Sin metas pero con objetivos, sigo disfrutando de las bicis y de otras actividades. Intento aprender continuamente para mejorar como persona, física y mentalmente. Este blog sigue siendo una especie de diario personal en cuanto a lo ciclístico, pero va siendo hora de ir añadiéndole algunas cosas más que también captan mi atención...

domingo, 8 de noviembre de 2015

10 de octubre. REGRESO AL FUTURO 2


Nos había quedado muy buen sabor de boca después de nuestra primera salida juntos, así que no podíamos dejar pasar mucho más tiempo para hacer la segunda.

La idea era repetir la ruta anterior, pero con un par de modificaciones.

Una era acortar la ruta por la zona de los fatídicos senderos de los Boscos de Can Galceran, allí donde conseguí por fin que Agustí reventara y se tuviera que bajara de la bici y descansar.

Esta vez no había necesidad ni ganas (ni por su parte ni por la mía, siendo sincero) de volver a hacer aquellos senderos. Ya habría otra ocasión de probar si estábamos mejor de fuerzas.

La otra modificación consistía en alargar la ruta haciendo un tramo de llaneo por el río, que a Agustí le apetecía, y a mí me hacía gracia enseñarle esa zona para que la conociera de cara a una futura salida por su cuenta.

De tal manera que calculaba yo que nos saldrían más kilómetros que la otra vez, pero con menos desnivel.

Hora de salida prudente, y repitiendo la primera parte de la ruta de dos sábados antes. De Sant Esteve al Pont del Diable, donde haríamos una de las variaciones.

Incomprensiblemente, al llegar a la primera subida del día, Agustí hace exactamente la misma mala aproximación que la otra vez, y como si de un "déjà vu" se tratara, se me acerca por detrás, revolotea a mi alrededor, y le va de un pelo para no caerse al suelo. Pero bueno, ¡¿ésto lo has hecho adrede o qué?!

Después de recular para poner el desarrollo adecuado en su Rockhooper mientras se le escapaba la risa nerviosa, pudo por fin hacer sin problemas la "tan difícil" primera cuesta del día.

Sin más hechos remarcables que contar llegamos a las inmediaciones del Pont del Diable, que no cruzamos ya que nos desviamos para salir de Martorell por la antigua N-II, en dirección al Congost.
Y antes de llegar al final de la subida de salida de Martorell nos metimos a la izquierda por un camino que baja hasta el río Llobregat.

Era ésta ya una de las alternativas que quería darle a conocer a mi compañero. Es el camino que discurre por la ribera derecha del río Llobregat, y que te puede llevar hasta El Prat.

Nosotros no llegamos tan lejos, que no era el día, sino que nos quedamos a la altura de El Papiol, donde cruzamos el río para dar la vuelta.

Ahí estamos, cruzando el Llobregat.

En el mismo sitio, pero "mirando" hacia el mar.



Tenía tantas ganas Agustí de hacer ese tramo que me comentó si no podíamos meterle más caña, y aunque yo sabía que eso lo acabaríamos pagando, ¡qué coño, no quiere caña, pues metámosle caña!

Fueron unos diez kilómetros los que hicimos de llaneo por las riberas del Llobregat, y la verdad es que los hicimos bastante "ligeritos". Y como ya me ocurriera la vez anterior, hubo varios momentos en los que me costó seguirle la rueda. No veas cómo tira el tío. Ya te acordarás luego, ya...

Una vez nos acercamos a la Serra de les Forques cambiamos de camino y nos dirigimos, en paralelo al que traíamos, hacia el camino que nos ha de llevar a la Torre Fossada, el Camí del Portalet.

Ya aquí me di cuenta de que yo estaba en mejor estado que en la última ocasión, y también de que Agustí estaba peor, pues nada más empezar a subir fui capaz de poner un desarrollo algo menos corto que el otro día, a la vez que Agustí se quedaba un poco atrás, mientras resoplaba y comentaba lo mal que iba.

Hay que decir "en su defensa" que él no había vuelto a hacer nada desde aquel día, y aunque yo tampoco había hecho mucho, entre las dos salidas cortas que hice, y algún día de estática en casa, la diferencia se estaba haciendo palpable.

Llegados a la Torre Fossada tuvimos que parar durante un buen rato, pues según me dijo él iba bastante mal de fuerzas, mucho peor que dos semanas atrás.

Ahí se dio cuenta de cuánta razón tenía yo cuando minutos antes, en el río, le decía que estábamos yendo demasiado rápido y que lo acabaríamos pagando. Pero bueno, es que le pudieron las ganas.

Una bici mítica.

El pasado de las bicis de montaña. Una vieja, y otra antigua.



Sobre el papel la vuelta iba ser más fácil que el otro día, pues había suprimido de la ruta la difícil zona final de senderos y subidas duras donde Agustí acabó petando.

Pero en esta ocasión tampoco iba a resultar muy fácil la cosa, pues mi compañero iba realmente mal de fuerzas, y así me lo estuvo recordando constantemente en los pocos kilómetros que nos quedaban...

En la bonita zona de sendero del Torrent Gran d'Abrera.

Aunque la foto es malísima, se puede apreciar el buen rollo que llevábamos.



Y así fue como en la última parte de la ruta tuvimos que parar dos veces en sólo dos kilómetros porque Agustí iba realmente muerto y era incapaz de hacer enteras unas subidas que días antes había pasado sin ningún problema.

Aquí llega, pagando el sobreesfuerzo del río...

... y también las dos semanas de inactividad.
Eso sí, dándolo todo siempre.



Tengo que decir que aún yendo hecho polvo como iba, aguantó todo lo que pudo y no se rindió hasta que realmente vio que no daba más de sí. Y yo doy fe de que cuando se paró fue porque estaba realmente muy fatigado.

Incluso tuve unos minutos para poder probar su montura mientras él se recuperaba...

Al final nos salieron 42 kilómetros en 2 horas y 3/4 de pedaleo, con 550 metros de ascenso acumulado. Creo que son unas cifras nada despreciables teniendo en cuenta el estado de forma actual de Agustí. Así que hay que aplaudirle porque no todo el mundo habría hecho tanto en esas circunstancias.

Un perfil muy asequible... cuando estás bien.

Ampliando su zona de influencia.



Eso sí, también es cierto que si me hubiera hecho un poco de caso y se hubiera reservado durante la primera parte de la ruta, no habría acabado petando de la manera que lo hizo. Agustí, que además de una buena preparación física también hay que tener una buena estrategia...

Como no, acabamos la jornada comiendo en familia en su casa, y disfrutando de un agradable rato de charla y sobremesa.

A ver si más adelante podemos hacer una ruta un poco más en condiciones, con una montura y una condición física mejores...  


7 de octubre. SALIDA BTT RELÁMPAGO


Después de no sé cuánto tiempo de no salir por Cubelles con la bici de montaña, hoy he hecho una salida relámpago que me ha servido para romper esa dinámica, y para hacer un entrenamiento rápido entre semana.

(Y también para subirme a una bici después de semana y media de parón tonto...)

Ni siquiera he hecho fotos, cosa rara en mí, y sólo he parado un momento para "abrigarme" de cara a la bajada de vuelta. Mira que si en una salida de hora y poco llego a parar más veces...

La primera parte de la ruta, de calentamiento antes de salir del pueblo, y luego ya por caminos de tierra y piedras, y también asfalto, haciendo alguna subidita hasta llegar a una de las muchas urbanizaciones que hay por ahí, Els Rosers, desde la que se coge una pista forestal por lo que se llama el Fondo del Blai.

Es ésta una zona más o menos bonita por ser algo húmeda, y que va subiendo en ligera pendiente hasta volver a coger asfalto al llegar a la urbanización La Creu-Els Àngels. Después de unos cientos de metros podemos dar por acabada la primera parte, y ya me meto por un sendero trialero que me lleva de bajada, por el Fondo de les Tortes, hasta aparecer en la carretera que baja desde la urbanización Costa Cunit hasta el Mas Trader.

Entrada en el pueblo dándolo todo en los últimos kilómetros de llano, para intentar llegar con la sensación de haber hecho pocos kilómetros pero con bastante intensidad.

Buena ruta de entrenamiento entre semana.



Poco más de hora y cuarto para hacer trescientos metros de ascensión en veinte kilómetros de recorrido, a casi 16 kph.

Otro día repito, por supuesto con la idea de superar esas cifras.

28 de septiembre. LLANEANDO


Después de haberme visto tan mal en la salida de dos días antes, pensé que quizás sería buena idea hacer una salida corta y llana, para regenerar un poco las piernas y ver si así en la siguiente salida con desnivel me encontraba mejor, o por lo menos tenía menor dolor de piernas.

Lo mejor en estos casos es coger la flaca y tirar hacia Comarruga, como ya he hecho alguna otra vez, y dar pedales sin parar hasta que llegue de vuelta a casa. Vaaale, no lo hago así nunca, siempre me paro ni que sea a mear, jajaja...

Esta vez también paré, a medio camino, como siempre, y quise hacer una foto del mar, que hacía un día muy bonito, pero cuando fui a sacar el móvil para hacerla me di cuenta de que lo había dejado en casa cargándose. Ya me vale. Pues nada, a subirse a la bici, y de vuelta a casa. Menos tiempo parado.

Bueno, pues una sesión intensa, corta pero productiva, para llegar a casa bien de tiempo y poder acostarme pronto, que el turno de mañanas es muy jodido de llevar...

Más sencillo no puede ser.

Esta vez no sufrí en las subidas...



Total, 34 kilómetros en menos de hora y media, y aún siendo todo llano no soy capaz de hacer una media más que de 24km/h...

Pero bueno, tampoco soy un profesional (que excusa más mala)...

sábado, 7 de noviembre de 2015

26 de septiembre. REGRESO AL FUTURO


Tengo un compañero en el trabajo que se está reenganchando a la bicicleta de montaña.

Había hecho ya unas cuantas salidas en solitario para ir reencontrándose sobre las dos ruedas, pero ya tocaba que saliera acompañado y viera realmente cuáles eran sus sensaciones en esas circunstancias.

Como ni él ni yo teníamos ganas ni necesidad de madrugar (me voy a tener que buscar más compañeros así...) quedamos a las diez de la mañana para hacer una ruta que me había preparado en el wikiloc, y que no presentaba, a priori, ninguna dificultad reseñable.

Calculaba unas tres horas de ruta por zonas que él no conocía y que así podría usar para alargar un poco las cortas salidas que estaba haciendo últimamente. Mi intención era que a la hora de hacer sus salidas en solitario tuviera más alternativas para no aburrirse haciendo siempre el mismo trayecto.

La verdad es que, después de bastante tiempo de hablar de nuestras respectivas andanzas con la bici, teníamos ganas de hacer una salida juntos y así conocernos mejor... ciclísticamente hablando.

Yo sabía que aunque Agustí me explicara que hacía salidas muy cortas y que las subidas le costaban más de lo deseable, el día que hiciéramos una ruta juntos no me iba a decepcionar en absoluto, pues yo estaba convencido de que su preparación física era suficientemente buena como para afrontar un recorrido el doble de largo o más de lo que él hacía normalmente.

La ruta consistía en ir desde Sant Esteve Sesrovires hasta la Torre Fossada, previo paso por Martorell, haciendo el recorrido que días antes nos había enseñado Carlos a Xavi y a mí.
La vuelta sería por una zona diferente, aprovechando para meter una serie de senderos que había descubierto Carlos en las afueras de Sant Esteve.

En total saldrían unos 35 kilómetros con 700 metros de ascensión, lo justo para probar hasta que punto tenía yo razón en que Agustí estaba suficientemente preparado...

Uno de los "gracias" que tenía hacer esta salida juntos era ver a mi compañero en acción subido en su Specialized Rockhooper del año 1991, auténtica pieza de museo, perfectamente conservada,
e incluso mejorada hace unos pocos años con la sustitución de su horquilla original por una más "moderna" dotada de suspensión.

Así que cuando apareció mi amigo Agustí supongo que tuve la misma sensación que debió tener Marty McFly al bajarse por primera vez del DeLorean en "Regreso al futuro"...

Ahí lo tenemos, dispuesto a todo, posando con dos generaciones de bicicletas de montaña.

Momentos después, ilusionados antes de emprender la marcha.



Recién iniciada la marcha ya me di cuenta de las ganas que tenía Agustí, pues salió zumbando y me tocó tener que apretar para no quedarme atrás. ¿Pero no era yo el que hacía la ruta?

El recorrido empieza de bajada, mientras vamos cruzando las primeras impresiones, hasta que al acabar la bajada y encarar la primera subida del día, no sé qué coño hace Agustí, que no se fue al suelo de casualidad. Uyyyyy, pero este tío sabe ir en bici o qué...

Yo sigo subiendo mientras tanto él como yo echamos unas risas, y al poco, no sólo me coje, sino que me sobrepasa y se aleja unos cuantos metros. Buenoooooo, ahora casi se cae, ahora sale flechao... pues va a ser entretenida esta salida, ¡jajajajaja!

Poco a poco fuimos avanzando, sin nada más reseñable, y al cabo de un rato, y después de haber cruzado Martorell, llegamos ya al río Llobregat, y al viejo Pont del Diable, que cruzaríamos para dirigirnos hacia la primera dificultad destacable del día: la subida a la Torre Fossada.

Incomprensiblemente me quedo muy atrás nada más empezar a subir. Agustí, con su anticuado desarrollo de 28x30 subía a saco por el camino, mientras yo, con mi 22x32 avanzaba como una hormiguita mientras veía alejarse a mi compañero.

¿Pero cómo puede ser? Si años atrás, entrenando con Carlos, yo había subido por aquí con el plato mediano y el tercer piñón... pues eso, años atrás. Eran otros tiempos. En éstos, y ahora, la subida que estaba haciendo no venía si no a constatar un hecho del que ya me había dado cuenta en la salida anterior con Xavi: que estoy fatal.

Intentando aumentar mi ritmo bajé un par de piñones, y aguanté así unos cuantos metros, pero las piernas me dolían y tuve que resignarme y volver a poner el molinilllo.

Mientras, un poco más arriba, Agustí luchaba como podía contra la gravedad, y contra su demasiado largo desarrollo más corto. Son las circunstancias que te depara el llevar una bicicleta con tecnología de hace veinte años. ¿Qué pasa, que hace veinte años éramos todos unas máquinas y éramos capaces de mover desarrollos mucho más duros que ahora?

Algo de cierto debe de haber en esa reflexión, pero el caso es que, al igual que ocurre en las bicis de carretera, los desarrollos que montaban hace dos décadas no tienen nada que ver con los que se montan en la actualidad.

Después de unos minutos de sufrimiento Agustí llegó al final de la subida, y al poco llegué yo.
No sé quién estaba más hecho polvo, si él, que había tenido que exprimirse al límite para no tener que pararse a media subida, o yo, que me había visto totalmente impotente a la hora de impedir que él se me escapara.

Ya una vez en la Torre Fossada, a la que sólo nos quedaban unos metros de bajada para llegar, le comento a Agustí mis conclusiones sobre lo que habíamos hecho hasta el momento. Y son que él está suficientemente fuerte para afrontar ese tipo de subidas, pero que los desarrollos que lleva en la Rockhooper le penalizan enormemente. Eso unido a que le falta un poco de fondo (no de fuerza) le han hecho pasar un auténtico mal rato subiendo aquella cuesta.

Pero bueno, ahora nos vamos a quedar allí unos cuantos minutos, para que se recupere totalmente, mientras nos hidratamos, comemos algo, y hacemos unas fotos.

Agustí, posando ya un poco más relajado, con Martorell de fondo.

Y el menda.

La Torre Fossada, testigo de nuestra primera salida juntos.



Es curioso cómo, a pesar de haberme costado tanto hacer esa subida, al poco rato de haber parado ya me encontraba totalmente recuperado del pequeño esfuerzo. No así Agustí, que estaba bastante más cansado que yo, y al que le costó un rato más recuperarse del todo.

Normal, ya que él tuvo que hacer un esfuerzo suplementario debido a los inapropiados desarrollos de su bici. Y supongo que en mi caso, los kilómetros acumulados en los últimos dos meses de algo habían servido, y aunque de fuerzas no estaba sobrado, parecía que de fondo y de capacidad de recuperación sí que estaba bien.

Una vez recuperadas las fuerzas seguimos con la ruta, que nos llevaba ahora de bajada hacia un camino un poco por encima de la ribera izquierda del Llobregat para hacer un rodeo y volver a llegar al Pont del Diable.

Ahora lo cruzaríamos en sentido inverso al de minutos antes, no sin antes enseñarle a mi compañero la manera de coger el camino paralelo al río, y que le puede llevar hasta El Prat, si quiere y las fuerzas le acompañan. Pero ha de ser cuando esté más en forma, que de momento se está defendiendo bien, pero para hacer tanto no sé yo.

Según estábamos en esas llamó su mujer, para decirle que me invitara a comer a casa, a lo cual accedí. Digo yo que su mujer no acababa de creerse que él hubiera salido a pasar toda la mañana en bici con un compañero. A ver si estaba haciendo otras cosas... Así que lo mejor era aceptar la invitación y servirle de coartada a mi compañero...

En ninguna de las dos ocasiones que pasamos por el Pont del Diable me dio tiempo de hacer unas fotos o grabaciones de Agustí bajando aquellos escalones a lomos de su Rockhooper. Yo lo intenté, pero hay que decir que él no puso mucho de su parte para que me diera tiempo...

Rehicimos el camino de vuelta por Martorell, para desviarnos luego y bordear el polígono de Seat y aledaños, zona por la que Agustí le metió bastante caña y fui incapaz de seguir su ritmo. La verdad es que me estaba sorprendiendo el buen estado de forma ciclístico que estaba demostrando.

Una vez nos salimos de las zonas industriales nos volvimos a meter por caminos de tierra, haciendo una zona muy guapa que me recomendó Carlos, rodando por el sendero que discurre por el Torrent Gran d'Abrera .

Qué lástima de foto...



Seguramente fue ésta la zona más bonita y divertida de toda la ruta.

Una vez salimos de esta zona nos metimos ya por caminos conocidos por mi nuevo compañero de rutas, en lo que podría haber sido la aproximación de vuelta a casa. Pero no, porque aún nos quedaba rematar la jornada con la guinda del pastel, que no era ni más ni menos que una serie de caminos y senderos que me había indicado Carlos, y que le iban a dar a la ruta ese toque final que le faltaba...

Agustí, que iba que se salía, rodaba siempre por delante mío, como durante casi toda la mañana, conocedor de que ya casi estábamos de vuelta. Pero como acabo de decir, la ruta aún no había concluido...

Una vez nos desviamos hacia el bucle aconsejado por Carlos parecía empezar bien la cosa, con una rápida bajada que pensaba yo que nos llevaría ya hacia el pueblo. Pero la bajada dio paso, como no, a una serie de dos o tres bajadas y subidas seguidas (alguna de ellas de regalo por culpa de un par de despistes míos con el gps...), que a estas alturas de la ruta hicieron mella en nuestras ya justitas fuerzas.

Tengo que decir que Agustí, tal y como sucedió durante toda la ruta, marchó siempre por delante en todas las subidas, sacándome bastante trozo en todas ellas. Eso no hacía más que destrozarme moralmente, pues pensaba yo que, acostumbrado mi compañero a hacer salidas de 15 kilómetros, ahora que llevábamos ya casi treinta tenía que ir peor que yo de fuerzas.

Pero parecía que no, ¡no veas cómo tiraba el tío! Yo no podía hacer otra cosa más que ir gritándole, desde unos cuantos metros por detrás, hacia dónde tenía que seguir cuando llegara la final de las subidas.

Pero por fin lo conseguí, y en una de estas subidas, la verdad es que era dura y algo técnica, pude por fin adelantarle y ver desde unos metros más arriba como finalmente le abandonaban las fuerzas y petaba completamente, no pudiendo hacer otra cosa que bajarse de la bici y recuperar el aliento.

Tardé 30 kilómetros, pero por fin pude hacerle esta maravillosa foto...

Aguantó todo lo que pudo, que no fue poco.

¿Me estará maldiciendo?



Tuvimos que parar un rato para que mi amigo recuperara las fuerzas, pues estaba totalmente reventado, lo cual no le quita ni un ápice de mérito a lo que hizo aquella mañana.

La verdad es que mover el desarrollo que movía, y aún así tirar como tiró durante toda la ruta tiene mucho mérito. Ya se lo dije a él en persona, y lo repito ahora, si yo hubiera tenido que mover ese desarrollo me bajo en todas las subidas y las hago andando.

Pero él es muy burro, y "por sus pedales" que se empeñó en subirlo todo sin bajarse de la bici, y doy fe de que estuvo a punto de conseguirlo. Qué tío.

Está mal decirlo, muy mal, pero para ser sincero he de decir que casi que me alegré cuando tuvo que echar pie al suelo, ¡jajajajajajaja! Si es que me había machacado en todas las subidas... y en los llanos también. Yo sólo fui delante en las bajadas. Y en algunos otros momentos, por aquello de que era yo el que llevaba el gps y el que sabía por dónde había que ir.

Bueno, cuando ya se sintió con fuerzas para continuar proseguimos con los poquitos kilómetros que nos quedaban para llegar a casa, ya casi todo de bajada.

¡Vaya dos máquinas!

Ahí estamos, ya llegando a casa



Ya estábamos de vuelta en Sant Esteve, ya estaba la ruta hecha, sólo había que ir hasta mi coche, y va el tío y se empeña en enseñarme no sé qué camino que hacía él siempre cuando volvía de salir a correr hace un tiempo...

¡Nooooo, Agustí, nooooo, que voy petao y no tengo ganas de más! Cuando me quise dar cuenta ya se había ido cuesta abajo hacia donde fuera que quería llevarme. Y claro, eso luego habría que subirlo. Pero si no hacía ni media hora que estaba el tío medio muerto, y ahora tiene ganas de más...

Bueno, menos mal que el sitio estaba cerquita y no significó demasiado esfuerzo. Pero par mí fue totalmente innecesario, jajaja...

Al final nos salieron 35 kilómetros y 750 metros de ascenso acumulado, en casi tres horas de pedaleo, y tres y media de ruta. No está nada mal... para él, que no estaba acostumbrado a tanto, pero para mí no está nada bien.

No hay grandes desniveles, pero yo llegué muy tocado



La ruta estuvo muy bien. El recorrido, sin ser una maravilla, tuvo de todo, tanto a nivel de tipo de terreno como a nivel de belleza del recorrido. Subidas, bajadas, pista, sendero, asfalto...

Yo me lo pasé muy bien saliendo con Agustí y enseñándole caminos que él no conocía, dándole así la posibilidad de ampliar sus horizontes ruteros para que pueda hacer salidas más largas y divertidas.

A pesar de ir con una bici de hace casi veinticinco años lo dio todo, y estuvo no a la altura sino muy por encima de las expectativas que yo tenía. Él avisaba antes de la salida de que no sabía si sería capaz de aguantar mi ritmo o una ruta preparada por mí. Yo sabía perfectamente que sí, pero es cierto que me sorprendió gratamente por el rendimiento que tuvo.

En cambio yo... ¡que "desástrofe"!

He llegado a la conclusión de que no he hecho las cosas como las tenía que haber hecho, y todas las salidas que hice con la flaca me han servido "solo" para coger cierto fondo y resistencia encima de la bici. Pero de fuerza estoy muy mal, y me falta potencia en las subidas. Una conclusión que ya saqué en la salida que hice dos semanas atrás con Xavi y Carlos.

Pero ahora se ha hecho más patente. E incluso creo que estoy un poco pasado de entrenamiento ¡!
Creo que he hecho demasiado desnivel partiendo de una base poco sólida, y ahora lo estoy pagando.

Pero bueno, todo son teorías, y todo son excusas. Hay que salir más, y punto...

Como punto final a un magnífico día acabamos en su casa, donde fui muy bien tratado, comiendo en familia y comentando las anécdotas de la ruta. Una buena jornada en lo ciclístico y en lo personal, que habrá que repetir más adelante.

domingo, 1 de noviembre de 2015

19 de septiembre. ME LA TENÍA JURADA


¿Se puede hacer una ruta de btt en la que todas las subidas tengan una pendiente del 18%?
Pues sí, se puede. Xavi me lo demostró...

Bueno, bueno, tampoco fueron todas, pero casi. Como mínimo, consiguió que durante mucho, pero que mucho rato, yo pensara que sí, que todas las subidas eran del 18%.

Después de la ruta conjunta con Xavi y Carlos, estaba yo suficientemente animado como para no darme cuenta de que me metía en la boca del lobo, y acepté la proposición de Xavi de salir con él al sábado siguiente. Él y yo sólos. ¿Cómo no me di cuenta...?

"Te gustará la ruta, es por la zona del Castell de Subirats, por donde he ido descubriendo caminos nuevos que te gustará conocer..."

La verdad es que la idea me atraía, así conocería mejor aquella zona, a la que he ido alguna que otra vez, pero de la que no conocía muchas alternativas. De esta manera podría conectar caminos que ya conozco con los nuevos que me enseñara Xavi, y tener más opciones para hacer una posible ruta guapa desde Corbera.

Me hizo levantar temprano para que empezáramos la ruta a las siete y media de la mañana desde Sant Llorenç. No es lo que más me apetecía, pero cuando la cosa va medio en serio hay que levantarse pronto, que si no luego se te echa el tiempo encima, y él tiene obligaciones familiares que atender y no es plan llegar a casa a la hora de comer.

Salimos de Sant Llorenç en dirección a la urbanización Casablanca, rodando durante los primeros kilómetros entre viñedos y campos de cultivo. Aunque con llanos y algunos repechos, casi siempre el camino tiende a bajar, con lo que a las piernas y al cuerpo les cuesta bastante entrar en calor.

Tres o cuatro kilómetros de asfalto despúes nos enfrentamos a la durísima subida al Castell de Subirats desde la carretera que une Gelida con Sant Sadurní, a la altura de la urbanización Casablanca.

No por saber de antemano que íbamos a subir por ahí, la sensación al llegar deja de ser terrorífica. Es un kilómetro y pico de subida, al principio asfaltada, luego por camino pedregoso, que siempre ronda el 18% ó más, y que al final acaba por suavizar. Cuando ya vas totalmente fundido.

Nada más empezar a subir Xavi desapareció de mi vista. La verdad es que no me esperaba que me sacara tanto espacio en tan poco tiempo, pero es que a mí me costó mucho hacer aquella cuesta. Además, estábamos empezando la ruta, y yo soy bastante conservador en esas circunstancias.

¡Qué coño, que no podía más...!

Ya llegando arriba, cuando por fin pude sacar la cámara. De Xavi, ni rastro...



Tanto se distanció de mí, que casi ni siquiera la cámara de fotos fue capaz de verme...

Para la próxima vez se va a tener que comprar un teleobjetivo.

"Horas después" aparezco por fin...

... y él ahí, ¡tan pancho!

Tanto rato debía llevar esperándome, que se moría de ganas por seguir pedaleando.

Las ruinas del castillo de Subirats, en el único momento de respiro que me dio.



A partir del Castell de Subirats, veinte kilómetros de terreno muy pedregoso, con una sucesión de subidas durísimas, siempre del 18%, en las que yo hacía lo que podía por no quedarme muy atrás, con tramos de descenso de pendientes igual de importantes, en los que me daba el tiempo justo de recuperar un poco el aliento.

Lo justo para volver a afrontar enseguida otra dura rampa, del 18% por supuesto, en la que indefectiblemente me volvía a quedar muy atrás. Mejor dicho, muy abajo.

Que sí, que durante el agosto me marqué unas buenas rutas por carretera, consiguiendo subir dos o tres puertacos de los buenos, y que eso me hizo conseguir un mínimo estado de forma. Pero no para afrontar una ruta como la que estábamos haciendo.

Y el sábado anterior habíamos hecho una ruta con algunas subidas duras también, pero que además de ser cortas iban siempre combinadas con largos tramos de llaneo-descenso en los que podía recuperar perfectamente.

En cambio ahora estábamos haciendo subidas más largas, de mucho porcentaje (18% todas), combinadas con tramos cortísimos de falso llano o descenso, en los que no me daba tiempo más que de coger dos bocanadas de aire para maldecir a Xavi, ¡jajajajaja!

La verdad es que, aunque durante la semana me había ido hablando sobre cómo iba a ser más o menos el recorrido, ni mucho menos me esperaba yo una cosa parecida. Y eso que ya sé cómo es toda aquella zona.

Durante aquellos veinte infernales kilómetros Xavi me iba explicando que si por aquel camino enlazaríamos con aquel otro, que si allí hay un sendero que va a no sé dónde, que si esa zona tiene muchos caminos aún por descubrir... yo le escuchaba, pero había momentos que no sabía ni de qué me estaba hablando, ¡jajajaja!

Iba hecho polvo. Y él no se lo creía. O sí...
Y seguía tirando. Para arriba, siempre para arriba. Y siempre por subidas del 18% de pendiente.

Ya al final me lo tomaba a cachondeo. Cuando venía una subida (otra), ponía el molinillo, y cuando llevaba unos metros recorridos miraba el gps... 18%. ¡Pero cómo puede ser! Aunque sea del 35%, ¡pero que alguna sea diferente!

Ya hubo un momento en que le dije que él no era consciente de lo mal de forma que estaba yo.
Y cuando me contestó "eres tú el que no eres consciente de que ahora estás en una etapa en la que has de sufrir", ya lo tuve claro, ¡me la tenía jurada!

¡Jajajajajajajajaja!

Había tardado cinco años, pero dicen que la venganza es un plato que se sirve frío, y Xavi se estaba vengando con creces de aquella primera vez que salimos juntos.

Y ahí estaba yo, aguantando el chaparrón. Esta vez me tocaba a mí bajar la cabeza, apretar los dientes, y dar todo lo que tenía en cada subida.

Pero es que eso era realmente poco, y Xavi se tuvo que aburrir mucho aquel día. Esperándome en todas las subidas, y llevando siempre un ritmo muy por debajo de sus posibilidades.
Hasta en algún momento me supo mal. Pero es que no veas por dónde me estaba llevando. Xaviiiiiiiii, que estoy fatal!!!!

Llegando a la base del Puig d'Agulles, al que hace años que no subo...



Nos estábamos acercando ya al Puig d'Agulles, y en consecuencia a La Creu Aregall, que es donde se podía decir que iba a acabar aquel suplicio, porque a partir de allí haríamos una larguísima bajada que nos llevaría hacia Gelida, y desde allí tomaríamos camino de vuelta a casa.

La subida por Mas Granada se me hizo tan dura como no recordaba yo en muchos años. Casi que desde las primeras veces que hiciera ese camino.

Intenté hacer una foto de Xavi a lo lejos, por delante mío, como contraposición a aquella que le hice cinco años atrás, cuando yo iba delante abriendo camino y el iba detrás, bastante petado.
Pero me fue totalmente imposible. A pesar de que él iba parado, esperándome, iba yo tan mal que cuando quise hacerle la foto ya no estaba...

Por allí a lo lejos estaba Xavi momentos antes...

... pero donde estaba ya era en el Coll de Portell, esperándome.



Por descontado ni nos planteamos la posibilidad de subir al Puig d'Agulles, más que nada porque yo habría sido incapaz. O a lo mejor sí, que nunca se sabe, pero no era plan, que aún nos quedaban unos cuantos kilómetros.

Desde el Coll de Portell nos dirigimos hacia la urbanización Safari, y desde allí hacia La Creu Aregall, donde daría comienzo un tramo de nueve kilómetros, casi siempre de bajada, y que sería el más bonito y divertido de la jornada.

Es el tramo de senderos del Pla dels Voluntaris, y que nos lleva hacia Castellví de Rosanes bajando por el Camí de Ca n'Alegre.

Ni que decir tiene que durante esos casi diez kilómetros parecí revivir, por lo menos mentalmente, que iba muy bajo de moral debido a la paliza que me estaba pegando Xavi.

Desde Castellví seguimos bajando para coger un camino que transcurre paralelo a la autopista, y que nos lleva hasta Gelida. En este corto tramo volví a sentirme otra vez a cero de fuerzas y de moral, pues la ligera pendiente que tenía me hacía quedarme muy atrás, y ver como Xavi se aburría mientras parecía pedalear a cámara lenta...

Tuve que acelerar para poder hacerle la foto




Pero no había acabado ahí mi calvario, pues después de cruzar el río Anoia quedaban los últimos siete kilómetros, todos de subida, hasta llegar por fin a Sant Llorenç. Una primera subida corta y dura (aunque el gps sólo marco un "ridículo" 17%), para luego hacer este último tramo arrastrándome literalmente por aquellos polvorientos caminos.

Tan hecho polvo estaba, que ya en las calles del pueblo quise hacerle a Xavi la gracia de demarrarle en el último momento, pero es que a él no le hizo falta nada más que mirar hacia atrás, pues en mi intento de sprint final fui incapaz de aumentar mi velocidad ni siquiera en 0.1km/h. Patético...

En fin, que llegamos a casa después de casi 5 horas de pedaleo, y 50 kilómetros y 1500 metros de ascenso acumulado. Unos números nada despreciables.

Un perfil que me dejó sin aliento

La ruta en Wikiloc



Acabé la ruta totalmente vacío, no así Xavi, que estaba fresco como una rosa. Está claro que él también se cansó, pero el haber ido teniendo que esperarme todo el camino hizo que el desgaste sufrido no fuera tan grande.

Una ruta entretenida, pero que no tengo intención de repetir en mucho tiempo, pues para volver a afrontarla tengo que verme en condiciones físicas mucho pero que mucho mejores que en esta ocasión. Ya lo he comentado antes, pero es que es verdad que en ciertos momentos, más que pedalear, lo que hice fue arrastrarme por aquellos resecos caminos.

Si no llega a ir Xavi delante mío, me bajo de la bici y llamo a un taxi, ¡jajajajaja!

Sólo espero que Xavi no se aburriera mucho, aunque supongo que la satisfacción que le supuso poder devolverme aquella paliza que le pegué hace años debió hacer que se lo pasara bastante bien rodando conmigo. Y es que me la tenía jurada, y me lo hizo pagar con creces...