Sin metas pero con objetivos, sigo disfrutando de las bicis y de otras actividades. Intento aprender continuamente para mejorar como persona, física y mentalmente. Este blog sigue siendo una especie de diario personal en cuanto a lo ciclístico, pero va siendo hora de ir añadiéndole algunas cosas más que también captan mi atención...

jueves, 24 de noviembre de 2011

ESE SOLECITO BUENO


Entre las lluvias de este mes y el catarro que pillé han sido tres las semanas que he estado sin coger la bici. Algún día de estática, y esta semana tirando de bici de espininnnngggg barata comprada hace unos días.

Ayer por fin volví a salir. Ese solecito bueno, ya era hora que volviera. Por supuesto había que salir con la de carretera, que desde que la estrené no la había vuelto a coger.

El recorrido elegido, corto pero suficiente teniendo en cuenta mi estado actual: de Corbera a Martorell pasando por Pallejà y Sant Andreu de la Barca, y vuelta a casa por Gelida.

Un poco torpe e inseguro en los primeros kilómetros (esto de no llevar los frenos “a mano” me descoloca bastante), una vez pasado Martorell y alejado de la vorágine automovilística ya me encontré más a gusto.

¡Qué alivio!


A pesar de haber estado presente durante todo el día, a las cuatro y media de la tarde en la zona entre Martorell y Gelida el sol está ya tapado por las montañas y la carretera presenta varios tramos con humedad. El ambiente no era caluroso precisamente.

Subida hacia La Creu Aregall sin forzar el ritmo, que las piernas no están para alegrías y las pulsaciones van más altas de lo habitual.

Qué buena compañía


Corono el alto en un buen tiempo si hubiera ido con la de montaña, y bajo hacia las afueras de Corbera sin apretar lo más mínimo.

Llego a casa con poca luz y con la temperatura empezando a no ser agradable. Total, 40 kilómetros en 1 hora 52 minutos, con 650 metros de desnivel acumulado.

Fácil


Me noto más fatigado de lo normal para una salida de ese tipo, pero lo lógico teniendo en cuenta las últimas tres semanas. Suerte de haber pedaleado un poco en casa estos últimos días.

Hoy, entre que la bici esa de spinning me carga mucho la parte alta de la espalda, y que con la de carretera me como todas las irregularidades del asfalto, me dolía bastante todo el cuerpo, como si me hubiera pegado una paliza de las buenas.

Pero me parece que también tiene que ver con que me estoy acatarrando otra vez. Según pasan las horas me encuentro peor. Veremos cómo me levanto mañana, que encima en el trabajo estoy ya en turno de madrugones.

A saber cuándo vuelvo a salir. Si es que no se puede ser un flojo…


Bruno

miércoles, 2 de noviembre de 2011

EL TURÓ DE CAL BECÓ


Ayer me levanté con más ganas de bici. Quería rodar un poco para estirar las piernas después de la ruta del pantano, y estuve a punto de salir por carretera, pero al final me apeteció más dar una vuelta por la montaña.

Un recorrido típico para ir calentando, haciendo el camino de Can Casildo y un sendero cercano, y luego subiendo por el Cau de la Guineu hasta la explanada de la nacional, donde decido investigar unos caminos que hay bajando por Cal Becó, y que “casualmente” llevo instalados en el gps.

Con base en el Turó de Cal Becó, hice un par de caminos y senderos que suben o rodean a esta colina, y que, aun siendo un recorrido corto, es un añadido interesante para cuando haga otras rutas.

En la cima del turó

Por "gastar carrete"

Un sendero interesante


Dejé para el final el recorrido que tenía menos claro, y que acabó por hacerme dar la vuelta un par de veces, y tener que hacer alguna subida a pie debido a la exagerada pendiente que tenía.

Eso sí, si consigo hacer ese zona mala de bajada y conectarla con el camino que rodea al turó, me saldrá un tramillo muy, muy interesante. Y duro, porque las pendientes son importantes.

Hasta aquí, un sendero de bajada muy guapo. Lo malo fue dar la vuelta y subirlo

No sé si cuando lo haga al revés me atreveré a bajar por ahí

En el gps se ve muy claro

Pues le haré caso...


Después de la investigación volví hacia Corbera haciendo el sendero de la Font de Sant Ponç, y el que ataja el camino del Cau de la Guineu, que tenía ganas de hacer alguna bajadita divertida. Luego, asfalto hasta el pueblo, y subida por el campo de fútbol, donde hice el pico de pulsaciones.

No se aprecia, pero hice varios rampones tremendos


Total, 22 kilómetros en 1 hora 53 minutos, con 610 metros de ascenso acumulado. Y sobre todo, pasándomelo muy bien.


Bruno

martes, 1 de noviembre de 2011

EN BUSCA DE LA RUTA PERDIDA


No pudo ser, pero lo intentamos.

Ayer lunes nos juntamos Xavi E., Ramón, Carlos, y yo, con la intención de ir desde Sant Boi hasta el Pantà de Foix siguiendo una ruta que había trazado Carlos en el ordenador días antes.

Claro, cuando sigues un recorrido “hecho sobre el papel” lo más fácil es que luego, sobre el terreno, la cosa cambie.

Desde Sant Boi a Sant Climent por senderos, y desde allí hacia hacia Begues subiendo por la Serra de Roca Galena, para luego hacer una serie de senderos antes de iniciar la bajada que nos llevaría hasta las inmediaciones de La Plana Novella.

Todo bien de momento, pues el recorrido era perfectamente conocido. La mañana, nublada y fea, se mantenía a una temperatura “correcta”.

Fue a partir de que empezáramos a recorrer los caminos “nuevos” cuando la cosa se empezó a torcer un poco.

Después de hacer un bonito y largo tramo por un camino casi convertido en sendero debido a que estaba bastante cerrado por la vegetación, seguramente por la escasa o nula frecuencia de paso de gente por allí, empezamos a notar las consecuencias de ir “a la aventura”.

El camino se acabó y tuvimos que seguir adelante por el lecho de una riera (Riera de Jafre) que habíamos mantenido en paralelo a nosotros durante todo el tramo anterior. De repente nos vimos intentando pedalear por una zona totalmente pedregosa que nos hizo tener que bajarnos de las bicis y, salvo en momentos puntuales, no volver a subir a ellas hasta muchos cientos de metros y de minutos más tarde.

A medio camino de nuestra meta, aprovechando para relajarnos un poco.

Como dijo Xavi, "si lo sé, no me traigo la bici"...



Para más inri, llegó un momento en el que el track que seguíamos en el gps nos mandaba subir por un terraplén bastante empinado que daba a un sendero casi imposible de recorrer, incluso con las bicis a cuestas.

Decidimos dar un rodeo siguiendo por el arroyo, hasta que poco después volvimos a salir a caminos más transitables.

Había sido un tramo malísimo, de mucho patear, de castigar a las rodillas sorteando rocones, y de cargar innumerables veces las bicis a la espalda. Pero el buen rollo que llevábamos hizo que nos fuera un poco más soportable. La aventura es la aventura.

Seguimos unos minutos por un tramo que ya conocíamos del día que fuimos a Sitges, y enseguida nos tuvimos que desviar para seguir con las órdenes que nos daba el gps. Sin tenerlo muy claro nos metimos por un camino muy chulo que acabó convirtiéndose en una trialera de subida, de aquellas rompepiernas que según las subes piensas en lo guapo que debe ser bajarla.

Una buena subida de pulsaciones y las piernas dando todo lo que podían, hasta que pudimos continuar por terreno más “agradable”.

Un rato después, según disfrutábamos de un rápido tramo de bajada cercano a la urbanización Mas Milà, llegamos a una masía solitaria (“els sumidors”) de la que salieron dos perros a saludarnos. Tras algunas dudas, nos acercamos en grupo al perro que nos esperaba en medio del camino, y pudimos seguir adelante sin más consecuencias.

Después de hacer unos pocos metros por la carretera que va de Canyelles a Sant Pere de Ribes, nos metemos por una calle que se anuncia como sin salida, y en la que vemos un par de carteles de perros peligrosos. “Por suerte” la calle acababa en una verja de entrada a una masía (el racó), por lo que tuvimos que darnos la vuelta.

Gracias al gps pudimos encontrar una alternativa a esa calle cortada. Lástima que en el gps no ponía que esa alternativa consistía en subir por una trialera imposible, que nos castigó aún más las rodillas, y también los ánimos.


Mentalizándonos antes de iniciar la "escalada"

Unas cuerdas no nos habrían ido mal



Cuando por fin pudimos superar la trialera aún nos quedaba el regalito de una tremenda subida que, a mí, después de ver en el gps “26%”, se me quitaron las ganas de subirla pedaleando.

Una vez acabó el suplicio vinieron un par de perrillos a darnos la enhorabuena. Qué majos ellos…
Estábamos en un grupo de casas llamado Els Vinyals, y yo había lanzado hacía unos minutos la propuesta de “abortar la misión”.

Eran cerca de las dos de la tarde y nos faltaban 14 kilómetros para llegar al pantano. Previendo que esos kilómetros pudieran ser como los últimos, a medias de 4 ó 5 km por hora, subiendo tramos a pie, sin saber qué podríamos encontrarnos, y teniendo en cuenta que Carlos llevaba ya mucho rato con dolor en una rodilla, que a Ramón y a Xavi les “achuchaban” desde sus casas, y que yo no lo veía muy claro, decidimos “felizmente” dar por concluida nuestra aventura.

Tocaba ahora encontrar un camino para llegar hasta Vilanova i la Geltrú, desde donde cogeríamos el tren hasta Viladecans.

Una foto medio buena desde dentro del tren

Éste fue el tramo más fácil de toda la ruta



Desde Viladecans hasta Sant Boi en bici, y ya cada uno para su casa.

Total, 60 kilómetros y 1225 metros de ascenso acumulado, para una ruta de casi 7 horas y cuarto (sin contar el tren), y 5 horas y 20 minutos de “movimiento”. Y no digo pedaleo, porque andando estuvimos por lo menos 1 hora.


La parte que no hicimos (menos mal) era un sube y baja continuo





Aunque pueda parecer que no, yo me lo pasé muy bien, y creo que los demás también. Tuvimos que pasar por zonas un poco malas, sobretodo la parte del lecho de la Riera de Jafre, que nos cascó bastante y nos hizo perder mucho tiempo y ganas. Tuvimos algún encuentro perruno, y subimos cuestas durísimas, pero también hicimos senderos muy guapos, bajadas rápidas, y disfrutamos de vistas impresionantes en algunos momentos de la ruta.

Y sobre todo, hubo muy buen rollo entre nosotros en todo momento.
Lástima que no pudimos conseguir nuestro reto. Pero nadie podrá decir que no lo intentamos.


Bruno