Sin metas pero con objetivos, sigo disfrutando de las bicis y de otras actividades. Intento aprender continuamente para mejorar como persona, física y mentalmente. Este blog sigue siendo una especie de diario personal en cuanto a lo ciclístico, pero va siendo hora de ir añadiéndole algunas cosas más que también captan mi atención...

sábado, 28 de agosto de 2010

A VECES HAY QUE RENUNCIAR


Ya lo decidí hace unos días. Al final no iré a la Turbón Tour Non Stop.

Estaba más o menos bien preparado, y después de la última salida que hice por carretera me quedé bastante animado y convencido de que la podría hacer con unas mínimas garantías de éxito.

Ya sólo me quedaba acabar de afinarme, ya por montaña, en estas últimas semanas de agosto.

El problema fue un pequeño y desafortunado golpe que me dí, con una pata de la cama, en el dedo gordo del pie derecho.
La consecuencia, el levantamiento total de la uña.
Un golpe muy tonto, del que rápidamente intuí la "gravedad". Seguramente me iba a impedir pedalear durante unos días. Y así ha sido.

Aunque la uña no se cayó, se levantó entera hasta su base, con lo cual quedó suelta. De tal manera que he estado tomando antibióticos para que no se me infectara, y por supuesto, no he cogido la bici ni he hecho nada que implicara presionar la uña. Se trataba de intentar que, si acaba por caerse (lo más probable), sirva de guía para la uña nueva y así ésta no salga torcida.

Total, que después de dos o tres días de pensar que a lo mejor, con un poco de cuidado, podría retomar los entrenamientos y llegar en condiciones a la Turbón Tour, al final me resigné y decidí que no haría la prueba. Habrá tiempo de hacer más marchas y más salidas con la bici. Lo importante es que la uña quede bien.

Así que estos últimos días los he encarado con otra mentalidad, haciendo cosas que requerían un tiempo que no les estaba dando, e intentando disfrutar de los últimos días de vacaciones sin pensar constantemente en la bicicleta.

La verdad es que desde principios de agosto tenía una extraña sensación, de no estar planteandome bien las vacaciones, de no estar haciendo las cosas como debía. Quizás este pequeño incidente me ha servido para reflexionar un poco, y poder así reconducir ciertos aspectos que seguramente no estaba llevando bien.

En fin, para otra vez será.

Bruno

viernes, 20 de agosto de 2010

SIMULACRO POR CARRETERA DE LA TURBÓN TOUR (RUTA DE LA BOFIA, YA NI LO INTENTO)


Se acerca el 4 de septiembre y me tengo que ir poniendo ya las pilas, que me estoy dejando.

Ya llevaba días dándole vueltas a un posible recorrido que más o menos consiguiera simular el perfil que me encontraré en la Turbón Tour Non Stop. Ya no me sirve darme vueltas por “mi zona”, haciendo ascensiones de 4 ó 5 kilómetros, con desniveles de 400 metros. Tengo que entrenar en subidas de 10 kilómetros y más, y con desniveles que lleguen a los 1000 metros.

Esto es lo que me espera el 4 de septiembre.  Miedo me da...


Como por aquí no tengo la posibilidad de hacer rutas de esas características, y aún no me he puesto a hacer rutas por el Montseny o sitios parecidos, lo más fácil era plantearme una ruta por carretera tomando como “centro de operaciones” Sant Llorenç de Morunys.
Ya he estado por allí dos veces, y sabía que podría hacer un recorrido con subidas y bajadas largas, incluso enlazando unas con otras. Además, los paisajes son bellísimos, con lo que también me iría bien para regocijar mi mente.

Por fin anunciaban buen tiempo, asi que el lunes ya me acosté decidido a levantarme muy temprano y marchar hacia allí.
La noche antes, barajando los posibles recorridos a hacer, aunque al final siempre acabo dejando un poco de sitio a la improvisación.
Todo dependería de cómo me encontrara, que llevaba 7 días sin hacer nada de nada, ni siquiera estática.

Los malos horarios de las vacaciones y un fastidioso dolor de cervicales hicieron que me costara mucho dormirme, con lo que al final, en lugar de levantarme a las cinco de la mañana del martes, me acabé levantando a las seis. Más vale tarde que nunca, pensé.

Siempre acabo tardando entre hora y media y dos horas desde que me levanto hasta que estoy subido en el coche. En esta ocasión no iba a ser diferente. Lo que sí iba a ser diferente fue el camino que hice con el coche. Por un despiste a la altura de Manresa, me hice unos cuantos kilómetros en dirección a Cervera (unos cuantos bastantes). Ya me vale. Y ya que estaba allí, en lugar de dar la vuelta seguí por carreteras alternativas hacia Solsona.

Bueno, pensé que así de paso hacía un poco de turismo, que también está bien, y conocía nuevas carreteras. De hecho estuve a punto de dejar el coche en Biosca y hacer una subidita de casi 10 kilómetros que hay camino de Solsona. Pero no era el día para hacer inventos, era el día de meterme caña de verdad.

Finalmente acabé por empezar la ruta casi a las 10 y media de la mañana. Tardísimo. Pero al menos empezaba con muy buenos ánimos, y con muchas ganas de subir y subir, y seguir subiendo.

Aunque estuve planteándome hacer ya de una vez la Ruta de La Bofia, y unirla con la de Pratformiu para así acabar con un buen kilometraje, decidí no variar mis planes iniciales y hacer una ruta totalmente por carretera, intentando conseguir hacer un recorrido lo más parecido a lo que será la Turbón Tour. También hay que decir que las carreteras de por allí tienen muy poco tráfico, lo que ayuda a decidirse por una ruta de asfalto.

Lo primero que tenía pensado era subir hasta el Coll de Jou, y volver a bajar a Sant Llorenç. De esta manera empezaría por hacer una subida de unos 10 km y 600 m de desnivel, con su consiguiente bajada, de manera que conseguiría imitar más o menos las que serán primera subida y primera bajada en la Turbón.

Me lo tomé con mucha calma, pues no quería que me pasara como el martes anterior, cuando me metí mucha caña en la primera mitad del recorrido y luego sufrí las consecuencias. Esta vez quería hacer más kilómetros y más desnivel, por lo que era importante empezar “de paseo".

Ya nada más empezar me dí cuenta de que iba mucho más bajo de pulsaciones de lo que me esperaba, y aunque también tenía que ver el llevar un ritmo muy tranquilo, pensé que los siete días de descanso no me habían ido tan mal.

Por primera vez en las tres ocasiones en que he subido por allí, me encontré a 4 ó 5 beteteros y beteteras que parecía iban a hacer alguna ruta de aquellas. Un par por aquí, otra por allá, todos a un ritmo muchísimo más lento que el que yo llevaba. Siempre te da un poco más de ánimo ver a alguien más lento que tú.

Total, que después de 1 hora y 9 kilómetros de subida acabé por llegar al Coll de Jou. Paré a coger agua en la fuente, charlé un poco con un hombre que estaba llenando una garrafa, y como iba sin cámara por culpa de mi torpeza del martes anterior, no perdí tiempo en hacer fotos.
Además, esta vez quería ir “per feina”, y no parar más que lo justo y necesario, así que me subí a la bici y bajé rápidamente (10 minutos de bajada para deshacer lo que había tardado 1 hora en subir) hasta el pueblo, pedaleando lo mínimo para no gastar fuerzas. Por el camino, una barrita para recargar energía.

Una vez en el pueblo tocaba empezar la que sería la subida más larga del día. Tomando la carretera que va hacia La Coma, mi idea era subir hasta la estación de esquí nórdico de Tuixen-La Vansa, a poder ser, sin parar.

Así que empecé a pedalear otra vez, volviendo a coger tono en las piernas gracias a que hasta pasados cuatro o cinco kilómetros no empieza la subida propiamente dicha.

Como en la anterior, empecé a un ritmo suave, sabiendo que podía forzar más, pero dejando que pasaran los kilómetros, que me quedaban unos cuantos por delante y ya tendría oportunidad de apretar cuando viera claro que no iba a acabar petando.

No he comentado nada, pero tanto en esta subida como en la anterior, el día que hacía, casi sin nubes, dejaba contemplar perfectamente las magníficas vistas de ese valle, Vall de Lord, y de esas montañas espectaculares. Como digo siempre, las vistas ayudan a que los kilómetros pasen con mayor rapidez.

Hay que decir que el día era perfecto para ir en bici, pues hacía sol pero no demasiado calor, aunque subiendo, sudar, sudaba . Incluso el airecillo era fresco y ayudaba a no estar demasiado acalorado.
Las sombras que me iba encontrando hacían el resto.

Poco a poco fui haciendo kilómetros, a mi ritmo. Pasé por el desvío que lleva al Port del Comte, y una vez llegué al Coll de Port ya sólo me quedaban los últimos tres kilómetros, que también son los que tienen más pendiente, pues hasta ahí la pendiente media debe ser de un 8 %, y esos últimos tres kilómetros son al 10 % más o menos.

Al final, 1 hora y 55 minutos para recorrer los 20 kilómetros que hay desde el pueblo hasta la estación de esquí, y subir los 1100 metros de desnivel acumulado. Esta subida está muy, muy bien. Llegué muy contento a la estación de esquí. De momento me encontraba bien de fuerzas, y mejor de ganas.

Al llegar arriba no paré, si no que bajé del tirón hasta el Coll de Port, donde sí me paré a coger agua y comer un par de barritas, que aunque subiendo ya me había comido una, empezaba a tener hambre. Suerte que fui previsor y antes de empezar la ruta me había comido medio bocadillo y un plátano.

Allí estuve charlando un rato con un hombre que me había cruzado al subir a la estación, y que venía caminando desde la estación del Port del Comte. Me explicó que normalmente hacia rutas de 50-60km, de 9 ó 10 horas, a ratos caminando, a ratos corriendo. Llevaba 6 horas caminando y había quedado con su familia para comer en el restaurante que hay allí en el Coll de Port. Buena manera de abrir el apetito.

Bueno, el caso es que estando allí pensé en ir a Tuixent, el pueblo que se ve abajo de todo, en el valle (Vall de La Vansa i Tuixent).
Ya me había estado fijando el otro día, y mirando la carretera calculé que debía haber unos 8-10 km hasta el pueblo, con lo que podría ser otra buena subida para meter en la ruta. Como además me encontraba bien de fuerzas (bien, pero no sobrado) decidí que era el día perfecto para probarlo.

Bajando cogí confianza en la posterior ascensión, pues el gps me iba marcando desniveles de entre el 5 y el 8 %. Así que pensé que sería más suave que la que acababa de hacer. La bajada tiene 8 kilómetros y unos 500 metros de desnivel, apropiada para lo que yo quería hacer, y luego hay un kilómetro y pico hasta el pueblo. Ya que estaba allí decidí entrar y verlo de pasada.

Es un pueblo muy compacto, de casas de piedra (alguna construida encima de rocas)  y callejuelas estrechas, la mayoría en pendiente. Merece la pena visitarlo. Una vez callejeé un poco acabé por llegar a una zona del pueblo desde donde se divisaba un río (Riu de Josa) bastante más abajo, así que me metí por una especie de calle que bajaba hacia allí.

Ahora ya sí estaba en lo más bajo que podía llegar a estar. Me metí en la carretera que subía hacia el pueblo, y empecé el camino de vuelta hacia el Coll de Port. Justo cuando empieza realmente la subida veo que hay una fuente (no sé el nombre) en la que no me fijé al bajar, y me paro a coger agua. ¡Qué fresca y buena estaba! Aproveché para beber todo lo que pude, y también hacer unos estiramientos, que me notaba un poco agarrotado.

Tanta bajada me había dejado las piernas un poco dormidas, así que cuando inicié la subida me costó coger el ritmo. Suerte que las pendientes no eran demasiado duras, aunque tengo que decir que el gps me había engañado un poco, pues subiendo me marcaba un par de puntos más que bajando. Alguna vez me había fijado en eso, y ahora ya estoy seguro de que bajando marca menos porcentaje que subiendo. Creo que tiene que ver con la velocidad de desplazamiento.

El caso es que fui subiendo más o menos bien, buscando las sombras de los árboles para mitigar el calor que hacía (eran cerca de las tres de la tarde), y siempre con una mentalidad muy positiva que sin duda me ayudó en todas las ascensiones de la jornada.

“Cuando me quise dar cuenta” (es un decir) llegaba otra vez al Coll de Port, y como no, decidí seguir sin parar hasta la estación de esquí. Esos 3 kilómetros me costaron bastante, ya empezaba a estar un poco tocado. Aún así, sólo tardé 1 minuto y medio más que en la subida de un par de horas antes (ya empiezo a cogerle el gustillo a toquetear el botón de “lap” del gps).

En total había tardado 1 hora y 20 minutos en hacer los 11km y 650m de ascensión desde la fuente. Otra buena estadística para la jornada.

Al igual que anteriormente, al llegar a la estación no me paro y vuelvo a bajar al Coll de Port para descansar allí un ratillo. Cogí agua, comí, estiré, me tumbé un momento para elevar las piernas, y me mentalicé para seguir con la ruta.

La idea era ir hasta la estación de esquí del Port del Comte (lo que implicaba hacer una bajada de unos 4 km y una subida de unos 7), y luego bajar hasta el Coll de Jou; de ahí a Sant Llorenç, subir otra vez al Coll de Jou, y ya bajada final hasta el pueblo. Pero me estaba dando la sensación de que no sería capaz.

Se me pasó por la cabeza bajar ya directamente hasta Sant Llorenç, pero eso habría sido recortar algo el kilometraje y el desnivel acumulado, así que finalmente opté por ir hasta el Port del Comte y luego ya veríamos.

Desde el Coll de Port hay que bajar 4 km hasta el desvío que lleva al Port del Comte. Luego tocar subir. Las piernas ya no estaban para hacer grandes cosas, me di cuenta enseguida. Además me empezaban a dar avisos de calambres. Encima, al principio la pendiente era mayor de lo que me esperaba. Suerte que luego se suavizó un poco.

La subida la hice intentando no forzar mucho para no sufrir ningún calambre, que, aunque no iba sobrado, aún tenía fuerzas para hacer unos cuantos kilómetros más y no quería retirarme antes de tiempo.

Los últimos dos o tres kilómetros (desde la urbanización hasta la estación de esquí) ya sí me costaron bastante. También llevaba el culo dolorido, pero no tanto como el día del Coll d’Estenalles, y es que esta vez me había preocupado de ponerme de pie en la bici muchas más veces que aquel día. Ahora ya no me podía poner de pie porque me acalambraba los cuádriceps.

Al final, ya en la estación, y cuando me quedaban sólo unos metros para acabar el asfalto, casi, casi, me acalambro en las dos piernas a la vez, y tanto por la parte delantera (cuádriceps) como por la trasera (isquiotibiales). Por suerte ya había llegado y pude bajarme de la bici a tiempo. Está claro que era fatiga total de las piernas, pues una cosa es un calamabre puntual en un músculo de una pierna, pero es que aquello casi fue un acalambramiento total.

Estuve un rato parado, comiendo, bebiendo, caminando para relajar las piernas, y estirándolas cuando ya no se me enganchaban. Quedaba claro que no estaba en condiciones de hacer ninguna ascensión más, así que decidí volver ya hacia Sant Llorenç. Sólo me quedaba la duda de si volver por el Coll de Jou (todo bajada) o volver por el otro lado, por La Coma i Pedra (últimos kilómetros llegando al pueblo con un par de repechos). Finalmente pensé que me aguantarían las piernas (por los calambres) y decidí volver por el lado más largo, bajando por La Coma.

Me puse el cortavientos y los manguitos, y empecé el camino de vuelta. Son 16 kilómetros casi totalmente de bajada, en los que pedaleé lo menos que pude, sólo lo justo para coger un poco de velocidad después de alguna curva lenta. Los últimos repechos antes de llegar al pueblo se me hicieron un poco pesados, pero los aguanté bien, y sin calambres, que era lo importante.

Llegué al pueblo muy contento. También muy cansado. Pero satisfecho con la ruta que había hecho. La verdad es que el recorrido es muy bonito, con esos paisajes tan guapos, esas carreteras tan divertidas, y esas grandes subidas y grandes bajadas, casi sin zonas llanas entre ellas.

Además, el perfil que me salió es bastante aproximado al de la Turbón Tour. Sólo me faltó subir al Coll de Jou por segunda vez, y habría salido casi idéntico. Eso sí, esta ruta es totalmente por carretera, y por supuesto no cuesta lo mismo pedalear por asfalto que pedalear por caminos de tierra y piedras. Peeeeeeero, es lo más aproximado que he podido hacer.


Comparativa entre el perfil de la Turbón Tour y el perfil que me ha salido en esta ruta


En total hice 98 kilómetros, con 2900 metros de ascensión acumulada, y un tiempo total de 7 horas y media de ruta, para un tiempo de pedaleo de 6 horas y media.

No está nada mal, tengo que decirlo. Está bastante bien en realidad.
Y no me esperaba aguantar tanto después de 7 días de inactividad. Así que he acabado contento, y con mejores expectativas de cara a la Turbón Tour Non Stop. Eso sí, aún tengo que estar un poco mejor para ir allí con unas mínimas posibilidades de acabarla.
Quedan dos semanas...

Bruno

martes, 17 de agosto de 2010

COLL D'ESTENALLES Y ALGO MÁS


Cada vez me da más palo hacer las crónicas de las salidas.
En algún caso, como en éste, la empiezo el mismo día de hacerla, pero acabo por dejarla a medias, y hasta pasados unos días no la termino. Por pereza. En fin, la última salida que he hecho es del martes de la semana pasada, y casi me va a pasar como con la última crónica, en la que tuve que juntar dos salidas. Ahí va...


MARTES 10 AGOSTO 2010

Acabo de llegar de hacer una ruta por carretera por el Parc Natural de Sant Llorenç del Munt i L’Obac.
Estoy petao. Las piernas muy, muy cansadas, y el culo, muy, muy, dolorido. Aquí hay algo que falla.

Que haya llegado tan cansado puedo achacarlo a los cinco días que hacía desde la última salida (que tampoco), a los 90 kilómetros que he hecho (¿porqué, si sólo me han salido 1700 metros de ascensión acumulada?), al alto ritmo que he llevado en los primeros 50 km (esto podría ser), o al tremendo calor que he pasado en los últimos 50 (también debe tener algo que ver).

Pero el culo... No entiendo porqué en las últimas salidas acabo con el culo tan dolorido.
Ni en el Soplao (14 horas y media de ruta, 12 horas de pedaleo), ni en la VipXtrem (13 horas de ruta, 11 de pedaleo), acabé con el culo tan dolorido.

Quizás sea porque subí un poco el asiento y ahora voy más “forzado” (eso, más bien creo que pudiera ser el motivo de los dolores en los tendones de la pierna izquierda), o quizás es que el Duo-Power ha hecho ya su labor, y tengo que cambiar de asiento y poner el Duo-Power nuevo que compré antes del Soplao (pero es muy estrecho y no me resulta cómodo). Y quizás sea que las horas que le echo a la estática me lo dejan bastante cascao (todo hay que decirlo).

No sé. El caso es que llevo días con el culo dolorido. Y cuando voy pedaleando con el culo dolorido, pedaleo mal, y con menos fuerza de lo normal. Y si encima la subida es de 15 ó 20 kilómetros, que es lo que estoy intentando entrenar ahora, pues peor. Pero es que hoy, ni en bajada podía pedalear bien. Vaya tela...

Encima, se me ha caído la cámara al suelo, y aunque no se ha roto, sí que ha quedado “tocada” y no puedo hacer fotos. Vaya tela otra vez...

En fin, que hoy, sin ponerme el despertador, y habiéndome costado mucho dormirme, me he acabado levantando a eso de las nueve de la mañana, no muy convencido de lo que iba a hacer, pues ya hace días que las previsiones del tiempo para Sant Llorenç de Morunys son malas. Que si lloverá por la mañana, que si de aquí a dos días mejor, pasan los dos días y dicen que va a haber tormenta...

Total, que hoy iba a hacer algo, estuviera el tiempo como estuviera. Sólo dependía de a qué hora me levantara. Y como me he levantado tarde para ir allí arriba, y tampoco me apetecía hacer una ruta por los sitios que he visitado innumerables veces este año, al final he decidido irme a Terrassa, para hacer ruta por carretera en dirección a Mura, pasando por el Coll d’Estenalles.

Una ruta que ya hace unas semanas que tengo prevista, y que no acababa de encontrar el día ni las ganas para hacerla. Hoy era el día perfecto. Aunque esperaba que lloviera un poco, pero ya me daba igual. Vaya agosto llevamos.

Mala señal al salir de casa. Después de cargar todo en el coche, éste no arranca. La batería. La semana pasada me dejé las luces puestas allí en Sant Llorenç (suerte que donde lo dejé aparcado pude maniobrar y arrancarlo moviéndolo), y está claro que la batería no se ha recuperado porque ya estará vieja. Bueno, después de unos momentos de fustración, y cuando ya me iba a ir a casa, lo vuelvo a intentar y... ¡arrancó!

Pues nada, pa’ Terrassa. Luego allí ya miraré de dejarlo en bajada...

A las 11 de la mañana he empezado la ruta. Desde la salida de Terrassa, al lado de Matadepera, he tomado la carretera BV-1221 que sube al Coll d’Estenalles. El cielo nublado y el ambiente fresquito. Bueno, es lo que me esperaba.

La subida la he empezado a un ritmo tranquilo, que había que ir calentando ya que nada más empezar ya vamos hacia arriba. Poco a poco he ido cogiendo un ritmo más alegre, mientras pensaba en si me tocaría ponerme el chubasquero.

Supuestamente voy hacia allí


Los primeros kilómetros tienen una pendiente suave, y según avanzamos va aumentando hasta llegar a un 7-8 % más o menos constante. Es una subida medio larga, de unos 13 kilómetros desde donde yo he empezado, que se hace bastante bien, supongo que porque acababa de empezar la ruta.


Esa montaña también tiene buena pinta


Según avanzaba en la subida parecía que el día no iba a ser tan fresco, y el sol se ha empezado a notar haciendo que sudara bastante.

Parece que por aquí está más despejado


Después de una hora de pedaleo y 500 metros de desnivel he acabado pasando por el Coll d’Estenalles. De momento iba bien de fuerzas y de ganas, y ahora empezaría una buena bajada.

Ha sido una buena subidita


Según empieza la bajada he querido hacer alguna foto, pero al final he guardado la cámara, que lo suyo era concentrarse en la carretera y disfrutar del paisaje mientras pedaleaba. Al poco he visto un camino que parecía que llevaba a lo alto de una de las grandes piedras que hay por esa zona, y me he salido de la carretera para ir a hacer unas fotos.

Ahí a la izquierda me voy a subir


En pocos metros ya me he tenido que bajar de la bici y hacer un poco de treking. Suerte que las zapatillas que llevo me permiten subir por las piedras.

Haciendo un poco el cabra, con el "hombre de piedra" al lado


Después de un par de fotos a pocos metros de la cima he acabado de subir hasta la zona llana que había en lo alto de la gran piedra, desde donde las vistas son de vértigo.

Realmente curiosa esa roca


He estado allí arriba bastantes minutos, disfrutando de la vista, haciendo fotos y grabando un vídeo, y llamando a casa para decir por dónde andaba. En total, desde que salí de la carretera hasta que volví a ella, casi media hora parado (parado o “escalando”).

Panorámica desde allí arriba (la base queda forzada)


Bueno, había que seguir con mi camino, así que he vuelto a retomar la bajada por carretera, en dirección a Mura, que era mi siguiente destino.

Después de unos kilómetros de bajada con un par de repechos por medio, al llegar al desvío hacia Mura me lo he pensado y he seguido recto en dirección a Talamanca. He pensado que ya pasaría por Mura a la vuelta, y así podría hacer un recorrido más largo.

Una buena bajada hasta Talamanca, dejando ya atrás el parque natural, y viendo como el paisaje va cambiando poco a poco, pasando de una zona muy arbolada a otra en la que las montañas están bastante peladas, y como mucho hay matorral bajo.

1er paso por Talamanca


Un par de fotos de pasada por Talamanca, pueblo bonito de ver, y tras otro tramillo de subida, bajada otra vez, ahora hasta llegar a Navarcles, a donde llego después de un poco más de 20 kilómetros y unos 50 minutos de bajadas salpicadas con alguna que otra subida.

En el pueblo, bastante feo para mi gusto, callejeo un poco buscando la iglesia para hacer alguna foto representativa, y tras reponer agua en una fuente y hacer un par de fotos inicio el camino de vuelta.

Qué bien queda aquel contenedor de basura


Ahora iba a tocar hacer una larga subida hasta que llegara otra vez al desvió hacia Mura. Empecé un poco atrancado, que tantos kilómetros bajando, y los minutos que había estado parado me habían cortado el ritmo. Poco a poco empiezo a pedalear con más soltura y puedo hacer la primera parte de la subida a un ritmo ligero.

Intentaba llevar un buen ritmo, pero la vista no me ayudaba

Durante toda la ruta vi innumerables caminos que discurrían casi en paralelo a la carretera, y que sin duda son caminos rurales que deben conectar unos pueblos con otros. Algún día habrá que investigarlos.

Al lado derecho de la carretera no estaba tan seco.


El sol empieza ya a calentar bien, y en este tramo empiezo a pasar más sofocos de lo que me esperaba para esta jornada. Aún así voy con un ritmo muy bueno, pensando que como no voy a hacer muchos kilómetros, al menos que los haga más o menos rápido.

Las ruinas de la ermita de Santa Magdalena


Ya llegando a Talamanca la pendiente cesa por un rato, cosa que agradezco, y aprovecho para hacer más fotos de la parte vieja del pueblo, muy vistosa por ser todas las construcciones de piedra.

De vuelta en Talamanca

A la izquierda queda el castillo

Ya que estaba allí tenía que haber callejeado un poco


Otra vez subida para volver a entrar en el Parc Natural, momento en el que vuelve a haber árboles a los lados de la carretera, y en consecuencia, algunas sombras en las que resguardarse durante unos segundos, que ahora ya sí iba muy acalorado y deseando que llegaran bajadas para que el aire me refrescara un poco. El agua y el isotónico iban tibios, lo que no era impedimento para que no dejara de beber.

Un paisaje un poco más fresco


Por fin llego al desvío hacia Mura, y dudo de tomar otro hacia Sant Llorenç Savall. Lo dejo para otro día y bajo hacia Mura, que está a 3 ó 4 kilómetros bajando. Este pueblo merece la pena pararse a visitarlo con un poco de tiempo, con sus calles estrechas y casas de piedra. La distribución del pueblo, situado en pendiente hace que pasearse por sus calles tenga un encanto añadido.

La entrada ya promete


Entro en el pueblo y me paro a hacer unas fotos, cuando ocurre el accidente de la jornada. Al pasarme la cámara de una mano a otra... se me cae al suelo, con el objetivo abierto claro. ¡Vaya mierda! No se me cae cuando voy haciendo fotos sin bajarme de la bici, y ahora que estoy parado y con total tranquilidad, hago gala de mi habitual habilidad y la tiro al suelo. ¡Ya me vale!

Últimas tomas de la cámara antes de estrellarse contra el suelo


La recojo y veo que no se ha roto nada, pero claro, algo tenía que haber pasado, y es que el objetivo no abre ni cierra bien, por lo que la cámara da aviso de un error y no puedo hacer más fotos. Consigo cerrar el objetivo y guardo la cámara, maldiciendo mi torpeza, y pensando que bueno, ahora ya sólo me voy a tener que concentrar en pedalear.

Después de callejear un poco por el pueblo, que ya que estaba allí me apetecía “visitarlo”, salgo por una carreterilla en dirección a Rocafort, que sé que está a unos cinco kilómetros.

El camino sigue siendo de bajada, pero con el viento en contra, así que me toca apretar los pedales más de lo que me apetecía. Hacía ya mucho calor, y casi habría preferido quedarme allí en Mura, tumbado a la sombra de algún árbol.

Después de un corto pero duro repecho acabo llegando a Rocafort, otro pueblo curioso de la zona, donde paro en una fuente a llenar de agua el bidón y el camelback, y a descansar un rato, que ya iba bastante hecho polvo. El fuerte calor que estaba haciendo, y el alto ritmo que había llevado hasta llegar a Mura me estaban pasando factura.

Estuve allí un buen rato, comiendo algo y bebiendo mucha agua mientras me intentaba resguardar del sol. Mi idea era seguir adelante hasta llegar a El Pont de Vilomara, pero viendo lo que faltaba para llegar, y las condiciones en las que estaba, decido dar la vuelta y volver ya hacia Terrassa, que calculo que me saldrá ya un buen kilometraje.

El camino de vuelta empieza bien, con ese corto repecho que ahora es de bajada, pero como comenté al principio, ya con el culo muy dolorido, de manera que incluso bajando iba muy incómodo.

En cuanto empieza la subida hacia Mura me doy cuenta de que me va a costar llegar al Coll d’Estenalles. Encima, el viento que al bajar fue en contra, ahora de subida ¡también es en contra!

A un ritmo muy lento voy subiendo hacia Mura, donde me paro un momento para tomarme un gel, y continúo subiendo hasta llegar al cruce con la carretera que lleva a Terrassa. Bueno, aquí no cambia la cosa, ya que sigue siendo subida, casi totalmente continua, hasta que llegue a coronar el Coll d’Estenalles.

Al estar haciendo un recorrido de ida y vuelta ya sé lo que me espera, así que cojo un ritmo medio decente y voy subiendo poco a poco, intentando no gastar más fuerzas de las necesarias, y poniéndome de pie de vez en cuando para aliviar el dolor en las posaderas.

Según me voy acercando a la cima voy aumentando ligerísimamente el ritmo, aunque de manera casi imperceptible. Iba ya casi por inercia. Por fin, después de unos 15 kilómetros y una hora y cuarto de haber salido de Rocafort, llego al Coll d’Estenalles, bastante hecho polvo. Sobretodo del culo, que lo llevaba muy escocido. Bueno, y las piernas no estaban para muchas alegrías tampoco.

Me paro a hacer una última parada táctica, y después de unos pocos minutos empiezo la bajada, que pensaba se me haría más llevadera. No fue así. La verdad es que se me hizo muy, muy larga. Sí, era bajada, pero había que ir pedaleando, que si no no llegaba nunca. Encima, con el culo tan dolorido y las piernas muy fatigadas, la tarea me resultó más difícil de lo normal.

No llegó a 25 minutos lo que tardé en recorrer esos 13 kilómetros y pico de bajada, pero se me hicieron realmente largos. Pero bueno, finalmente llegué a donde había dejado el coche. Tres o cuatro minutos pedaleando para relajar un poco las piernas, y ya a guardarlo todo y cambiarme de ropa para volver a casa.

Acabé haciendo 90 kilómetros en 5 horas y cuarto de pedaleo, para un total de 6 horas y 10 minutos de ruta. 1800 metros de ascensión, con dos subidas algo largas, una al principio y otra al final, y una tercera más corta de por medio.

Un perfil medio bueno


Unos datos nada espectaculares. No obstante, acabé muy hecho polvo. Demasiado para lo que hice. Sí, la primera mitad de la ruta la hice a un ritmo alto, pero eso no quita. No me veo bien de forma.
Y es que últimamente no creo estar haciendo un buen entrenamiento, ya que dejo muchos días entre una salida y otra. Pero es que los tendones me han estado avisando de que tenía que bajar un poco el ritmo.

A ver si ahora, que sólo quedan tres semanas para la Turbón Tour, me pongo un poco en serio, porque si no, me plantearé no participar, que aquello será muy duro.


Para ver la ruta en Wikiloc


Bruno

domingo, 8 de agosto de 2010

RUTA VIEJA, COMPAÑERO NUEVO


Después de la segunda salida consecutiva por tierras solsonencas, este jueves tocaba hacer la prometida ruta con Xavi, compañero del trabajo, y de la que ya llevábamos tiempo hablando. Ahora que ya estamos de vacaciones era la ocasión de hacerla.

Hasta el momento su tope kilométrico eran unos 50 kilómetros, así que lo que teníamos hablado era hacer una ruta que rondara los 70, y que tuviera un poco de todo: pista, sendero, carretera, algunas subidas duras, tramos más llanos, en definitiva, una ruta que fuera completita.

Quedamos en Gelida a las 8 de la mañana, así que yo me levanté a las 6 (vaya racha de madrugones llevo), pues hasta Gelida tengo unos tres cuartos de hora. Con unos minutos de retraso sobre la hora que tenía previsto, directamente cogí carretera en dirección a La Creu Aregall, para luego bajar hasta la entrada de Gelida, donde estaba Xavi esperándome.

Posando a la entrada de Gelida


Después de unos minutos de charla y de unos retoques en su bici, iniciamos ascensión hacia el Puig d’Agulles por el camino de la Font Freda. Buen principio para ir calentando, aunque tanto Xavi, que venía de Sant Llorenç d’Hortons, como yo, ya veníamos un poco rodados.

Nada más empezar nos encontramos con tres beteteros que tenían intención de subir al Montcau. Un pequeño tramo juntos, y ya cada grupo a su ritmo.

Por el camino de La Font Freda, con ganas de hacer kilómetros


Con las piernas todavía un poco acartonadas fuimos subiendo a un ritmo bueno, de calentamiento, que cuando nos quisimos dar cuenta ya nos había llevado a la falda del Puig d’Agulles.

Para no machacarnos demasiado nada más empezar, no subimos a la bola sino que bajamos por la trialera que va a dar a Can Armengol, para desde allí ir hasta el monasterio de Sant Ponç. Ya que era la primera vez que Xavi visitaba esa zona, lo suyo era que le llevara a ver el monasterio.

De visita turística en Sant Ponç


Después de la visita turística bajamos por el sendero que lleva directamente al camino del Cau de la Guineu, para subir por él hasta la “explanada de la N-340", al lado del campo de tiro. Desde allí, y haciendo la ruta típica que hago por esa zona, nos metimos en el camino que lleva a la masía de Can Cases de Vallirana, para luego dar el rodeo desde el Coll de Verdeguer hacia el Turó de Cal Becó, y volver otra vez al Coll de Verdeguer.

Bajando por la pequeña trialera que hay después de Cal Becó, oigo un estrepitoso ruido que me hace parar y dar la vuelta. Un mal apoyo de la rueda delantera había llevado a Xavi a pegarse un buen batacazo, aunque por suerte no tuvo mayores conscuencias.

Después del susto y de comprobar que “todo estaba en orden”, continuamos nuestro camino, ahora en dirección a la carretera, bajando por la trialera que nos lleva debajo del Pont dels Tres Arcs.

Después de cruzar al otro lado de la N-340, nos adentramos por el camino del Bosc de la Pinatella, para rodear los campos de cultivo del Mas del Lledoner. Un par de buenas subidas al principio, para luego llanear un poco hasta el Mas.

De momento estábamos teniendo la suerte de que el día no era muy soleado precisamente, y la temperatura, anormalmente baja para la época, no nos hacía sudar en exceso.

Después de llegar a la masía, subimos por el sendero que va paralelo a la carretera hasta el Pont del Lledoner, donde tomamos el camino en dirección al "Puig Bernat de la Pinatella". Dura subida al principio, para luego poder relajarnos un poco.

Después de un par de buenas cuestas ya no íbamos tan sobrados


Acabamos llegando a la urbanización El Lledoner, desde donde cogimos el camino que lleva a Olesa de Bonesvalls. Una bajada tranquila, a un ritmo ligero para no enfriar demasido las piernas, y parada al llegar al pueblo para aprovisionarnos de agua y comer un poco, que ya hacía horas que habíamos desayunado.

Xavi haciendo de probador de bicicletas


Después del avituallamiento y de cruzar unas palabras con un chico que venía de Molins, y que venía bastante más acalorado que nosotros, seguimos con lo nuestro, ahora tomando la carretera que lleva a Avinyonet del Penedés.

Nada más empezar ese tramo, Xavi, que realmente está muy bien físicamente, empezó a tirar y se me escapó un par de cientos de metros, lo justo para que ya no le pudiera coger. Vale que tampoco me maté por cogerle, pero sí que le fui “pisando” para intentar llegar a su altura.

A Xavi ya ni le veía, así que autoretrato al canto


Finalmente, en el Coll de la Creu de Can Ràfols dels Caus, se paró a esperarme, y ya hicimos juntos el último kilómetro hasta Avinyonet. Qué tío, no veas a qué ritmo se había hecho todo el tramo anterior.

Otra vez juntos


En Avinyonet no paramos, que ya habíamos parado bastante, y seguimos por la N-340 en dirección a Ordal. Otra vez con Xavi por delante metiéndole caña. Un poco antes de llegar al pueblo, Xavi me enseñó una fuente que queda escondida a la derecha de la carretera, al lado de lo que parece una iglesia, pero de la que no he encontrado ninguna referencia, más que la edificación que está por detrás resulta ser una residencia de ancianos.

Un rinconcito muy agradable

Eso tiene que ser una iglesia


Después de refrescarnos seguimos hacia Ordal, donde nos volvimos a meter por montaña para subir por el Camí de Mas Granada hacia el Puig d’Agulles.

Me parece que aquí a Xavi le empezó a pasar factura el alto ritmo que impuso en los 15km de carretera, aunque no por eso se quedó atrás ni mucho menos.

Los kilómetros se empiezan a notar


Por suerte para nosotros, la tierra que echaron hace semanas para “arreglar” el camino ya se había compactado, por lo que el rodaje fue bastante cómodo en comparación a lo que me había encontrado yo la última vez que pasé por allí.

De camino hacia el Puig d'Agulles


Al llegar al camino que sube a la bola, breve parada recuperatoria de fuerzas, y seguimos subiendo, que ya nos quedaba poquito.
Una subida dura como siempre, y más teniendo en cuenta los kilómetros que ya llevábamos encima.

Arriba, las fotos de rigor, que la ocasión siempre lo merece.

La bola es como un trofeo por haber llegado

Aunque las vistas no eran muy buenas, la foto era ineludible


Como ya nos habíamos pegado un buen tute, y Xavi no quería llegar muy tarde a casa, que su hijo había estado con fiebre, decidimos que ya era hora de volver.

Así que bajamos el Puig d’Agulles hasta coger el camino de la Font Freda (¡qué fácil se hace de bajada, jaja!), donde nos paramos para coger agua por última vez.

Un poco antes, breve parada en el Mirador de Can Voltà, al que yo pensaba que nunca antes me había asomado, pero que ahora creo recordar que fui una vez con mi hermano, hace ya muuuuchos años.

En el Mirador de Can Voltà


Desde allí seguimos hasta Gelida, y luego continuamos camino hacia Sant Llorenç d’Hortons, pues a mí me apetecía acompañar a Xavi hasta su casa. De Gelida a Sant Llorenç Xavi dio todo lo que le quedaba, y como en el tramo de Olesa a Ordal, se marchó unos cuantos metros por delante mío, de tal manera que no nos juntamos hasta llegar a su pueblo.

Al final, nuestra ruta conjunta duró un poco más de 6 horas en total, con un tiempo real de pedaleo de 4 horas y media, y nos acabaron saliendo 65 kilómetros de recorrido, con una ascensión acumulada de 1550 metros, que no está nada mal.
Además, tengo que decir que no fuimos de paseo ni mucho menos.

El perfil de la ruta conjunta


Xavi batió su record de kilometraje, además con muy buen aguante, y aunque él diga que ya iba tocado, yo creo que aún habría aguantado bien otros 20 kilómetros. Para otra ocasión...

Después de despedirnos a mí aún me quedaba volver hasta Corbera. Tramo fácil hasta Gelida, casi todo de bajada, y de allí subidita hasta La Creu Aregall.

Aunque ya iba justo de fuerzas, llevaba muchas ganas, así que la subida la hice a un ritmo realmente bueno, incluso forzando un poco.

La Creu de Rocassagna, en el inicio de la subida hacia La Creu Aregall


Tras poco más de media hora llegué al puerto, muy satisfecho con la subida que acababa de hacer, pero también tengo que decir que con ganas de llegar ya a casa, que dos salidas tan largas en tres días me estaban dejando los tendones de las rodillas bastante castigados.

Bueno, lo peor ya estaba hecho


Desde La Creu, y también a un buen ritmo, en 15 minutos llegué a casa. Bastante cansado, eso sí.

Una salida de 96 kilómetros, en casi 6 horas y media de pedaleo, para un total de 8 horas y tres cuartos de ruta, con 2300 metros de ascensión acumulada. Creo que una salida muy satisfactoria, teniendo en cuenta que aún no me había recuperado de la que había hecho el martes.

Un perfil muy "afilado"


Físicamente no me he encontrado muy sobrado, y los tendones me han dolido durante casi toda la ruta, así que he acabado satisfecho por el rendimiento, pero pensando que quizá no era necesario hacer tantos kilómetros.

Con Xavi, muy bien, tanto en el aspecto personal como en el deportivo. Hemos pasado una buena mañana, nos hemos divertido bastante, y tengo que decir que el día que se ponga a entrenar un poco en serio, no veas cómo se va a poner de fuerte el tío, pues tiene una muy buena base deportiva.

Por mi parte, ahora me toca intentar hacer de una vez la Ruta de la Bofia, que a este paso me voy a recorrer todo el Solsonés y no haré la ruta en cuestión. Eso sí, voy a dejar descansar un poco a los tendones rodillenses, que los noto bastante fatigados.


Bruno

ASFALTO Y NUBES (RUTA DE LA BOFIA 2º INTENTO)



Tras retrasar un par de días por culpa del mal tiempo mi segundo intento de hacer la Ruta de la Bofia, el martes de esta semana subí otra vez a Sant Llorenç de Morunys con la intención de volverlo a intentar.

El “problema” fue que ya subí con intenciones de hacer una ruta por carretera, que me apetecía mucho después de llevar tiempo sin hacer una así, y de haber visto el tipo de carreteras que hay por esa zona. Además, el llevar nueve días sin coger la bici (sí, demasiados) tampoco me animaba mucho a meterme por montaña, que seguramente no estaría en las mejores condiciones después de unos días de lluvia.

Así que el día antes ya había estado sopesando diferentes posibilidades de ruta, pensando en hacer unos 100 kilómetros.
Me levanté a las cinco de la mañana (¿pero no estoy de vacaciones?) y un par de horas después iniciaba camino hacia Sant Llorenç.

Esta vez, en lugar de ir por autopista y pasar por Berga, fui por carretera pasando por Solsona, y de allí hasta Sant Llorenç, pasando por el Coll de Jou. Quería ver qué tipo de carretera había en ese último tramo, pues mi idea era hacerlo con la bici.

El día empezaba con buena pinta


Bueno, una vez llegué al pueblo, antes de iniciar la ruta me tocó cambiar las pastillas de freno delanteras, que estaban casi al límite y por esos lares hay que ir sobrado de frenos, que las bajadas son largas y empinadas.

Finalmente acabé saliendo casi a las diez de la mañana (¡5 horas después de haberme levantado!), en dirección a Solsona, por la carretera que pasa por la Presa de la Llosa del Cavall. Era la mejor opción para ir calentando, ya que mi idea era subir desde Solsona hasta el Port del Comte, y luego ya veríamos si me metía en la montaña para hacer la Ruta de La Bofia o qué hacía.

La ruta empezaba bien, primero bajando un poco hacia el pantano, y luego alternando tramos llanos con algunos repechos y algunas bajadas. La carretera va bordeando el embalse, discurriendo entre montañas, con lo que las vistas son realmente bonitas.

Nada más empezar ya me tuve que parar a ponerme el cortavientos, los manguitos y el buff del cuello, pues estaba claro que no iba a pasar calor precisamente. Ya no me los quitaría en todo el día.

Una vez pasamos la presa y dejamos atrás el embalse, la carretera tira hacia abajo alternando pequeños tramos de subida, hasta que ya llegando a Solsona empieza a subir más o menos con continuidad. Llego a Solsona después de unos 23 kilómetros y 1 hora de trayecto. Ha sido un buen calentamiento, con 260 metros de ascensión, pero con 500 de descenso (por fin he empezado a usar los “Laps” del gps).

A partir de ahora vendrá lo bueno, pues desde aquí y hasta que llegue al Port del Comte se puede decir que va a ser todo de subida.

La carretera empieza siendo muy mala, bacheada y en condiciones propias de muchos años atrás. Aunque casi no tiene arcén, el hecho de que haya poquísima circulación (me pasaba un coche cada muchísimo rato) hace que no la podamos considerar peligrosa para ir con la bici. Unos pocos kilómetros después pasaría a estar bien asfaltada.

Según voy avanzando en mi camino el cielo está cada vez más tapado. Además, voy a ir subiendo continuamente, con lo que las posibilidades de que se despeje son pequeñas. Sólo deseo que no llueva, pues aunque llevaba el chubasquero no me apetecía nada pedalear lloviendo. Espero que el Maldonado acierte y la lluvia no haga acto de presencia.

Ayayay...


No me noto en perfectas condiciones físicas (tantos días sin coger la bici no van nada bien, aunque en casa haya hecho varias horas de estática que me salvan de estar totalmente desentrenado), pero aún así intento llevar un ritmo bastante ligero. Sé que aunque me note ya algo cansado podré aguantar ese ritmo durante varias horas.

Lo que al pricipio pensaba que era niebla, acabo llegando a la conclusión de que en realidad son nubes, pues cada vez estoy a más altura, y en algunos momentos en los que tengo una visión más amplia de las montañas me doy cuenta de que me estoy metiendo dentro de ellas.

Suerte que había pasado con el coche horas antes y sabía hacia dónde iba


Aunque al estar todo tapado no puedo ver las seguro bonitas vistas sobre el valle y las montañas, el hecho de estar todo nublado también tiene su encanto.

Ambiente casi de invierno, pero chulísimo


La carretera va subiendo casi con total continuidad, normalmente con una pendiente que ronda el 8%, aunque en ocasiones aumenta un poco, y en otras disminuye permitiendome un ligero descansillo.
La verdad es que estoy disfrutando mucho de la ruta.

Siempre hacia arriba


Poco a poco van pasando los kilómetros, y cada vez estoy más cerca del Coll de Jou. De piernas no iba sobrado, pero de ganas sí, por lo que el esfuerzo se me hacía más llevadero. De vez en cuando iba sacando la cámara para ir haciendo muchas más fotos de las que pensaba que haría, y es que le estoy cogiendo el tranquillo a esto de fotografiar sin bajarme de la bici.

Aunque en algún momento me tengo que detener, pues el lugar merece una pequeña parada fotográfica.

La vista era más espectacular de lo que se aprecia en la imagen


Después de un tramo de un par de kilómetros de bajada (que la verdad, se agradece) ya sólo quedan otros cinco, más o menos, de subida hasta llegar al Coll de Jou.
Aunque voy sudando por el esfuerzo, no hace nada de calor.
Incluso en algunos momentos siento algo de frío, aunque sólo momentáneamente. El sol se deja entrever en ocasiones, lo que hace que tenga que ir jugando con los manguitos, subiéndolos o bajándolos según el calor que me dieran.

Según subía parecía que se despejaba


Cada vez más contento porque viendo el kilometraje en el gps estaba claro que ya me quedaba muy poco para llegar al puerto. Efectivamente.

El puerto visto una vez pasado


El panorama no ha cambiado, todo nublado y rodeado de nubes.
Me planteo si hacer el tramo de montaña de la Ruta de la Bofia o seguir por carretera hasta la estación de esquí del Port del Comte.

Estamos a 1500 metros de altura, y la Ruta de la Bofia sube hasta los 2100. Las nubes están ahí mismo, y si miro hacia arriba de la montaña sólo veo los primeros 40 ó 50 metros, así que pienso que a 2100 metros la cosa puede estar bastante mal.

"¿Paqué voy a ir pallí arriba?"


Mientras, aprovecho para descansar un poco, hacer unas fotos y coger agua en la fuente que hay allí mismo, La Font del Coll de Jou, claro.

El agua estaba bien fría


Al ver a dos camiones de esos típicos de las canteras bajar por el camino de tierra de la Ruta de la Bofia (¿qué andarían haciendo?) me decido definitivamente por seguir haciendo ruta por asfalto, que la de montaña ya la intentaré otro día.

Así que nada, me subo a la bici y sigo mi camino hacia el Port del Comte. Más subida, por supuesto. Parece que en esa dirección el cielo está más despejado, y se dejan entrever bonitas vistas sobre el valle.

Ya se empezaba a ver algo


Como ya me conocía la carretera de la semana anterior, tenía bien claro qué ritmo podía mantener para no llegar hecho polvo pero a la vez forzar un poquito, que no nos olvidemos, supuestamente me estoy entrenando.

Por fin, casi 3 horas y 32 kilómetros después de salir de Solsona, acabo llegando a la estación de esquí del Port del Comte, habiendo superado un desnivel de 1250 metros, que no está nada mal.
La verdad es que al ser subida casi totalmente continua te puedes marcar un ritmo más o menos constante que te permite hacerla bastante bien. Claro, si no estuviera un pelín entrenado me habría costado bastante, que veintipico kilómetros seguidos de subida se notan. Bueno, 20 minutos de paradas también ayudan.

Llegando al helipuerto


Mi idea ahora era bajar hasta el pueblo, hasta Sant Llorenç de Morunys, y volver a subir hasta la estación de esquí, que lo que quiero entrenar es precisamente el hacer varias subidas muy largas seguidas, y que mejor manera que esa.

Así que inicié el descenso hacia el pueblo, pero en lugar de ir por el Coll de Jou fui por el otro lado, por la carretera que pasa por La Coma y La Pedra, municipio que hay bajo la estación de esquí, a medio camino de Sant Llorenç. De paso vería qué tal era esa carretera, pues es otra opción para hacer una subida larga y continua.

Tras bajar unos 5 kilómetros llego a un desvío que lleva hacia Tuixent, otro pueblo de la zona, y viendo en el cartel indicador a qué distancia está, y pensando que volver a Sant Llorenç sería todo de bajada, no me lo pienso y cojo el desvío, por supuesto hacia una carretera de subida.

Hoy tocaba subir y subir


El día se estaba medio arreglando, así que ya era muy difícil que lloviera. Inicio la ascensión por la típica carretera de montaña (como todas las de por allí), con unas vistas tremendas claro está, y con ganas de seguir subiendo a pesar de no ir ya con las piernas en muy buenas condiciones.

Por allí bajaría más tarde


Después de unos 5 kilómetros de subida continua al 8, 9 ó 10% de pendiente, acabo llegando al Coll de Port, donde hay un refugio, y empieza (como en tantos otros puntos de toda esa comarca) un camino de tierra que me quedo con ganas de explorar.

Me paro a descansar un poco, que ahora ya sí iba bastante tocado, y hacer unas fotos desde el mirador que hay allí mismo.

Panorámica desde el mirador del Coll de Port


La carretera se desvía hacia Tuixent, muy abajo, a lo lejos, en el fondo del valle (muy mala opción para la cantidad de kilómetros que llevaba ya encima), o hacia la Estación de Esquí Nórdico de Tuixent-La Vansa, a 3 kilómetros subiendo, que fue la opción que tomé.

Total, sólo serían 3 km, y luego todo de bajada hasta el coche, que lo tenía en Sant Llorenç de Morunys.

Digo sólo 3 km, y sí, eran tres los kilómetros, pero no veas qué largos se me hicieron. Una pendiente casi continua del 10%, y las horas acumuladas no ayudaban a que mis ya muy cansadas piernas pedalearan con la fluidez que me habría gustado.

Como siempre, suerte de las vistas, que te hacen desviar la atención y no pensar demasiado en cómo vas de mal físicamente.

Casi media hora después conseguí superar los 3 kilómetros y pico y 260 metros de desnivel que había hasta la estación de esquí. Menos mal, porque pensaba que no llegaba.

Por hoy no subo más


Unas fotos de las nubes, y me meto por un camino de tierra que llevaba hasta el Refugio de l’Arp, donde hay un mirador. Sería el único kilómetro de tierra que haría en todo el día.

Al llegar al refugio, aunque el camino continua y me quedé con las ganas de seguirlo (para otra vez que vaya por allí, acompañado), paré a hacer unas fotos allí, en el Prat de l’Arp, que la escena era de foto, y luego darme ya la vuelta.

No veas qué a gusto estaban


Aunque el mirador estaba allí mismo, preferí no ir para no espantar a las vacas (también había caballos), que tan a gusto estaban allí pastando y paciendo.

La foto pudo ser mejor, pero por no molestar...


Un ratillo después inicié el camino de vuelta hacia Sant Llorenç.
Con lo que cuesta llegar hasta allí, y lo fácil que se hace el regreso.

Una parte de La Vall de la Vansa, con Tuixent al fondo


Por el camino, disfrutando de la bajada, de las vistas, del aire refrescándome (calor no hacía, que a esas altitudes el aire es fresco), y de la sensación de haber hecho un buen recorrido ciclista.

El camino de vuelta parece que vaya durar unos pocos minutos, pero tardé tres cuartos de hora en recorrer los 22 kilómetros y 1100 metros de desnivel descendente que había hasta el pueblo.
Los últimos 5 km, alternando falsos llanos y algunos repechitos que se me hicieron un poco pesados después de tantos minutos bajando sin parar.

Llegando al pueblo, más vacas


Por fin llegué a Sant Llorenç, 6 horas y 45 minutos después de haber iniciado la ruta, habiendo pedaleado durante 5 horas y media para recorrer los 91 kilómetros y 2200 metros de ascensión acumulada que me salieron.

Un perfil de largas subidas


Muy satisfecho con la salida, totalmente por carretera (bueno, casi), por un recorrido básicamente de subida, por unos parajes realmente bonitos, y con un día anormalmente frío para la época del año en la que estamos, aunque eso también me debió de ayudar a no pasarlo tan mal, pues nunca me noté demasiado acalorado cuando subía.

Una zona que vale la pena visitar


A ver si el tiempo acompaña y la próxima vez que suba puedo hacer de una vez la tan nombrada Ruta de la Bofia, que se pasará el agosto y no la habré hecho...

Bruno