Sin metas pero con objetivos, sigo disfrutando de las bicis y de otras actividades. Intento aprender continuamente para mejorar como persona, física y mentalmente. Este blog sigue siendo una especie de diario personal en cuanto a lo ciclístico, pero va siendo hora de ir añadiéndole algunas cosas más que también captan mi atención...

sábado, 29 de enero de 2011

SIGUE SOÑANDO


Desde que empecé con esto del blog he querido poner una canción que me parece muy apropiada como telón de fondo de la página.
Pero por no hacerlo demasiado cargante nunca la he llegado a incluir.

Luego, en alguna que otra ocasión he tenido la tentación de hacer una entrada exclusivamente sobre la canción y las consecuencias que tuvo en mí cuando la descubrí, pretendiendo quizá que a otros les pudiera suceder algo parecido, o por lo menos, queriendo compartir ese sentimiento. Pero otra vez, por una razón o por otra, no lo he llegado a hacer. Quizá por no poner nada que no fuera una crónica exclusivamente de alguna salida en bici, o últimamente, a pie.
O quizá por no poner algo relativamente más personal que una “simple” crónica ciclista.

Pero creo que, por diferentes motivos, propios y ajenos, este es un buen momento para decidirme de una vez por todas a publicar esta entrada.

Así que comentaré que hace unos pocos años me topé con una canción que me marcó profundamente. Es una de esas canciones que hacen que haya un antes y un después de haberlas oído.
Es de esas canciones que te pones en momentos determinados, y que te ayudan a seguir adelante. Canciones así hay miles, seguro, y cada uno de nosotros habrá escuchado, y “tendrá”, más de una.
Para mí, ésta es una canción que me eleva el ánimo y las ganas de seguir luchando por conseguir mis objetivos, quizás mis sueños. Sean éstos del tipo que sean, el mensaje de la canción no deja indiferente.

Estoy seguro de que a más de uno le gustará, y quizá también le ayudará a continuar persiguiendo sus sueños en aquellos momentos en que le entren ganas de abandonar.

He visionado infinidad de vídeos en el "llutube" buscando uno que tuviera la letra y su traducción lo mejor hecha posible. Como soy tan "perfeccionista", he acabado decidiendo poner un vídeo que sólo tiene la canción, y añadir yo la letra y la traducción un poco más abajo. (Aunque seguro que la traducción es mejorable, pues a veces hay que "interpretar" en lugar de traducir directamente, o incluso he interpretado mal. Pero es que soy perfeccionista, no perfecto...)

La idea es escuchar el vídeo mientras se lee la letra.

Una vez hecho esto varias veces, jajajajá, lo suyo es deleitarse con el vídeo final, que es una versión acústica tremenda, de la época de los unplugged de la "emtiví".

La canción se llama Dream On (Sigue soñando), del álbum de debut de Aerosmith, del año 1973, y de título homónimo.

Bueno, ahí va...




Every time that I look in the mirror
All these lines on my face gettin' clearer
The past is gone
It went by like dusk to dawn
Isn't that the way
Everybody's got their dues in life to pay

Yeah, I know nobody knows
Where it comes and where it goes
I know it's everybody's sin
You got to lose to know how to win

Half my life's in books' written pages
Live and learn from fools and from sages
You know it's true
All the things (you do) come back to you

Sing with me, sing for the year
Sing for the laughter and sing for the tear
Sing with me, if it's just for today
Maybe tomorrow the good Lord will take you away

Yeah, sing with me, sing for the year
Sing for the laughter and sing for the tear
Sing with me, if it's just for today
Maybe tomorrow the good Lord will take you away

Dream on, dream on, dream on,
Dream yourself a dream come true
Dream on, dream on, dream on,
And dream until your dreams come true
Dream on, dream on, dream on, dream on
Dream on, dream on, dream on...

Sing with me, sing for the year
Sing for the laughter and sing for the tear
Sing with me, if it's just for today
Maybe tomorrow the good Lord will take you away

Sing with me, sing for the year
Sing for the laughter and sing for the tear
Sing with me, if it's just for today
Maybe tomorrow the good Lord will take you away

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Cada vez que me miro en el espejo
Todas estas arrugas en mi cara se hacen más claras
El pasado se ha ido
Pasó como el crepúsculo hacia el amanecer
¿No es esa la manera?
Todo el mundo tiene deudas que pagar en la vida

Sí, sé que nadie sabe
De dónde viene y a dónde va
Sé que es el pecado de todos
Tienes que perder para saber como ganar

La mitad de mi vida está en las páginas escritas de libros
Vive y aprende de los locos y de los sabios
Sabes que es cierto
Todas las cosas (que haces) vuelven a tí

Canta conmigo, canta por los años
Canta por la risa y canta por las lágrimas
Canta conmigo, si es sólo por hoy
Tal vez mañana el buen Señor te llevará

Canta conmigo, canta por los años
Canta por la risa y canta por las lágrimas
Canta conmigo, si es sólo por hoy
Tal vez mañana el buen Señor te llevará

Sigue soñando, sigue soñando, sigue soñando
Sueña tu mismo un sueño hecho realidad
Sigue soñando, sigue soñando, sigue soñando
Y sueña hasta que tus sueños se hagan realidad
Sigue soñando, sigue soñando, sigue soñando, sigue soñando
Sigue soñando, sigue soñando, sigue soñando...

Canta conmigo, canta por los años
Canta por la risa y canta por las lágrimas
Canta conmigo, si es sólo por hoy
Tal vez mañana el buen Señor te llevará

Canta conmigo, canta por los años
Canta por la risa y canta por las lágrimas
Canta conmigo, si es sólo por hoy
Tal vez mañana el buen Señor te llevará




Ojalá que todos podamos cumplir nuestros sueños, o por lo menos, acercarnos a ellos...


Bruno

miércoles, 26 de enero de 2011

5 KILÓMETROS


5 kilómetros. Esa es la distancia que he conseguido correr antes de que la rodilla derecha me empezara a dar pinchazos. Todo un éxito.

Hoy por la mañana he conseguido por fin levantarme más o menos temprano, y desafiando al frío que está haciendo esta semana me he vestido mi indumentaria ciclistorunning (por llamarla de alguna manera), me he calzado las bambas que me compré hace unos días, y he salido a la calle dispuesto a estrenarlas y comprobar hasta qué punto un buen calzado puede mejorar las “prestaciones” corriendo.

En un principio no me ha parecido que la diferencia de precio entre éstas y unas “de andar por casa” se viera reflejado en las sensaciones que tenía corriendo. Sí que es verdad que la amortiguación a los impactos del talón contra el suelo es mejor que con unas baratas, y la mejora en la comodidad también se nota, pero no tenía yo la convicción de que fueran mucho mejores.

En cualquier caso, esta vez he aguantado muchos más minutos sin que me doliera la rodilla, lo cual debe ser gracias (por lo menos en parte) a la calidad del calzado que llevaba hoy.

Pasadas las 10 menos cuarto de la mañana he dejado el coche en Can Planes, donde la Riera del mismo nombre se convierte en Riera Rafamans, y he caminado en dirección al Cau de la Guineu.
La temperatura, soportable. Escarcha al lado del camino, y ganas de hacer alguna foto con la cámara nueva (por fin la tengo), que he reprimido por aquello de no empezar ya a perder tiempo en lo que no era realmente importante.

Ya en el principio del camino del Cau de la Guineu he empezado a trotar, despacito, casi sin levantar los pies del suelo, y comprobando cómo se comportaban mis piernas. La idea era correr hasta que la rodilla me dijera basta. Ni más ni menos. Tenía claro que yo aguantaría más que ella, así que todo lo que superara los 15 minutos del otro día sería fantástico.

Según llegaba al Pou dels Crestats iba notando unos ligeros avisos de que en cualquier momento la rodilla me daría los buenos días, pero he conseguido mantenerla a raya a base de concentrarme en optimizar la carrera: llevando el cuerpo más erguido para no ir tan encogido, impulsándome más con los pies en lugar de “tirar” de las piernas, e incluso no flexionando tanto la pierna en el momento de levantarla del suelo. Con todas estas “modificaciones” de como estaba corriendo, he conseguido que los principios de molestia no fueran a más.

Así he conseguido llegar al Fondo de Can Dispanya, justo cuando empieza la subida que lleva hacia el Mas del Lledoner, punto este donde tenía previsto dar la vuelta. El llegar hasta aquí sin que me doliera la rodilla ya me ha parecido todo un logro, así que si en el camino de vuelta me empezaba a doler, no me importaría demasiado, pues ya contaba con eso.

Muy contento he dado la vuelta y he iniciado el trayecto de regreso hacia el coche, ahora con ligera pendiente negativa, que para la rodilla es peor, así que tenía claro que en cualquier momento tocaría pararse.

Pero han ido pasando los metros, y al final he dejado de correr para hacer andando un tramo corto de bajada más empinada, sólo por no forzar en exceso la rodilla, que tan bien se estaba portando.

Por supuesto he aprovechado para hacer unas fotos, que ya tenía ganas de estrenar la cámara y dejar inmortalizado ese momento.

El Monasterio de Sant Ponç como fondo de mi media sonrisa de satisfacción


He caminado algo menos de 400 metros, y he retomado el trote, consciente de que ya me daba igual si me acababa doliendo o no la rodilla.

Así he aguantado el kilómetro y poco más que me faltaba, hasta que por fin (no es que lo deseara, pero estaba cantado) me ha aparecido el dolor punzante en la articulación rodillil. Es curioso, porque me ha venido el dolor justo cuando ya sólo me quedaban 15 ó 20 metros para acabar el tramo que quería hacer corriendo. Está claro que la mente influye, y mucho, en el estado físico del cuerpo. Para bien, y para mal.

Ya sin importarme que finalmente hubiera llegado el dolor (mucho más atenuado que la otra vez, porque en esta ocasión ha aparecido ya al final), he acabado los últimos metros que me quedaban hasta el coche andando, que así lo tenía previsto desde el principio.

Un compañero que me he encontrado por el camino

Seguro que han influido en la mejora


Unos estiramientos, con menos tiempo del deseable porque se me hacía tarde, y para casa tan contento. Luego por la tarde me dolería la rodilla a ratos, según hiciera más o menos uso de ella. Pero la verdad, no me ha importado.

Al final, en una mañana cualquiera de invierno, una pequeña gran satisfacción personal.

140 metros de ascensión acumulada


52 minutos de ruta
6 kilómetros de recorrido
5 kilómetros corriendo

Tremendo


Bruno

martes, 25 de enero de 2011

LA ÚLTIMA CON CARLOS


Pues me he atrevido con las bajas temperaturas, y eso que no tenía nada de ganas de pasar frío. Pero es que fui yo el que le comentó a mi compañero Carlos de salir juntos el sábado. Y claro, no se trataba de decirle luego que prefería quedarme en casa porque se auguraban temperaturas muy bajas...

Tuvimos suerte y las previsiones fueron un poco exageradas, con lo que finalmente no hizo tanto frío. La mañana fue excelente. Soleada, y con una temperatura no muy baja que permitía disfrutar de la bicicleta. Además, iba tan mentalizado de lo mal que lo iba a pasar, que supongo que eso también ayudó a que la sensación térmica no fuera para nada desagradable.

Habíamos quedado en la iglesia de Sant Baldiri, en Sant Boi, a eso de las 9 y media de la mañana. No había necesidad de madrugar mucho, nos iría bien dormir un poco más, nos quitábamos de en medio las horas más frías de la mañana,y además no estamos como para hacer muchas horas encima de la bici.

Yo fui hasta allí en coche, que bajar en bici no me habría importado, pero luego la vuelta habría sido un poco difícil. Carlos, que sí fue pedaleando, apareció a la hora indicada.

La idea era intentar hacer una ruta que había hecho él semanas atrás con unos compañeros de la Penya Btt Canigó. Es una ruta que tiene un poco de todo, y que haríamos entera o no según nos viéramos de fuerzas y ganas.

Después de callejear un poco por Sant Boi nos dirigimos campo a través hacia Sant Climent, calentando las piernas por unos entretenidos senderillos. Llegados a las inmediaciones de Sant Climent nos metimos ya en montaña para subir por el Camí de Can Bori, pasando por las Serres de Miramar y Roca Salena (o Galena). Típica subida que hemos hecho innumerables veces, y que ya he comentado en otras ocasiones que me gusta mucho hacer.

Casi siempre tirando de molinillo, sufriendo molestias en el tendón cuadricipital de la rodilla izquierda (ya no sé cómo llamarlo), pero intentando "pasar" de ellas, y disfrutando de la subida y de la compañía de Carlos, con quien siempre me echo unas buenas risas.

Por el camino nos fuimos encontrando con varios grupillos de beteteros que como nosotros estaban aprovechando esa magnífica mañana para dar unas cuantas pedaladas.

Una vez llegamos a la carretera que viene de Gavà y sube hasta Begues hicimos un corto tramo por ella, para luego dejarla y meternos otra vez por montaña por un camino que empieza con una subida bastante empinada, y que de no haber dejado nos habría llevado hasta el Castell d’Eramprunyà (otro día quiero ir a verlo).

En lugar de eso dimos un rodeo por el “Bosc de Begues”, haciendo unos senderos muy divertidos que yo desconocía. Aunque Carlos me había pasado el track y lo llevaba en el gps, dejé que él, que ya se conocía el terreno, hiciera de guía.

De los senderos fuimos a salir a la pista forestal que sube a La Desfeta, cita ineludible ya que estábamos allí. Es una subida que me gusta mucho, y que se sube a ritmo, pues tiene una pendiente más o menos constante.

Fuimos subiendo juntos, charlando, pero ya faltando 200 ó 300 metros para la cima bajé dos o tres piñones y pegué un apretón, más que nada por aquello de picarnos y reirnos luego un rato. Para mi sorpresa, Carlos sólo hizo el amago de seguirme, y cuando ya estaba encarando los últimos metros me giré para ver dónde estaba y... no estaba. ¡Pues menudo sprint que me pegué pensando que lo llevaba a mi rueda! A 180 y pico pulsaciones, y con las piernas duras como piedras, llegué al final del camino, al lado de la torre de vigía.

Él dice que no estaba en condiciones de apretar para “disputarme” la llegada, pero yo estoy convencido de que me dejó marchar...

Cruzamos unas palabras con dos "colegas", nos hidratamos, comimos algo, recuperamos fuerzas e hicimos las fotos de rigor.

Con la boca llena, intentando recuperar energía

Desde allí arriba se ve (no en esta foto) casi todo el litoral del Barcelonés, el Baix Llobregat y parte del Garraf


Para no forzar la muñeca de Carlos, en el camino de bajada no hicimos un par de cortas trialeras que siempre solemos hacer, sino que bajamos por la pista, para llegando al principio de ésta desviarnos por un senderillo que se tenía guardado en la manga, y que nos acabaría llevando otra vez a la pista forestal.

La que pudo haber sido una gran foto


Después de hacer un poco el tonto intentando fotografiar a Carlos haciendo un pequeño salto, seguimos en dirección a Begues Park por unos caminos que nos permitieron evitar la carretera.

Bordeamos la urbanización y nos dirigimos hacia otra subida  que me gusta mucho: la carreterilla que sube a la Subestación Eléctrica de Begues. Es un tramo de un par de kilómetros en los que es difícil (pero no imposible) cruzarte con algún coche, y que tiene el encanto de aquellas carreteras de montaña que ya casi no se ven.

Antes de llegar nos paramos a hacernos unas fotos al lado de los restos de lo que en su día tuvo que ser un majestuoso pino, el Pí Gros de Begues, que según una placa conmemorativa que había allí, vivió ¡casi 600 años!

Una más de mis buenas fotos

Aquí se nos ve "un poco mejor"


Seguimos nuestro camino y  llegamos a la carretera que sube a la estación eléctrica. Empezamos juntos, y rápidamente me dijo Carlos que ya nos veríamos arriba. Pero a diferencia de otras ocasiones, ésta vez lo decía porque no tenía intención ninguna de apretar el ritmo. Entre que dice que está fatal, y que no quiere subir de pulsaciones por aquello del entrenamiento de principios de temporada, acabé por tomarle la palabra y forcé un poco (bastante, mejor dicho) el ritmo para acabar marchándome de su lado.

Realmente subí como si estuviera disputando una etapa de una vuelta ciclista, a un ritmo constante pero quizá un poco pasado de dureza para como estoy de forma, y con la pequeña satisfacción de estar dejando atrás a un “crack” como es mi compañero. Poquísimas veces (por no decir ninguna) en los quizás dos o tres mil kilómetros que habremos hecho juntos he podido dejarle atrás en una ascensión. Eso sí, tuve que subir a muerte y que él no hiciera ningún intento de seguirme, porque si no, por muy mal que diga que está, no lo habría ni olido.

Al llegar arriba cogimos caminos diferentes, pero enseguida nos volvimos a juntar para ir a investigar un tramo de tierra que no habíamos hecho nunca.

A punto de "reencontrarnos"

¡Ese cumpany!

A saber qué parida me estaría diciendo...

Aquí sí que te puedes poner las pilas

En el camino de tierra, con la "bola" del Puig d'Agulles a lo lejos


El camino lleva hasta las inmediaciones de la tremenda destrucción de la montaña que representa la cantera que hay allí. Es la cantera que queda a la izquierda de la carretera según se sube hacia el Puerto del Ordal.

Tremendo agujero en la montaña


Después de alucinar un rato con el “paisaje”, iniciamos el camino de vuelta, que pedaleando pedaleando se nos estaba haciendo un poco tarde.

Bajando de la estación eléctrica nos metimos por un camino que Carlos no quiso dejar de enseñarme, y que la verdad es que tiene su gracia, pues la pendiente es elevada, y para otra vez habrá que intentar hacerlo de subida (intentarlo).

Desde allí nos adentramos en Begues, para ya a la salida del pueblo incorporarnos brevemente a la carretera que baja a Gavà. Enseguida nos desviamos hacia un sendero-trialera realmente entretenido y divertido, que yo no conocía, y que Carlos no pudo dejar pasar la ocasión de darse el gustazo de recorrerlo, aún a costa de que por la tarde le pudiera doler la muñeca.

Lástima de que en estos casos te lo estás pasando tan bien que no quieres pararte a hacer unas fotos, porque la verdad es que hay varios tramos dignos de pararse a hacer un reportaje fotográfico.

Acabamos enlazando con el camino que lleva al cementerio de Sant Climent, y de ahí a la carretera, de la que nos salimos enseguida para continuar por los senderillos que nos llevarían de vuelta a Sant Boi.

En total, 5 horas y poco de ruta conjunta, con 4 de pedaleo, en las que hicimos casi 53 kilómetros de recorrido con unos 1150 metros de ascensión acumulada. La verdad es que creo que son unos datos bastante aceptables para el estado de forma y los diversos achaques que tenemos.

Curioso perfil


Fue una mañana muy satisfactoria. Tanto a nivel ciclista, como a nivel personal. Una buena ruta, de la que no conocía varios tramos, disfrutando en todo momento de los caminos y los paisajes, con muchísimo menos frío del que me esperaba, y aunque el tendón me estuvo dando la lata toda la mañana, no fue lo suficiente como para que me fastidiara la salida.

La compañía, como siempre, magnífica. Muchas risas, y muy buen rollo en general. Además, hacía ya tiempo que Carlos y yo no compartíamos kilómetros, y es posible que ésta sea de las pocas veces en que podamos hacerlo este año (o en los próximos meses), pues él se ha fijado unos objetivos bastante diferentes a los que me he propuesto yo. De ahí el título de la entrada, que espero no sea cierto. En cualquier caso, había que aprovechar la ocasión, que como él mismo dice, se tiene que ir poniendo ya las pilas, y a lo mejor tardamos en volver a salir juntos. O no. Quién sabe.


Bruno

domingo, 23 de enero de 2011

APURANDO LA "PRIMAVERA"


Pues no he tardado tanto en volver a salir...

Este jueves quedé con unos compañeros de trabajo para hacer una rutita por la mañana, antes de ir a trabajar. Me levanté a las 7 y cuarto de la mañana, con la sensación de que fuera sábado en lugar de jueves, y es que una de las cosas buenas que tiene salir entre semana es que parece que estás de fiesta aunque en realidad sea un día laboral.

Antes de las ocho y media ya estaba subiendo en dirección a La Creu Aregall, con 5º C de temperatura según el termómetro de la farmacia. La verdad es que la sensación térmica no era para nada desagradable. El día estaba algo nublado, pero se preveía una mañana más bien soleada. Como digo en el título de la entrada, había que aprovechar la primavera, que para el viernes ya se anunciaba que llegaba “por fin” el frío.

Habíamos quedado en una de las entradas a la urbanización El Taió, de camino a Martorell, que es desde donde vendrían mis compañeros. Pero esta vez no tenía intención de ir por carretera hasta allí, sino que una vez llegara a La Creu Aregall (hasta ahí sí que subí por carretera) bajaría por un camino que tenía metido en el gps, y que según los mapas me llevaría hasta el punto de encuentro con ellos.

Llegué bien a La Creu, sin forzar, alto de pulsaciones pero no demasiado, e intentando calentar bien las piernas de cara a la larga bajada que me esperaba. Una vez en la urbanización me metí por uno de esos senderos descubiertos últimamente, muy divertido por cierto, y ya encaré el camino de bajada siguiendo las indicaciones del gps.

Había algún pequeño tramo embarrado

Esta zona de la montaña es bastante húmeda


Con cuidado en algunos puntos, debido al barro deslizante que había y a unos perros que se empeñaron en saludarme a pesar de los “gritos” de su dueña (vaya tela con la peña), fui bajando el primer tramo del camino, que ya conocía, para poco después empezar el tramo desconocido, que resultó ser (ya me lo esperaba así) una larga y muy rápida bajada, con tramos de mucha pendiente, y por un terreno en buenas condiciones que sólo exigía ir apretando los frenos para no embalarse demasiado.

Según bajaba pensaba en lo mucho que nos iba a costar subir por ahí, pues eso es lo que supuestamente teníamos planeado, y pensaba yo que quizá iba aser demasiado exigente como para aventurarnos a hacerlo. Salvo algún corto tramito de “descanso”, el resto de la bajada tiene una inclinación considerable, y además es bastante larga.

Desde La Creu hasta allí abajo tardé 20 minutos en hacer 6 kilómetros. Así que teniendo en cuenta las pendientes por las que había bajado (450 metros de descenso acumulado), calculé que podríamos tardar entre una hora y una hora y media en hacer el recorrido de subida. En cualquier caso, aún no habían llegado mis compañeros, así que cogí la carretera y salí a su encuentro, que no era plan quedarse parado y coger frío.

Al poco me cruzo con dos que venían. Eran Ángel y David, que se habían adelantado a Juan y Antonio, que aparecerían un rato más tarde. Cuando ya estuvimos todos juntos empezamos el camino de subida, que después de varios comentarios míos sobre la conveniencia o no de hacerlo, resultó que el camino que Ángel tenía previsto no era exactamente el mismo que había hecho yo, sino que, aún yendo a parar al mismo sitio, era otro camino, un poco más largo, pero con menos pendiente media. Aún así, la subida no dejaba de ser suficientemente dura como para no tomárselo con calma.

Fuimos subiendo cada uno a su ritmo, con Juan, que es el que está más fuerte de todos, haciendo alguna que otra escapada para poder hacernos unas fotos (no veas si da juego la cámara de mi madre...), y Ángel constantemente siguiendo mi rueda, que aunque él dice que no, yo le veo bastante bien de fuerzas. Tampoco es que yo esté muy bien precisamente, así que a lo mejor tiene razón él cuando dice que está fatal.

Esta vez llevaba fotógrafo personal

Con la tontería, Ángel y yo casi nos la pegamos

Antonio escoltando a David

Un par de paraditas para que David recuperara el aliento (según me comentaron llevaba un par de años casi sin hacer nada), alguna que otra foto más, y a seguir con la rutilla, que discurre por una zona a la que por suerte aún no han llegado los ecos de la civilización, y se puede disfrutar de unas bonitas vistas de las montañas casi vírgenes.

Juan echándole un cable a David, que ya iba muy justo de fuerzas.
Al fondo a la derecha, las ruinas del Castell de Sant Jaume

El grupo al completo


Una vez llegamos al punto en el que se encuentran el camino que hice yo de bajada con el que veníamos haciendo de subida, decidimos separarnos ya, que se nos echaba la mañana encima y había que ir pensando en volver para casa. Así que nos despedimos y ellos tomaron camino de vuelta (de bajada, qué suerte) hacia Martorell, y yo aún tuve que subir un par de kilómetros hasta llegar a La Creu Aregall, y ya luego por carretera bajar hasta Corbera.

Llegué a casa un poco justo de tiempo, después de 2 horas y tres cuartos de ruta, en las que hice un total de 29 kilómetros, en  algo menos de 2 horas y media de pedaleo, con un desnivel acumulado de 900 metros. No está mal para haber sido una salida matinal pre-jornada laboral, y teniendo en cuenta que no estoy nada bien de forma.

Subir y bajar, subir y bajar


Una mañana muy bien aprovechada, disfrutando de una rutilla corta pero divertida, acompañado por compañeros de trabajo con los que nos echamos unas buenas risas, y apurando los últimos momentos de este invierno primaveril que estábamos teniendo. Ya los días que vienen, veremos si salgo o no, que no estoy con muchas ganas de pasar frío.


Bruno

lunes, 17 de enero de 2011

YA TOCABA SALIR


Esta vez han sido 27 días sin subirme a la bici. Y no porque no haya tenido la oportunidad, sino porque la pereza me ha podido. Los “compromisos” de las fiestas de Navidad, las comilonas, las ganas de dormir las horas que no duermo en épocas de trabajo, el frío, el querer dedicar el tiempo a otras cosas... En fin, que suerte que es verdad aquello de que ir en bici nunca se olvida.

Ayer domingo hice una rutilla con mi amigo Ilde, otrora compañero habitual de rutas, y ahora compañero eventual, y con el que hacía ya tres meses que no rodaba. Para que él pudiera compaginar el día con la familia tuvimos que quedar en salir después de comer, solución bastante buena, porque si no a lo mejor yo ni habría salido...

A las cuatro menos cuarto salí de casa. Hacía un día estupendo, pero salí medianamente abrigado por si acaso al atardecer hacía frío, que quedaban dos horas escasas de sol, y seguro que las agotábamos. Por supuesto me llevé las luces de la bici, que luego me harían falta.

Una vez en casa de mi compañero de ruta, y después de esperar un cuarto de hora a que saliera (lo siento, Ilde, tenía que decirlo, jajajá), nos decidimos por empezar la ruta “hacia arriba”, con lo que cogimos dirección hacia la carretera que sube a La Creu Aregall.

Antes de empezar la subida nos dimos una pequeña vuelta por unos senderillos que quedan entre el Camí Ral y la carretera, más que nada para que mi compañero entrara un poco en calor antes de “meterle caña” a las piernas.

Aunque en principio íbamos a subir a La Creu por la montaña, al final decidimos hacerlo por carretera, simplemente por llegar antes y aprovechar mejor el poco sol que nos quedaba. Así que tranquilamente, sin forzar en ningún momento, que no estamos ninguno para muchas alegrías, fuimos haciendo los menos de 4 kilómetros que hay hasta el puerto.

Un poco antes de llegar nos salimos de la carretera para adentrarnos en camino de montaña y dirigirnos hacia la Roca Foradada, que era el destino que habíamos previsto. Nos fue bien calentar subiendo por carretera, porque nada más empezar el camino ya nos encontramos con un corto pero duro tramo empinado y pedregoso que nos hizo bajar de la bici y andar para poder superarlo. Poco después vino otra subidilla parecida, pero ésta pudimos hacerla pedaleando ya que el terreno estaba en mejores condiciones.

Otra corta y exigente subida (ayer cualquier subida era exigente) y enseguida estábamos en el mirador de la Roca Foradada. Qué sorpresa al llegar, pues aunque yo no esperaba unas vistas muy buenas debido a la calina que había en todo el valle, la niebla que se había formado arregló un poco la situación, y mereció la pena haber subido hasta allí.

El Puig d'Agulles sobre la niebla


Mientras Ilde intentaba solucionar noséquéproblema con la cámara de fotos de su móvil, yo me dediqué a hacer alguna que otra con la cámara de mi madre. A ver si me llega ya la que me he comprado.


Qué buen rollo llevaba


Al final desistió en su intento...

Posando para el recuerdo


La verdad es que aunque las vistas no eran buenas porque estaba todo “entelado”, sí que por lo menos eran bonitas.

Intento de panorámica

Otro intento...


Se estaba muy a gusto allí arriba. Daban ganas de quedarse a merendar viendo la puesta de sol. Pero precisamente el sol es lo que hacía que no pudiéramos quedarnos más rato, que ya quedaba menos para que se escondiera y aún queríamos hacer algún camino más.

Ahora la idea era enseñarle a Ilde ese recorrido que he hecho ya tres o cuatro veces, y que después de unos cuatro kilómetros de bajada lleva hasta el final de la riera de Can Planas, ya en Corbera. Es un trayecto muy divertido, en el que hay algunos senderos, alguna trialerilla, un rápido tramo de pista, una zona de campo a través..., y que a pesar de no ser demasiado exigente, sí que te deja un poco cascado de manos y brazos una vez llegas al final.

Reflexión muy acertada de mi amigo, cuando me comenta lo rápido que hemos bajado en comparación con lo que nos había costado subir. Ya sólo nos quedaba volver para casa, pues ya se había escondido el sol, y no quedaba mucho rato de luz.

Encaramos el camino de la masía de Can Planas, por supuesto de subida, para llegar hasta la carretera que nos llevará a L’Amunt. Después de la larga bajada, la subida por Can Planas se nos hace algo más durilla de lo que ya es. Pulsaciones a tope, pero disfrutando de la pedalada.

Llegamos a su casa ya oscurecido, y haciendo uso de las luces, que para eso las compramos en su momento. Unos minutos de charla, y ya me despido de él, que me estaba quedando frío, ya era de noche, se estaba formando niebla, y a mí aún me quedaban los últimos cinco kilómetros por carretera hasta casa.

Bueno, pues al final hicimos una ruta corta pero divertida, que como “vuelta al pedal” ya estuvo bien. Con buena temperatura al principio, y con bastante humedad al final, disfrutando de la bici, de la montaña, de los paisajes, y de la compañía. Tuve ligeras molestias en el tendón del cuádriceps, para variar, aunque no fueron para alarmarse.

Después de casi un mes sin salir, no está mal


Me salieron 28 kilómetros y 750 metros de ascensión, en 2h 20min de pedaleo, con 45minutos de paradas, que prisa tampoco teníamos. A Ilde le salieron 18 km y 550m de ascensión en 1h 45m de pedaleo.

Aproveché esta salida para jubilar al antiguo sillín duopower, que ya está un poco cascado, y con el que tantos kilómetros he hecho, y en el que tantas horas he pasado sentado. Los Monegros, el Soplao, la VipXtrem, la Selènika, la Diferent Xtrem, y otras pruebas “menores”, además de muchas salidas, y cientos y cientos de kilómetros de entrenamiento.

Ahora llevo el Duopower “moderno”, que es más ligero, más estrecho, y también más incómodo que el antiguo. Al menos, a mí me parecía mejor el anterior. De hecho, éste lo compré antes del Soplao, y sólo lo usé un día, porque me pareció mucho más duro e incómodo que el viejo. En fin, habrá que acostumbrarse.

A ver cuánto tardo en volver a salir...


Bruno

viernes, 7 de enero de 2011

20 AÑOS DESPUÉS, 15 MINUTOS MÁS TARDE


Hoy, 20 años después de la última vez que lo hice, he salido a correr.

Llevaba días dándole vueltas a la idea de volver a correr, actividad esa, y otras, que dejé de practicar por culpa de lesiones y dolores varios. Aunque nunca me dediqué en serio, pues no se me daba bien la resistencia. O por decirlo de otra manera, no había nacido para las pruebas de fondo. Yo, en realidad, era velocista. Pero tampoco me llegué a dedicar. Decisiones equivocadas que se toman en la vida.

Todos estos años sin practicar ningún deporte me dejaron una espinita clavada en mi corazón de deportista, y es no haber corrido nunca "oficialmente" los 100 metros lisos, y en consecuencia no saber qué tiempo podría haber llegado a hacer.

Siempre me rondó por la cabeza la posibilidad de ponerme mínimamente en forma como para intentar aventurarme algún día a correr esa distancia mítica, aunque fuera sólo una vez. Pero cuando no era por un motivo, era por otro, y siempre conseguí tener una excusa que ponerme para no llegar a hacerlo nunca.

Estos tres o cuatro últimos años de "renacimiento deportivo" he conseguido volver a tener un cierto estado físico y mental como para lanzarme, en este último año y medio, a realizar grandes gestas ciclistas impensables para mí no hace tanto tiempo. Ha sido una época personalmente apoteósica.

Ésto, unido al hecho de visitar los blogs de otros deportistas, ya sean ciclistas, corredores o triatletas, ha conseguido que renaciera en mí el anhelo por volver a correr. Correr por correr, por sentir que te desplazas con la única ayuda de tu cuerpo. Notar esa inigualable sensación al pisar el terreno e impulsarte para saltar sobre él y volver a pisarlo. Andando no se consigue. Y con la bici tampoco.

Así que después de llevar varios días pensando en si hacerlo o no, en cómo, cuándo o por dónde ir, en si me acabaría fastidiando los tobillos, las rodillas o la espalda, y a pesar de haberme vestido ya con la ropa para salir con la bici, me he acabado cansando de tanta tontería mental y he decidido que salía a correr, que es lo que realmente me apetecía.

Me he puesto un cutrepantalón corto, una camiseta de las que nos dan en las marchas de btt, el cortavientos y las perneras ciclistas, y las bambas baratas que tengo, y me he ido con el coche hasta el prinicipio del camino del Cau de la Guineu, dispuesto a correr unos minutos, pasara lo que pasara.

20 años después, he corrido 15 minutos. Justo hasta que la rodilla derecha a dicho basta.

Yo pensaba que sería el tobillo izquierdo el que me haría parar, pero no ha sido así. Ha sido ese dolor punzante que me ya me ha dado en la rodilla derecha las dos veces que en los últimos tiempos me he pegado sendas caminatas de varias horas.

Bueno, durante un cuarto de hora he vuelto a saborear aquella sensación. Más vale eso que nada.

Ahora, sin embargo, tengo otra mentalidad, quizá provocada por la certeza de que los años no pasan en balde, y de que es mejor intentar conseguir tus sueños que quedarte con las ganas de haberlo intentado.

Así que, aunque tengo el convencimiento de que los problemas articulares y demás no me desaparecerán, intentaré solucionarlos, o por lo menos suavizarlos. Traumatólogos, fisioterapeutas, osteópatas, quiroprácticos, podólogos... algo podremos hacer.

Y quién sabe, a lo mejor algún día corra por fin los 100 metros lisos. A toda velocidad, claro.


Bruno