Sin metas pero con objetivos, sigo disfrutando de las bicis y de otras actividades. Intento aprender continuamente para mejorar como persona, física y mentalmente. Este blog sigue siendo una especie de diario personal en cuanto a lo ciclístico, pero va siendo hora de ir añadiéndole algunas cosas más que también captan mi atención...

domingo, 29 de enero de 2012

DOMINGUERO


No es que me apasione hacer carretera un domingo, pero mis planes iniciales de hacer montaña con Javi y Joni tuve que dejarlos para mejor ocasión, pues “la gorda” tiene la llanta trasera bastante torcida y la suspensión delantera se hunde extrañamente. Y teniendo dos bicis…

Después de pensármelo nosécuántas veces acabé por decidirme y conseguí salir de casa a una hora prudencial… El cielo cada vez se estaba tapando más y se estaba levantando viento. Pero es que no me apetecía quedarme en casa a hacer “espinin”.

Sabiendo que no me iba a ser fácil, pero queriendo alargar ya un poco más las salidas con la flaca, he optado por hacer un recorrido ya conocido por la de montaña, pero no por su compañera la flacucha: Corbera – N-340 – Creu d’Ordal – El Pago – Els Casots – Sant Sadurní – Gelida – Creu Aregall – Corbera

Bien abrigado y estrenando guantes “guarretex” he empezado la ruta bajando hacia La Palma de Cervelló para coger la N-340. Una vez en la rotonda de la nacional empieza (con poca pendiente) la subida de 13 kilómetros hasta la Creu d’Ordal, o lo que es lo mismo, el antiguo Puerto del Ordal. Y es que ese último tramo que queda de la vieja carretera tiene un encanto incomparable con el soso paso por lo que es actualmente el Alto del Ordal.

Me he tomado la subida con calma, no como algún dominguero que parecía querer fastidiarme sólo por el hecho de ir yo en bici y él en coche, y después de 50 minutos de disfrute (porque realmente disfruto de subir) y de intentar convencer al tendón para que no me diera mucho la lata, he acabado llegando a La Creu d’Ordal. El tramo de la vieja carretera me ha costado, para qué mentir.

Ella nunca había estado aquí


Unas fotos, un platanito, una meadiña, una parada tonta para desvestirme, ponerme el pulsómetro en su sitio (lo llevaba casi en la cintura), y volver a vestirme, y después de arriesgarme a tener un pinchazo intentando bajar por la continuación de la carretera vieja, he acabado por dar la vuelta para coger otra vez el tramo “nuevo” de la nacional. Paso por el puerto (qué soso, de verdad que no tiene ningún encanto), y bajada rápida hacia el pueblo de Ordal.

La larga recta hacia el siguiente tramo de bajada, y en unos momentos ya he pasado El Pago y he cambiado de carretera en dirección a Els Casots. Ya aquí me he dado cuenta (acaso no lo sabía ya) de que me iba a costar más de lo deseable hacer la segunda mitad de la ruta. Si incluso bajando me notaba con las piernas poco fuertes. 
Pero bueno, hasta Gelida se hace bastante bien, aunque no vayas sobrado.

Más cómodo encima de la bici que en anteriores salidas, esta vez he podido disfrutar un poco más de ella, aunque aún me quedan muchísimos kilómetros por recorrer para poder decir que voy cómodo con ella. Si es que alguna vez podré decirlo. Eso sí, los bachecillos que me voy encontrando me parecen auténticos rompeespaldas. Ay, con lo bien que voy yo con mi suspensión y mis neumáticos tipo flotador en la bici de montaña…

En fin, que un rato después ya estaba en la rotonda de Gelida encarando la subida hacia La Creu Aregall. Esta vez (y tantas otras) me ha costado bastante. A ver, no es que haya ido superclavado, pero sí que iba más atrancado de lo que me habría gustado. Pero bueeeeno, no todos los días voy a subir como una exhalación, ¡jajajajaja!

Como una bala...


A mi ritmo trepidante he ido subiendo, disfrutando del sufrimiento, y pensando que, como no cambie mucho la cosa, voy a acabar teniendo que ponerme el plato pequeño de piñón grande, y el piñón grande de plato pequeño. ¡Jajajaja, qué yo soy de molinillo!

Vaaaa, que ya casi estamos...


Una vez arriba casi todo estaba hecho. Bajada hacia las afueras de Corbera, un par de repechos, y en casa. He llegado bastante bien, con las piernas menos cargadas de lo que me esperaba, pero es que realmente no he forzado en ningún momento.

57 kilómetros
2 horas 53 minutos
1180 metros de ascensión


Y he acabado muy contento y satisfecho. Por haber salido, porque he batido record de kilometraje con La Espe (tampoco era tan difícil), y porque he acabado disfrutando de una mañana mucho más agradable de lo que parecía en un principio, pues al final el sol me ha acompañado en más de la mitad del recorrido.

Veremos qué tal se me da la próxima vez.


Bruno

sábado, 28 de enero de 2012

ALTERNANDO


Esto de tener bici de montaña, bici de carretera, y bici de spinning, es positivo porque me da distintas opciones según las ganas que tenga o el día que haga. Que llueve o no tengo ganas de pasar frío, hago spinning. Que tengo ganas de hacer kilómetros por carretera, “la flaca”. Que me apetece pedalear entre árboles y respirar el aire húmedo de la montaña, “la gorda”.

A veces es un poco estresante, porque parece que tienes la obligación de “tocar todos los palos”, y claro, no siempre es posible. A veces, ni siquiera tienes ganas de bici. Pero cuando las tienes, ahí están ellas, esperando a que las montes…


MARTES 24. A LA HORA DE LOS COLEGIOS

Un mes y medio sin coger la flaca (no me acostumbro a esta jerga), y la pobre ya me miraba con cara de pena. Venga, vamos a dar un paseíto…

Por mucho que lo intento no hay manera de que consiga salir pronto. Esta vez a las cuatro de la tarde. Y a dónde voy a estas horas, pues a Martorell. Como no me apetecía hacer la subida a La Creu Aregall de vuelta, que es lo que hago siempre y seguramente sea lo mejor, se me ocurrió hacer el recorrido a la inversa, y así regresar a Corbera desde La Palma.

Cada vez que me subo a esa bici me noto incómodo, torpe e inseguro. Vamos, como para empezar con ganas. Bueno, supongo que algún día me acostumbraré, aunque sea sólo un poco. Eso sí, la potencia la tengo que cambiar por una más corta, que me noto demasiado estirado.

Subida tranquila a La Creu, sin forzar tendones ni corazón (casi consigo no llegar a 160 pulsaciones), y bajada aún más tranquila, que el suelo estaba húmedo y no quería tener un susto. Incluso me paré a hacer fotos.

Subiendo desde Corbera, acompañado por el sol y mi sombra

Iniciando la bajada a Gelida, de este lado ya no daba el sol

Panorámica llegando a Gelida


Suerte que a pesar del sol salí abrigado, que en las zonas de sombra no hacía nada de calor. Semillaneo hasta Martorell, y al llegar allí me topo con un tráfico terrible, y gente por todas partes: la hora de los colegios. A quién se le ocurre pasar por allí a esas horas. Caravana de coches, paradas en los semáforos, pasos de cebra, y yo intentando guardar el equilibrio. Bueno, pasé el examen sin demasiados apuros.

A partir de ahí menos tráfico, aunque cruzando Sant Andrés y Pallejà me tocó comerme varios semáforos, y moverme otra vez en pequeña caravana de coches. Un poco antes había tenido que parar a cambiar los cristales de las gafas, que el sol ya se había escondido y me iba a hacer falta ver con claridad.

La subida hasta Corbera la hice a un buen ritmo, sin forzar pero ligero, que aunque todavía era de día, ya estaba oscureciendo.

Bueno, al final 39 kilómetros en 2 horas, con 660 metros de ascenso. Lo mismo que tardo con la de montaña, aunque eso sí, con las pulsaciones bastante más bajas.

El tobogán


Me habría gustado hacer más kilómetros, pero poco a poco ya irán cayendo. Al menos le dio un poco el aire a “la flaca”.



JUEVES 26. SPINNING RIBEREÑO

Después de la mini ruta por carretera del martes me apetecía rodar más rato. Se me ocurrió la opción (que luego me pareció buenísima) de meter la bici de montaña en el coche, bajar hasta Pallejà, y allí meterme en el río y rodar por aquellos caminos. No quería hacer desnivel, y sobre todo, no me apetecía tener que volver a casa por la carretera a eso de las seis de la tarde, con tráfico y poca luz.

Como siempre, cuando me subí a la bici ya estaba casi anocheciendo, ¡jajajaja!, no sé cómo lo hago. Pero bueno, unos pocos kilómetros sí pude hacer.

Casi todo el camino que hice está en buenas condiciones. Bastante liso, permite rodar a buena velocidad sin machacarse mucho por baches o piedras (que alguna zona así te encuentras). Las pulsaciones siempre a niveles bastante bajos, casi como si estuviera haciendo estática o spinning en casa.

Nada más empezar, primeras fotos

Realizando un esfuerzo titánico...

El cielo estaba medio tapado


Lo mejor de la salida fue el descubrir la manera de entrar al río desde Pallejà, lo que me va a venir muy bien para otras ocasiones en las que quiera ir hasta allí en coche (muy fácil aparcamiento), o incluso, para cuando algún día sea capaz de conectar Corbera con el río sin meterme por la carretera.

Además, el camino que cogí llega casi hasta Martorell, exactamente hasta justo después de la subida del Congost, con lo que es una opción muy buena para luego conectar con los caminos que llevan a la Serra del Ataix, ya en las montañas de Martorell o Sant Andrés.

Panorámica desde El Congost. Qué paisaje más feo


De vuelta hacia Pallejà ya se me fue haciendo oscuro, pero como llevaba las luces no me importó. Incluso estuve “dando unas vueltas” por el polígono que hay a la entrada, buscando la manera de enlazar la zona de Cementos Molins, o la del cementerio de La Palma, con la entrada al río allí en Pallejà. Entre lo que vi y los mapas, a ver si puedo conseguirlo.

Pequeña central eléctrica en el polígono de Sant Francesc, en Sant Andrés


Luego ya en el pueblo, y antes de pararme en el coche, me dediqué a rodar por el carril bici que tienen en la calle que circunvala toda la población, y que tiene una longitud de 1 kilómetro. Perfecto para bajar los niveles de ácido láctico de las piernas antes de subirse al coche (aunque mis piernas mucho ácido no debían tener, ¡jajajajaja!).

Descargando piernas en el carril bici de Pallejà


El único incidente de la salida fue la caída de medio plátano desde mi mano izquierda hasta el camino de tierra por el que estaba rodando. Cualquiera se para a comerse el rebozado. Qué mal me supo, con lo bueno que estaba…

Al final, 30 kilómetros en casi dos horas, con 200 metros de ascensión.

Parece un electrocardiograma


Resumiendo, una salida corta pero muy productiva, pues me ha dado más opciones a la hora de salir a rodar, o de intentar hacer alguna ruta por varias poblaciones sin tener que tocar carretera. Y bueno, aunque poco, algo de ejercicio también hice.


Bruno

miércoles, 25 de enero de 2012

AL ROC DE L'ÀLIGA


Este domingo volví a coger la bici, y esta vez sí que completé el recorrido hasta el Roc de l’Àliga, en Pallejà. Si sólo son 13 kilómetros desde mi casa…

Un día soleado y templado (ojalá fuera así todo el invierno) que aproveché bastante bien, pues antes de salir con la bici aún tuve tiempo de hacer varias cosas en casa. Claro, saliendo a las doce y media, ¡jajajaja!

El recorrido dio para bastante, pues hice un poco de todo: pista forestal, caminos, senderos, semitrialeras, subidas duras (tirando de molinillo, claro), bajadas algo técnicas (qué bien van estos neumáticos), y disfrutando de unos parajes por los que no había estado antes, a pesar de haberme “movido” por ahí en otras épocas.

Al poco de salir de casa ya me encontré con un coche que iba “haciendo de guía” de cuatro perros grandes de razas distintas. Me acerqué con cuidado, mientras el dueño me decía “tranquil, que no fan res”. Bueno, por una vez era cierto. Los perros pasaron de mí totalmente.

En cambio, horas más tarde me encontraría con otro grupo de tres humanos y cuatro perros que no eran tan amistosos (los perros). Pero bueno, a parte de unos gruñidos y ladridos, y un empujón chulesco de uno de los perros, la cosa no fue a mayores. En fin.


La ruta que iba siguiendo parecía dar una vuelta tonta por unas calles de Pallejà, pero claro, es un track de una salida de senderismo y aprovechan para acercarse a fuentes donde poder aprovisionarse de agua.


La Font del carinyo, en Pallejà


De todas maneras me parecía raro que pasaran por allí, y es que aún había una sorpresa guardada. Ya me había avisado mi padre de que me encontraría una zona un poco complicada para ir con la bici, y al final apareció.

Un sendero en el que me tocó ir andando todo el tramo (y no era corto), y tener que subirme la bici a la espalda varias veces para poder superar desniveles importantes. Suerte que las zapatillas que llevo son todo terreno (una cosa buena de no ser “pofesional”).

Una parte muy guapa del recorrido

¿Cómo no vas a parar a hacer fotos?

Intentando hacer buenas fotos

Me estuve un buen rato en ese pequeño tramo


Eso sí, el sendero valía la pena hacerlo, ya que va siguiendo el curso de un arroyo que va formando pequeñas minicascadas (de un par de palmos) y remansos , en los que era casi imposible no pararse a hacer unas cuantas fotos de recuerdo. Uno de ellos el que conocen como “Lago Azul”, por el característico color del agua en esa zona del arroyo (¿cosa de algún tipo de alga o de microorganismo?).


El Lago Azul (bueno, más bien verde)

Me habrían ido bien unas botas de agua...

... o unas de escalada

Si es que no había un rincón feo

Podría haber dado por finalizada la salida


Al cabo de bastante rato se acabó el sendero y pude por fin ver la luz y subirme a la bici. Menos mal, porque tenía ya la espalda dolorida.


Cuando llegué a mi destino creo que había estado más tiempo parado que pedaleando. Es lo que pasa en estas salidas de investigación y descubrimiento, que no estás luchando contra el crono ni tampoco te estás entrenando para nada, simplemente estás disfrutando de la naturaleza haciendo uso de una bici para ello. Y claro, si hay que parar a hacer 162 fotos, pues se para, ¡jajajaja!

Panorámica desde el Roc de l'Àliga


Eso no quita para que también disfrute, y mucho, de la bici, y de mí mismo, que a los que nos gusta este rollo también sabemos apreciar esas sensaciones que te produce el estar machacándote subiendo una cuesta imposible, o pelearte con el manillar y los frenos intentando bajar por esa zona un poco complicada.

Ahora que de lo que no disfrutas es de esa sensación que tienes cuando oyes un ruido estrepitoso que viene de la transmisión de la bici, y crees que se te ha roto el basculante o algo parecido. Luego ves que “sólo” ha sido un pequeño palo que se ha cruzado en el cambio trasero y casi te lo parte en dos. Un radio roto es la única recompensa que pudo llevarse el maldito palito.

Pudo haber sido peor


De vuelta del “Roc”, que por cierto son unas peñas desde las que hay unas vistas tremendas (lástima que haya tanta civilización de por medio), hice uso de parte de un track que cogí prestado de cuando varios compañeros de trabajo hicieron una salida a ese mismo sitio. El gps me lió un poco (¿o me lié yo?) y tuve que rectificar un par de veces mi trayectoria, pero al final acabé encontrando el camino adecuado.

¿Eso es para enganchar la bici?

Habrá que seguir el cable...

Casi mejor me doy la vuelta

Menos mal que hay una alternativa para los menos valientes


Tengo que decir que si no fuera por el gps, seguro que en más de una salida habría tenido que patear, o ciclar, muchos más kilómetros de los necesarios. Y por supuesto, de cantidad de caminos que he ido descubriendo desde que lo tengo, ya ni me acordaría de por dónde están. En definitiva, gran invento los gepeeses.

De por esa zona venía

Para los que no llevan gps

Panorámica desde la Cantera del Turó Roig

"La antena" de Pallejà. Ya no me quise liar


Los últimos kilómetros hasta casa los hice por carretera, que de haberlos hecho por montaña seguramente se me habría hecho un poco oscuro, y no era plan. Así que tuve que echar mano de pulsaciones (media de 171 en 4 kilómetros), y tirar de cadencia para poder mover con soltura el “dosveinte” taqueado que llevo ahora delante.

Llegada a casa totalmente satisfecho, después de casi 5 horas de salida, aunque de ellas sólo 2 y 3/4 pedaleando, y tras haber recorrido 29 kilómetros con 830 metros de ascenso acumulado. Unos números algo más aceptables que los de la última vez.

Un perfil muy variado en todos los aspectos


Ahora sólo falta que siga saliendo algunas veces más por esa zona y pueda así completar una ruta más larga y divertida con la que poder deleitar a los compañeros en un futuro próximo. Lo que pasa es que el frío acabará llegando, y la bici de espinnnnnnnnning me mira con una carita…



B
runo

jueves, 19 de enero de 2012

DE CORBERA A LA PALMA POR MONTAÑA


Ayer a mediodía, volviendo del trabajo, y viendo el solecito bueno que hacía, me pareció el día indicado para hacer una ruta de senderismo que me pasó mi padre hace tiempo, y que, en su primer tramo, une Corbera con La Palma sin tener que tocar la carretera.

Hay una alternativa parecida, y que ya conozco, que va por “el otro lado” de la carretera, siguiendo el curso de la Riera Rafamans. Pero ese camino hay que cogerlo ya a la salida de Corbera, por lo que, en mi caso, me obliga a hacer un tramo corto de carretera.

Este otro, en cambio, es un camino que empieza antes (después de hacer un cortito tramo de casas), y discurre entre la carretera y las peñas que quedan a la derecha de ésta según se sube hacia Corbera. Hace tiempo que quería conocerlo, y como en esa zona de la montaña da el sol casi todo el día, pensé que era el momento de hacerlo.

La ruta en realidad es para hacer una caminata hasta el Pic de l’Àliga, en Pallejà. Son sólo 17 kilómetros, haciendo la vuelta por las urbanizaciones. Mi idea era ir hasta allí, y volver por el mismo sitio. No me apetecía “urbanizacionear”, que con la suerte que tengo últimamente seguro que me encontraba perros sueltos…

Pero, entre que comí algo, me descargué el track, y preparé los bártulos, casi se me hace de noche, ¡jajajajaja! Así que ya salí de casa con la idea de ir simplemente hasta la salida de La Palma y volver.
Se trataba sólo de conocer ese camino.

Y la verdad es que es un buen descubrimiento, pues es una alternativa buenísima para no tener que ir por la carretera. Sólo se toca asfalto dos veces: la primera, para hacer escasos 100 metros antes de coger el camino principal; y la segunda, para cruzar la carretera y bajar hacia la Riera Rafamans, a su llegada a La Palma (mismo punto al que llega la otra alternativa). Bueno, todo esto sin tener en cuenta que de casa salgo ya por asfalto.

El camino de las peñas

Un cartel mítico


En este primer tramo me paré varias veces, a hacer fotos, y a regar las plantas. Que si no paré cuatro veces no paré ninguna. ¡Pero si ni siquiera había bebido agua en casa!

Una vez en las inmediaciones de La Palma se sigue el camino que bordea la riera, para luego acabar llegando a la Font del Marge, y de ahí a la salida del pueblo. Como ya lo conozco, quise variar y tomar el Camí de l’Obaga, que va a parar al mismo sitio pero haciendo más sendero y varios repechos cortos pero duros.

La Palma, vista desde el Camí de l'Obaga

Alguno que tuvo que dejar la casa a medio hacer...


En lugar de seguir hasta el final del pueblo, paré en la fuente a hacer un par de fotos y comer un plátano.

La riera a su paso por La Palma

Un posado bloguero


Llevaba casi tanto tiempo parado como de pedaleo, y el sol se estaba escondiendo, así que me cambié los “cristales” de las gafas y me di ya la vuelta. Claro, todo lo que antes fue bajada ahora iba a ser subida. Pero bueno, tampoco es para tanto, ni mucho menos.

Por supuesto ya no paré a hacer fotos, que tentaciones tuve, y después de algunas subidas de pulsaciones no aptas para “mesocicleros” acabé llegando a Corbera. Un poco de asfalto para llegar a casa, y listo.

Curioso


Total, 12 kilómetros en hora y diez, con 400 metros de ascenso. Unas cifras espectaculares, ¡jajajaja! Pero bueno, yo me lo pasé bien. Luego en casa, un poco de spinning para “descargar” las piernas, y algo de musculación para los brazos.

En definitiva, una salida mucho más interesante de lo que su escaso kilometraje puede hacer pensar, puesto que entre este tramo recién conocido y otros que ya conozco, casi puedo ir desde mi casa hasta Cementos Molins sin tener que tocar la carretera. Y a la inversa aún es más interesante.

Otro día ya iré hasta el Pic de l’Àliga…


Bruno

martes, 10 de enero de 2012

DESINTOXICANDO


Dos semanas sin salir con la bici, mal aprovechando los días de fiesta, y pasando demasiadas horas en casa, tenían que acabar con una cura de desintoxicación "caseraperril", aunque fuera el último día de las vacaciones. Ni siquiera había limpiado la bici desde la salida de Los Santos Inocentes.

He salido tarde, casi a las doce, pero eso no importaba. Total, la idea era hacer un par de horas y volver para casa. Una salida muy tranquila en lo que a exigencia física se refiere, intentando no forzar la máquina, que no me apetecía. Se trataba más que nada de divertirme un rato haciendo sobretodo caminos y senderos, buscando también bajar por algunas zonas un poco complicadas según el día que tengas.

Bordeando Sant Ponç


Ya hace dos salidas que cambié los neumáticos, y respecto a lo que llevaba antes, le puse un poco más de ancho delante (2.2),por aquello de notar más aplomo en zonas de mucha piedra, y un poco menos detrás (2.0), intentando quitar parte del lastre que tendría que empujar delante.

Los dos neumáticos son Specialized The Captain, y la verdad es que el delantero ya me pareció muy buena elección el primer día que salí.
A lo mejor es psicológico, pero noto que la dirección tiene más aplomo que antes. Y del trasero saqué la conclusión de que al ser más estrecho parecía que en algunas zonas me derrapaba más de la cuenta. Hoy, ese efecto me ha parecido beneficioso, ya que me permitía “dirigir” mejor la bici cuando bajaba por esas zonas un poco más complicadas.

En cualquier caso, y dejando ya el tema de los neumáticos, la salida de hoy, siendo corta en kilometraje, ha sido muy divertida, y efectivamente, me ha servido para airearme un poco y volver a cogerle ganas a la bici, que estos días he pasado de todo.

Posando para el blog


22 kilómetros en 2 horas y 20 minutos, con casi 700 metros de ascenso acumulado. Me ha salido una media bastante baja, pero es lo lógico teniendo en cuenta que no quería forzar, y que he hecho subidas durillas y bajadas algo complicadas. Se trataba de pasármelo bien y nada más. Bueno, y en mente también tenía el querer preparar una ruta para cuando venga algún compañero por aquí, para qué negarlo.

No ha estado mal


Ahora solo falta que no lo deje otras dos semanas.


Bruno