Sin metas pero con objetivos, sigo disfrutando de las bicis y de otras actividades. Intento aprender continuamente para mejorar como persona, física y mentalmente. Este blog sigue siendo una especie de diario personal en cuanto a lo ciclístico, pero va siendo hora de ir añadiéndole algunas cosas más que también captan mi atención...

jueves, 29 de septiembre de 2011

PUESTA DE SOL EN EL PUIG D'AGULLES



Salida “in extremis” después de llevar ya una semana sin tocar la bici. Unos días de descanso ciclista le han ido bien a mis piernas, pero más habrían sido demasiados.

Con el cambio de turno en el horario del curro se me fastidia siempre casi toda la primera semana. Da igual los planes que haga, al final acabo por no hacer nada más que intentar adaptarme a los madrugones criminales.

Por suerte, ayer pude romper el maleficio y conseguí volver a salir con la bici, esta vez ya por montaña, que llevaba muchas salidas seguidas por asfalto y hay que recuperar sensaciones “terrenales” de cara a una cercana salida con los compañeros de trabajo.

Salida típica de las mías, moviéndome por caminos infinidad de veces recorridos, siempre con la mente puesta en llegar a tiempo a ver la puesta de sol desde la cima del Puig d’Agulles. La idea inicial era salir entre las tres y media y las cuatro de la tarde, pero por “cuestiones ajenas a mi poca voluntad” el inicio de la ruta se retrasó hasta casi las cinco y media de la tarde.

Aquel es mi objetivo


Sin mucha prisa y con pocas pausas, fui haciendo camino, teniendo que recortar el que iba a haber sido el recorrido previsto, y topándome de bruces con la ya olvidada realidad de tener que forzar mucho más la pedalada para poder mantener un ritmo lejanamente parecido al que conseguía mantener en salidas anteriores por carretera.

Traqueteo constante, sensación de inestabilidad sobre el terreno, pérdidas de tracción, casi de equilibrio, pesadez de movimientos…, qué pronto se pierde la poca pericia sobre terrenos pedregosos. Suerte que por estos caminos te pones a tono rápido. O eso, o te vas al suelo en cualquier momento. No sucedió, no sucedió…

Ya en las inmediaciones de mi objetivo, no pude reprimir mis ansias fotográficas, y paré un momento para inmortalizar los increíbles paisajes que rodean al mítico Puig d’Agulles. Escenas así hacen que aún valores más toda la naturaleza que nos rodea.

Un monstruo en la montaña


Con puntualidad casi británica llegué a la cima del pico más alto que tenemos por aquí. Ese Puig d’Agulles ha sido siempre un reto para mí. Tanto cuando empezaba con esto de ir en bici por la montaña, como ahora que ya lo he subido innumerables veces. En cada ocasión que me acerco por allí las sensaciones son diferentes, y siempre especiales.

No era el mejor día para una foto así


Normalmente dejó la bici unos metros más abajo, apoyada en la valla de “la bola”, pero ayer quise subirla a hombros hasta el punto geodésico, que ella también se merece pisar lo más alto de la montaña. ¿Acaso no me ha llevado hasta allí?

Un poco más y me sale una foto guapa


Después de abrigarme bien para la vuelta a casa (a esas horas ya hacía un aire frío de esos que si te despreocupas lo acabas pagando días después), y de hacer las últimas fotos (¡que yo no había salido en ninguna!), me dispuse ya a iniciar la bajada.

¿Cómo no iba a salir yo?


La vuelta, siempre con los cinco sentidos alerta, rápida, y mucho más fácil que la ida. Aun así, pedales hay que dar, y siempre se puede aprovechar para pedirle a las piernas un último esfuerzo y llegar a casa con la sensación de haber aprovechado bien la corta ruta.

30 kilómetros
810 metros de ascensión acumulada
128 minutos pedaleando


No está mal, aunque pudo haber estado mucho mejor. Este sábado habrá que exigirse bastante más.


Bruno

lunes, 26 de septiembre de 2011

CORRIENDO LA TARDE DEL DOMINGO


Ayer domingo me dio por salir a correr. No había salido en bici el sábado (que era como estaba planificado el fin de semana), y ayer, por unas cosas u otras, tampoco salí. Así que a media tarde me entró el pronto y salí a correr.

El circuito de siempre, pero hecho de otra manera. Seguramente mal hecho, porque acabé con dolores varios, que se pasaron tal y como dejé de correr.

En lugar de hacerme el camino de Can Casildo andando (para ir calentando sobretodo las articulaciones), me entraron "las prisas" y lo hice corriendo. Es un kilómetro y cuarto de subida y falso llano, que intenté hacer a modo de calentamiento.

Claro, luego no quise bajarlo andando, y debía haberlo hecho, pues correr de bajada (caminar también) es lo que me provoca los dolores en el exterior de la rodilla derecha. Pero bueno, ahí estaba yo, haciendo el tonto.

Breve paso por el coche para tomar tiempos, y hacia el camino del Cau de la Guineu.

Este tramo siempre lo hago corriendo. Son dos kilómetros y tres cuartos de subida ligera (con algún tramo más empinado), y algunas zonas más o menos llanas. Va desde el inicio del camino del Cau..., pasa por el Pou dels Crestats, y lo completo haciendo un trozo del camino de Can Dispanya.

Lo mismo de antes. De subida voy más o menos bien, cargando bastante las piernas por ser subida, y de bajada ya acabo de cargarlas del todo, con el añadido de que la flexión de rodillas bajando acaba provocándome el dichoso dolor "rodillil".

Total, que acabé llegando al coche deseando que el dolorcillo no fuera a más. Tuve suerte.

Después aún tuve ganas de volver a subir y bajar el camino de Can Casildo, esta vez andando, para recuperar un poco las piernas.

Por cierto, que el citado camino cada vez se asemeja más a Las Ramblas, tal es la cantidad de coches que suben y bajan en cuestión de minutos. Un grupo bastante numeroso de gente (da igual de dónde) que cada tarde sube a la masía a "jugar a fútbol", según el masover, y con el consentimiento de éste. Bueno, dejaré este tema, que no es el sitio para tratarlo.

Al final me pegué una buena paliza (siempre a mi ritmo, claro), haciendo, en total, unos 8 kilómetros y 1 hora corriendo, y unos 3 kilómetros y 3/4 de hora caminando.

Los dolores en la rodilla se me pasaron en cuanto dejé de correr. Luego caminando no sentí ninguna molestia. Eso sí, la próxima vez a ver si caliento un poco primero. E incluso me tendría que plantear la posibilidad de ir a correr a un sitio totalmente llano, que si no acabaré por fastidiarme.

¡Pero es que aquí no hay sitios llanos!

Hace años podías ir al campo de fútbol a dar vueltas, pero ahora está vallado y no se puede entrar. Otro tema del que se podría hablar largo y tendido.

Algo tendré que hacer. Hasta estoy planteándome bajar en coche a Molins para correr por el río... Vaya tela.


Bruno

jueves, 22 de septiembre de 2011

CON JUAN AL CASTELL DE SUBIRATS


Ayer miércoles volví a ir al Castell de Subirats. La segunda vez en una semana. En esta ocasión fui acompañado por Juan, con el que había quedado en Gelida a las ocho y media de la mañana. O sea, que tocó levantarse prontito.

Recién salido de casa la temperatura no era veraniega precisamente. Pero bueno, en cuanto empecé a subir hacia La Creu entré ya en calor. Luego bajando hacia Gelida se me quitó todo (el calor).

Juan, que venía con manga larga desde Martorell, apareció a la hora acordada, y juntos tiramos hacia Sant Sadurní d’Anoia. En este tramo sí que pasé frío. No porque la temperatura fuera muy baja, sino porque llevaba el maillot sudado, y el sol aún no había aparecido por ese lado de la montaña. Así que humedad y aire fresco fue lo que nos encontramos.

Menos mal que tal como empezamos la subida hacia Els Casots el sol ya había hecho acto de presencia. Una subida cortita, pero que si te la tomas un poco en serio se puede hacer durilla. Me apetecía probarme un poco, así que no me corté un pelo y me lancé hacia arriba a un buen ritmo. Juan, que subió al suyo, llegó con dolores en la rodilla izquierda. Malo. Esperemos que no vaya a más.

De ahí al castillo, y una breve parada turística.

Lo que queda del castillo

No hacen falta presentaciones

Un cielo típico estos últimos días


La vuelta la hicimos por el camino que sale del parking y que, después de una buena bajada, llega hasta la carretera que va a Gelida, un poco antes de la urbanización Casablanca. De ahí hasta Gelida a un ritmo suave, que Juan iba tocado, y a mí aún me quedaba subir otra vez a La Creu Aregall.

La idea era que Juan me acompañara hasta el puerto y luego bajara de vuelta a Martorell, pero con el dolor de la rodilla lo mejor fue dejarlo para otra ocasión.

Yo tenía que subir obligatoriamente, pero no me importó lo más mínimo. Pues no me gusta a mí esa subida… Un ritmo muy bueno, y en media hora me planto en la cima. Ya sólo quedaba “dejarse llevar” hasta casa.

No ha estado nada mal


50 kilómetros y 1200 metros de ascenso, en 2 horas y 50 minutos de pedaleo. Llegué a casa bastante bien, pero luego en el trabajo tenía las piernas cargadísimas. La verdad es que durante casi toda la ruta fui a un ritmo bastante elevado. Por lo menos para mi nivel. También se trataba de eso.


Bruno

martes, 20 de septiembre de 2011

UNA SEMANA CON ALGÚN PEQUEÑO CAMBIO


Después de la salida que hice con Carlos el sábado pasado por el Montseny, al llegar a casa me notaba bastante dolorida la zona del isquion izquierdo. Ya hacía un par de semanas que después de salidas no excesivamente largas llegaba a casa con el culo anormalmente dolorido.  El DuoPower, que es muy duro y no me acabo de acostumbrar, pensaba.

En esta ocasión, al palparme la zona me noté un bulto, ¡coñó, ¿queseto?! Parecía un pequeño quistecillo, o algo por el estilo, provocado, seguro, por el continuo apoyo del hueso contra el asiento. Últimamente estoy haciendo bastante carretera, y eso, unido a las salidas por el Montseny, con sus subidas de 2 horas y media casi sin levantarte del asiento, seguro que han provocado esa “lesión”.

Decidido, le quitaré el DuoPower a la bici, y me compraré un sillín “tradicional” que vi hace poco en una tienda, y que tiene que ser mejor. Mientras, le volveré a poner el “sillón decatloniano” que abandoné hace ya un año y medio. Sí, es muy gordo, y está remendado con cinta aislante, pero mi culo seguro que lo agradecerá. Y espero que el bulto ese desaparezca con el cambio…

He de autorecordarme que si en su momento lo quité fue precisamente porque después de las salidas de muchas horas que hacía en aquella época (preparación de Los 10000 del Soplao) llegaba a casa con la zona “delicada” muy dolorida. Además, después de tanto tiempo llevando los dos DuoPower que tengo, a lo mejor no me encuentro cómodo con un sillín tradicional. Antes de comprar uno nuevo, he de comprobar si voy cómodo con el viejo.



MARTES 13. SALIDA RELÁMPAGO

Con el “bulto sospechoso” un poco menos abultado, y con el asiento viejo ya instalado en la bici, el martes salí más que nada a probar si estaba cómodo con él o no. Me levanté a una hora que me permitiera haber dormido suficiente, y con poco tiempo por delante antes de tener que irme a trabajar salí con la intención de hacer una rutilla en la que me pasara todo el rato sentado. Qué mejor manera de comprobar si me iba a doler o no el culo.

Lo mejor, subir a La Creu Aregall, y volver a Corbera.

Por aprovechar un poco la salida me fui hasta L’Amunt para calentar las piernas, y ya encaré la subida a La Creu a un ritmo bastante aceptable. Hice la subida en el mejor tiempo del que tengo constancia (claro, haciendo sólo eso…). Media vuelta y para casa.

En el punto geodésico

Qué cruz... con los sillines


Total, 1 hora justa de pedaleo. Casi 19 kilómetros, y 450 metros de ascenso acumulado. No me levanté del sillín en todo el rato, se trataba de eso.

Realmente corto


Conclusión, mucho mejor el cutreasiento decatloniano que el “duopowerdelosisquiones”. Y eso que está hecho polvo y hasta se hunde al sentarme. Pero no me ha dolido nada el culo. También hay que decir que sólo he estado sentado en él una hora. Eso sí, la posición de pedaleo ha cambiado, y he tenido que retocar la altura del sillín, además de que me he notado forzada la cadera, y las rodillas un poco “raras”. Seguiré probando



JUEVES 15. Y SIGUE CON LA CREU

Mientras busco sillines por internet, y a falta de tiempo para ir de tiendas, tengo que seguir probando el viejo sillón, que el sábado quiero volver al Montseny, y tengo que ir sobre seguro. Parece que el bulto va disminuyendo en tamaño, así que creo que con el cambio de sillín desaparecerá el problema. Aun así, la salida de una hora del martes, siendo muy significativa, no es definitiva en cuanto a estar totalmente convencido de las bondades del cutreasiento.  Tengo que hacer otra, que también he de comprobar si las ligeras molestias de rodillas del otro día sólo fueron fruto del cambio.

Otra vez con poco tiempo por delante, decido volver a subir a La Creu Aregall. Al final voy a aborrecer esa subida. Noooooo, no creo.

Esta vez decido bajar primero hasta La Palma, para así hacer una subida todavía más larga. Tengo que hacer algo más que el martes, que sino el sábado…

Empiezo la subida quizás demasiado rápido. Hay coches haciendo caravana en la entrada de La Palma, y “sin querer” intento lucirme un poco. Cuando ya pierdo de vista la caravana aflojo el ritmo, que así no voy a ser capaz de llegar hasta La Creu. Jajajajajaja, qué burro…

Aun así, consigo rebajar en diez segundos el tiempo del martes (cuando va uno sólo y hace el mismo recorrido una y otra vez, tiene que ponerse algún aliciente). Una vez en el alto, decido seguir hasta la cruz, que así me exijo un poquillo más.

De camino a la cruz, un perro que se dedica a correr y saltar a mi lado, mientras el innombrable de su dueño lo único que hacía era llamarle. Sólo le faltó pedírselo por favor. Hasta que no me paré y le exigí que lo cogiera, el perro pasó totalmente de su dueño. "No hase falta desir más"...

Bonitas vistas a esas horas de la mañana

Lástima la unión

Eh, que era yo el que hacía las fotos...


Ya de vuelta para casa me paso por L’Amunt, sólo por hacer un poco más larga la salida, que me va a quedar demasiado corta. En cualquier caso, al igual que el martes, he intentado ir a un ritmo un poco más alto de lo normal.

Al final, 26 kilómetros en 1 hora y 20 minutos, con 625 metros de ascenso acumulado. Otra megasalida de las mías…

Sigue siendo corto


Lo mismo que el otro día: mucho mejor con este sillín. No hay duda, haré el cambio. Las sensaciones con las rodillas, y con la postura en general (varié un poco la inclinación), algo mejores.
El sábado, la prueba definitiva…



SÁBADO 17. RITMO VERANO AZUL x2

Este sábado quería haber vuelto al Montseny, para hacer una ruta distinta de las cinco que he hecho ya. Pero como Carlos no podría ir por tener que estar pronto en casa, le planteé que hiciéramos una salida juntos por carreteras cercanas. Así fue como quedamos en hacer una ruta parecida a la que hice yo el día que visité las ruinas del Castell de Subirats.

Como en toda la semana no había cogido la bici, Carlos dijo que iría a “ritmo verano azul x 2”. Bueno, ya me demostró el sábado anterior que, incluso así, no íbamos a ir de paseo.

Quedamos a las ocho de la mañana en la gasolinera del polígono industrial de Les Fallulles, con lo que él ya llegó con 15km y un buen sofocón encima, mientras que yo sólo tuve que hacer los 7km de bajada y llano desde Corbera.

Primer destino, la Creu d’Ordal. Subida de 12 kilómetros que hicimos a un ritmo más vivo de lo que yo esperaba. Estaba claro que el cumpany no iba sobrado, pero aun así no le veía yo el “verano azul” por ningún lado. Intercambiándonos las posiciones de vez en cuando, charlando y haciendo cachondeo, fuimos subiendo disfrutando de la buena mañana que hacía. Perfecta para mí.

Una vez que cogí ritmo ya sí me pareció que Carlos no iba tan bien como a él le gustaría. Pero el tío ahí, aguantando. Ya subiendo las últimas rampas antes del Lledoner me giro extrañado porque una pareja de “carreteros” que venían por detrás no acababan de aparecer, y es que resulta que iban chupando rueda de Carlos.
¡Tú te crees!
Pensando que Carlos me iba empujando apreté un poco el ritmo, y cuando me quise dar cuenta resultó que se había quedado atrás, y que era el “carretero” el que venía pegado a mi culo (su pareja iba un poco descolgada), como si de una carrera se tratase. Aaaannnda, tira palante, que yo voy a esperar a Carlos. En fin…

Llegamos a la Creu d’Ordal en algo menos de una hora desde que iniciáramos la subida. Luego, en casa, comprobé que sólo habíamos tardado 2 segundos más que cuando la hice yo en junio. Curioso. Paramos en una sombra a comer algo y descansar un poco.

A nuestro paso por la Creu d'Ordal



Siguiente parada, el Castell de Subirats. Tocaba ahora bajar por la nacional hasta pasar El Pago, donde cogeremos el desvío hacia Sant Sadurní, aunque nosotros sólo iremos hasta Els Cassots.

Cogiendo agua en la Font de l'Isidret (¿?), a la salida de Ordal


Un poco de cachondeo al pasar por “El Club”, y una vez en Els Cassots, desvío hacia el castillo. Un tramo guapo, con una buena bajada al principio, y una bonita subida después para llegar hasta el castillo.

Aun queda un poquito...

El Santuari de la Mare de Déu de la Fontsanta

Qué cruz... (interpretar según parezca)

Si no fuera por ellas...


Después de la visita estuvimos unos minutos decidiendo si seguir con la ruta prevista (bajar por montaña hasta la carretera que va a Gelida, y de ahí a La Creu Aregall, Corbera, etc.), o, aprovechando que íbamos bien de tiempo, volver hacia atrás para alargar la ruta yendo hasta Avinyonet, Olesa de Bonesvalls,…

Era yo el que estaba indeciso, no tenía claro si nos iban a salir “demasiados” kilómetros. Después de mucho pensármelo (a Carlos le daba igual hacer 50 que 100 kilómetros), decidí alargar la ruta.  

Pues nada, lo que antes fue bajada desde Els Cassots, ahora iba a ser subida. Es cortita, pero las rampas rondan el 25% de pendiente máxima. “Incomprensiblemente”, Carlos salió disparado hacia la cima. Yo, a mi ritmo, que la parada turística me había dejado las piernas un poco flojas.

Ya desde Els Cassots seguimos por carretera hacia la N-340, pero desviándonos justo antes de llegar, para pasar por Subirats y Sant Pau d’Ordal, Lavern, Sant Sebastià dels Gorgs, Sant Cugat Sesgarrigues, y llegar a Avinyonet, donde hicimos una parada táctica.

Todo este tramo es bastante rodador, con continuos repechillos tanto de bajada como de subida, pero que permite mantener un ritmo de pedaleo bastante alto. De paseo no fuimos.

Después de coger agua en Avinyonet continuamos adelante, ahora en dirección a Olesa de Bonesvalls. Una carretera esta que me gusta mucho, con un primer tramo de bajada, para luego ir subiendo poco a poco, sin grandes pendientes, hasta que finalmente vuelve a ser de ligera bajada hasta Olesa.

En este tramo ya sí me dio la sensación de que Carlos no iba muy sobrado, más que nada porque en los tramos más llanos, o de ligera bajada, se dejaba ir. Pero bueno, si hay que meterse un sprint para tener un divertido pique, pues se hace.

¿Me lo está haciendo a mí...?

Guardando fuerzas, que aún nos quedaban kilómetros

Entrando en Olesa


Ya en Olesa volvimos a parar, que aunque el día no era super caluroso, a esas horas sí estaba pegando bien el sol, y lo suyo era llevar siempre las reservas hídricas lo más altas posible. Además, ahora tocaba hacer un tramo de carretera hasta la urbanización Can Prunera, que sin ser demasiado largo ni duro, sí que es de continuo sube y baja, lo que casca bastante y además te dificulta coger un ritmo constante.

Una vez coronamos el Coll del Corral, que es así como se llama el punto más alto de esa urbanización, ya sólo nos quedaba bajar hasta coger la N-340 y atravesar Vallirana y Cervelló para llegar hasta donde ya cada uno cogeríamos caminos diferentes hacia nuestras respectivas casas.

Coronando el "puerto"


Antes de separarnos, una paradita para comentar como había ido todo, y ya, deseándonos un buen final de trayecto, cada uno seguimos nuestro camino. Carlos en dirección al Llobregat, para hacer los últimos kilómetros en lucha contra el viento, y yo hacia La Palma de Cervelló, paso previo a mi última ascensión.

Una vez pasada La Palma, de camino hacia Corbera me sentía bien de fuerzas, y mejor de ganas, con lo que según me acercaba a casa iba cobrando cada vez más fuerza la idea de pasar de largo y continuar hasta La Creu Aregall. Sería un buen colofón a una ruta muy guapa.

El culo no me molestaba casi nada, sólo una ligera incomodidad propia de tantos kilómetros sentado encima de la bici, y las piernas me las notaba bastante bien como para poder afrontar la subida con garantías de no tener ningún calambre, además de que, y esto sí que era noticia, ni me dolían los tendones, ni tenía pinchazos articulares. Así que, ¿porqué no hacer esa última subida?

Como ya me había quedado sin isotónico, y sólo me quedaba un tercio de bidón de agua caliente, hice una breve parada en Corbera Alta para comprar agua fresca y llenar el bidón, e incluso prepararme medio litro más de isotónico en el camelback. Lo que realmente me habría ido bien habría sido algo sólido, pero tampoco parecía que fuera necesario. Los tres plátanos y tres barritas me estaban aguantando bien.

Bueno, no hice la subida a toda pastilla precisamente (tardé dos minutos más que el jueves), pero sí que la pude hacer con cierta “decencia”. Eso sí, cuando llegué arriba no tuve lo que hay que tener para bajar hasta Gelida y volver a subir a La Creu. ¡Jajajajajaja! Lo dejaremos para otra ocasión…

Aún tenía ganas de seguir subiendo


Así que, sin pararme, hice una foto para la posteridad y di la vuelta para volver a Corbera, que por hoy ya había tenido suficiente.

Que quede constancia de mi paso


Finalmente, una recorrido de 92 kilómetros por carretera, en 5 horas justas de pedaleo, y con 1750 metros de desnivel acumulado. La verdad es que yo creo que está muy bien.

Por fin un perfil un poco decente


Las sensaciones sobre el viejo sillín, muy buenas. No me ha dolido el culo en ningún momento, aunque cierta incomodidad perineal puedo haber tenido momentáneamente. Nada que no se solventara con unos segundos pedaleando de pie. Aun así, tengo que comprar uno, que éste ya está muy dado, además de que si en su momento lo cambié fue porque ya me era incómodo y molesto en cierta zona de mi cuerpo. Pero desde luego que si hubiera llevado el DuoPower lo habría pasado muy mal.


El "bulto isquiático" noto que cada vez está más reducido, lo que me alegra y me convence aun más de comprar un sillín nuevo.

En el aspecto humano” de la salida, qué voy a decir… Muy buen rollo y muchas risas con Carlos. A pesar de que nos tenemos que aguantar todos los días, cuando salimos con la bici aún nos quedan ganas de reírnos un rato, ¡jajajajaaja, vaya tela!

Además, en el aspecto meramente ciclista, siempre aprendo algo más de él. Qué tío, en mala forma que está, y ahí, metiéndome caña. Si él quiere, no le sigo. Bueno, a lo mejor sí… a distancia, que yo soy muy malo yendo a rueda.


Bruno

domingo, 11 de septiembre de 2011

A RITMO VERANO AZUL


Así es como llevaba Carlos toda la semana diciendo que iba a ir el sábado, “a ritmo de Verano Azul”. Y seguramente que así es como iba, pero a mí no me fue tan fácil seguirlo.

Ayer sábado nos levantamos muyyyyyyy pronto para ir al Montseny a hacer una de esas rutas que hice yo en agosto: Montseny – Turó de l’Home – Santa Fe – Sant Marçal – Montseny, casi todo el recorrido por caminos y pistas forestales.

Cargados de plátanos, y con ganas de disfrutar de la mañana, la bici, y la montaña (lo de disfrutar de la compañía ya es otro cantar, jajajajaja), nos presentamos en Montseny dispuestos a sufrir por aquellos parajes.

No pudimos hacer entera la ruta que teníamos prevista. Diferentes acontecimientos “ajenos a nuestra voluntad” nos hicieron decidir dar media vuelta después de visitar el Pantano de Santa Fe.

Asuntos familiares que requerían la atención de Carlos, unido a sus periódicos dolores en la rodilla izquierda, mis agarrotamientos crónicos en los isquiotibiales de la pierna derecha, y alguna que otra excusilla más que nos sacamos de la manga, fueron los motivos que nos hicieron “abortar la misión” (contraparafraseando a la hija de un compañero bloguero).

En cualquier caso, las horas que estuvimos dando pedales por aquellas montañas fueron suficientemente satisfactorias como para volvernos a casa con la sensación de haber pasado una divertida mañana. Y es que, “a pesar de todo”, con Carlos me lo suelo pasar bien cuando salimos con la bici… ¡Jajajajajajaja!

Rampas duras nada más empezar, un rebaño de ovejas y cabras que hacían su ruta particular, bonitas vistas de buena mañana, con zonas fresquitas al principio y más calurosas después, un perro viejo que se empeñó en saludarnos más de lo debido, chorretones de sudor por la cara de Carlos, y un inoportuno pinchazo en la rueda trasera de mi bici cuando íbamos lanzados en busca del Turó de l’Home, fueron las características de la primera parte de la ruta.

Primeros excursionistas que nos encontramos

Carlos notando sus tres semanas de inactividad

Qué buena compañía (las sombras, eh!!!!)


Subiendo al Turó, una persecución de casi veinte minutos para poder dar caza a Carlos que se me había distanciado sólo unos pocos metros (suerte que iba a “ritmo Verano Azul”…), ciclistas que nos adelantaban como si de una carrera se tratase, yo apretando cada vez más y siendo incapaz de coger ninguna rueda, y ni siquiera de alcanzar a Carlos. ¡Como mola esa subida!

Llegando al refugio

Qué buen día hacía

A 1700 metros de altura


De bajada, la ya típica caída tonta de Carlos, enganchándose el brazo en una zarza por el lado derecho, y “tirándose” a un zarzal entero por el lado izquierdo. Trabajo nos costó que se pudiera levantar. Anécdotas de la jornada.

La zarza

El zarzal


En Santa Fe, visita a un par de fuentes, al pantano, a unos árboles centenarios, y la decisión de dar media vuelta y volver totalmente por carretera hasta Montseny. Ya habrá otras ocasiones para hacer la ruta entera.

Decía Carlos que el pantano no estaba muy lleno

"Peazo" de árboles

No sé qué decir...


La vuelta, rápida y medio fácil, que ir con dolores en la rodilla no es lo mejor para pedalear. Pero el cumpany es una máquina, y si hace falta pedalea a una pierna…

Un tramo muy bonito

Ya sólo faltaba dejarse llevar


Con la tontería nos salieron casi 50 kilómetros y  1700 metros de ascensión acumulada. No está mal para haber ido “a ritmo Verano Azul”. Otro día, en circunstancias más favorables, hay que volver y dejarse el hígado, ¡jajajaja!

Un día espléndido, que al igual que nosotros, innumerables ciclistas y senderistas aprovecharon para ir a disfrutar a la montaña.    


Bruno

jueves, 8 de septiembre de 2011

UNA SEMANITA MÁS TRANQUILA


Después de las cuatro salidas consecutivas al Montseny, la semana pasada tocó descansar un poquito. Se acabaron las vacaciones y empecé a trabajar en turno de mañanas, lo que implica ir toda la semana petado. Aun así, mi idea era volver el sábado a hacer una ruta por allí. Lo que pasa es que acabé pasando el fin de semana en la playa, con parte de la familia. ¡Eh, no va a ser todo bici!

De todas maneras, entre semana “fui capaz” de salir a correr el martes, haciendo unos 7 kilómetros, que de momento es mi record (no sé si en otros tiempos llegué a hacer más), además de caminar un buen trecho antes y después de correr. Acabé bastante petado, y con las piernas rozando los límites del “bienestar articular”, pero es que había que alargar un poco más que otras veces. Al día siguiente me dolía todo, ¡jajajaja!

Y el jueves me pegué una buena sesión de estática, que aunque la pobre está ya para el arrastre y no hace casi resistencia, las dos horas que estuve dando pedales tienen que servir para algo. Digo yo.


CREU ARRIBA, CREU ABAJO

Esta semana tocaba volver a coger la bici, que habiendo cambiado el turno a “tardes”, y con el calorcito que está haciendo, una salidita mañanera antes de ir a trabajar siempre sienta de maravilla.

Como no, me apetecía hacer carretera. Y subida. Y lo mejor para no irme muy lejos y hacer algo con esas características era “pasarse” por el puerto de La Creu Aregall, que lo tengo al lado de casa.

Un recorrido muy sencillo, y muy apropiado para hacer un par de horitas algo intensas:

- de casa, a La Palma de Cervelló: bajada y falso llano para empezar a mover las piernas (mmmm, sólo 10 minutos de calentamiento en la estática)
- antes de llegar de llegar al primer semáforo, media vuelta y subida hasta La Creu Aregall (con un pequeño descansillo saliendo de Corbera Alta)

Llegando al puerto, desde el lado de Corbera


- de la Creu, a Gelida (todo bajada, lo que no significa relajamiento total)
- en la rotonda del final de la bajada, media vuelta y a la Creu otra vez (ahora sí todo subida)

Por el lado de Gelida

- y del segundo paso por La Creu Aregall, a casa, (casi todo bajada, y un par de repechos)


P'arriba y p'abajo, p'arriba y p'abajo


1 hora y tres cuartos
31 kilómetros
850 metros de ascenso acumulado

Me gusta mucho hacer este puerto. Lo conozco desde siempre, y además tiene su encanto. Tanto por un lado como por el otro.

Más suave al principio, y metiéndome más caña luego, una buena salida para ser martes laboral, que luego me paso casi toda la jornada de pie, y parece que no, pero eso me casca aún más las piernas.


...


Al día siguiente me tiro tres cuartos de hora en la estática estirando las piernas, y en lugar de irme bien, me paso el día con la sensación de que tenía que haberlo dejado para hoy.

Ahora un poco de descanso hasta el sábado, cuando me iré con el “cumpany” al Montseny, a ver si nos pegamos una ruta guapa. La idea es repetir la que hice yo el tercer día que estuve por allí. Veremos qué tal se nos da…


Bruno