Sin metas pero con objetivos, sigo disfrutando de las bicis y de otras actividades. Intento aprender continuamente para mejorar como persona, física y mentalmente. Este blog sigue siendo una especie de diario personal en cuanto a lo ciclístico, pero va siendo hora de ir añadiéndole algunas cosas más que también captan mi atención...

sábado, 17 de julio de 2010

CRÓNICA TARDÍA DE LA 1ª VIPXTREM



Se les fue la olla... O se nos fue a nosotros.

El pasado sábado 10 de julio participé en la primera edición de la VipXtrem, marcha de bicicleta de montaña por las Montañas de Prades y el Paraje Natural de Poblet, en Tarragona.

Durísima prueba de 135 kilómetros de recorrido, con 3400 metros de ascensión acumulada, y que tardé casi 13 horas en realizar.
Pedaleé durante casi 11 horas, y estuve parado dos más.
La verdad es que consiguieron lo que querían, que era hacer una prueba extremadamente dura.

Acabé de los últimos... de los últimos que la acabaron, porque hubo un 25% de abandonos. Y es que no era para menos.
Conseguí mi objetivo, que era acabarla, y acabarla dentro del tiempo máximo establecido, que eran esas trece horas.

Empezó el día a las 4 y cuarto de la mañana. Muy temprano sí, pero “acostumbrado” a levantarme a esa hora durante toda la semana no me resultó demasiado difícil hacerlo también el sábado.

A las 5 y media estaba ya en el peaje de Martorell, donde había quedado con Carlos. Esta vez íbamos en dos coches porque el quería volver más pronto que yo, y lo normal era que acabara la prueba un par de horas antes que yo.

Llegamos a Vimbodí un poco antes de las 6 y media de la mañana.
Ya había unos cuantos ciclistas por allí. Recogida de dorsales, preparar la bici y todo lo que íbamos a llevar encima, última visita al lavabo, y dispuestos a empezar la que ya preveíamos sería una dura jornada de ciclismo montañoso.

Antes de ir hacia la salida, foto de grupo con unos compañeros de Carlos de la Penya Btt Canigó.

Qué felices nos las prometíamos


A la prueba nos habíamos inscrito unos 360 participantes, ¡qué locos todos! En el pabellón deportivo nos dieron las últimas explicaciones del recorrido y los últimos consejos. El día iba a ser muy caluroso, y el recorrido muy duro, sobretodo la segunda mitad de éste, con lo que la organización se preocupó de aconsejarnos que guardáramos todas las fuerzas posibles para esa segunda parte de la prueba.

Escuchando los últimos consejos


Unos minutos después de las 7 y media dieron la salida, neutralizada por las calles del pueblo, una manera de pasearnos un poco antes de empezar a dar pedales con ganas.

Los primeros 5 kilómetros, en bajada y con un par de repechos de por medio, servían de calentamiento para el primer objetivo del día, una larga subida de unos 7 kilómetros, que empieza después de pasar por el Monasterio de Poblet, y que nos lleva desde los algo menos de 500 metros a los que está el monasterio, hasta los 1000 metros de altura al final de la subida, en el Pic de l’Àliga.

Es la subida de La Pena. El nombre ya lo dice todo. Antes de empezar a subir me acerqué a Carlos y me despedí de él, pues tenía claro que yo iba a hacer la subida a un ritmo más bajo que él. “¡Nos vemos el lunes en el curro, ja, ja, ja!”

La subida discurría por zonas todavía en sombra a esas horas de la mañana, lo cual era de agradecer pues ya estaba empezando a hacer calor. El camino, tipo pista forestal pero con bastante piedra suelta, y unas pendientes bastante duras que me hicieron tomármelo con calma. Plato pequeño, y jugando con tres o cuatro piñones, fui subiendo mientras disfrutaba del entorno, con unas vistas bastante bonitas de la zona ya a media subida.

En estos primeros pocos kilómetros ya pasé a unos cuantos participantes que habían pinchado rueda. El camino era propicio para ello.

Una vez arriba, bonita vista para pararse a hacer una foto, pero pienso que mejor no entro en la dinámica de hacer una ruta fotográfica, no vaya a ser que acabe perdiendo mucho tiempo.
Y es que en estas marchas (realmente en todas) siempre me quedo con las ganas de hacer más fotos de las que hago, pero es que si me paro cada vez que me parece que puedo hacer una buena foto...
Decidí que sólo haría fotos en los avituallamientos, que habría bastantes y eso ya me haría perder bastante tiempo. Yo calculaba que entre una hora y media y dos horas.

Venía ahora una buena bajada, rápida, de unos 5 ó 6 kilómetros, en la que había que ser precavido pues el camino estaba bastante roto y no resultaría difícil tener un pinchazo o algún sustillo.

En un punto de la bajada veo a un hombre apartado a un lado del camino, sentado, encogido, con los brazos abrazándose las piernas. Me paro y me dice que se ha caído y que no está bien. Me estoy unos momentos con él hasta cerciorarme de que “no es grave”, y tras animarme a seguir y asegurarme que alguien ya había avisado a la organización, me despido de él y continúo bajando.

Suerte que bajaba con cuidado, porque al poco me encuentro con un 4x4 que sube a toda pastilla, y al que le hago gestos para que afloje, pues detrás mío venían más corredores, y el camino no era como para ir a esa velocidad. Vale que eran los de la organización que iban a socorrer al accidentado, pero no veas cómo subían.

Llegué al primer avituallamiento, situado al lado de un merendero en Castellfollit, en el kilómetro 19, dentro del horario previsto (la organización había marcado tiempos de paso), y paré a rellenar de agua el bidón, que ya lo tenía vacío, y comer un poco. El siguiente avituallamiento sería algo más de 20 kilómetros después, por lo que era imprescindible ir a tope de agua y comer algo, que venían más subidas. Aproveché para hacer unas fotos.

El merendero de Castellfollit


De momento me encontraba muy bien de fuerzas (jaja, sólo llevábamos 20km), aunque el tendón femoral de la rodilla izquierda me estaba molestando bastante. Bueno, pensé que cuando llevara un par de horas más y se hubiera calentado del todo se me pasaría.
Por suerte acabó siendo así.

Lo que viene a continuación es otra buena subida, de unos cuatro kilómetros, en los que subiremos los 300 metros de desnivel que acabábamos de bajar. Con las mismas características que la otra, esta subida la hago a mi ritmo, tirando de plato pequeño.

Una vez arriba, un tramo de bajada con repecho intercalado, que nos llevará al principio de otra buena subida, de unos 5 kilómetros, siempre por caminos bastante pedregosos, y otra vez con unas duras rampas que me hacían llevar un desarrollo muy corto para no malgastar fuerzas.

Llegaremos casi a los 1200 metros de altura, donde haremos un pequeño tramo de contínuo sube y baja, hasta que empieza otra bajada que parecía iba a ser como las anteriores.

Enseguida nos desvían del camino para meternos hacia un sendero, que empieza con una bajada bastante pronunciada, de unos pocos metros, entre árboles. Me desengancho los pedales, y con decisión me meto hacia el sendero. Nada más empezarlo se me clava la rueda delantera en la raíz de un árbol y me caigo por delante de la bici, a cámara lenta. Acabo tumbado de morros en el suelo, con la bici encima mío, y habiéndome dado un pequeño golpe por arrastre en la rodilla izquierda.

Parece que no va a ser nada grave, pues puedo flexionar bien la pierna y no me duele. Suerte que había tenido la precaución de desengancharme los pies de los pedales, que para estas cosas me compré unos pedales mixtos.

Me tomo a cachondeo mi torpeza, y aprovecho para hacer una foto del lugar y de mí mismo.

Allí arriba me caí

El sendero que había a continuación


Después de dejar pasar a unos pocos participantes que aparecieron mientras me hacía la foto, alguno de los cuales me preguntó si estaba bien, continúo el camino, que discurría por la ladera de la montaña, pedregoso y poco estable, y que acababa dando otra vez a una pista típica de esa zona, llena de piedras más o menos planas que se han ido desprendiendo de las rocas con el paso de los años, y que durará unos cinco kilómetros.

Vendrá entoces una durísima subida, corta pero de gran pendiente, siempre sobre el 20-25 %, cementada, que hace que algunos participantes decidan hacerla andando.

A lo mejor me equivoco y esa subida la estoy situando mal, pero es que ya no me acuerdo bien de lo que pasó aquel día, ¡jajajajaja!

El calor aprieta bastante, y este corto tramo es muy exigente. Con todo el desarrollo y pensando que al menos está cementada, la hago esperando que no me acabe pasando factura más adelante.

Después de esta subida llegaremos al segundo avituallamiento del día, en el kilómetro 44, situado en Prades, y donde aprovecho para descansar un poco, hidratarme bien, rellenar el bidón y la mochila, y comer un plátano y un pequeño donut de chocolate que estaba tremendo.

Unas pocas fotos del momento, y a continuar el camino.

¡Qué bueno estaba el minidonut!


Viene ahora una larga bajada, de unos 10 kilómetros, siempre por caminos con bastante piedra suelta, y al cabo de un rato de bajar me paro porque había un ciclista sentado en medio del camino, y al lado suyo otro que parecía se había parado a ver qué pasaba. El primero se había caído y decía que se había roto una clavícula. Como allí no había cobertura telefónica yo seguí adelante hasta que encontré un punto con cobertura y llamé a la organización para que enviaran un coche para evacuarlo. Después de continuar unos minutos, me paro otra vez para volver a llamar y darles unos detalles más precisos del punto en el que había ocurrido el accidente.

Ya sigo, ahora por una zona de sendero que nos acabará llevando hasta el Pantano de Siurana, donde empezaremos un tramo de unos 10 kilómetros auténticamente rompepiernas, con un continuo sube y baja que unido al calor del mediodía se hará bastante difícil de recorrer.

Suerte que hasta el momento me encontraba muy bien de fuerzas, y también de ánimos. Había ido muy bien mentalizado a la prueba.

Al poco llegamos al tercer avituallamiento del día, kilómetro 60 y poco, en el que paro para reponer agua, que la que me quedaba en el bidón estaba caliente. Justo después de vaciarlo me dicen que no les queda agua, ¡y eso que decían que habían llevado 600 litros!. Tampoco les queda Aquarius, solo Cocacola, supongo que también caliente. Sin esperar ni un segundo más me vuelvo a subir a la bici y continúo camino, mientras oigo que uno de la organización le dice a un participante que un poco más adelante hay un riachuelo en el que podremos coger agua. Sí, pa’ que te entren cagarrinas, pienso yo.

Efectivamente, enseguida llegamos al riachuelo (Río Siuriana), en el que nos tenían preparado un tramo de unos 200 metros por entre las piedras que forman su lecho y su ribera. Un auténtico agobio de tramo, caminando entre pedrolos de río, teniendo que tirar de la bici en varios momentos, y bajo un sol abrasador que hizo que algunos de los participantes incluso se metieran en el río para refrescarse.

Yo, la verdad es que no tenía ganas de mojarme el calzado, así que fui pasando por encima de las piedras aquellos puntos en los que había que cruzar el riachuelo, que fueron varios. Otros, menos escrupulosos que yo, pasaban a lo burro por dentro del agua.

¿De qué me estoy riendo? Si no me hizo ninguna gracia...


Cuando se acaba el tramo pedregoso del río, nos meten por un “sendero” de subida que había que hacer con la bici al hombro en algunos momentos, y en otros había que arrastrar de ella mientras “escalabas” pequeños desniveles complicados de pasar por culpa del calzado que llevamos y porque además había que subir la bici también.

No sé cuántas veces dije la frase “se les ha ido la olla” durante este tramo tan “divertido” del recorrido.

Cuando por fin podemos subirnos a la bici para pedalear, nuestro gozo en un pozo. Tremenda subida de gran pendiente, que después del esfuerzo hecho en el río y en el senderito, hace que tenga que bajarme de la bici y subir andando gran parte de la cuesta. Ya costaba incluso caminar, pues además de la fuerte pendiente, el camino estaba muy roto, con regueros del agua, y piedra suelta que hacían derrapar las ruedas.

Realmente lo estaban consiguiendo, era un recorrido eXtremo.

Poco a poco el camino se va haciendo más “llevadero” y podemos subirnos en las bicis y pedalear, siempre a un ritmo muy, muy lento, pues la cuesta seguía siendo dura. Además iba sin agua, y el líquido isotónico, caliente, me resultaba demasiado dulce como para beber suficiente para estar bien hidratado.

En escasos 5 kilómetros había pasado de sentirme muy bien de fuerzas, a estar bastante hecho polvo, y un poco cabreado por el tramo tan jodido que acabábamos de hacer.

Después de un buen rato de sufrimiento, quizás de los momentos más duros del día, llegamos a una zona más llana, con algún repecho de por medio, en la que de repente aparece nuestra salvación momentánea. La señora Judit, del Mas del Salín, estaba allí, a un lado del camino, manguera en mano, remojando a todo el que quisiera, y rellenando los bidones de todos los que aparecíamos por allí, totalmente sedientos y exhaustos después del tremendo tramo que acabábamos de hacer. Fue como encontrar un oasis en el desierto.

Después de beberme casi un bidón de agua, de echarme otro por la cabeza, y de volver a rellenarlo, le dí las gracias a la señora Judit y seguí adelante, ahora medio recuperado, y tremendamente agradecido por tan oportuno “avituallamiento”.

Los primeros metros después del “avituallamiento” fueron como si hubiéramos renacido, pues salimos disparados de allí, en busca de una corta pero empinada bajada que nos llevaría hasta el pueblo de Arbolí, donde estaba situado el cuarto avituallamiento de la marcha, más o menos en el kilómetro 70 del recorrido.

Eso ya fue otra cosa. Allí, a la sombra, tenían agua fresca, sandía, melón, aquarius, frutos secos... Las garrafas de agua las tenían metidas en un pequeño “estanque” que las mantenía bien frescas, y que según nos contaron, alguno aprovechó para meterse dentro, vestido y todo. Y es que estaba haciendo mucho, mucho calor. Eran las dos de la tarde, y el sol apretaba con todas sus fuerzas.

Me habría quedado allí, el calor era casi insoportable


Me comí unos cuantos trozos de sandía que me sentaron de maravilla, bebí un par de vasos de Aquarius, creo que un bidón entero de agua, estiré un poco, me comí una barrita energética de las que llevaba, rellené el camelback con agua fresca y un par de sobres de isotónico que llevaba en la mochila, llené el bidón de agua, y engrasé la cadena, que ya estaba llena de polvo y reseca, y aún quedaba la mitad del recorrido.

Salimos del pueblo por carretera, siempre en subida, hasta que nos volvimos a meter por camino de montaña, pedregoso como todos, con una pendiente bastante buena como para tener que tirar de plato pequeño, tras la que tocaba hacer otra de las ya típicas bajadas del día.

Enseguida llega otra tremenda subida, que después de un buen rato de esfuerzo enlazaremos con un tramo de carretera que siempre agradezco, pues al pasar de tierra a asfalto se tiene una sensación de alivio grande, ya que con el mismo esfuerzo de pedaleo notas que avanzas mucho más.

Después de 3 ó 4 kilómetros por asfalto llegamos al refugio de La Mussara (un poco antes había unas vistas esplendidas de las montañas, pero como siempre, no quise perder tiempo haciendo fotos), donde estaba situado el quinto avituallamiento del día, en el kilómetro 80 y pico, y en el que nos tenían preparada una ración de macarrones.

Al llegar al avituallamiento, con las fuerzas ya justitas por la dureza de las cuestas precedentes, lo primero que hago es descansar unos segundos. Luego a beber y a comer algo, pues hambre ya tenía.
Un plátano, un trozo de pan, y el plato de macarrones con verduras. No muy grande, lo justo para darle energía al cuerpo y no salir de allí con el estómago demasiado lleno.

En el refugio de La Mussara, con mis macarrones


Estando allí, algunos participantes le preguntaban a uno de la organización que tenía un mapa, sobre como atajar el recorrido para así no hacer los 50 kilómetros que aún quedaban.
Otros le preguntaban si era mejor retirarse allí mismo o intentar seguir.
Los consejos del de la organización eran que si no lo tenían muy claro se retiraran, porque los kilómetros que quedaban eran bastante duros, con tramos de sendero algo técnicos, y algunas subidas de gran dureza, lo que haría que mantener una media de 10 km/h pudiera ser bastante complicado. Estábamos en el límite de tiempo establecido por la organización, y esa era la media necesaria para llegar a la hora prevista.

Así que no quise perder más tiempo, y a pesar de que me habría quedado allí un rato más, me subí a la bici según acabé los macarrones, y continué mi camino, decidido a acabar la prueba en el tiempo previsto.

El siguiente objetivo era el avituallamiento del kilómetro 94, ahora ya más pendiente del horario de lo que había estado hasta el momento.

Viene ahora un tramo de bajada más o menos continua y pronunciada, salpicada con un par de repechos, y que nos llevará hasta el principio de otra dura subida al final de la cual estará el citado avituallamiento, en Mont-ral.

Esta subida, muy dura, como todas las del recorrido, se me hizo bastante difícil, pues llegaba ya bastante cansado después de unos 90 kilómetros, tras una larga bajada que castigaba bastante piernas y brazos (como otras muchas de la marcha), siendo las cuatro de la tarde, con un sol que machacaba mucho, y deseando más que en todo el día que llegara el avituallamiento para descansar un poco.

Según subía, ya sin agua en el bidón, y con el isotónico inbebible por lo caliente que estaba y porque no me apetecía nada dulce, miraba el gps y según el kilometraje que marcaba pensaba que teníamos que haber llegado ya al avituallamiento. Estábamos en un pequeño tramo de asfalto y al ver un restaurante un poco más arriba le hago un comentario a un corredor que iba a mi lado, sobre la posibilidad de que la organización hubiera “desmantelado” ya el avituallamiento, y sin pensármelo dos veces me desvío y me meto en el restaurante.

Después de que en aquel avituallamiento del km 60 no tuvieran agua para darnos, pensé que si éste otro “no estaba” iba a ser un suplicio llegar al siguiente sin bebida. Así que entré en el restaurante y compré una botella de litro y medio de agua, y allí, en la sombra del jardín del restaurante, al lado de dos perros que estaban tumbados a la bartola, me senté en el suelo y rellené el bidón y el camelback. Descansé un poco, pues estaba realmente fatigado por el kilometraje y por la sensación de calor que tenía, y al cabo de unos minutos continué mi camino, por lo menos con mejor ánimo, y bastante menos acalorado.

Al poco apareció el avituallamiento previsto, así que aproveché para pararme y comer un poco de sandía y charlar con los que allí estaban. Que si el perfil que habían dado no coincidía exactamente con el real, que si los avituallamientos no estaban en el kilómetro exacto que habían indicado, que si lo que quedaba era muy jodido...

Continué mi camino, en dirección a Capafonts, donde estaría situado el siguiente avituallamiento, ahora, menos mal, por una bajada pronunciada de unos tres kilómetros, que daría paso a un duro “repecho” en el que coincidí un rato con un par de participantes, uno de los cuales se conocía la zona y ya nos avisó de que más tarde vendría una subida aún más larga y más dura que la que estábamos intentando hacer.

Después de una bajada medio reparadora vendría una subida de dos o tres kilómetros, de dura pendiente, después de la cual estaba situado el avituallamiento de Capafonts, al que llegué realmente tocado, y con muchas ganas de sentarme a la sombra y dejar pasar el tiempo.

Allí me echaron agua por la cabeza, que me refrescó muchísimo, bebí, y comí una de las barritas que llevaba yo, no porque tuviera hambre, si no porque el tremendo esfuerzo que estábamos haciendo y el que aún nos quedaba por hacer iba a demandar de mi cuerpo toda la energía que tuviera disponible. Era el kilómetro 105 más o menos, y aunque ya sólo quedaban unos 30, iban a ser difíciles.

Intentando recuperarme del cansancio y del tremendo calor


Después de estar allí parado unos minutos, y de conseguir bajar un poco la temperatura corporal, me dispuse a afrontar los siguientes kilómetros, que ya estaba avisado iban a ser durillos, aunque decían que íbamos a pasar por una zona de castaños que sería bastante sombría, lo que iba a ser de agradecer.

Después del avituallamiento, subida continua en dirección a Prades, donde estaría el último avituallamiento del día. Una subida muy dura, de unos 5 kilómetros, que empezaba con una zona muy maltrecha por las bajadas de agua, con muchos regueros y piedras sueltas, que unidos a la gran pendiente que tenía, hizo que la tarea de subirla fuera realmente costosa.

Era el kilómetro 110 y yo no veía la necesidad de que nos metieran por un camino de rampas del 20 al 25% de pendiente, en las que por supuesto tuve que bajarme de la bici y hacer un buen trecho a pie, no por eso menos costoso, pues incluso eso resultaba difícil.
Pero claro, era la VipXtrem, y yo sabía a lo que había ido, así que tocaba tener buenos ánimos y sufrir un rato más, que ya quedaba menos para acabar.

Tal y como me habían dicho, pasábamos ahora por una zona de sombra en la que había una ligera brisa que me estaba haciendo coger frío, quién lo iba a decir. Y es que en el avituallamiento, al que había llegado muy, muy acalorado, me había quitado la camiseta interior. Así que sólo llevaba el maillot, finito, empapado en sudor y en el agua que me había echado por encima, por lo que decidí parar y volverme a poner la camiseta, que, aún estando también empapada, realmente me protegió de ese frío momentáneo.

Después de la dura subida llegué a Prades, donde tras callejear un poco apareció el último avituallamiento, en el que me comí uno de aquellos mini-donuts, y creo que ni cogí agua. Enseguida continué adelante, ahora ya sabiendo que la faena estaba casi completada, pues aunque aún quedaba una corta pero durilla subida, después venían casi 15 kilómetros de bajada más o menos continuada hasta la meta de Vimbodí.

Una vez acabé el último repecho del día ya me lancé a todo lo que podía en dirección a la meta. Quería llegar dentro del horario establecido, y estaba rozando los límites de éste.

Cómo no me iba a parar a hacer una foto, si ya "sólo" tenía que bajar


Aún nos quedaba por hacer un tramo bastante largo de senderos y trialeras no demasiado técnicas, pero que a esas alturas del recorrido, y con toda la fatiga que llevaba encima hacían que los brazos y las piernas tuvieran que dar lo poco que les quedaba ya de energía. Algún tramo de sendero un poco jodido sí que nos encontramos, pues el camino era estrechito y lleno de piedras sueltas y arena, y había que ir con cuidado.

Pero bueno, ya todo eso casi daba igual, pues los kilómetros iban pasando y cada vez estaba más cerca de la meta. Cuando ya acabó la zona senderil, otra vez pista forestal, de firme irregular como todas las recorridas, con mucha piedra amenazando de pinchar una rueda, pero que con cuidado permitía ir bastante rápido.

Parece que no, pero los últimos 5 kilómetros se me hicieron bastante largos, pues en todo momento pensaba que ya mismo llegaba y le metía aún más caña a los pedales. Al final, llegué a Vimbodí casi en sprint, exprimiendo las escasísimas fuerzas que aún me quedaban, intentando llegar antes de las ocho y media de la tarde, que era la hora límite teórica.

Finalmente, después de 12 horas y 55 minutos de tremendo recorrido ciclista, entré en el pabellón deportivo de Vimbodí, donde estaba Carlos esperándome para hacerme la foto de la llegada. Él había llegado una hora y media antes, pero había tenido el gran detalle de esperame. Y eso que tenía compromisos que atender y por eso se quería marchar antes que yo. Gracias por esperarme, Carlos.

Llegando por fin a la meta

Foto final, cortesía de Dolors


Cuando me bajé de la bici estaba totalmente destrozado físicamente. Pero estaba muy contento por la hazaña conseguida. Y es que creo que aquello fue una hazaña acabarlo.
 En Cantabria, en Los 10000 del Soplao, acabé bastante tocado, pero es que aquí había acabado reventado. Qué dura había sido esta marcha. Qué brutos. Se les fue la olla.

Un perfil realmente duro


También hay que decir que el haber hecho los últimos kilómetros a toda castaña me hizo llegar aún más hecho polvo. El caso es que estaba muy, muy cansado.
Después de unos minutos de recuperación, ya me tomé un Aquarius bien fresco, y me comí un par de rebanadas de pan con tomate y un trozo de butifarra.

Ya luego fuímos a los coches, donde me despedí de Carlos, que inició camino de regreso a su casa. Yo aún estaría allí un rato más, entre que guardé la bici, me limpié un poco y me cambié de ropa.

Luego el camino de vuelta, conduciendo tranquilamente, con la satisfacción de haber conseguido acabar la tremenda prueba que nos había preparado los amigos del Btt Tarragona, a los que hay que felicitar por la organización, pues lo hicieron todo lo bien que pudieron, aunque siendo la primera vez, seguro que tratarán de mejorar algunas cosillas de cara a la siguiente edición, en la que me gustaría participar. Pero eso ya es otra historia...


Bruno

14 comentarios:

  1. Enhorabuena Bruno, menudo etapon,leyendo tu cronica me doy cuenta de la paliza que os metisteis,yo no hubiera podido,asi que la recompensa de acabarla no tiene precio,Bravo Campeon, otra marcha mas para el recuerdo.

    ResponderEliminar
  2. ¡Gracias Jorge!
    La verdad es que aquello fue una auténtica burrada. Hubo algunos momentos en los que me sentí totalmente vacío, sin fuerzas, pero supongo que se debía sobretodo al tremendo calor que hacía.
    Acabarla fue toda una hazaña, así que acabé muy contento. Y muy cansado, ya te lo habrá dicho Carlos.
    Pero como bien dices, otra más para el recuerdo.
    Saludos

    ResponderEliminar
  3. Otra brutalidad finalizada con éxito, como no podía ser menos. Ahora cuando acabe de escribir este comentario voy a estirar un poco las piernas, que las tengo destrozadas sólo de leer la crónica. ¡A este ritmo (el tuyo) dentro de poco las rutas con un 1 en las centenas te van a saber a poco!

    ResponderEliminar
  4. ENHORABUENA CAMPEON!!!!!
    Quien nos lo iba a de decir, despues del mes que llevabamos bastante perruno, que ibamos a acabar esta locura.
    Por cierto, a ellos no se les ha ido la olla, al contrario, la olla se nos va a nosotros por apuntarnos a estos "PASEOS", jeje...
    ¿Ahora qué? ¿Que nos falta por hacer?, ya encontraremos otra...... en lo de el 1 en las centenas, tu hermano tiene razón.

    Kumpañññ, eres un fenomeno. Ahora toca, VACACIONES!!!!!!!!!!!!!!

    ResponderEliminar
  5. Luis, sí que fue una brutalidad, sí.
    ¡Pero además de verdad!
    Pero no me arrepiento de haber ido (cómo iba a hacerlo).
    La ruta era guapa, y me gustó mucho hacerla, y sobretodo, acabarla. Reventado, eso sí!!!

    Y como bien intuyes, ya me empiezo a interesar por rutas con un 2 delante...
    Jajajajaja, qué burro, si en estas casi llego muerto!!
    Bueno, poco a poco...

    Y tú ve estirando, que cualquier día te lío...

    Cuídate Luis!

    ResponderEliminar
  6. Ehhhh, cumpany!!!
    La verdad es que tiene bastante mérito que la acabáramos, pues no íbamos en nuestro mejor momento físico precisamente. Yo aún había ido saliendo con cierta asiduidad, pero lo tuyo tiene mucho mérito, que fuiste casi desentrenado.

    Ahora que a lo mejor sí que se nos fue un poco la olla yendo pa'llí. Con lo bien que habríamos estado en casa, o por ahí, tomando algo.
    Qué tendrán estas marchas que tanto atraen...
    Tendremos que ir a por el 2 delante, jajaja, bueno, quizás en otra vida!!

    Venga cumpany, que ya puedes descansar, aunque yo sé que no por mucho tiempo...

    Fenómeno dice... pues anda que tú!!

    ResponderEliminar
  7. Hola "kumpanys", desde la organización de la ViP Xtrem os felicitamos por haber terminado con éxito el exigente circuito que os hemos preparado.
    No se nos fué la olla, pués los organizadores somos unos enamorados de este deporte y hemos realizado pruebas parecidas a la ViP. Sinceramente, solo nos motivaba organizar una prueba que estuviera al alcance de los mejores. No de los más rápidos, ni de los más técnicos o de los mas rodadores...no, lo que queriamos era que solo estuviera al alcance de los beteteros mas completos,de los que sabeis sufrir, de los que sabeis dosificaros...solo vosotros (los mejores) podeis conseguir el objetivo, como un auténtico maratoniano...y es por ello que os mereceis todo el respeto y admiración...y, insisto, no se nos fué la olla pués sabiamos que la mayoria lo conseguiriais. Felicidades!!

    ResponderEliminar
  8. Hola Pep!

    Je, je, gracias por eso de "los mejores", creo que no llego a tanto, como mucho intento ser mejor cada día.

    Ya comento en la entrada que a los que realmente se les fue la olla fue a nosotros, a los que nos apuntamos, pero es que cada uno tiene su locura particular, y a mí ahora me ha dado por hacer salidas megalargas (hace sólo un año, recorrer 50km en bici ya me parecía una barbaridad).
    Lo realmente jodido fue el calor, pero es lo que toca en estas fechas.

    Yo no tengo mucha técnica, más bien poca, ni tampoco llegaré nunca a hacer tiempazos en este tipo de salidas, pero sí que me gusta cada día más el enfrentarme a grandes kilometrajes, sabiendo que voy a tener que pasar muchas horas encima de la bici, y sabiendo también que no me va a ser fácil acabar la ruta.

    Pero la verdad es que disfruto muchísimo, y espero poder seguir haciendo más marchas parecidas.

    A ver si el año que viene llego un poco mejor preparado y así me da tiempo de pararme a hacer fotos, ¡jajaja!, que siempre me quedo con las ganas de inmortalizar esas bonitas vistas que me voy encontrando por el camino.

    Gracias por tus comentarios, y felicidades a vosotros también, que tiene que ser muy difícil organizar una cosa así y que salga tan bien.

    Espero que el año que viene repitamos, vosotros y nosotros.

    Saludos

    ResponderEliminar
  9. A ese paso ya te veo apuntado a la Artec Marató btt: 120km con 4000mts de desnivel. :)
    Es en octubre asi que tienes mucho tiempo para seguir mejorando mas aun.
    Felicidades por hacer acabado. La verdad es que con el calor que hace por esa zona y mas aun en esas fechas, no creo que vayan a verme por allí, jejeje, que soy covardicaaaa, juas juas juas

    ResponderEliminar
  10. La Artec Marató es una prueba que tenía en mente hace tiempo... hasta que leí tu crónica de la edición del 2008. Jajajaja, leyéndola se le quitan a uno las ganas.
    Si tú hiciste los comentarios que hiciste sobre esa prueba, cómo se me va a ocurrir a mí intentar hacerla!!!

    Y sobre la VipXtrem, harás bien en no ir, no veas cómo pegaba el sol. Aunque comentaban que a lo mejor la intentaban poner en otras fechas.

    Pero estoy seguro de que si no vas no será por miedo, que tú te atreves con todo.

    Gracias por tus comentarios. Saludos Noe

    ResponderEliminar
  11. Bueno, pero la del 2008 fue epica, ya no volvieron a repetir el recorrido.
    El año pasado fue ciclable 100% y casi todos pudieron acabar. Yo no porque ya ni queria apuntarme,estaba desmotivada, y una vez allí, me aburria y al final decidí plegar. Es que soy un poco rara, cuando no estoy motivada, no disfruto encima de la bici y no veo razon para seguir adelante.
    Pero desde luego, ahora es mucho mas ciclable que el primer año. Animate!!!!

    ResponderEliminar
  12. Ayayayyyyyyyy, Noe, que me estoy animandooooo...

    Me lo miraré, que eso no cansa, jajaja, pero ya te digo que me pica el gusanillo...

    Y no sé porque dices que eres un poco rara. Qué hay de raro en no hacer algo cuando no lo estás disfrutando???
    Cuando no se hace algo convencido, mejor no hacerlo. Creo que hiciste bien en dejarlo, como si a tí te fuera de una marcha más o menos...

    Gracias por la "aclaración". La verdad es que estaría muy bien hacerla. Ya veremos.

    Por cierto, qué bueno que estuviérais viendo el Tour en directo. Qué pasada!!!

    Saludos

    ResponderEliminar
  13. Eso eso, ves animandote, jeje, desde luego, no hará tanto calor como en la VIP, y ademas...hay algo que siempre me anima a apuntarme a algo aunque no esté segura si acabaré, pienso: "Aunque no acabe, siempre haré mas que si me quedo en casa" ;)

    Lo del tour es una pasada. Hay un ambiente impresionante. Creo que hay aficcionados que cogen todos sus dias de vacacciones para seguirlos en autocaravacas y campers. Y verlos pasar en las subidas despues de haber hecho esa misma subida con la bici es una gozada.

    ResponderEliminar
  14. "Aunque no acabe, siempre haré más que si me quedo en casa". ¡Qué buena reflexión!
    Pero es que a mí eso me cuesta pensarlo. Si creo que no voy a poder acabar, casi mejor no voy.
    De todas maneras, lo tendré en cuenta...

    Por lo que se ve en la tele, está claro que ver en directo subir a los mejores ciclistas del mundo tiene que ser increible. ¡Lo que tuviste que disfrutar! A ver si algún año me animo...

    ResponderEliminar