no, haríamos un recorrido alternativo.

Así pues, la primera parte de la ruta fue casi idéntica al miércoles anterior. En mi caso, subir por carretera hasta La Creu Aregall y luego bajar hasta Gelida. Esta vez me lo tomé con un poquillo más de calma. Bueno, la verdad es que me noté un poco peor que la semana anterior, y tardé un par de minutos más en subir a la Creu. Bajada tranquila hasta Gelida y encuentro con Juan, que llegaba casi a la vez que yo.

A partir de ahí, entrada en Gelida, callejeo, y a coger el camino de la Font Freda. Rápido veo que no voy tan fino como me esperaba, y a Juan se le ve más sobrado, tirando de plato mediano desde el principio de la subida (yo, con mi molinillo). Le digo que se marche a su ritmo y que nos vemos arriba, pero se ve que no quería forzar más de la cuenta.

A esas horas el calor que empieza a hacer es bastante soportable, así que "chino-chano" vamos subiendo. Yo, poco a poco voy cogiendo mi ritmo, y siendo buen conocedor de ese camino acabo por "escaparme", sólo con la intención de pegarme un buen entreno en subida.

Llegamos a la falda del Puig con el tiempo demasiado justo como para plantearnos hacer la subida a la bola, así que decidimos dejarlo para otro día que podamos salir con más tiempo, y propongo ir hasta La Creu Aregall pasando por la urbanización Safari. De paso le enseñaré a Juan un camino que no conoce para entrar en la urbanización.

Después de unos cuantos calificativos hacia mi persona hechos por la fatigada mente de Juan, y de subir los últimos rampones de la urbanización, nos acercamos a la fuente para que él coja agua.

Juan, con el Puig d'Agulles al fondo


Y ya sin perder más tiempo nos dirigimos hacia La Creu Aregall haciendo, a la inversa, el camino que viene desde la Roca Foradada. Unas cuantas rampas bastante pasables con la propia inercia del pedaleo, Juan que "se me queda" en las bajadas y llanos (aprovechando para recuperar, qué tío), y acabamos llegando a la urbanización.

Ya nos despedimos, él bajará por carretera hasta Gelida y de ahí a Martorell, y yo bajaré, también por carretera, hasta L'Amunt, y de ahí a Corbera.

Bajando de La Creu


Aprovechando toda la rutilla para meterme algo de caña, llegué a casa bastante bien "trabajado" de piernas, contento con la ruta mañanera con Juan, y satisfecho con mi rendimiento sobre la bici.

Simple pero respetable


Finalmente, 33 kilómetros y 1000 metros de ascenso acumulado, para 2 horas y 15 minutos de pedaleo. No está nada mal. Creo yo.



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Al final ,de resumen, nada. Me ha salido un tochaco típico de los míos. Qué le voy a hacer, no me sale de otra manera...


Bruno

martes, 12 de julio de 2011

LA ESCLAVITUD DEL BLOG


Qué poco me apetece sentarme delante del ordenador y ponerme a escribir las crónicas de mis últimas salidas con la bici. Vamos, que no me apetece nada. Esto del blog es una esclavitud autoimpuesta de la que me estoy empezando a cansar.

Con lo fácil que era antes. Salía con la bici, daba igual por dónde o durante cuantas horas, llegaba a casa y me olvidaba. Como mucho, descargaba alguna foto que hubiera hecho, y ya está.

En cambio ahora... que si descarga, visualiza y selecciona fotos, que si vídeos, que si datos del gps, que si rutas en el “güiquiloc”, que si pasa fotos y vídeos a los compañeros, que si haz la crónica, que si los comentarios, que si... Me estoy saturando de aspectos externos a lo que, en esencia, es la salida en bici.

Acabo pasando más horas delante del ordenador que subido encima de la bici. Y eso me acaba quitando tiempo para hacer otras cosas, sean del tipo que sean. Y el problema no es hacer las crónicas más largas o menos, que cada uno tiene su estilo, y yo, para poner cuatro datos de lo que he hecho, casi que no pongo nada. Sí, podría intentar resumir un poco, pero la raíz del problema sigue siendo la misma: las fotos, los vídeos, el gps, la crónica...

De momento ya se me acumulan las dos últimas salidas, y llevo camino de acumular un par más esta semana. No sé, estoy un poco desganado con todo esto. A lo mejor es el calor...


Bruno

lunes, 4 de julio de 2011

LA SEMANA DEL PUIG D'AGULLES


9 meses sin subir al Puig d’Agulles son muchos meses sin pasarme por el que antaño era mi punto de referencia y objetivo principal en lo que a salidas en bici por la montaña se refiere. Hubo una época en la que subir hasta “la bola del Puig d’Agulles” y volver a casa ya era para mí una gran salida con la bici. Qué tiempos aquellos.

Tenía que volver por allí ya. Que además, siempre me ha servido como indicador de mi estado de forma. No es que sea una ascensión como para hacer una película épica, pero para mí siempre será una cima mítica.

El año pasado, como preparación para Los 10000 del Soplao, llegué a hacer una salida en la que subí ¡4 veces! hasta la cima del Puig d’Agulles. Pero el año pasado era el año pasado, y este año...

En fin, que tenía que volver a subir a la bola.



MARTES 28 DE JUNIO. RETORNO AL PUIG D’AGULLES

El martes pasado ya estaba mentalizado: volvería al Puig d’Agulles. ¡Jajajajá, parece que sea algo terrorífico!

A las nueve de la mañana me pongo en marcha. ¡Qué ganas tenía ya de volver a hacer turno de tardes en el trabajo! Llevo encima (nunca mejor dicho) la cámara de vídeo que me regalaron, y me voy a dedicar a grabar todos los tramos de tierra.

Salgo en dirección a Corbera Baja para hacer un recorrido que me lleve al Puig d’Agulles sin tener que hacer la subida desde su falda (qué tramposo). Iré por el camino del Cau de la Guineu hasta la explanada de la N340, subiré un tramo de la carretera, me desviaré por el tramo antiguo que lleva hasta la Creu d’Ordal, y desde allí subiré por las canteras hasta llegar a la rampa cementada que sube hasta la bola (estación metereológica) que hay en la cima del Puig d’Agulles.

No es la ascensión más dura que se puede hacer al Puig, pero para ser la primera en 9 meses ya me estará bien. Además, desde Corbera Baja hasta allí se puede decir que es todo subida.

Después de haber calentado lo justo en la estática, me marco un ritmo suave-pero-no-tanto. Voy haciendo el camino del Cau de la Guineu disfrutando de los últimos momentos de frescor de la mañana. En esa zona todavía hay sombra, pero en cuanto llegue a la explanada de la N340 el sol no me dará tregua.

Llego en un buen tiempo a la nacional, y me lanzo a la carretera a un ritmo bastante bueno. Es un tramo de aproximadamente un kilómetro y medio que me gusta mucho, y que intento hacer apretando algo las piernas. Total, va a ser una salida de hora y media como mucho.

A la altura de la gasolinera de El Lledoner me desvío hacia el tramo antiguo de la nacional para subir hasta la Creu d’Ordal. Ahora es el sol el que aprieta bastante, y las gotas de sudor ya no me caen de una en una sino que se agrupan para lanzarse al vacío.

Disfrutando mucho de la sensación de volver a estar haciendo un recorrido que me lleve hasta la bola del Puig d’Agulles, me meto ya en el camino que bordea las canteras y llega hasta el principio de la rampa cementada que sube hasta la bola. Es un camino de unos 2,5km que se compone de tres cortas pero empinadas subidas en las que pongo el molinillo para no llegar cascado a la rampa cementada final.

Según me acerco me voy mentalizando. Sé que puedo subirla sin echar el pie al suelo. Es una rampa de sólo 300 metros, de cemento, pero con un porcentaje que ronda siempre el 18-20%, y unos últimos metros en los que llega a alcanzar más del 30. Suerte que son sólo unos pocos metros.

Ya sudando a mares hago esos últimos 300 metros en los que se supera un desnivel de casi 50. Con la cabeza medio torcida por el peso de la cámara, echado para adelante intentando evitar que se levante la rueda delantera, y con todo el desarrollo puesto, consigo llegar arriba sin pararme. No es ninguna heroicidad, pero años atrás, en la primera ascensión a la bola de la temporada, casi siempre acababa echando el pie al suelo. Hace años ya que está cementada, pero cuando estaba “virgen”, sí que tenía gracia subirla. La rueda trasera derrapaba que daba gusto.

Fotos de rigor, recuperar fuerzas, comer algo...

¡He vuelto!

Que he subido en bici, ¡eh!


Una hora y un minuto. No está nada mal. Toca ya volver para casa, que son las 10 de la mañana y tengo que llegar antes de las once para ir bien de tiempo de cara a no llegar tarde al trabajo.

Hago la bajada desde la bola hasta la falda de la montaña, y me meto por la trialera de Can Armengol, que me llevará hasta L’Amunt. Desde ahí, en lugar de hacer ya carretera hasta casa decido meterme por un camino que me llevará hasta el Paratge de la Cervera, pequeña zona residencial al lado del pueblo, y desde allí ya sí callejearé por Corbera para ir hasta mi casa.

Ese piquillo...


Al final, 19 kilómetros y 600 metros de desnivel acumulado, en 1 hora y 26 minutos de pedaleo. Números “correctos”, para una salida en la que lo que realmente perseguía era volver a sentir la agradable sensación de subir hasta la bola del Puig d’Agulles. Además he grabado varios vídeos, bastante largos, con todos los caminos de tierra que he hecho. En definitiva, una salida corta pero que me deja con un gran sabor de boca.



JUEVES 30 DE JUNIO. EL PUIG D’AGULLES Y EL COMPAÑERO VIRTUAL

Con el buen rollo que me quedó del martes, el jueves decido volver a salir, y volver a subir al Puig d’Agulles. Con una vez no me basta, tengo que repetir.

En esta ocasión se me ocurre (por cuestiones de tiempo) que podría hacer el mismo recorrido pero llevando “puesto” en el gps el “compañero virtual”. Así veré si soy capaz de mejorar los tiempos del martes.

Esta vez salí sin la cámara de vídeo. Total, si iba a hacer el mismo recorrido. Y no llevarla en la cabeza se agradece bastante.

A diferencia del martes, día en que hizo un sol y un calor tremendos, el jueves estaba totalmente nublado y hacía algo de fresco. Salí un cuarto de hora más tarde, y con el cortavientos y los manguitos en la mochila. Con lo a gusto que estaba yo con el calorazo...

Nada más coger el camino del Cau de la Guineu me doy cuenta de que no he recuperado todavía las piernas. ¡Pero si sólo hice 19km! Sí, pero es que estar casi 8 horas de pie en el trabajo me deja las piernas bastante castigadas. Y hoy lo notaré.

Bueno, al menos la temperatura es más agradable para ir en bici (aunque luego siempre digo que prefiero el calor), y lo que pierdo por ir peor de fuerzas lo gano por ir menos acalorado que el martes. Aún así el compañero virtual no engaña: voy siempre por detrás de él. Normalmente sólo unas decenas de metros, pero que ya en el tramo de la nacional, subiendo hacia el Ordal, se convertirán en unos cuantos cientos.

La antigua torre del telégrafo

Atrás dejo la Creu d'Ordal. Al fondo la bola de Vallirana


Con unas sensaciones peores que el martes voy subiendo acercándome al Puig d’Agulles. Pienso que quizá hoy no sea capaz de subir hasta la bola sin tener que hacer un tramillo andando. Sin embargo, y a pesar de subir más atrancado que dos días antes, consigo llegar arriba sin pararme. Eso sí, llego bastante más cascado.

Incomprensiblemente, tardo exactamente lo mismo que el martes: una hora y un minuto desde mi casa hasta la bola. Bueno, eso es porque el martes iba grabando vídeo y en algunos tramos debí de relajarme un poco. Aún así me resulta sorprendente haber tardado lo mismo.

2º día en la bola

La caseta de vigilancia forestal

Vistas hacia la costa (aunque no se vea)


Recuperar fuerzas, comer, beber... y para casa. Según voy bajando hacia la falda de la montaña me doy cuenta de que el compañero virtual “se ha quedado atrás”. Cada vez le saco más distancia. Hasta 1 km. Luego recordaría que el martes tuve el gps en la mano mientras me movía por alli arriba, así que hoy, mientras yo bajaba del Puig, el “compa” estaba haciendo fotos en la bola.

Total, que como ya no puedo comparar tiempos decido volver por otro sitio, y en lugar de coger la trialera de Can Armengol sigo subiendo hacia lo alto de la urbanización Safari, para después bajar hasta Corbera por la carretera que viene de La Creu Aregall. Así llegaré antes a casa. Y más descansado también, que no iba muy sobrado.

Última foto: Montserrat desde el Safari


Al final, 20 kilómetros en 1 hora y 24 minutos, con 630 metros de ascenso acumulado. Parecidos números, pero peores sensaciones que el martes.

Parecido al del martes, pero con una "joroba" más



DOMINGO 3 DE JULIO. SENDEROS Y PUIG D’AGULLES

Tenía que haber salido el sábado, pero la verdad es que cuando me levanté no me encontraba con suficientes fuerzas como para afrontar una salida en condiciones. Y viendo lo que me pasó el jueves, que no había recuperado bien, ¿porqué iba a ser diferente el sábado? Así que decidí que saldría el domingo.

El domingo por la mañana ya sí me levanté totalmente mentalizado para hacer la tercera salida de la semana. Eso no quiere decir que fuera a salir a las 7 de la mañana. De hecho, salí a las 11. Nunca es tarde si la dicha es buena...

Lo tenía planeado desde el martes: todas las salidas de la semana tendrían como punto común el Puig d’Agulles. La salida del martes era la de toma de contacto. La del jueves tendría que haber sido la de refuerzo de la confianza en mis fuerzas. Y la del fin de semana tendría que ser la de la salida larga con subida a la bola por el camino más difícil: desde el puente sobre el río Anoia en Gelida, y subiendo por el camino de la Font Freda. Lo dejaré para otra ocasión.

En lugar de eso, y condicionado por la falta de fuerzas que noté el jueves, decidí que haría el mismo recorrido de ida hasta la bola que había hecho el martes y el jueves. La diferencia con las rutas de esos dos días sería que me dedicaría a investigar unos senderos que tenía vistos hace tiempo.

Otra vez con la cámara de vídeo a cuestas, para grabar esos senderos y caminos nuevos, y con el cortavientos y los manguitos en la mochila, salí de casa esperando que por lo menos no lloviera. Hacía una mañana bastante fea, con todo el cielo nublado pero con bastante calor.

Primera parte del recorrido exactamente igual que los dos días anteriores: Corbera Baja, Cau de la Guineu, Nacional 340, gasolinera del Lledoner.

Al fondo, el Puig d'Agulles visto desde el Pont del Lledoner


Aquí empezaban las diferencias. Desde la carreterilla que lleva de la gasolinera a una de las canteras sale un sendero-trialerilla que llevo tiempo con ganas de investigar. Supongo que va a parar a la explanada que hay donde antaño estaba la torre de vigía del Ordal (al lado del antiguo puerto del Ordal, donde está la cruz), pero como sólo lo supongo, lo mejor es empezar el caminillo desde abajo, y subirlo para ver a dónde llega.

Es un caminillo pedregoso que me hace bajarme de la bici al poco de empezarlo. Hay una buena pendiente en algunas zonas, y las piedras me impiden hacerlo subido en la bici. Seguro que si estuviera mucho más fuerte podría hacer algún tramo más. Voy sudando bastante, pues a pesar de estar nublado (ahora ya menos), hace un calor elevado.

Después de un buen tramo de pateada y alguno de pedaleada, el camino se ensancha y se bifurca. Tras corroborar que por un lado va a donde yo preveía, vuelvo hacia atrás para investigar el otro. Un corto tramo de bajada por el cortafuegos de una línea de alta tensión y se acaba el camino. Marcha atrás. Bueno lo que de momento he descubierto ya está bien.

Según vuelvo hacia atrás intuyo que un huequecillo que he visto en la vegetación puede ser un sendero, así que andando y con la bici al lado me meto por entre los arbustos. Efectivamente, es un sendero de bajada suave, que hago andando durante un buen trozo para no arriesgarme a un pinchazo, y más adelante me subo ya en la bici. Buen descubrimiento, ya que el sendero promete. En algún tramo me he de bajar de la bici, pero se puede hacer bastante bien subido en ella.

Paso por una bifurcación que investigaré después, y al final acabo llegando a donde me estaba imaginando, a la carreterilla de la cantera. Vale, media vuelta y a investigar la bifurcación anterior. Primero, subida por el sendero recién hecho, y ya me desvío por el otro. Otro buen descubrimiento. Caída tonta pasando un pequeño obstáculo del camino, que ha quedado grabada para la posteridad, y sigo mi camino hasta ir a salir al final de la subida del sendero-trialerilla del principio, que para rematar la faena decido hacer de bajada.

Bueeeeno, ha estado bien esta primera parte de las investigaciones que tenía previstas. Curiosamente, no he hecho ninguna foto. Claro, como voy grabando en vídeo, me olvido de las fotos. 

Ahora toca ir hasta la bola del Puig d’Agulles, que es parte ineludible de la salida de hoy. El camino hasta allí me va a costar, pues los senderos me han dejado un poco tocadas las piernas, así que me lo tomo con calma. Según voy subiendo ya voy pensando en los caminos que quiero investigar después de subir a la bola. Una manera como otra cualquiera de ir distrayendo un poco la mente.

Encarando el segundo repecho del camino hacia el Puig d'Agulles

Ya me queda menos


La subida a la bola me cuesta un poco más que el jueves, pero la verdad es que cuando llego allí me parece estar igual de cansado que en las dos veces anteriores. Siempre al llegar arriba me quedo unos momentos encima de la bici, pedaleando hacia atrás para no parar las piernas de golpe, y esperando que me bajen un poco las pulsaciones.

Pues he llegado. Tres de tres


Mientras me recupero del esfuerzo voy haciendo fotos y pensando en cuál va a ser ahora mi siguiente objetivo.

Algún camino recorrido, y algún otro por recorrer

Difícil no repetir fotos en tres días por allí


Decido que voy a volver hacia las canteras para hacer un camino que doy por supuesto me llevará de bajada hasta el Camí de Mas Granada, que viene de Ordal. Bastante rato parado en la bola me han dejado aún un poco más entumecidas las piernas, pero bueno, casi todo va a ser de bajada. De momento.

Después de hacer ese tramo que ya sabía de antemano a dónde me llevaría, toca ahora ir hacia una calle no asfaltada de la Urbanización Safari, desde donde me meteré por un sendero que me debería llevar de bajada hasta un poco más arriba de la Font Freda de Gelida. Digo debería porque eso es lo que había visto en los mapas del Wikiloc días antes...

Empezamos mal, pues el sendero que sale en los mapas ya no existe como tal. De hecho ni se veía el principio. Suerte del gps, porque yo me lo había pasado de largo. Aún no habiendo sendero visto, decido meterme por entre la vegetación, ya que si en los mapas sale el sendero, seguro que en algún momento aparecerá.

Apareció en mi mente sobretodo, porque me pasé un buen rato caminando con la bici a cuestas, rascándome las piernas con los arbustos, y apartando ramas y matorrales de todo tipo para poder avanzar. Como según el gps iba bien, yo seguía adelante. Al final me cansé y decidí que quizá en otra ocasión volvería para hacerlo andando.

¡Desisto! Si es que no había por donde pasar...

Qué lejana parece la bola


Volví hacia atrás y me senté a un lado de la calle no asfaltada, bajo una sombra, mientras me recuperaba y me ponía crema solar en los brazos, que me empezaban a quemar. Un ligero cambio de planes, pero que no me iba a impedir seguir con el resto de lo que tenía planeado.

Tocaba ahora seguir subiendo por esa pseudo-calle hasta meterme de lleno en la urbanización, hacer un par de buenas subidas para llegar hasta la salida, y entonces meterme por el camino que me llevaría, en sentido inverso a como lo había hecho en otras ocasiones, hasta la Roca Foradada. Estaba siendo una ruta corta pero dura. En unos 22km llevaba ya unos 850m de ascensión acumulada.

Panorámica típica...

El camino de llegada al mirador

La última (desde allí)


Después de pasar un ratillo de relax allí en el mirador de la Roca Foradada cogí ya camino de bajada hacia La Creu Aregall, para desde allí meterme por el Camí Ral de bajada hasta Corbera. Nada más empezar el camino, ¡pam!... ¡psssssshhhh! Llantazo. Vaya hombre, a cambiar la cámara.

Ésta sí es la última


“Sólo” perdí 20 minutos en cambiar la cámara (y hacer unas fotos, y demás). Continué la bajada por ese camino que suelo hacer de subida (qué placer hacerlo al revés), y en un santiamén me planté en Les Parretes. Ya que estaba por allí se me ocurrió hacer esos senderillos que hay por esa zona, y claro, acabé con los brazos sangrando por culpa de las zarzas. A quién se le ocurre.

Me iba a ir ya para casa, pero aún me quedaron ganas de bajar por el sendero-trialera que lleva hasta Can Planes, y de allí meterme por el Paratge de la Servera para llegar ya a Corbera y, ahora sí, hacer el último esfuerzo hasta llegar a casa.

Una salida de media mañana, con bastante calor, sudando mucho, de menos kilómetros de los que me habría gustado, pero con un recorrido exigente que unido a que no estoy muy bien de forma me ha hecho llegar bastante cansado a casa.

Me ha dejado cascadillo


31 kilómetros, 2 horas y ¾ de pedaleo, unos 1000 metros de ascenso acumulado, 1 hora y ½ de paradas. Bueno, no es para tirar cohetes, pero me lo he pasado bastante bien. He disfrutado con la bici, he sufrido en las subidas, he descubierto nuevos caminillos, he hecho nuevas grabaciones de vídeo, y he subido por tercera vez en una semana a la bola del Puig d’Agulles después de haber estado 9 meses sin acercarme por allí. Buena salida.

Ya veremos qué hago la semana que entra. Si es que hago algo...


Bruno