Después de la VipXtrem pensé en dejar la bici, o por lo menos ese tipo de marchas, que acabas muy, muy petado.
Pero mira, hace unos días no se me ocurre otra cosa que apuntarme a la primera edición de la Turbón Tour Non Stop, que han preparado los de Aramonbike. Serán 110 kilómetros y 3700 metros de ascensión acumulada por el Pirineo Aragonés.
Ya me puedo preparar bien. Mi intención es aprovechar el agosto para moverme por la geografía catalana y hacer salidas de ese estilo, en el Montseny, en el Pirineo...
El caso es que hace unos días, Xavi, un compañero de trabajo, me habló de unas rutas para btt que hay en un pueblo llamado Sant Llorenç de Morunys, en el Solsonés. Él había ido a hacer un par de ellas, y había vuelto muy contento por el tipo de rutas, y por los parajes por donde discurren. Montañas de 2000 metros de altura, con subidas de bastantes kilómetros, y rodeado de increibles vistas.
Así que ya me puso los dientes largos, lo que unido al hecho de que me tengo que preparar para la Turbón Tour, que será una prueba de características similares, me hizo decidirme a presentarme allí, dispuesto a hacer las dos rutas que había hecho mi compañero.
El domingo me levanté bien temprano (a las 5 y cuarto de la mañana para ser exacto, que también hay que tener ganas), y me marché para Sant Llorenç de Morunys. Fui yo sólo, que siempre da un poco de palo, pero a veces, si no haces las cosas sólo, no las haces.
Llegué al pueblo un poco antes de las 9 de la mañana. Los últimos 30 kilómetros antes de llegar, por la carretera que viene desde Berga, en un entorno montañoso muy bonito. Y alguna sorpresa curiosa por el camino.
Y una vez en el pueblo, efectivamente, mi compañero no me había engañado, el paisaje era realmente precioso.
Preparo la bici, y las cosas que voy a llevar (la mochila, como siempre, a reventar), y nada, me toca esperar un rato a que la bebida isotónica y el agua del bidón se descongelen un poquito. ¡A quién se le ocurre meterlas en el congelador! Bueno, yo pensaba que con el calor de los últimos días se descongelarían en cuestión de minutos.
Mi intención era hacer dos rutas, que unidas hacen unos 100 km.
La Ruta de la Bofia (ruta 9), cuya mayor dificultad sería el desnivel acumulado, y la ruta 8, Ruta de Pratfomiu, con unos caminos de gran pendiente y más difíciles de rodar.
La Ruta de la Bofia (ruta 9), cuya mayor dificultad sería el desnivel acumulado, y la ruta 8, Ruta de Pratfomiu, con unos caminos de gran pendiente y más difíciles de rodar.
Así que, cuando ya me harté de esperar la descongelación de las bebidas, me subí en la bici y me dispuse a disfrutar del bonito día que hacía.
La ruta 9, la de la Bofia, empieza en el mismo pueblo (como todas) y sale por carretera en dirección al Coll de Jou. Ya me había avisado mi compañero de que se empezaba subiendo directamente. Serían varios kilómetros hasta que ya me pudiera adentrar por la montaña.
Pues nada, “pa’rriba” tocaba. Empiezo a subir y poco a poco me voy dando cuenta de que la subidita en sí me va a gustar mucho. Con una pendiente más o menos constante del 8%, coges tu ritmo y vas tirando hacia arriba. Según subes, cada vez disfrutas más, pues las vistas son realmente magníficas.
Tentado estuve en varias ocasiones de pararme y hacer unas fotos, que de verdad, las vistas sobre el pueblo, el Embalse de La Llossa del Cavall, y el valle donde están, Vall de Lord, son fabulosas.
Pero estaba disfrutando tanto de hacer una subida larga sin parar que no quise estropearlo. Sabía que iban a ser unos cuantos kilómetros de ascensión, y la verdad es que tenía muchas ganas.
Pero estaba disfrutando tanto de hacer una subida larga sin parar que no quise estropearlo. Sabía que iban a ser unos cuantos kilómetros de ascensión, y la verdad es que tenía muchas ganas.
No es que fuera sobrado precisamente, pues sin forzar para nada el ritmo (hombre, ligerillo sí que iba) estaba subiendo a 172-175 pulsaciones por minuto. Pensé que sería por culpa de estar ya a más de 1000 metros de altura. Bueno, y también por llevar dos semanas sin coger la bici, aunque en casa había hecho un poco de bondad metiéndome unos buenos tutes en la estática cinco días seguidos. Para algo tiene que servir, digo yo.
El caso es que saliendo del pueblo me quedé con la sensación de que a lo mejor me había pasado el desvío de la ruta, el que se mete ya en la montaña, con lo que “pasé de todo” y decidí hacer toda la subida por carretera, que me estaba gustando muchísimo.
Cuando llegué al Coll de Jou (un par de horas después me daría cuenta de que era aquí donde estaba realmente el desvío hacia la montaña) vi que quedaban 6 kilómetros para llegar al Port del Comte, así que pensé que lo suyo era llegar hasta allí y luego volver a bajar hasta el pueblo para empezar otra vez la ruta, esta vez sin despistarme.
Y es que estaba disfrutando muchísimo de hacer una larga subida por carretera.
Así que seguí hacia el Port del Comte, ahora por una zona con bastante menos desnivel, casi un falso llano. Subiendo, subiendo, acabé por meterme en la estación de esquí. Venga va, un poco más y llego hasta el helipuerto... Una vez en la estación me metí por un camino de tierra que, como no, era de subida, y un poco más adelante por fin me paré, en una parte llana del camino.
¡Qué bueno! Unos 18 kilómetros seguidos de ascensión continuada, con ya casi 900 metros de desnivel superado. La mañana prometía.
Una llamada telefónica para avisar a la familia de dónde estaba, que cuando se va uno de aventura es mejor que alguien esté informado, y de paso aprovecho para ponerme el cortavientos y el buff en el cuello, pues estaba cogiendo un poquillo de frío.
Hasta el momento había podido ir bebiendo algunos sorbos de agua y de isotónico, lo poco que había conseguido descongelarse, pero tenía pinta de que me iba a ir justito el tema, pues aunque lucía el sol, y subiendo sudaba, el calor que hacía no era suficiente para que el líquido se descongelara. Encima hacía un ligero viento que no era cálido precisamente, y además se acercaban unas nubecillas grises.
Si es que ya estaba a 1800 metros de altura.
Si es que ya estaba a 1800 metros de altura.
Bueno, ya que estaba allí decido investigar ese caminito.
Un poco más adelante me encuentro unas señales que indican que estoy ¡en la Ruta 9! Vaya, ¿cómo puede ser? Me volví a parar, esta vez a consultar un mapilla que llevaba de las rutas, y bueno, llegué a la conclusión de que sí, había acabado enlazando con la ruta, aunque en dirección contraria.
Un poco más adelante me encuentro unas señales que indican que estoy ¡en la Ruta 9! Vaya, ¿cómo puede ser? Me volví a parar, esta vez a consultar un mapilla que llevaba de las rutas, y bueno, llegué a la conclusión de que sí, había acabado enlazando con la ruta, aunque en dirección contraria.
El camino prometía
Como estaba parado en una parte de la montaña desde la que divisaba la carretera y el camino, me hice una idea de cómo sería ese tramo de la ruta y decidí seguirla hasta que llegara a la carretera, y entonces bajaría hasta el pueblo y lo volvería a intentar.
Como estaba parado en una parte de la montaña desde la que divisaba la carretera y el camino, me hice una idea de cómo sería ese tramo de la ruta y decidí seguirla hasta que llegara a la carretera, y entonces bajaría hasta el pueblo y lo volvería a intentar.
Aproveché para desinchar un poco los neumáticos, que los llevaba muy altos de presión, y el camino tenía mucha gravilla y piedra suelta, y la bajada que se avecinaba iba a pedir el mejor agarre posible.
Mucha piedra en el camino
Mucha piedra en el camino
Y ya que estaba me puse a hacer unas fotillos, que ya no pude aguantar más. La verdad es que durante un tramo largo de unos cuantos minutos me harté de hacer fotos.
Según bajaba el camino iba pensando en que de subida (supuesta dirección de la ruta) resultaría casi imposible hacerlo encima de la bici, pues la pendiente era grande, y el terreno estaba muy suelto, con lo que seguro que las ruedas patinarían, Bueno, pensé, cuando haga el camino en la dirección correcta saldré de dudas...
Un poco más abajo me encuentro un cruce de caminos en el que indican que la ruta va ahora en otra dirección, además, de subida. Ahora ya sí que no entendía nada. ¿Pero la ruta era no tenía que enlazar con la carretera? ¿Porqué ahora me dirigían hacia arriba?
Por probar no pasa nada. Pues “pa’rriba” que nos vamos.
El caso es que ahora el camino era una pista forestal bastante ancha, de terreno roto y pedregoso también (todas esas montañas son casi todo rocas), y con una pendiente constante entre el 7 y el 9%.
Fui subiendo y subiendo, y “reconociendo” partes del camino de las que mi compañero de trabajo me había hablado un par de días antes, por lo que supuse que, no sabía muy bien cómo, había acabado por hacer la ruta en el sentido correcto.
La pista forestal subía, y subía, y subía
Fui subiendo y subiendo, y “reconociendo” partes del camino de las que mi compañero de trabajo me había hablado un par de días antes, por lo que supuse que, no sabía muy bien cómo, había acabado por hacer la ruta en el sentido correcto.
La pista forestal subía, y subía, y subía
Después de unos cuantos kilómetros de subida, con tramos más difíciles por la pendiente y el estado del terreno, acabé llegando a una zona bastante llana, ya a 2000 metros de altura, el Pla de Bassies, donde está el Refugio de la Bofia y el Forat de la Bofia, que no me acerqué a ver. ¡Qué pasada, cómo estaba disfrutando de la ruta!
Era una zona semi-arbolada, un pequeño bosque de pinos negros, por la que enseguida oigo balidos y sonidos de cencerros. Los balidos eran casi gritos a veces. Ya empiezan a aparecer ovejas y carneros. En medio del camino, saliendo de entre los pinos, multitud de ellos. Por supuesto me paro a hacer unas fotos, que continúo haciendo subido en la bici, pues no era cuestión de quedarse allí en medio parado. Algunos carneros daban hasta miedo, con esos cuernos y esos berridos que pegaban. Yo no sé qué es lo que les pasaba, jajajaja, beeeeeeee, béééééééé´, BEEEEEEEEÉÉÉÉÉÉÉE!!!!!!!! ¡Vaya jaleo!
Un poco más adelante me encuentro con dos ciclistas y charlamos durante un ratillo. Resulta que se estaban aclimatando para irse esta semana, ni más ni menos que a un campo base en el Everest, a hacer rutas en bici por allí. Eso sí que tiene que ser una pasada. Pues nada, les deseé suerte en su viaje, y continuamos nuestros caminos.
Después de un poco más de subida, con vacas pastando a un lado del camino, llegué a un corto tramo llano que sería la cota más alta de la jornada, 2100 metros de altura. Llevaba unos 32 kilómetros recorridos y casi 1500 metros de ascensión. No estaba nada mal, la verdad.
Justo antes de que el camino empiece a bajar me paro a hacer unas fotillos, que el día ya me lo estaba tomando como una toma de contacto con la zona, pensando en volver dentro de unos días a intentar hacer esta ruta y la ruta 8 del tirón. Así que no me importaba ir parando cada dos por tres a hacer fotos, que la ocasión lo merecía.
Además aproveché para ponerme el chubasquero, que de bajada seguro que iba a pasar frío.
Ya empiezo el camino de bajada, rápido pero con mucha piedra suelta y mucha piedra sobresaliendo de la tierra, con lo que era preciso abrir bien los ojos para evitar percances.
Llego a un desvío que para mi gusto no estaba bien señalizado (como en otras partes de la ruta, mi opinión es que no está bien señalizada, pues las señales son pequeñas y en ocasiones casi ni se ven, y en otras ni siquiera existen), y decido seguir bajando, pues parecía que era la mejor opción para, supuestamente, volver a aparecer en la estación de esquí.
Al poco aparezco en un parking de coches, parking d’Estavill, o algo así, en el que por supuesto no veo ninguna señal de hacia dónde va la ruta, y vuelvo a decidir seguir hacia abajo, ahora ya por asfalto.
Con algún coche de por medio acabo llegando a la carretera que me había llevado a la estación de esquí, por lo que ya no tenía pérdida. Sólo tenía que bajarla y llegaría al pueblo.
Con algún coche de por medio acabo llegando a la carretera que me había llevado a la estación de esquí, por lo que ya no tenía pérdida. Sólo tenía que bajarla y llegaría al pueblo.
Como horas antes, al subirla, no había hecho ninguna foto, aprovecho la bajada para pararme en varias ocasiones y hacer unas fotos de las grandes vistas sobre La Vall de Lord. Tengo que decir (por si no lo he dicho ya) que es una zona muy, muy bonita.
Acabo llegando otra vez al Coll de Jou, donde me doy cuenta de que era allí donde la Ruta 9, Ruta de la Bofia, se metía en la montaña. Claro, horas antes no me había dado ni cuenta de lo ensimismado que iba con la ascensión por carretera.
El caso es que allí mismo hay unas indicaciones para ir a un mirador, en el Tossal de la Creu del Codó, con lo que pienso que valdrá la pena acercarse, y en lugar de seguir bajando hacia el pueblo me meto hacia ese mirador, al que se llega después de pasar al lado de un merendero que tienen montado allí en la montaña.
Ya a estas alturas de la jornada iba medio deshidratado, no porque no llevara bebida, si no porque no se descongelaba y sólo podía ir bebiendo pequeños sorbitos de vez en cuando. Vaya tela, no me vuelve a pasar.
Vale la pena pasarse por el mirador, las vistas son impresionantes. Abarcan los cuatro puntos cardinales. Sólo el Oeste queda un poco tapado por la propia montaña en la que esta situado el mirador.
Además, si miras hacia arriba también descubres unas buenas vistas. Buitres y otras aves rapaces se dan cita allí para pegarse unos buenos vuelos. Yo no sé si estaban esperando a que yo desfalleciera...
Ellos también disfrutan del lugar
La vista en piedra
Después de un buen rato allí parado reemprendo la marcha, y me meto por un senderillo que ha de llevarme a una fuente. De repente se acaba el sendero y aparezco en medio de unas barbacoas, y aparte de mucho jaleo de gente un poco más abajo, de la fuente ni rastro.
La vista en piedra
Después de un buen rato allí parado reemprendo la marcha, y me meto por un senderillo que ha de llevarme a una fuente. De repente se acaba el sendero y aparezco en medio de unas barbacoas, y aparte de mucho jaleo de gente un poco más abajo, de la fuente ni rastro.
Bueno, como ya voy de vuelta hacia el pueblo ya compraré allí agua. Así que vuelvo a salir a la carretera e inicio la bajada hacia Sant Llorenç. La bajada es larguita, y la aprovecho para ir dando pedales, con las pulsaciones a 180 por minuto. Vuelvo a pensar que será cosa de la altitud, pues tampoco iba a saco.
Una vez llego al pueblo decido acercarme a un camping que hay cerca, para ver qué tal está y recoger información sobre las tarifas, pensando que sería buena idea ir allí dos o tres días y hacer las rutas tranquilamente, sin tener que ir y volver en el mismo día.
Cerca del camping me meto por un camino que lleva a una fuente, que tampoco encuentro, vaya día llevo, pero que me sirve para hacer las últimas fotos del día en un tramito corto pero bonito del camino.
Después de pasarme por el camping y comprar agua y pedir información, ya volví hacia el pueblo, pensando que como toma de contacto no había estado mal el día.
Aunque no había hecho muchos kilómetros ni muchas horas, la ruta había sido muy satisfactoria, y la idea es que vuelva en unos días y la haga bien hecha.
En total 63 kilómetros con 1800 metros de ascensión. 4 horas y media de pedaleo y casi 2 de paradas.
Aunque no estaba hecho polvo, algo cansado sí que había acabado. La altitud y las dos largas subidas se notaban.
A ver si el próximo día que vaya soy capaz de hacer las dos rutas que tenía previstas, y así conseguir aprovechar mejor el día y hacer un buen entrenamiento de cara a la Turbón Tour Non Stop.
Como último comentario, decir que hay gente muy, muy inconsciente, pues de camino de vuelta, llegando a Berga, me cruzo con una pareja joven que iba en bici. Él, con cara de no poder con su alma, y ella, detrás de él, tampoco iba muy sobrada. Hasta aquí todo normal. Pero es que esa carretera, de innumerables curvas sin visibilidad, no tiene arcén, y ellos iban tan campantes...
¡¡¡¡con un carrito de esos para niños enganchado a la bici del chico!!!! A lo mejor no llevaban al niño dentro, no lo llegué a ver, pero ya les vale...
¡¡¡¡con un carrito de esos para niños enganchado a la bici del chico!!!! A lo mejor no llevaban al niño dentro, no lo llegué a ver, pero ya les vale...
Buena cronica, buena ruta, buenas fotos, buen perfil, pero insuficiente para hacer la Turbon Tour, jejeje..... bromas aparte...
ResponderEliminarComo te lo curras kumpañ, y que fuerza de voluntad hay que tener para levantarse tan pronto y encima hacer la ruta tu solo. Espero que te haya servido para que la próxima vez que vayas no te pierdas... con esas vistas impresionantes y hagas realmente lo que te propones.
¡Ah! y no metas el agua en el congelador "inconsciente" que luego pasa lo que pasa.... que si no puedo beber, que si no encuentro las fuentes, que si me deshidrato....
Que envidia sana me has dado kumpañ.
Ponte las pilas este verano, que lo necesitaras.
BBBEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE, BBEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE, BBEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE, BBEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE............
ResponderEliminarTienes razón, cumpany, lo que hice fue sólo una toma de contacto, para estirar las piernas, jejeje...
ResponderEliminarA ver si el próximo día no me lío y soy capaz de hacer un rutón de los buenos, que como bien dices, me tengo que ir poniendo las pilas, que cuando menos me lo espere se me hecha la Turbón encima, y habrá que ir muy bien preparado.
Ahora que, con paisajes de este tipo es más fácil coger ganas para pegarse una buena paliza sobre la bici. No veas qué guapas son esas montañas, vale la pena pasarse por allí.
Lo del agua congelada fue la anécdota del día, cómo iba a pensar yo que no se descongelaría... Si hasta la metí unos minutos en el motor del coche, y ni así, jajajajajaja!!!
Beeeeee, béééééééé!!!!! ¡Ve tú, que yo ya he ido...!
Yo iré, pero derechito al bar, jejeje.....
ResponderEliminar¡Qué envidia de paisajes y qué envidia de motor humano! Y qué deprimente es ver como sesenta y tantos kilómetros por montaña ya se consideran "poca cosa"...
ResponderEliminarJajajajaja!!!!
ResponderEliminarSesenta y tantos, sí, poca cosa, es verdad. Teniendo en cuenta que quería haber hecho unos 100...
Pero Luis, no te deprimas, todo es ponerse. Y si no, cuando quieras te lo demuestro. Sólo tienes que traerte la bici, y nos vamos p'allí arriba, que te gustará y lo podrás hacer, seguro. Además, chino-chano se llega a cualquier sitio.
Y del motor...cillo, nada que envidiar, sólo va haciendo lo que puede, que ya es suficiente.
A ver si me subo otra vez esta semana y hago todo lo que tenía pensado...
¡Cuídate!