Seis meses después de mi última publicación retomo las crónicas de mis aventurillas ciclistas. No sé si tendré continuidad, pero de momento con ésta a lo mejor consigo animarme a escribir más.
Ese
domingo se disputaba la marcha cicloturista Gran Fondo La Mussara, prueba de bici de carretera famosa en el mundillo ciclista, y de gran dureza para el aficionado medio, y en la que por supuesto yo no iba a participar. Pero sí mi amigo Carlos.
Sabedor
de lo importante que era para él esa carrera, pensé que le podría dar una bonita
sorpresa apareciendo en algún punto de la misma para animarle. Hay una subida
en el recorrido, el alto de Coll roig, de la que Carlos llevaba muchos días hablándome, y que según lo
que cuenta la gente que ya ha participado debía ser un momento muy duro de la
prueba.
Así que
después de muchos días dándole vueltas a cómo ir, por dónde ir, si llevar la
bici o no, y en definitiva, buscando la mejor manera de presentarme allí, al
final me hice unos tracks en el ordenador para poder hacer yo una ruta con la
bici de montaña y aparecer en ese punto preciso del recorrido.
Salí
temprano de casa, para así evitar los puntos de corte de las carreteras, y
también evitar que de casualidad me cruzara con Carlos en algún punto del
recorrido.
Aún
yendo con tiempo, llegué a mi destino, el pequeño pueblecito de Albarca, justo cuando pasaban por allí los
primeros corredores. Estaba tranquilo, porque tenía controlados los horarios de
paso por todas las poblaciones y puntos estratégicos, y además iba
siguiendo a Carlos en directo con la aplicación del gps.
Tranquilamente
entré en el pueblecito, aparqué el coche, y me dispuse a realizar la ruta que
llevaba preparada. Tenía casi más ilusión yo que la que Carlos llevaba
demostrando hacía tiempo.
Primeras fotos para enviar a la familia y que supieran de mis andanzas.
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Aún no había empezado y ya estaba haciendo fotos... |
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A punto de iniciar mi ruta desde Albarca, con unas vistas así ya empiezas con muchas ganas |
La zona, que realmente vale la pena visitar, tiene unos paisajes espectaculares y muy bonitos. Pensé que más adelante tendríamos que hacer una salida en btt con los compañeros del trabajo.
El recorrido que me había preparado (juntando tramos de varios tracks diferentes del wikiloc) estaba resultando totalmente recomendable desde los primeros momentos. Algo técnico al principio, transcurría por un camino de bajada muy pedregosa que exigía también de momentos puntuales de exigencia física.
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Nada más salir del pueblo ya "me tengo que parar" a hacer un par de fotos... |
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La ermita de Sant Joan del Codolar, con los "Cingles del Montsant" en lo alto |
Estaba haciendo bastantes fotos, pero me di cuenta que tenía que ir por faena porque se me podía echar el tiempo encima, y yo a lo que había ido allí era a darle la sorpresa a Carlos. Mi ruta era lo de menos. Aún así había momentos en los que era obligado parar a hacer unas fotos.
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No quería parar mucho, pero me era imposible no hacerlo |
En un punto del camino la parada fue obligatoria... Entrando en un pequeño puentecito, no sé cómo lo hice para desequilibrarme, y acabé medio colgando de los cables que hacían de barandilla. Gracias a ellos no me fui para abajo, que aunque sólo había un metro y pico de caída hasta la vegetación, mejor no saber qué habría pasado. Unas rascadas en las dos piernas, una herida en un dedo de una mano, y el pequeño sustillo, fue todo lo que ocurrió.
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Así quedó la bici. Y yo, no sé cómo conseguí no caerme |
Ya
llegó un momento en el que la ruta que yo llevaba preparada se cortaba en
algunos puntos debido a que pasaba por zonas de cultivo en las que el camino
había desaparecido.
Intenté encontrar la manera de enlazar estas zonas y así continuar el camino por montaña, pero después de un par de intentos me pareció que el tiempo se me echaba encima y que no podía andar haciendo experimentos, así que decidí cortar por lo sano y meterme en la carretera por la que ya estaban
pasando algunos corredores.
Pensé que si me metía bien arrimado a la derecha e
iba con cuidado no habría problema. Total, iba a ser un tramo corto. Me crucé con algunos participantes, incluso con algún motorista de la organización, que no me dijo nada, así que yo seguí adelante con cuidado.
Una vez
llegué a La Morera de Montsant, pueblo en el que habían instalado un punto de avituallamiento justo después de acabar
la dura subida en la que le quería dar la sorpresa a mi amigo, pude continuar por montaña por el camino que llevaba preparado.
Hacía
rato que el gps de Carlos no enviaba la señal, así que no sabía exactamente en
qué punto del recorrido debía estar. Me imaginaba que tenía tiempo para llegar
a donde tenía previsto darle la sorpresa, pero no las tenía todas conmigo.
Así que
el tramo entre el pueblo y ese punto lo hice a todo lo que pude. Con cuidado,
pero a saco.
El último trozo era un sendero de bajada muy fuerte, que poco a
poco se fue cerrando cada vez más, haciendo que me rascara con todos los arbustos y demás vegetación que me iba encontrando, hasta que me encontré
con que casi no podía pasar incluso sin la bici.
¡Mierda!
Y si volvía para atrás iba a ser peor, pues todo lo que había bajado a toda
ostia me tocaría ahora subirlo, y no tenía ni fuerzas ni tiempo para eso. Era
un tramo largo y de gran pendiente.
Viendo
claro en el mapa del gps que el punto al que quería llegar para animar a Carlos
estaba muy cerca de dónde me hallaba en ese momento, decidí coger la bici y
abrirme paso en plan jabalí entre las zarzas y los matorrales que cerraban el
camino. ¡Iba a llegar a tiempo sí o sí!
Arrasando con todo lo que me encontraba por delante, hice unos
últimos metros de subida con la bici a cuestas y ¡por fin llegué a la carretera!
Unos que había allí animando a los corredores se quedaron alucinados viéndome
aparecer de la nada entre la vegetación.
Bueeeenooo,
lo había conseguido. Ahora sólo faltaba esperar a que Carlos apareciera.
Mientras, me dediqué a animar a ratos a los muchos ciclistas que pasaban por allí, unos sufriendo más que otros. Y es que ese tramo de subida era realmente duro.
Al final fue Carlos el que me dio la sorpresa a mi, porque me vio unos cuantos metros antes de llegar a mi altura, y empezó a gritar mi nombre, y yo aún no le veía. ¡Jajaja, qué bueno fue. Vaya subidón!
Iba con su primo Javi, con el que hizo toda la carrera, y según pasaban les animé corriendo unos metros a su lado. Enseguida me subí a mi bici, y pegado al arcén para no molestar a nadie intenté seguirles. Hice unos cuantos metros a toda castaña, pero me fue imposible. Tuve que poner el molinillo y subir "a mi ritmo", que la cuesta se las traía, y no estaba yo como para seguir a esos máquinas.
Al cabo de un rato acabé llegando al pueblo, La Morera de Montsant, donde habían instalado un avituallamiento, y allí pude por fin saludarles como es debido y charlar un rato con ellos, y también con la mujer de Javi, que estaba allí porque le acompaña a todas las marchas en las que participa.
Después de unos minutos ya "dejamos" que se marcharan, que se estaban enfriando y aún les quedaban muchos kilómetros por delante, y al poco yo también seguí mi camino, que tenía que volver a Albarca, el pueblo donde había dejado el coche.
La ruta que tenía prevista se había trastocado totalmente, ya que la vuelta a Albarca la tenía que haber hecho desde la subida de Coll Roig, por montaña, y en dirección contraria a como iba ahora. Además, no me veía yo con ganas de seguirla, pues aún faltaba bastante por hacer.
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La ruta que tenía prevista |
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La que acabé haciendo |
Así que decidí volver por carretera, siguiendo con cuidado el sentido de la marcha ciclista, hasta llegar a Cornudella de Montsant, donde ya me desvié de la carrera para ir hasta Albarca.
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Desde la caída en el puentecillo no había vuelto a hacer ninguna foto ¡! |
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La carretera entre Cornudella de Montsant y Albarca |
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Bonitas vistas allá donde mires |
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Después de tres horas y media sin hacer ninguna, ahora no paraba de hacer fotos |
Aún yendo por carretera tenía todavía unos cuantos kilómetros por recorrer, pero el subidón y la alegría que llevaba encima hizo que los recorriera disfrutando muchísimo de haber ido hasta allí y haberle dado la sorpresa a Carlos.
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La carretera tiene una pendiente llevadera |
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A punto de llegar... |
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... y muy contento. |
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Un último esfuerzo y habré llegado |
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¡Ahora sí. Contentísimo! |
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Espectaculares vistas |
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Allí sólo se respiraba tranquilidad |
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1000m de ascensión en 35km. Pues no estuvo mal |
De vuelta a casa, satisfecho y muy, muy contento con el día que había tenido. Levantarme temprano para hacer 200km en coche y 35 en bici por ir animar a Carlos, me hizo sentirme realmente bien conmigo mismo. Además descubrí aquella zona, que es muy bonita y valdrá la pena volver por allí.
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De vuelta aún tuve ganas de parar un momento en el Pantà de Siurana |
¿Quizás algún día a participar yo en esa marcha? Jajajaja, quién sabe...
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Me ha quedado una crónica algo sosa, que la jornada dio para hacer una explicación mucho más curiosa, pero hace ya meses de aquel día, y además del tiempo que llevo sin escribir ninguna, he perdido "la magia".
Además, con la cantidad de fotos que hago siempre, ese día no hice ninguna foto de Carlos. Y es que de lo que me preocupé fue de animarles cuando aparecieron, y luego con el subidón tampoco nos hicimos ninguna juntos. Ya me vale...
Bueno, ésta era una crónica que tenía pendiente, y tenía que escribirla como fuera. Ahora a ver si me pongo y escribo todas las salidas que he hecho desde entonces. Y luego ya veremos...