Sin metas pero con objetivos, sigo disfrutando de las bicis y de otras actividades. Intento aprender continuamente para mejorar como persona, física y mentalmente. Este blog sigue siendo una especie de diario personal en cuanto a lo ciclístico, pero va siendo hora de ir añadiéndole algunas cosas más que también captan mi atención...

viernes, 20 de agosto de 2010

SIMULACRO POR CARRETERA DE LA TURBÓN TOUR (RUTA DE LA BOFIA, YA NI LO INTENTO)


Se acerca el 4 de septiembre y me tengo que ir poniendo ya las pilas, que me estoy dejando.

Ya llevaba días dándole vueltas a un posible recorrido que más o menos consiguiera simular el perfil que me encontraré en la Turbón Tour Non Stop. Ya no me sirve darme vueltas por “mi zona”, haciendo ascensiones de 4 ó 5 kilómetros, con desniveles de 400 metros. Tengo que entrenar en subidas de 10 kilómetros y más, y con desniveles que lleguen a los 1000 metros.

Esto es lo que me espera el 4 de septiembre.  Miedo me da...


Como por aquí no tengo la posibilidad de hacer rutas de esas características, y aún no me he puesto a hacer rutas por el Montseny o sitios parecidos, lo más fácil era plantearme una ruta por carretera tomando como “centro de operaciones” Sant Llorenç de Morunys.
Ya he estado por allí dos veces, y sabía que podría hacer un recorrido con subidas y bajadas largas, incluso enlazando unas con otras. Además, los paisajes son bellísimos, con lo que también me iría bien para regocijar mi mente.

Por fin anunciaban buen tiempo, asi que el lunes ya me acosté decidido a levantarme muy temprano y marchar hacia allí.
La noche antes, barajando los posibles recorridos a hacer, aunque al final siempre acabo dejando un poco de sitio a la improvisación.
Todo dependería de cómo me encontrara, que llevaba 7 días sin hacer nada de nada, ni siquiera estática.

Los malos horarios de las vacaciones y un fastidioso dolor de cervicales hicieron que me costara mucho dormirme, con lo que al final, en lugar de levantarme a las cinco de la mañana del martes, me acabé levantando a las seis. Más vale tarde que nunca, pensé.

Siempre acabo tardando entre hora y media y dos horas desde que me levanto hasta que estoy subido en el coche. En esta ocasión no iba a ser diferente. Lo que sí iba a ser diferente fue el camino que hice con el coche. Por un despiste a la altura de Manresa, me hice unos cuantos kilómetros en dirección a Cervera (unos cuantos bastantes). Ya me vale. Y ya que estaba allí, en lugar de dar la vuelta seguí por carreteras alternativas hacia Solsona.

Bueno, pensé que así de paso hacía un poco de turismo, que también está bien, y conocía nuevas carreteras. De hecho estuve a punto de dejar el coche en Biosca y hacer una subidita de casi 10 kilómetros que hay camino de Solsona. Pero no era el día para hacer inventos, era el día de meterme caña de verdad.

Finalmente acabé por empezar la ruta casi a las 10 y media de la mañana. Tardísimo. Pero al menos empezaba con muy buenos ánimos, y con muchas ganas de subir y subir, y seguir subiendo.

Aunque estuve planteándome hacer ya de una vez la Ruta de La Bofia, y unirla con la de Pratformiu para así acabar con un buen kilometraje, decidí no variar mis planes iniciales y hacer una ruta totalmente por carretera, intentando conseguir hacer un recorrido lo más parecido a lo que será la Turbón Tour. También hay que decir que las carreteras de por allí tienen muy poco tráfico, lo que ayuda a decidirse por una ruta de asfalto.

Lo primero que tenía pensado era subir hasta el Coll de Jou, y volver a bajar a Sant Llorenç. De esta manera empezaría por hacer una subida de unos 10 km y 600 m de desnivel, con su consiguiente bajada, de manera que conseguiría imitar más o menos las que serán primera subida y primera bajada en la Turbón.

Me lo tomé con mucha calma, pues no quería que me pasara como el martes anterior, cuando me metí mucha caña en la primera mitad del recorrido y luego sufrí las consecuencias. Esta vez quería hacer más kilómetros y más desnivel, por lo que era importante empezar “de paseo".

Ya nada más empezar me dí cuenta de que iba mucho más bajo de pulsaciones de lo que me esperaba, y aunque también tenía que ver el llevar un ritmo muy tranquilo, pensé que los siete días de descanso no me habían ido tan mal.

Por primera vez en las tres ocasiones en que he subido por allí, me encontré a 4 ó 5 beteteros y beteteras que parecía iban a hacer alguna ruta de aquellas. Un par por aquí, otra por allá, todos a un ritmo muchísimo más lento que el que yo llevaba. Siempre te da un poco más de ánimo ver a alguien más lento que tú.

Total, que después de 1 hora y 9 kilómetros de subida acabé por llegar al Coll de Jou. Paré a coger agua en la fuente, charlé un poco con un hombre que estaba llenando una garrafa, y como iba sin cámara por culpa de mi torpeza del martes anterior, no perdí tiempo en hacer fotos.
Además, esta vez quería ir “per feina”, y no parar más que lo justo y necesario, así que me subí a la bici y bajé rápidamente (10 minutos de bajada para deshacer lo que había tardado 1 hora en subir) hasta el pueblo, pedaleando lo mínimo para no gastar fuerzas. Por el camino, una barrita para recargar energía.

Una vez en el pueblo tocaba empezar la que sería la subida más larga del día. Tomando la carretera que va hacia La Coma, mi idea era subir hasta la estación de esquí nórdico de Tuixen-La Vansa, a poder ser, sin parar.

Así que empecé a pedalear otra vez, volviendo a coger tono en las piernas gracias a que hasta pasados cuatro o cinco kilómetros no empieza la subida propiamente dicha.

Como en la anterior, empecé a un ritmo suave, sabiendo que podía forzar más, pero dejando que pasaran los kilómetros, que me quedaban unos cuantos por delante y ya tendría oportunidad de apretar cuando viera claro que no iba a acabar petando.

No he comentado nada, pero tanto en esta subida como en la anterior, el día que hacía, casi sin nubes, dejaba contemplar perfectamente las magníficas vistas de ese valle, Vall de Lord, y de esas montañas espectaculares. Como digo siempre, las vistas ayudan a que los kilómetros pasen con mayor rapidez.

Hay que decir que el día era perfecto para ir en bici, pues hacía sol pero no demasiado calor, aunque subiendo, sudar, sudaba . Incluso el airecillo era fresco y ayudaba a no estar demasiado acalorado.
Las sombras que me iba encontrando hacían el resto.

Poco a poco fui haciendo kilómetros, a mi ritmo. Pasé por el desvío que lleva al Port del Comte, y una vez llegué al Coll de Port ya sólo me quedaban los últimos tres kilómetros, que también son los que tienen más pendiente, pues hasta ahí la pendiente media debe ser de un 8 %, y esos últimos tres kilómetros son al 10 % más o menos.

Al final, 1 hora y 55 minutos para recorrer los 20 kilómetros que hay desde el pueblo hasta la estación de esquí, y subir los 1100 metros de desnivel acumulado. Esta subida está muy, muy bien. Llegué muy contento a la estación de esquí. De momento me encontraba bien de fuerzas, y mejor de ganas.

Al llegar arriba no paré, si no que bajé del tirón hasta el Coll de Port, donde sí me paré a coger agua y comer un par de barritas, que aunque subiendo ya me había comido una, empezaba a tener hambre. Suerte que fui previsor y antes de empezar la ruta me había comido medio bocadillo y un plátano.

Allí estuve charlando un rato con un hombre que me había cruzado al subir a la estación, y que venía caminando desde la estación del Port del Comte. Me explicó que normalmente hacia rutas de 50-60km, de 9 ó 10 horas, a ratos caminando, a ratos corriendo. Llevaba 6 horas caminando y había quedado con su familia para comer en el restaurante que hay allí en el Coll de Port. Buena manera de abrir el apetito.

Bueno, el caso es que estando allí pensé en ir a Tuixent, el pueblo que se ve abajo de todo, en el valle (Vall de La Vansa i Tuixent).
Ya me había estado fijando el otro día, y mirando la carretera calculé que debía haber unos 8-10 km hasta el pueblo, con lo que podría ser otra buena subida para meter en la ruta. Como además me encontraba bien de fuerzas (bien, pero no sobrado) decidí que era el día perfecto para probarlo.

Bajando cogí confianza en la posterior ascensión, pues el gps me iba marcando desniveles de entre el 5 y el 8 %. Así que pensé que sería más suave que la que acababa de hacer. La bajada tiene 8 kilómetros y unos 500 metros de desnivel, apropiada para lo que yo quería hacer, y luego hay un kilómetro y pico hasta el pueblo. Ya que estaba allí decidí entrar y verlo de pasada.

Es un pueblo muy compacto, de casas de piedra (alguna construida encima de rocas)  y callejuelas estrechas, la mayoría en pendiente. Merece la pena visitarlo. Una vez callejeé un poco acabé por llegar a una zona del pueblo desde donde se divisaba un río (Riu de Josa) bastante más abajo, así que me metí por una especie de calle que bajaba hacia allí.

Ahora ya sí estaba en lo más bajo que podía llegar a estar. Me metí en la carretera que subía hacia el pueblo, y empecé el camino de vuelta hacia el Coll de Port. Justo cuando empieza realmente la subida veo que hay una fuente (no sé el nombre) en la que no me fijé al bajar, y me paro a coger agua. ¡Qué fresca y buena estaba! Aproveché para beber todo lo que pude, y también hacer unos estiramientos, que me notaba un poco agarrotado.

Tanta bajada me había dejado las piernas un poco dormidas, así que cuando inicié la subida me costó coger el ritmo. Suerte que las pendientes no eran demasiado duras, aunque tengo que decir que el gps me había engañado un poco, pues subiendo me marcaba un par de puntos más que bajando. Alguna vez me había fijado en eso, y ahora ya estoy seguro de que bajando marca menos porcentaje que subiendo. Creo que tiene que ver con la velocidad de desplazamiento.

El caso es que fui subiendo más o menos bien, buscando las sombras de los árboles para mitigar el calor que hacía (eran cerca de las tres de la tarde), y siempre con una mentalidad muy positiva que sin duda me ayudó en todas las ascensiones de la jornada.

“Cuando me quise dar cuenta” (es un decir) llegaba otra vez al Coll de Port, y como no, decidí seguir sin parar hasta la estación de esquí. Esos 3 kilómetros me costaron bastante, ya empezaba a estar un poco tocado. Aún así, sólo tardé 1 minuto y medio más que en la subida de un par de horas antes (ya empiezo a cogerle el gustillo a toquetear el botón de “lap” del gps).

En total había tardado 1 hora y 20 minutos en hacer los 11km y 650m de ascensión desde la fuente. Otra buena estadística para la jornada.

Al igual que anteriormente, al llegar a la estación no me paro y vuelvo a bajar al Coll de Port para descansar allí un ratillo. Cogí agua, comí, estiré, me tumbé un momento para elevar las piernas, y me mentalicé para seguir con la ruta.

La idea era ir hasta la estación de esquí del Port del Comte (lo que implicaba hacer una bajada de unos 4 km y una subida de unos 7), y luego bajar hasta el Coll de Jou; de ahí a Sant Llorenç, subir otra vez al Coll de Jou, y ya bajada final hasta el pueblo. Pero me estaba dando la sensación de que no sería capaz.

Se me pasó por la cabeza bajar ya directamente hasta Sant Llorenç, pero eso habría sido recortar algo el kilometraje y el desnivel acumulado, así que finalmente opté por ir hasta el Port del Comte y luego ya veríamos.

Desde el Coll de Port hay que bajar 4 km hasta el desvío que lleva al Port del Comte. Luego tocar subir. Las piernas ya no estaban para hacer grandes cosas, me di cuenta enseguida. Además me empezaban a dar avisos de calambres. Encima, al principio la pendiente era mayor de lo que me esperaba. Suerte que luego se suavizó un poco.

La subida la hice intentando no forzar mucho para no sufrir ningún calambre, que, aunque no iba sobrado, aún tenía fuerzas para hacer unos cuantos kilómetros más y no quería retirarme antes de tiempo.

Los últimos dos o tres kilómetros (desde la urbanización hasta la estación de esquí) ya sí me costaron bastante. También llevaba el culo dolorido, pero no tanto como el día del Coll d’Estenalles, y es que esta vez me había preocupado de ponerme de pie en la bici muchas más veces que aquel día. Ahora ya no me podía poner de pie porque me acalambraba los cuádriceps.

Al final, ya en la estación, y cuando me quedaban sólo unos metros para acabar el asfalto, casi, casi, me acalambro en las dos piernas a la vez, y tanto por la parte delantera (cuádriceps) como por la trasera (isquiotibiales). Por suerte ya había llegado y pude bajarme de la bici a tiempo. Está claro que era fatiga total de las piernas, pues una cosa es un calamabre puntual en un músculo de una pierna, pero es que aquello casi fue un acalambramiento total.

Estuve un rato parado, comiendo, bebiendo, caminando para relajar las piernas, y estirándolas cuando ya no se me enganchaban. Quedaba claro que no estaba en condiciones de hacer ninguna ascensión más, así que decidí volver ya hacia Sant Llorenç. Sólo me quedaba la duda de si volver por el Coll de Jou (todo bajada) o volver por el otro lado, por La Coma i Pedra (últimos kilómetros llegando al pueblo con un par de repechos). Finalmente pensé que me aguantarían las piernas (por los calambres) y decidí volver por el lado más largo, bajando por La Coma.

Me puse el cortavientos y los manguitos, y empecé el camino de vuelta. Son 16 kilómetros casi totalmente de bajada, en los que pedaleé lo menos que pude, sólo lo justo para coger un poco de velocidad después de alguna curva lenta. Los últimos repechos antes de llegar al pueblo se me hicieron un poco pesados, pero los aguanté bien, y sin calambres, que era lo importante.

Llegué al pueblo muy contento. También muy cansado. Pero satisfecho con la ruta que había hecho. La verdad es que el recorrido es muy bonito, con esos paisajes tan guapos, esas carreteras tan divertidas, y esas grandes subidas y grandes bajadas, casi sin zonas llanas entre ellas.

Además, el perfil que me salió es bastante aproximado al de la Turbón Tour. Sólo me faltó subir al Coll de Jou por segunda vez, y habría salido casi idéntico. Eso sí, esta ruta es totalmente por carretera, y por supuesto no cuesta lo mismo pedalear por asfalto que pedalear por caminos de tierra y piedras. Peeeeeeero, es lo más aproximado que he podido hacer.


Comparativa entre el perfil de la Turbón Tour y el perfil que me ha salido en esta ruta


En total hice 98 kilómetros, con 2900 metros de ascensión acumulada, y un tiempo total de 7 horas y media de ruta, para un tiempo de pedaleo de 6 horas y media.

No está nada mal, tengo que decirlo. Está bastante bien en realidad.
Y no me esperaba aguantar tanto después de 7 días de inactividad. Así que he acabado contento, y con mejores expectativas de cara a la Turbón Tour Non Stop. Eso sí, aún tengo que estar un poco mejor para ir allí con unas mínimas posibilidades de acabarla.
Quedan dos semanas...

Bruno

6 comentarios:

  1. Pues para ser un simulacro, menudo pedazo de simulacro, con calambres y todo para mayor realismo :-D

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  2. Sí, cuanto más se parezca a aquello, mejor.
    Pero ojalá allí no me den calambres. Y si me han de dar, que sea porque he metido los dedos en un enchufe, jajaja!
    Quizás sea esa la manera de cargarme bien las pilas, porque me parece que me hará mucha falta...

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  3. Tu si que no paras,menudas vacaciones te estas pegando de dar pedales,cualquiera te sigue,yo ahora a descansar y en septiembre espero estar con ganas para nuevos retos.

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  4. Si sólo salgo una vez a la semana. Eso sí, acabo petao. O sea que seguirme no debe ser difícil. Ya sabes, yo, a mi ritmo.

    Descansa bien, que así seguro que cuando acaben las vacaciones ya estarás pensando en qué pruebas te vas a apuntar.

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  5. Esta salida si que esta kurrada kumpañ!!!!

    Menuda fuerza de voluntad tienes, irte tan lejos de casa, solo y con tantos km., lo tuyo tiene merito, si señor. No como yo, que no he salido del bar en todo el verano, Así estoy cebado para la matanza en invierno, jejeje....

    Me vuelvo a quitar el sombrero, lástima de las fotos, pero por otro lado te ha ido bien para no parar y despistarte en el entreno.

    P.D. Para los calambres, hay que hidratarse mucho, aunque sé que lo haces.

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  6. Cumpany!!
    Esta ruta te habría gustado muchísimo, seguro. Las carreteras de por allí son una pasada, poco tráfico, vistas guapísimas, subidas eternas... Algún día tenemos que ir juntos.

    Y sí, hay que tener ganas para irme pallí sólo, y pegarme la paliza, pero es lo que tocaba. O iba sólo o no iba.

    Gracias, la verdad es que volví contento con "mi actuación".

    Y yo creo que los calambres fueron por puro agotamiento muscular de tantos minutos pedaleando sin parar en esas largas subidas. Porque sí, beber bebo.

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