Salida “in extremis” después de llevar ya una semana sin tocar la bici. Unos días de descanso ciclista le han ido bien a mis piernas, pero más habrían sido demasiados.
Con el cambio de turno en el horario del curro se me fastidia siempre casi toda la primera semana. Da igual los planes que haga, al final acabo por no hacer nada más que intentar adaptarme a los madrugones criminales.
Por suerte, ayer pude romper el maleficio y conseguí volver a salir con la bici, esta vez ya por montaña, que llevaba muchas salidas seguidas por asfalto y hay que recuperar sensaciones “terrenales” de cara a una cercana salida con los compañeros de trabajo.
Salida típica de las mías, moviéndome por caminos infinidad de veces recorridos, siempre con la mente puesta en llegar a tiempo a ver la puesta de sol desde la cima del Puig d’Agulles. La idea inicial era salir entre las tres y media y las cuatro de la tarde, pero por “cuestiones ajenas a mi poca voluntad” el inicio de la ruta se retrasó hasta casi las cinco y media de la tarde.
Aquel es mi objetivo
Sin mucha prisa y con pocas pausas, fui haciendo camino, teniendo que recortar el que iba a haber sido el recorrido previsto, y topándome de bruces con la ya olvidada realidad de tener que forzar mucho más la pedalada para poder mantener un ritmo lejanamente parecido al que conseguía mantener en salidas anteriores por carretera.
Traqueteo constante, sensación de inestabilidad sobre el terreno, pérdidas de tracción, casi de equilibrio, pesadez de movimientos…, qué pronto se pierde la poca pericia sobre terrenos pedregosos. Suerte que por estos caminos te pones a tono rápido. O eso, o te vas al suelo en cualquier momento. No sucedió, no sucedió…
Ya en las inmediaciones de mi objetivo, no pude reprimir mis ansias fotográficas, y paré un momento para inmortalizar los increíbles paisajes que rodean al mítico Puig d’Agulles. Escenas así hacen que aún valores más toda la naturaleza que nos rodea.
Un monstruo en la montaña
Con puntualidad casi británica llegué a la cima del pico más alto que tenemos por aquí. Ese Puig d’Agulles ha sido siempre un reto para mí. Tanto cuando empezaba con esto de ir en bici por la montaña, como ahora que ya lo he subido innumerables veces. En cada ocasión que me acerco por allí las sensaciones son diferentes, y siempre especiales.
No era el mejor día para una foto así
Normalmente dejó la bici unos metros más abajo, apoyada en la valla de “la bola”, pero ayer quise subirla a hombros hasta el punto geodésico, que ella también se merece pisar lo más alto de la montaña. ¿Acaso no me ha llevado hasta allí?
Un poco más y me sale una foto guapa
Después de abrigarme bien para la vuelta a casa (a esas horas ya hacía un aire frío de esos que si te despreocupas lo acabas pagando días después), y de hacer las últimas fotos (¡que yo no había salido en ninguna!), me dispuse ya a iniciar la bajada.
¿Cómo no iba a salir yo?
La vuelta, siempre con los cinco sentidos alerta, rápida, y mucho más fácil que la ida. Aun así, pedales hay que dar, y siempre se puede aprovechar para pedirle a las piernas un último esfuerzo y llegar a casa con la sensación de haber aprovechado bien la corta ruta.
30 kilómetros
810 metros de ascensión acumulada
128 minutos pedaleando
No está mal, aunque pudo haber estado mucho mejor. Este sábado habrá que exigirse bastante más.
Bruno
Espectacular esa puesta de sol. Esos momentos del atardecer son siempre muy especiales. Y te han quedado unas fotos muy guapas, en serio.
ResponderEliminarPor cierto, por aquí, cuando subimos al Puig d’Agulles, tenemos la bárbara costumbre de seguir sin parar hasta tocar la verja de la bola con la rueda de la bici, Es una gilipollez como otra cualquiera pero hace gracia. Si no lo has hecho nunca la próxima vez pruébalo y verás…. Y si vas con más gente es más divertido.
Un saludo.
¡Jajajaja, muy bueno, Miguel!
ResponderEliminarMe hace mucha gracia eso que dices, porque es exactamente la misma costumbre que he tenido yo desde siempre: subir, subir, subir, hasta empotrarme contra la valla de la bola. Brutal acabar así la subida.
Lo que pasa es que con el tiempo he acabado por variar esa costumbre: en lugar de darme de frente contra la valla, continúo hacia la izquierda para subir ese pequeño "escalón" de cemento. Entonces me agarro a la valla y pedaleo hacia atrás unos segundos hasta que el corazón baja de pulsaciones.
Hay que ir con cuidado, que alguna vez he estado a punto de irme "p'abajo", ¡jajjajjaajaja!
Ya sabrás que en "El Puig", tanto a primeras horas de la mañana, como a últimas horas de la tarde, las vistas pueden llegar a ser muy bonitas. Lástima de canteras, que literalmente se están comiendo la montaña.
¡Gracias por pasarte por aquí!
Las fotos no están del todo mal...
ResponderEliminarLástima de fotógrafo, ¡jajajaja!
¡Gracias!
Buenas fotos del atardecer kumpaññ!!!
ResponderEliminarUff!! ya no sé que ponerte, han pasado tantos dias...
Tú sigue así, que algún objetivo te tendrás que marcar para el año que viene.
Ya estoy al día con tus crónicas, jajaja....
Lo mejor de la ruta, las fotos.
ResponderEliminarEl objetivo va a ser aguantar lo que pueda, que los años no pasan en balde, ¡jajajaja!