Sin metas pero con objetivos, sigo disfrutando de las bicis y de otras actividades. Intento aprender continuamente para mejorar como persona, física y mentalmente. Este blog sigue siendo una especie de diario personal en cuanto a lo ciclístico, pero va siendo hora de ir añadiéndole algunas cosas más que también captan mi atención...

sábado, 15 de abril de 2017

EMPEZANDO BIEN EL AÑO: ENERO


Pues la verdad es que empecé el año con buen pie, o mejor dicho, con buen pedal, ya que enero resultó un mes bastante prolífico en cuanto a salidas en bici. No fueron muchas, pero lo importante fue la sensación de continuidad y ganas de progresar que llegué a tener, y el hecho de retomar las salidas por carretera, que hacía tiempo que echaba de menos.



Miércoles 04 de enero.- DE VUELTA AL CASTELL D’OLÈRDOLA

Empezaba el año con ganas, así que después de dejar pasar tres días para recuperarme de la salida de fin de año, me volví a subir a la bici. Eso sí, nada de madrugar, que salí a las dos y media de la tarde…

Casi dos años y medio después de la última vez volví a subir hasta el Castell d’Olèrdola con la flaca, haciendo el mismo recorrido que he hecho en otras ocasiones, y que la verdad es que me gusta mucho: pasando por Sant Pere de Ribes en dirección a Sant Pere Molanta, para luego girar hacia Sant Miquel d’Olèrdola y hacer la chula subida al castillo, y volver por Canyelles.

Unas carreteras que no son muy exigentes pero que tienen tramos de diferentes características en los que disfrutar totalmente de la bici. El colofón de la corta y dura subida al castillo pone la guinda de esta ruta que siempre me sirve para testear mi estado de forma carretero, y que me dejó muy buen sabor de boca.

Una de las gracias de vivir en la costa es que acabando las salidas en bici siempre puedo alargar la ruta y sumar unos cuantos kilómetros más rodando en llano, con lo que además consigo que las piernas acaben un poco más relajadas.

Al final, un poco más de 60 kilómetros y casi 800 metros de ascenso, que la verdad es que me parecieron muy buenos números para el momento de forma en el que estaba.

No es una gran gesta, pero yo estaba contento

El recorrido



Sábado 7 de enero.- AL PI TALLAT CON VÍCTOR E ILDE

Iba sobrado de ganas de bici, así que organicé una mini quedada para ese mismo sábado con mi primo Víctor y con mi amigo Ilde. La idea era hacer una ruta que a Ilde ya le había enseñado allá por el lejano 2012, y que seguro que a Víctor le iba a encantar.

Se trataba de ir al Pi Tallat, que es el punto más alto de Sant Andreu de la Barca, haciendo una ruta un poco turística pasando antes por la cruz de La Creu Aregall y por las antiguas minas de plomo de Martorell. Una vuelta muy chula que incluye algunas subidas muy exigentes, bajadas muy divertidas, y un entorno muy bonito.

A mitad de ruta tuvimos que improvisar un tramo, pues por donde teníamos que pasar había batida de jabalís. Por suerte no tuvimos problemas a la hora de conectar otra vez con el recorrido que llevábamos preparado.

¿No podrían hacer las batidas un día de cada día, en lugar de en fin de semana, que es cuando más gente hay por la montaña pasando la mañana en bici, corriendo o paseando con la familia? En fin.

La anécdota de la ruta fue que subiendo hacia el Pi Tallat la batería de mi gps dijo por fin basta, y me dejó colgado después de llevar ya tiempo aguantando muchísimas menos horas de las que aguantaba en sus buenos momentos. Gracias al móvil, y a que el gps me permitió encenderlo a ratos, pudimos seguir la ruta sin mayores complicaciones.

Y es que, aunque más o menos intuía por donde teníamos que ir, sin la ayuda de un gps o mapa no habría conseguido guiarles por el camino adecuado, y aunque habríamos vuelto a casa seguro, habríamos tardado bastante más de lo normal, y seguramente teniendo que hacer un recorrido alternativo.

Al final, una ruta muy chula, en la que nos lo pasamos muy bien, y que servirá como acicate para que quedemos en más ocasiones. Unos 35 kilómetros y 1250 metros de ascenso, que se puede decir tranquilamente que son unas cifras nada despreciables.

A las ocho de la mañana, antes de salir hacia Corbera

Ya en ruta, parada en La Creu

De bajada, esperando a los rezagados, foto de las ruinas del Castell de Sant Jaume

Llegando al Taió, por fin aparecen

Avituallamiento en las minas de plomo, en la Serra del Ataix

Y en El Pi Tallat



Martes 10 de enero.- EN CASTELLET Y DOMENYS

Ya que este año retomábamos el trabajo más tarde de lo habitual, el último día de las vacaciones aproveché para seguir gastando los neumáticos de La Espe, que por cierto siguen siendo los que traía de serie (vale, vale, también es verdad que no le he hecho 10000km precisamente…).

Tenía muchas ganas de pedalear y no había que desaprovecharlas.  Eso sí, volví a salir a las dos y media de la tarde, que levantarme tarde y perrear en casa también me gusta…

Un recorrido muy bueno para seguir cogiendo poco a poco la buena forma con la bici de carretera, que me llevó a Sant Jaume del Domenys, pasando por el Pantà de Foix y Castellet, tanto a la ida como a la vuelta, y en el que la diferencia estuvo en que a la ida fui por Torrelletes, y la vuelta la hice por el lado de Banyeres del Penedés.

Otros 62 kilómetros, esta vez con sólo 575 metros de desnivel acumulado, pero que completaban una semana de bici realmente buena.

Desde el Castell de Castellet, panorámica desenfocada del Pantà de Foix

La Espe y yo a los pies del castillo



Lunes 16 de enero.- CASTELL DE CALAFELL

Después de esas tres salidas bastante seguidas dejé pasar casi una semana hasta que me volví a subir a la bici. El haber empezado a trabajar en turno de mañanas no era lo mejor para mi cuerpo.

Como en las dos anteriores salidas con la flaca había ido a ver sendos castillos (bueno, en el caso del de Olèrdola, lo que queda de él, que es bien poco), para esta ocasión me apeteció acercarme a ver el de Calafell, y así completar una curiosa trilogía.

Esta ruta es más corta y mucho más llana que las anteriores, pero para hacer por la tarde después del duro madrugón que me había pegado ya estaba bien. Aún así, ya de vuelta me apeteció hacer algo de desnivel subiendo a la urbanización Costa Cunit, un tramo poco exigente pero que sirve para acumular un poco más de trabajo en las piernas.

Al final, dos horas de pedaleo para recorrer 42 kilómetros con 240 metros de ascenso. Buena salida para no perder la continuidad que estaba teniendo este primer mes del año.

En el Castell de Calafell

Un perfil gracioso



Miércoles 18 de enero.- BORDEANDO EL PANTANO

Sólo dos días después, y cansado y falto de sueño por culpa de los horarios de trabajo, volví a salir en bici. Algo raro estaba pasando…

Una salida sencilla a la que he recurrido en otras ocasiones, y en la que simplemente se trata de bordear el Pantano de Foix pasando por Castellet, y volver por “el otro lado”, haciendo la corta subida que lleva a Clariana, para entonces desviarme hacia Costa-Cunit y bajar ya hacia Cubelles, donde haría unos últimos kilómetros de llano para recuperar mejor las piernas, y completar dos horas de pedaleo y 42 kilómetros recorridos.

Buenas sensaciones a pesar del cansancio por falta de sueño, y sobre todo muy contento por haber vencido la perrería y haber salido a disfrutar de la bici.

Bonita tarde por una carretera que me encanta



25 de enero.- ESTRENANDO BOTAS

Después de años pensando en ello al final me compré unas botas de invierno para la bici de montaña. Y como en la de carretera aún llevo los pedales de montaña, pues qué mejor idea que hacer una salida supercorta y llana con la única finalidad de estrenarlas.

Habían pasado siete días desde la última salida y no podía dejar pasar más tiempo, así que aunque fueron sólo 22 kilómetros en una hora de pedaleo, mejor eso que nada. Un poco de viento y algunas gotas de agua ayudaron a hacer un poco más dura la salida, ¡jajaja!

¡Y contentísimo con mis botas nuevas!

Sorteando calles inundadas

Lo mejor de la salida

Contento con la nueva adquisición



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Pues así transcurrió enero. Sorprendiéndome a mí mismo, más que por haber hecho muchas salidas o muchos kilómetros, por estar teniendo muchas ganas de salir y ponerme cada vez mejor de forma, y por vencer en muchos momentos (en otros muchos, no) a la apetecible comodidad de quedarme en casa descansando y haciendo otras cosas.

También ayudaba un poco el hecho de que el invierno no estaba siendo especialmente frío, o por lo menos a mí no me lo parecía.


El año empezaba bien, y se trataba de no perder la continuidad que parecía estaba consiguiendo.

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