Sin metas pero con objetivos, sigo disfrutando de las bicis y de otras actividades. Intento aprender continuamente para mejorar como persona, física y mentalmente. Este blog sigue siendo una especie de diario personal en cuanto a lo ciclístico, pero va siendo hora de ir añadiéndole algunas cosas más que también captan mi atención...

jueves, 30 de septiembre de 2010

SENSACIONES POST-SELÈNIKA


Bueno, pues he tardado más de lo normal en empezar esta crónica, pero es que llevo unos días bastante desanimado y, la verdad, no tenía ni ganas de escribir qué tal me fue aquel día.

Y no es que la prueba me fuera tan mal, ni mucho menos, pero sí que fue la constatación de que voy hacia abajo en vez de hacia arriba.
Físicamente no me encontré mal, al menos hablando del aspecto del aguante físico, de la resistencia del cuerpo ante muchas horas encima de la bici pedaleando por un circuito que me resultó muy, muy rompepiernas. Supongo que tendría que decir que cardiovascularmente hablando me encontré bastante bien.

El problema fue el aspecto “mecánico” de mi cuerpo, por el que la edad (jajaja) y el entrenamiento duro que he hecho durante el último año (por lo menos en comparación a lo que había hecho en los últimos veinte, o sea, casi nada) parece que están haciendo mella.

Me pasé las primeras 4 ó 5 horas de la prueba con bastante dolor en el tendón del cuádriceps de la pierna izquierda. Normalmente me suele molestar durante los primeros compases de cualquier salida que hago. Unas veces media hora, otras hora y media, pero finalmente me acaba dejando bastante tranquilo, supongo que cuando ya está bien caliente. O a lo mejor es que al final ya ni lo noto.

También depende de la intensidad con la que empiezo a dar pedales. Me va mejor empezar poco a poco, que el cuerpo se vaya adaptando a lo que le viene por delante. Así, cuando salgo un poco más a saco de lo normal, lo acabo notando en forma de molestias “tendoniales”, y aparte, llego a la parte final con menos fuerzas que si empiezo más tranquilamente.

De todas maneras, de hace muchos años, cuando subo escaleras (desde pequeño siempre me encantó subir escaleras, corriendo si era posible), al llegar al final me viene un dolor intenso pero corto en los tendones de ambas rodillas. Un dolor que desaparece al cabo de dos o tres segundos. Es algo que tengo asumido, y que entiendo que con la bici también me tiene que ocurrir.

El caso es que con la bici, sobretodo desde que hago tantos y tantos kilómetros seguidos, suelo tener molestias tanto durante como después de hacer una salida. Al día siguiente, e incluso un par de días después, suelo tener esa molestia continua, que no es casi ni dolor, en los tendones de las rodillas. Y cuando subo escaleras (sobretodo unas que hay en el trabajo) tengo una idea muy precisa de cuán fatigado me ha quedado el cuerpo. Es como un termómetro de lo bien o mal que me he recuperado del esfuerzo.

Así que este domingo, cuando ya de buenas a primeras me empezaron a doler las piernas, y vi que el dolor en los tendones no se me pasaba, sobretodo el de la rodilla izquierda, ya me empecé a poner de mal rollo. Estuve así durante varias horas, como ya he dicho, quizás la mitad de la prueba, hasta que parece que se me pasó un poco. Supongo que también influyó el hecho de que al ir ya más cansado no puedo desarrollar tanta fuerza en las piernas, y eso hace que los tendones me duelan menos.Eso, y que la segunda mitad de la prueba era menos dura.

De todas maneras llegué bastante desanimado a la meta, aunque la euforia por haber acabado dentro del tiempo dado por la organización, y el buen rollo de encontrarme con los compañeros que me estaban esperando hizo que recuperara bastante "la alegría".

Sin embargo, al día siguiente, lunes, me dolía en exceso el tendón del cuádriceps de la pierna izquierda, y ya me pasé todo el día con el ánimo bastante por los suelos. De mal humor contenido, apesadumbrado por el pensamiento de que la cosa no marcha bien, de que seguramente le estoy dando un trote a mi cuerpo que éste no es capaz de asimilar, y que lo más probable es que tenga que bajar mucho la intensidad de mis entrenamientos, y que tenga que dejar de lado el hacer marchas de grandes kilometrajes. Con lo que me está gustando a mí hacer salidas maratonianas.

El martes me seguía doliendo igual. Con la pierna estirada, con la pierna flexionada, de pie, tumbado, sentado, andando, parado. Ayer ya se me empezó a pasar bastante, y hoy ya me ha dolido menos (y curiosamente me ha bajado un poco hacia el tendón rotuliano), aunque tengo constantemente esa sensación en el tendón, como si me lo estuviera apretando con la mano.

Ya no tengo claro si el dolor es producto de la condropatía rotuliana, que hace que el desgaste del cartílago me irradie dolor hacia el tendón, o si simplemente es fatiga de éste, producida por un exceso de ejercicio. Aunque tampoco me machaco tanto.

Bueno, de momento he adelantado la visita al traumatólogo que tenía prevista para diciembre o enero, a ver qué opina. Aunque ya me imagino lo que me dirá. Será algo así como lo que me dijo la última vez: “...tú mismo...”

Al final no he hecho la crónica de la marcha (a ver si en un par de días la hago), pero es que esto es lo que me ha salido. Y no quiero pasarme de quejica, que hay muchísima gente que tiene problemas más gordos que yo, y ahí están, haciendo lo que pueden. Pero claro, cada uno lo lleva a su manera..


Bruno

jueves, 23 de septiembre de 2010

RECUPERANDO LA MORAL


Ayer miércoles volvimos a hacer una salida juntos Carlos y yo (el día de Sant Sadurní no cuenta, cumpany!), que el domingo tenemos la petada de Navarcles y queríamos acabar de afinarnos, si es que eso era posible.

Quedamos en Sant Boi, a medio camino de nuestros respectivos hogares. Carlos, siempre más profesional que yo, fue hasta allí en bici. Yo, siempre buscando la practicidad, fui en coche, pues pensé que seguramente llegaríamos tarde y, aunque llevaba la luz trasera y la delantera (no me va de unos gramos más de peso en la bici, que a mi nivel no importa) no me parecía buena idea tener que volver por carretera cuando ya estuviera oscuro.

A las cuatro y poco salíamos desde la iglesia de Sant Baldiri en dirección a la carretera de Sant Climent. Subida de calentamiento que Carlos se ventiló como si nada, que ya llevaba unos cuantos kilómetros encima y ya tenía las piernas a tono, y yo hice como pude, recién subido a la bici y sin haber hecho ni unos tristes estiramientos.

En Sant Climent nos metimos ya en la montaña, en las Serres de Miramar y de Roca Salena, por un camino que me gusta mucho y durante el cual fuimos marcándonos algún que otro pique que nos hizo reirnos más de una vez.

Fuimos a salir a la carretera de Begues, los últimos kilómetros de la cual hicimos a un buen ritmo (Carlos en otra "escala rítmica", que aunque no está del todo bien precisamente, tira bastante más que yo), y como siempre, disfrutando de las vistas chulísimas de la costa barcelonesa, y en el lado de la montaña, de esas rocas porosas rojizas realmente espectaculares.

Ya en Begues decidimos subir hasta la cima del Montau, que ya había ido una vez con él y me gustó mucho la subida. Primero hay un tramo de carretera hasta una subestación eléctrica, y luego ya hay que meterse por un camino de tierra que tiene un par de repechos bastante empinados.

Foto "con trampa" llegando a la cima del Montau


Llevábamos 25 kilómetros y ya habíamos hecho 850 metros de ascensión (no está nada mal). Como aún teníamos tiempo decidimos ir hacia La Desfeta, con lo que volvimos a bajar por el mismo camino, y desde Begues nos dirigimos hacia la entrada al Parc Natural del Garraf para iniciar la subida hasta la torre de vigía que hay en la cima.

Subida que desde la primera vez que fui con Carlos me ha gustado siempre mucho hacerla. No tiene grandes rampas, y te permite subir a un ritmo bastante alegre. Además, como la salida no iba a ser muy larga, se trataba de ir siempre apretando un poco más de lo normal.

Una vez arriba, un pequeño descansillo y para abajo otra vez, en dirección a la carretera de Begues, y luego hacia Sant Climent, esta vez haciendo un tramo de montaña ligeramente diferente al que habíamos hecho subiendo.

De Sant Climent a Sant Boi, haciendo el tramo de carretera opuesto al de la ida, con Carlos marcándose una subida tremenda, y yo dando todo lo que me quedaba, usando un desarrollo bastante más largo de lo que habría puesto en otras circunstancias.

Ya en Sant Boi, breve charla para comentar la rutilla y despedida rápida, que se estaba haciendo de noche y a Carlos aún le quedaban unos kilómetros por el río hasta llegar a su casa.

Finalmente nos salió una ruta conjunta de 55 kilómetros en 3 horas y 25 minutos de pedaleo (más 20 parados), con una ascensión acumulada de 1250 metros. Nos salió una media de velocidad bastante elevada, por lo menos para mí, y es que realmente le fuimos dando fuerte durante todo el trayecto. Sí, cumpany, ya sé que tú ibas “a medio gas”, jajajaja, pero yo fui a lo que podía, casi sin guardarme nada.

Sencillo, pero exprimiendo las piernas


En definitiva, una salida muy satisfactoria para mí, pues el haber vuelto a salir con mi “gregario de lujo” me hizo exprimirme bastante, y darme cuenta de que tan mal no estoy. Así que de cara al domigo que viene, de cara a la Selènika, tengo bastante más confianza respecto a lo que seré capaz de hacer que hace sólo un par de días. Eso sí, duro va a ser, y sufrir voy a sufrir. Seguro.

Y por supuesto tengo que decir que disfruté muchísimo de la compañia de Carlos, con el que tuve varios “piques” (todos perdidos, por supuesto) que nos hicieron reirnos un rato, a parte de que salir con él siempre me hace subir un peldaño más en mi rendimiento “ciclístico”.


Bruno

martes, 21 de septiembre de 2010

MENTALIZACIÓN PRE-SELÈNIKA


Este fin de semana era la última oportunidad de hacer una salida larga, de prueba de cara a la Selènika, que será el domingo que viene. Como el sábado no parecía día de salir con la bici (por lo menos para mí), el día elegido fue el domingo.

No pude hacer exactamente lo que quería, que era llegar a 100 kilómetros y 3000 metros de ascensión. Pero bueno, lo intenté.
Lo que sí pude hacer fue pedalear por un recorrido  rompepiernas, que pretendía “copiar” en todo lo posible las condiciones que me encontraré en la Selènika.

Así que me dediqué, como el miércoles pasado, a repetir los tramos que iba recorriendo.
De tres, cinco o diez kilómetros, me pasé unas 6 horas entrenádome física y también psicológicamente haciendo y rehaciendo los tramos por los que iba pasando. Hasta cuatro diferentes repetí, en mi intento de hacer una ruta dura, con continuas subidas y bajadas, y poquísimos metros de llano.

Salí de casa bastante tarde, a las diez de la mañana. Pero es que también es importante dormir medio bien, y habiendo sido ésta la primera semana de turno de mañanas en el trabajo, el cuerpo me pedía un poco de “caming”.

De casa me dirijo a Corbera Baja, para salir por el Camí de Can Rigol y adentrarme en la montaña justo donde la riera cambia de nombre (de Can Rigol por de Rafamans) y tomar el camino que lleva a Can Casildo, que subí y bajé dos veces seguidas. Subida más o menos tendida, que para ir calentando las piernas va muy bien. También el cuerpo, porque aunque el día estaba despejado, por esa zona había bastante humedad y el ambiente era algo frío.

Después de eso encaré hacia El Cau de la Guineu, desviándome para subir por la megacuesta del veintipico por ciento (que hacía tiempo que no subía) que lleva al “otro camino” de Can Casildo, el que pasa por el lado Sur de la masía. Tramo durillo que me lleva hasta el minigolf de Can Rafel, en cuyo parking doy la vuelta y bajo otra vez hacia el punto de partida. Por supuesto, al llegar a la riera le doy al “lap” del gps y vuelvo a iniciar el mismo tramo. Hoy la cosa va de repeticiones.

Ya después de hacer dos veces ese trayecto mis piernas me piden un poco de respiro. Tomo el Camí del Cau de la Guineu y subo bordeando el Bosc de les Comes en dirección a la esplanada del campo de tiro, al lado de la N-340. Hago mi típico rodeo por el Coll de Verdeguer, y de vuelta al campo de tiro investigo un senderillo al que hacía tiempo le tenía ganas.

Bajo hasta el cruce del Pou dels Crestats y tiro hacia Sant Ponç para hacer la trialerilla que me vuelve a llevar al Camí del Cau de la Guineu, del que me desvío para subir por la buena cuesta del Camí de Can Dispanya, que sigo hasta que acaba el camino (por lo menos para las bicis) en el Plà de les Comes.

Hago este recorrido (no exactamente igual) también un par de veces, para ya en la segunda desviarme hacia la Font de Sant Ponç, que iba sin agua y también necesitaba parar unos minutillos.

Después del avituallamiento me dirijo hacia la nacional para hacer el clásico recorrido por el Bosc de la Pinetella, incluyendo el tramo ciclable de la tremenda cuesta que días atrás volví a hacer después de bastante tiempo.

Después de hacer esa subida (ésta, sólo una vez, que ya tuve bastante), sigo hacia el Mas del Lledoner para recorrer 200 metros por la carretera, y a la altura del Pont del Lledoner meterme en la montaña para hacer las tremendas cuestas que hay en dirección al Plà de la Pinetella, pasando por el “mini Puig Bernat” y llegando hasta el lado Este de la urbanización El Lledoner.

Una vez allí, vuelta atrás hasta la nacional y, como no, a repetir otra vez todo el tramo.
A estas alturas de la jornada ya iba un poco tocado, y es que tanta cuesta y tanta repetición me estaban dejando un poco castigado.

Al acabar por segunda vez este tramo me meto en la carretera para hacer el kilometrillo que debe haber hasta llegar a la gasolinera que hay a la entrada de la urbanización, subiendo hacia El Ordal.

Iba ya con bastante hambre, o por lo menos con ganas de comer algo que no fueran barritas, así que me paré allí y me compré un sandwich de pollo y una botella de agua fresca. Estuve unos minutos recuperándome del esfuerzo hecho hasta el momento, y pensando en qué iba a hacer a continuación. Ya llevaba 65 kilómetros y no tenía claro si aguantaría muchos más.

Los planes iniciales eran subir hasta la bola del Puig d’Agulles por el camino de las canteras, volver hacia atrás para bajar al pueblo de Ordal, y volver a subir a la bola, esa segunda vez por el Camí de Mas Granada.

Así que tomé la antigua carretera para subir hasta la el Coll de la Creu d’Ordal, desde donde cogí el camino de las canteras en dirección al Puig d’Agulles. Tenía claro que tardaría un poco en volver a coger el ritmo, pues la parada y la digestión del bocadillo tenían que hacer algo de mella en mi rendimiento.

Pero es que ya no volví a coger el ritmo (si es que alguna vez lo había llegado a tener), y según iba hacia el Puig d’Agulles tenía claro que me iba a costar bastante subir hasta la bola. Es más, iba medio convencido de que tendría que bajarme de la bici y subir el último repecho andando.

Sin embargo, al llegar al inicio del tramo que sube a la bola me autoconvencí de que me costaría pero podía hacerlo, y con decisión tiré para arriba, a donde llegué, justo de fuerzas, pero llegué.

Por supuesto no estaba ya para hacer niguna “repetición más”, ni ningún tramo extra más, así que después de unos minutos de reposo inicié la bajada hasta la falda de la montaña (ni se me ocurrió pasar por el Montcau), y desde ahí (fue lo máximo que me creí capaz de hacer) hice la subida hasta la urbanización Safari, y ya bajé por carretera hasta Corbera.

Ni que decir tiene que llegué a casa muy cansado. No estoy en muy buenas condiciones. Yo creo que ahora mismo estoy en un “pico de forma negativo”. Vamos, que físicamente estoy en el punto más bajo desde hace tiempo. Mentalmente estoy bien, con ganas de hacer kilómetros, pero las piernas me dicen que no haga tantos, y que no sean muy duros.

La verdad es que la ruta que hice tiene su miga. Subidas y bajadas continuas, sin llanos apenas, con varias cuestas con pendientes del 20% y más. Pero también tengo que decir que en muuuuchos momentos tiré de plato pequeño todo lo que pude. Creo que hacía tiempo que no lo usaba tanto. Y mira que yo soy fanático del plato pequeño...

En fin, una ruta de 80 kilómetros y 2500 metros de ascensión acumulada, en un circuito repetitivo hasta el aburrimiento, que tardé casi 7 horas y tres cuartos en hacer, de las cuales una fue de paradas “tácticas”.

4  tramos repetidos. Con el 5º  ya no pude


Sensaciones medio buenas, en el sentido de que no me noto con fuerza, pero parece que aún me queda algo de resistencia. Y los tendones no me molestaron en exceso.

No sé si eso me bastará para la Selènika, pues la organización da un margen de 9 horas para realizarla. (Quizás sean diez, no está claro).
¿Suficientes para hacer 110 kilómetros y 2700 metros de ascensión?
No sé, no sé...


Bruno

sábado, 18 de septiembre de 2010

SEMANAS DE TRANSICIÓN


Semanas estas dos últimas de transición, en las que hice un par de rutas cortas el miércoles y el jueves de la pasada, para finalizar el domingo con una un poco más larga, dentro de la cual estaba incluida la marcha del Open Natura de Sant Sadurní d’Anoia. Y esta semana he salido el miércoles (ruta corta), a la espera de hacer una salida larga este domingo.

Las sensaciones no son precisamente buenas, aunque malas del todo tampoco. Simplemente parece que no tengo ese punto de forma necesario para afrontar con tranquilidad la Selènika de aquí a dos fines de semana.

Y también hay que decir que los tendones de la rodilla izquierda no dejan de molestarme ni siquiera cuando no hago nada, con lo que cuando salgo intento no machacarlos mucho, y cuando no salgo intento dejarles descansar lo máximo. Si no fuera por esas molestias intensificaría bastante el entrenamiento.

En cualquier caso, quejarse no sirve de nada, así que hay que coger la bici y dar pedales.



MIÉRCOLES 8. CARRETERA A SANT SADURNÍ

Ese día hice una salida enteramente por carretera (qué raro), para “investigar” la ruta que tendría que hacer el domingo, pues como comenté en la anterior entrada, la idea era que Carlos y yo fuéramos desde mi casa hasta Sant Sadurní con la bici, hiciéramos la marcha del Open Natura, y volviéramos a casa pedaleando.

Así que tocó levantarse pronto, que por la tarde había que ir a trabajar, y un poco antes de las ocho ya estaba subido a la bici.
El trayecto, bien sencillo. Desde mi casa, subida hasta el puerto de La Creu Aregall, luego bajada hasta Gelida, y desde allí, más o menos llano hasta Sant Sadurní d’Anoia.

Claro, tengo que salir directamente en subida, con lo que el desayuno aún no bien digerido, y las piernas totalmente frías no me dejan llevar un ritmo muy bueno, y las pulsaciones van algo más altas de lo debido. Subo hasta La Creu a un ritmo bastante llevadero, siempre pensando en que luego tendré que volver, y prefiero exprimirme entonces, no ahora.

De bajada a Gelida paso un poco de frío, pues a esas horas de la mañana aún no pega el sol en ese lado de la montaña, y de Gelida a Sant Sadurní aprovecho para “pisarle” un poco y aumentar el ritmo, que total, es bastante llano todo.

Una vez en Sant Sadurní, media vuelta, y ya apretando un poco más hasta llegar a Gelida, donde inicio la ascensión a La Creu Aregall a un ritmo bastante bueno. Llego bien de fuerzas arriba, y bajando hacia Corbera aprovecho para alargar un poco la ruta yendo hasta L’Amunt.

Finalmente, un recorrido de 52 kilómetros en 2 horas y media, para un desnivel acumulado de poco más de 1000 metros. Las pulsaciones llegando a un tope de 180 por minuto, lo que da idea de que tampoco forcé en exceso. No está mal para hacerlo como toma de contacto.

Sencillito



JUEVES 9. SENDEROS POR CAN XANDRI

Al día siguiente había quedado con Juan y Ángel, compañeros de trabajo, para que me enseñaran una ruta por montaña que uniera Martorell con La Creu Aregall. Y es que toda esa zona montañosa que delimitan los pueblos de Martorell, Sant Andreu de la Barca, Pallejà y Corbera es bastante desconocida para mí.

Así que otra vez a levantarse pronto y pillar carretera hacia La Creu Aregall, pues había quedado con ellos a la salida de Martorell.
La primera parte de la ruta, exactamente como el día anterior. Pulsaciones altas, ritmo lento (sin pasarme), y frío bajando hacia Gelida. Además, al haber salido el día anterior, las piernas estaban algo más perezosas.

Una vez nos encontramos a la salida de Martorell nos dirigimos hacia la urbanización El Taiò, donde nos adentramos en la montaña para hacer un recorrido muy divertido, básicamente por senderos y caminos no muy anchos, con algunas subidas de bastante pendiente, unas más cortas, otras más largas, varias bajadas y algún tramo más llano, para acabar haciendo un circuitillo ligeramente rompepiernas, que la verdad me gustó mucho.

Bordeando la Serra de l’Ataix, la Plana de Sant Jaume, las Minas de Plomo y el Castell de Rossanes, bajamos por la urbanización Can Sunyer para salir a la carretera de Sant Andreu a Corbera, que dejamos enseguida para hacer la larga subida que va hacia la Masía de Can Xandri, y de ahí hasta la carretera que va de La Creu Aregall a Gelida, a poco más de medio kilómetro de la cima del puerto.

Las sensaciones, mejores de lo que me esperaba para haber salido el día anterior. Tampoco fuímos a un ritmo endiablado, pero en varios tramos me probé un poco para ver qué tal me iba en subidas de gran porcentaje. No pareció que me fuera tan mal.

Por falta de tiempo acortamos un poco la ruta, y una vez en la carretera nos despedimos, bajando ellos hacia Gelida, y subiendo yo hacia La Creu.

Esta vez no pasé por L’Amunt de camino a Corbera, que ya había tenido bastante con lo que habíamos hecho, y tampoco me sobraba tiempo.

En total me acabó saliendo un recorrido de 41 kilómetros y 1150 metros de ascensión acumulada, tardando 3 horas y 20 minutos en hacerlo (2 horas 55 minutos de pedaleo). No estaba mal para ser el segundo día consecutivo que cogía la bici, y es que yo necesito dejar un par de días de descanso por medio, que si no no recupero bien.

Parecido al anterior

Toda esa zona es desconocida para mí



DOMINGO 12. OPEN NATURA

Llegaba el domingo y tocaba ya hacer una salida un poco más larga, que la Selènika serán 110 kilómetros, y haciendo salidas de 40 ó 50 no voy a ninguna parte.

Como habíamos planeado, Carlos y yo quedamos en mi casa para ir desde Corbera hasta San Sadurní d’Anoia en bici. Una vez allí haríamos la marcha del Open Natura y volveríamos a Corbera en bici otra vez (a no ser que nos fallaran las fuerzas).

A las ocho salimos de casa en dirección a La Creu Aregall. Tercera vez en pocos días que empezaba una ruta haciendo ese recorrido.
Carlos, como siempre, a un ritmo más alto que yo, y eso que no se encuentra muy fino precisamente.

A ritmo de calentamiento fuímos tirando hacia Sant Sadurní, a donde llegamos a la hora prevista. Ya estaban allí algunos de los compañeros de trabajo con los que habíamos quedado.

De izquierda a derecha, Sergio, Johnny, Javi, Carlos, Ramón, Xavi y yo.
Falta Ángel que llegó después


La prueba constaba de unos 42 kilómetros de recorrido entre viñedos y bosques de la zona. Los caminos, muy pedregosos y polvorientos, se hacían más costosos de lo esperado. Y aunque el perfil era bastante llanito, sí que era algo rompepiernas, con contínuos sube-baja, que unidos a lo roto del camino en algunas zonas hizo que la dureza de la marcha fuera algo mayor de lo que podía parecer.

Al ser un recorrido “corto”, la idea era intentar llevar un ritmo relativamente alto, para probarme. Ya luego volveríamos a casa con más calma.

Así, desde el principio fui a una buena velocidad. Ayudó el hecho de que no salimos muy retrasados en el pelotón, que era de casi 800 personas. Eso sí, nada más empezar, cada uno de nosotros cogió su ritmo y fue a su aire hasta la meta, aunque acabé encontrándome con Xavi y con Javi.

En los primeros kilómetros me noté muy “clavado”, con las piernas doloridas, y no pudiendo mantener buenos ritmos en las subiditas que nos íbamos encontrando. Al menos en las zonas más llanas sí podía mantener un ritmo bastante elevado.

Poco a poco las piernas fueron entrando en calor y pude pedalear sin ese agarrotamiento que tenía al principio. Pero en las subidas era incapaz de llevar un ritmo decente. Aunque en general no fueron duras, sí que hubo algunas con pendiente de gran porcentaje en las que me fue imperativo poner el molinillo para poder subirlas.

Además, el terreno estaba bastante mal en algunas de estas subidas, y al haber cierta agolmeración de gente tocó en más de una ocasión poner pie a tierra y caminar un poco. También he de ser sincero y decir que por lo menos en una de estas subidas tuve que bajarme de la bici porque no fui capaz de subirla pedaleando.

Entre la parada de tres semanas que he tenido por culpa de mi “levantamiento de uña”, y que las últimas salidas que hice habían sido por carretera, me noto desentrenado a la hora de afrontar subidas duras y recorridos rompepiernas por montaña. Pero es que no se puede tener todo.

La parte “graciosa” de la marcha fue cuando cruzando el río Anoia por un paso de esos hechos de cemento o piedra para permitir el paso de vehículos quise ponerme de pie para “salir mejor en la foto”, y después de dar dos o tres pedaladas me patinó la rueda delantera y me pegué una castaña de lo más espectacular. Los fotógrafos aún se deben estar riendo. Y es que ya me vale.

Xavi, que venía detrás mío también se tuvo que reir un rato. Es más, yo creo que aprovechó el repecho que había al pasar el río para dejarme atrás y reirse sin que yo le oyera.

La verdad es que no era para menos. Bueno, siempre tengo que hacer una de las mías. Al menos no me hice daño, sólo una rascada en el antebrazo derecho. Eso sí, salí completamente empapado, pues había más de un palmo de agua. Sólo me faltaron unas aletas y un tubo de aire para pegarme unas brazadas y bucear un poco.

En cuanto cuelguen las fotos, que seguro que me hicieron, las pongo.

En fin, después de eso ya sólo quedaban unos pocos kilómetros que pude hacer relativamente bien, aunque al final llegué bastante agotado.

Allí estaban ya Carlos y Xavi, y al poco llegó también Javi. Comimos el bocata de butifarra que nos tenían preparado, y charlamos un rato sobre cómo nos había ido la marcha. Al poco llegó Ramón, y un poco antes de irnos Carlos y yo, llegaron Ángel y Johnny. Sergio llegaría más tarde.

Así que Carlos y yo iniciamos el camino de vuelta a Corbera. Aún nos quedaban esos algo más de 20 kilómetros, con subida a La Creu Aregall incluida. A ver cómo se nos daba. Yo iba bastante empapado, sobretodo los pies, y esperaba al menos no coger frío.

El camino hasta Gelida fue bastante llevadero, pero ya subiendo a La Creu, y para una vez que pasa tengo que decirlo, Carlos lo pasó un poco mal. Con decir que yo le tenía que ir esperando...

La verdad es que yo me encontré muy bien en ese tramo. Cogí mi ritmo y fuí tirando, casi siempre en paralelo con Carlos, pues yo no sé ponerme delante y marcarle el ritmo a alguien que va peor que yo. Me es más fácil ponerme a su lado y “acompañarle” en su sufrimiento. ¡Jajaja!, qué mal que iba Carlos. Eso sí, el tío aguantó como un jabato.

Al llegar a la fuente de La Saborida hicimos una parada para coger agua fresca, que supongo que fue la excusa que tuvo que poner Carlos para poder recuperarse un poco (lo siento cumpany). Después de una curiosa charla con un matrimonio que estaba allí cogiendo agua, acabamos la subida y bajamos hasta Corbera.

Bueno, al final de la jornada, y juntando los tres recorridos hechos, nos acabó saliendo una ruta bastante decente.
90 kilómetros y 2000 metros de ascensión, en algo menos de 5 horas y media de pedaleo.

No está mal, pero podía estar mejor


Pero no estamos bien. Para hace la Selènika me refiero. A ver si en los pocos días que quedan conseguimos afinarnos un poco más, que si noooo...



MIÉRCOLES 15. HACIENDO DESNIVEL

Después de constatar que no estoy bien en terrenos rompepiernas montañosos, y teniendo en cuenta que eso es lo que me encontraré en la Selènika, además de que será una prueba de gran kilometraje y bastante desnivel, decidí este miércoles hacer una salida exigente en lo que a dureza del recorrido se refiere.

De tal manera que después de llegar de trabajar y acabar de preparar los bártulos, salí a las cuatro de la tarde con la intención de hacer un circuitillo que fuera lo más rompepiernas posible.

Así que me dediqué a hacer caminos y senderos por los alrededores de Corbera, repitiendo tramos y subiendo algunas cuestas más de una vez, con la idea de acumular muchos metros de ascensión en pocos kilómetros.

Pasé por Can Casildo dos veces, Can Rafel, El Cau de la Guineu, el Pou dels Crestats, el Pla de les Comes, la Font de Sant Ponç, el Coll de Verdeguer, el Bosc de la Pinetella, por donde subí una cuesta interminable que nunca suelo hacer porque tiene tanta pendiente y tan mal terreno que hay que subirla a pie y con bastante esfuerzo, el “mini Puig Bernat”, que lo subí tres veces, el Lledoner, el Coll de La Creu d’Ordal, la bola del Puig d’Agulles, que me costó más que las últimas veces, el Montcau, interminable y fastidioso camino lleno de pedrolos que me hicieron bajarme de la bici y caminar un par de veces, la urbanización Safari, y ya por fin bajé hasta Corbera.

Fue una salida corta, de 45 kilómetros, pero bastante dura, con casi 1600 metros de ascensión acumulada, que no es poco. Estuve dando pedales 3 horas y 45 minutos, para un total de tiempo de 4 horas y cuarto.

Llegué petao a casa


Una tarde con mucho viento, calurosa cuando no soplaba, y un poco fría ya a partir de las seis, con lo que la última parte del recorrido fue algo incómoda para mí, que habría preferido sólo calor.

Y llegué a casa muy petado, demasiado para lo que había hecho. No estoy en muy buenas condiciones para afrontar la Selènika, pero habrá que intentarlo.

A ver si este fin de semana puedo hacer una salida que ronde los 100 kilómetros y los 3000 metros de ascensión, que si no, no sé que va a pasar el día 26...


Bruno

lunes, 6 de septiembre de 2010

DE VUELTA A LOS ENTRENOS


Bueeeeeeeeno... después de 19 días sin subirme a la bici, hoy, por fin, he vuelto a salir un ratillo. Ya tocaba, porque después de la mala excusa del levantamiento de uña, y de haberme mentalizado de que tenía que dejar la bici unos días, ya no encontraba el momento de volver a cogerla.

Eso sí, he salido tardísimo. A las siete de la tarde. Entre el círculo vicioso en el que llevo bastantes días instalado (me levanto tarde, me acuesto tarde, me levanto más tarde, me acuesto más tarde...) y que estos últimos días siempre encontraba una excusa para no salir (que si después de La Vuelta ya es muy tarde, que si por la mañana hacía mucho calor...), parecía que ya me había retirado.

Pero bueno, por fin he salido, y he podido comprobar que la uña, a pesar de estar casi suelta del todo, parece que no me va a dar problemas a la hora de pedalear.
Otra cosa son las rodillas, que hoy me ha molestado (y me está molestando ahora) internamente la derecha. Un dolor (ligero) que hacía meses que no notaba. Espero que sea sólo la inactividad.

Además hoy he aprovechado para probar de seguir un track desde el gps, que aún no había tenido la oportunidad (bueno, oportunidades sí he tenido, simplemente aún no lo había hecho). La verdad es que está bastante bien el sistema, y me abre una puerta muy grande a la hora de irme por ahí a hacer rutas que pueda descargar de internet, y que de otra manera no haría. Ya veremos cuánto tardo en decidirme a hacer alguna.

La salida en sí no ha tenido mucha historia. Casi nada, podría decir. He hecho una ruta de las que tantas veces hago, entre Corbera y el Ordal, para así no “perderme” si el gps me liaba.

Desde mi casa, pasando por el camino del Cau de La Guineu, hasta la esplanada de la N-340, Turó de Cal Becó, Coll de Verdeguer, trialera hacia la nacional, Bosc de La Pinetella, Mas del Lledoner, Urbanización El Lledoner, Coll de La Creu d’Ordal, Puig d’Agulles, trialera a Ca N’Armengol, carretera de L’Amunt, y pa’ casa.

En total, unos 30 kilómetros, con casi 900 metros de ascensión, en un par de horas y poco de pedaleo. La verdad es que creía que me encontraría en peores condiciones (no es que fuera sobrado ni mucho menos), así que he acabado contento aunque hayan sido pocos kilómetros.

Faltan 2 ó 3 km que hice antes de darle al "Start" del gps. Vaya cabeza la mía


He titulado la entrada “De vuelta a los entrenos” porque eso ha sido esta salida. Ya hace tiempo que no hago ninguna por el mero hecho de disfrutar de la bici, que disfrutar disfruto igualmente, todo hay que decirlo. A ver si con los compañeros de trabajo hacemos ya una rutilla para divertirnos, que hace tiempo que lo hablamos.

El caso es que después de la decepción de no haber podido hacer la Turbón Tour Non Stop, para quitarme el mal sabor de boca me he apuntado a la Selènika 2010 (me habría apuntado igualmente), a la que también se ha apuntado el “cumpany” Carlos, y que será el día 26 de este mes. Así que me tengo que poner las pilas otra vez, que tantos días sin pedalear seguro que me pasan factura.

Y para el fin de semana que viene participaré en la marcha del Open Natura de Sant Sadurní d'Anoia, a la que también irán algunos compañeros de trabajo. Como sólo son 40 kilómetros, iré hasta allí en bici, para que así en total me acaben saliendo cerca de 100, y me sirva de entrenamiento para la Selènika. Supongo que Carlos vendrá hasta mi casa para que vayamos juntos (¿no, cumpany?).

A ver si esta semana consigo salir un par de días más. Eso sí, haciendo más kilómetros.


Bruno