Nunca había quedado el último en nada. Y tampoco habría imaginado que el día que me ocurriera me fuera a sentar tan bien, ¡jajajajajajá! Ayer quedé el último de la marcha La Diferent Xtrem.
Sí que fue diferente, sí...
El día empezó prontito, a las cinco y media. Levantarse, desayunar, vestirse, no olvidarse nada, y a la calle.
Cuando llegué a Pallejá estaba Carlos esperándome. Bici al coche y carretera dirección Sallent.
Las previsiones no habían fallado: hacía bastante frío.
Cuando llegué a Pallejá estaba Carlos esperándome. Bici al coche y carretera dirección Sallent.
Las previsiones no habían fallado: hacía bastante frío.
Llegamos a Sallent a la hora prevista, siete y media. Las previsiones siguen sin fallar: niebla y frío, mucho frío. 2º C.
Brrrrrrrr, que a mí me va el calor!!!!
Brrrrrrrr, que a mí me va el calor!!!!
Aparcamos y vamos a por los dorsales. Hay poca gente por allí, pero casualmente nos encontramos con Noe, que nos presenta a su media naranja, Jaume. Vaya dos máquinas. Cruzamos cuatro palabras y volvemos al coche. Se oía más el castañeteo de mis dientes que el golpeteo de mis calas contra el asfalto. ¡Qué frío!
Nos metemos en el coche y nos entran ganas de quedarnos allí “escondidos” hasta que den la salida para luego marcharnos a casa, jajajajá. Pero ya que hemos ido...
Mientras estamos preparando las bicis aparece por fin Ramón, que ya debía llevar rato por allí porque ya lo tenía todo hecho.
Se va acercando la hora, y mientras Carlos se va en busca de un bar guiado por Ramón, yo me quedo ultimando los preparativos. ¿Me llevo más ropa, me quito algo? El chubasquero lo llevo, por si acaso. Bueno, cuando ellos vuelven, soy yo el que necesita ir de visita “barística”. Qué cosas tiene el cuerpo, él tiene sus propios horarios... ¿Me aguanto? No, que van a ser unas cuantas horas encima de la bici.
Salgo disparado, pues ya es casi la hora. Cuando vuelvo sólo queda medio minuto para que den la salida. Mira que si llego cuando ya la hayan dado... Pero no, segundos antes aparezco por delante de todo el grupito y llego a tiempo de situarme al lado de Carlos y Ramón, y de desearnos buena marcha. Lástima, esta vez no hubo foto.
Éramos tan pocos en la salida que no había que preocuparse por salir mejor o peor situado. En ese momento no sabía cuántos éramos, pero me parecío que no seríamos más de cincuenta.
Pensamientos de última hora, no he desinchado los neumáticos.
El día antes los dejé con algo más de presión de lo normal, para luego retocarlos antes de empezar la marcha. Está claro que tenía que haberlos dejado ya preparados. Ahora no me daba tiempo. Había llegado tan justo a la salida que si me ponía a desenroscar los tapones seguro que me pillaban a media faena y me quedaba allí, con cara de tonto, mientras los otros salían disparados. Pues nada, ya me pararé más adelante y los pondré a mi gusto.
El día antes los dejé con algo más de presión de lo normal, para luego retocarlos antes de empezar la marcha. Está claro que tenía que haberlos dejado ya preparados. Ahora no me daba tiempo. Había llegado tan justo a la salida que si me ponía a desenroscar los tapones seguro que me pillaban a media faena y me quedaba allí, con cara de tonto, mientras los otros salían disparados. Pues nada, ya me pararé más adelante y los pondré a mi gusto.
Ocho y media, dan la salida. Vamos. Qué tranquilidad. Somos pocos y no hay las típicas prisas de otras marchas. Bueno, seguro que los de delante salieron a todo trapo, pero incluso ellos tendrían espacio de sobras para maniobrar.
Como siempre, nada más empezar ya me separo de mis compañeros. La premisa que teníamos los tres era que iríamos “a disfrutar” (siempre se va a eso, ¿no?), cada uno a su ritmo, Ramón a hacer el recorrido “corto”, y Carlos y yo a intentar completar el largo.
A Ramón aún lo iría viendo delante mío durante unos cuantos minutos, pero en ningún momento quise llamarle para no hacerle cambiar su ritmo. Pensé que poco a poco le iría cogiendo. Al final no sería así, y acabaría perdiéndole de vista.
Aún saliendo del pueblo aparece la primera subida. Movimiento de engranajes. Voy en el grupito de cola, a mi ritmo. Hace frío, pero ya me empiezan a entrar los calores. Es normal, el calentón del principio. Pero parece raro, teniendo el cuerpo todavía tan frío.
Siempre intentas no quedarte demasiado atrás en los primeros compases, pero en esta ocasión pienso que estoy cometiendo el mismo error que en la Selènika, que empecé con desarrollos demasiado altos para mí, y lo pagué caro durante media marcha.
Así que cambio el chip, pongo el molinillo, y sigo subiendo.
Así que cambio el chip, pongo el molinillo, y sigo subiendo.
Oigo un coche detrás mío, con el típico sonido de las radios de policía. Me giro. Policía Local. Kilómetro 0,5: voy el último. ¡Jajajá, tremendo! Hay un chico (un chico, jajá, de mi edad...) delante mío, es el penúltimo. Va a ser mi referencia durante unos minutos.
Kilómetro 1: ya no voy el último.
Justo antes de meternos en camino de tierra, un par de participantes con alguna avería. También es mala suerte. Algo de llano, bajada, llano, y seguimos subiendo. Rápidamente se ve cuál va a ser la tónica de la mañana: caminos estrechos y húmedos, ligeramente embarrados, con piedra, y con buenas pendientes. Ya estaba avisado, no me coge por sorpresa, llevo días sabiendo de antemano cómo va a ser la marcha. Qué curioso.
Después de haber adelantado a varios corredores más, me paro al final de un senderito de subida. Hay mucha humedad, y a pesar del frío, las dos o tres cuestas que acabamos de hacer ya me han sobrecalentado. Me pica todo, me arde la cabeza. Si hasta me va a sobrar el buff bajo el casco. Me paro y me quito una camiseta, que está claro que no me hará falta. Aprovecho para desinchar un poco los neumáticos, que en las condiciones en las que está el terreno no van a agarrar nada, y lo más fácil será una caída por resbalón de una rueda.
A diferencia de los del coche, a los neumáticos de la bici nunca les he puesto presión usando un manómetro de referencia. Cuando alguien me pregunta a qué presión los pongo, siempre tengo que contestar que ni idea, que “según veo”. Y así lo hago: aprieto la cubierta con los dos pulgares a la vez, y tengo claro si ya están bien o no.
Bueno, el descansillo me ha ido bien, que las pulsaciones las tenía a tropocientos. Me subo a la bici sabiendo que aún sigo teniendo gente por detrás, pues uno se ha parado a esperar a algún compañero.
Lo que viene a continuación, y durante unos cuantos kilómetros, es un auténtico circuito de ciclocross, pues se suceden tramos de senderos y caminos estrechos, semiembarrados, con subidas y bajadas cortas pero duras, con tramos imposibles de hacerlos subidos en la bici. Tanto de subida como de bajada, nos encontramos con varias zonas en las que hay que desmontar de la bici y tirar de ella para poder superar tremendos rampones intercalados con raíces y piedras, en los que pienso que ni los más máquinas habrán sido capaces de hacer pedaleando.
Seguro que en varios de los tramos de descenso en los que yo me bajé de la bici por miedo o por precaución, hubo mucha gente que sí los bajaría montado en ella. Yo conozco mi límite, y no era el día de probar de superarlo.
Las condiciones del terreno exigían mucha concentración, bastante técnica, mucho valor en algún punto, y sobretodo mucho cuidado. Era muy fácil tener una caída, pues había mucha piedra húmeda en todos los caminos, tanto subiendo como bajando.
Durante estos primeros kilómetros me paré un par de veces más para retocar las presiones. No me sentía a gusto, no me sentía seguro, iba con desconfianza. Así que intentaba encontrarla quitando o poniendo aire a las ruedas. Acabé encontrando el valor adecuado, o por lo menos la presión adecuada para que yo me sintiera seguro con la bici.
Dejé los neumáticos bastante bajos de presión, nunca los había llevado tan bajos. A partir de entonces tuve que ir con cuidado de no pegar un llantazo, con lo que en tramos más rápidos (pero pedregosos) iba algo más lento de lo que habría podido ir. Pero por contra, tanto en éstos como en los tramos más complicados por tener piedras o raíces, o por ser más “trialéricos”, gané mucha confianza y control sobre la bici.
Primera hora de “carrera”: 7 kilómetros. Cuenta fácil: 70 kilómetros, 10 horas. Si antes tenía dudas, ahora lo tenía bastante claro, no iba a poder hacer la marcha entera, me iba a tener que conformar con el recorrido “corto”, de 40 kilómetros. Corto, sí, en relación al otro, pero es que al ritmo que iba, y con la dificultad del terreno, hacer 40 kilómetros ya iba a ser toda una hazaña.
Y había que tener en cuenta otro factor. Iba realmente mal físicamente. No tiraba en las subidas, las pulsaciones casi siempre entre 170 y 180, las piernas me dolían cuando apretaba mucho.
Pero si en los tramos de bajada me dejaba caer, no pedaleaba ni al principio para coger un poco de velocidad. Y en los senderos, mientras la bici se movía por pura inercia, tampoco daba pedales. Aprovechaba cualquier circunstancia para descansar y no cargar en exceso las piernas.
Pero si en los tramos de bajada me dejaba caer, no pedaleaba ni al principio para coger un poco de velocidad. Y en los senderos, mientras la bici se movía por pura inercia, tampoco daba pedales. Aprovechaba cualquier circunstancia para descansar y no cargar en exceso las piernas.
En esas andábamos cuando veo un cartel que avisa de que a 50m me harán una foto. Vale, relaja y coge fuerzas para que cuando veas al fotógrafo puedas dar una buena imagen, jajajajajá, al menos que en la foto parezca que soy una máquina...
Claro, siendo como era el recorrido, la foto no la iban a hacer en un tramito fácil. Empieza una de tantas subidas cortas y difíciles, y cuando estoy sopesando la posibilidad de hacer el último trozo andando, veo arriba de todo a dos personas. Una, el fotógrafo, la otra, Noe, animándome y gritándome que no me pare, que tire, que aguante, que me van a hacer la foto... Pero, ¡qué la haga ya, que no puedo más! Oigo el inconfundible sonido del mecanismo de la cámara haciendo la foto, uffff, menos mal, ya la ha hecho.
Qué buena foto me sacó. Hasta parezco un profesional
A pesar de estar ya casi arriba, y de seguir Noe animándome para que aguantara y me pudiera ella también hacer alguna foto, ya no pude más, me desequilibré, y tuve que echar pie al suelo. Lo siento Noe, te estropeé la foto. Pero muchas gracias por tus ánimos y por las fotos que me hiciste. Fueron unos segundos muy intensos.
Ahí llego. ¡Venga, aguanta!
¡Vaya, no he sido capaz!
Jodido, pero contento
Muy descriptiva la secuencia de fotos que me hizo Noe. Gracias otra vez.
Cuando echo el pie al suelo articulo algunas palabras, supongo que intentando explicar que no podía más. Camino como puedo los pocos metros que me habían faltado para acabar la subida, y hablo un poquito con Noe y con el fotógrafo, que comentando el recorrido me dice que lo que vendrá después no será tan duro. Menos mal.
Cuando echo el pie al suelo articulo algunas palabras, supongo que intentando explicar que no podía más. Camino como puedo los pocos metros que me habían faltado para acabar la subida, y hablo un poquito con Noe y con el fotógrafo, que comentando el recorrido me dice que lo que vendrá después no será tan duro. Menos mal.
Ya hará un minuto por lo menos que paré, las pulsaciones han bajado algo, y mi boca ya no parece un aspirador intentando recoger todo el aire posible. Aún así, mi cerebro recibe sólo la cantidad mínima y necesaria de sangre y de oxígeno para funcionar correctamente, con lo que en el diálogo que mantengo con Noe, mis palabras no son precisamente de las más memorables que haya articulado nunca.
Mi cerebro reacciona ligeramente y se me ocurre preguntarle “y tú, ¿qué haces aquí?”. Pues resulta que se retiraba porque no se encontraba suficientemente motivada. No subía de pulsaciones (ya le habría dejado yo unas cuantas), y para ir medio parada prefería retirarse. Una lástima. Pero si ella yendo a menos de medio gas habría tardado por lo menos dos horas menos que yo... Pero entiendo su postura. Cada uno tiene sus propias expectativas en una marcha, y si no las vas a poder cumplir, y no vas a disfrutar, para qué seguir.
Allí les dejé a los dos, al fotógrafo oficial y a la fotógrafa oficiosa de la marcha, y seguí mi camino. A ver si era verdad, y lo que venía a continuación no era tan duro. Resultó cierto, pero al cabo de muchos kilómetros. Por el momento, lo que seguía venía a ser más de lo mismo. Y tal y como esperaba, la organización no nos había engañado. Pues no veas si hicimos kilómetros y kilómetros de senderos.
En algún momento después de este punto (no recuerdo cuándo ni dónde) al bajar un pequeño tobogán que enlaza con una pista, me paro al lado de un grupo de cuatro o cinco participantes que me preguntan si tengo una cámara para dejarles. Parece que a la que tenían le habían fastidiado la válvula. Como yo llevaba dos podría dejarles una, pero, ¿y si pincho dos veces? También sería mala suerte. En coña les digo que a lo mejor en lugar de mala suerte sería buena suerte, por aquello de tener que abandonar, ¡jajajajá, qué burro!
Les doy la cámara y no cojo la que me daban ellos a cambio, de “válvula gorda”. Aunque la podría haber utilizado en caso de necesidad, pues las llantas de mi bici llevan una arandela en el agujero de la válvula que supongo que podría quitar, pensé que no iba a tener esa “mala suerte”. Así que les deseé buena marcha y seguí adelante. Un par de horas más tarde me adelantarían, agradeciéndome y comentándome uno de ellos lo bien que le había ido la cámara. Y yo que me alegré de que pudiera seguir con la ruta.
Después de muchííííííísimo rato, casi una eternidad desde que empezáramos la prueba, aparece un cartel que avisa del primer avituallamiento. ¡Por fin! No es que fuera muerto de hambre ni nada parecido, que algo de lo que yo llevaba había comido ya, y bebida tenía de sobra, pero no sé, me apetecía, y mucho, llegar a uno de los dos avituallamientos previstos.
Mi primera impresión fue que la organización había situado ese primer avituallamiento excesivamente lejos de la salida, pero... ¡si sólo habíamos hecho 22 kilómetros! Pues no veas, a mí me parecieron cincuenta. Si es que ya llevaba unas tres horas de ruta.
Había allí cuatro o cinco corredores más, y otros cuatro o cinco que llegaron detrás mío. Comí un par de “cruasanes” con unas pastillas de chocolate que me sentaron de maravilla, descansé y estiré un poco, y crucé cuatro palabras con los que estaban allí. Antes de marchar hinché los neumáticos, pues el terreno había cambiado ligeramente y creí conveniente llevar más presión para rodar mejor y evitar algún llantazo indeseable. Los caminos empezaban a parecer menos técnicos y difíciles, y también más rápidos. Bebí un vaso de agua, que estaba muy fría (temperatura ambiente), y continué mi periplo por tierras del Bages.
Una cosa tenía ya clara, y era que al control horario del kilómetro 30 era imposible que llegara. Había que pasar por allí antes de las once y media para que no te desviaran hacia el recorrido corto, y faltaba menos de media hora. Algo muy raro tenía que pasar para que fuera capaz de hacer casi 10 kilómetros en media hora.
De lo que sigue a continuación recuerdo que empezó a haber tramos de pista forestal, lo que realmente agradecí muchísimo, porque al menos te permitían coger un ritmo estable durante unos minutos. Eso sí, fáciles no eran, porque para seguir con la tónica de la marcha, las rampas eran realmente duras, casi siempre rondando el 20% y más.
Seguía haciendo frío, había mucha humedad, el cielo estaba totalmente tapado (cuando lo veíamos, que con tanto sendero no era fácil), y aunque no iba bien de fuerzas, parecía que empezaba a encontrarme mejor. También ayudaba el hecho de que hacía ya mucho rato que se habían acabado aquellos tramos de ciclocross que nos encontramos en los primeros kilómetros.
Desde que habíamos empezado, el recorrido estaba siendo realmente bonito, espectacular y divertido. Senderos por doquier, algunas trialerillas, subidas, bajadas, campo a través, camino, pista, vamos, de todo. De vez en cuando, alguna vista de lo que debían ser valles, pues la niebla lo tapaba todo pero a la vez daba una imagen que valía la pena parar a admirar. Lástima de ir sin cámara de fotos. A ver si me compro otra, que la que tenía ya me han dicho que no tiene arreglo (bueno, que no vale la pena arreglarla).
Cuando me quise dar cuenta llego al desvío “corta-larga”. Eso sí, pasado de tiempo, unos tres cuartos de hora. Pero allí no hay nadie para decirme que siga por la corta, así que dudo un poco pero me meto hacia la larga. Era una pista forestal, de gravilla, con una lligera pendiente de subida si hacías la larga, de bajada si hacías la corta.
Hago unas decenas de metros y me paro a llamar a Carlos. Según lo que haya hecho él sigo con la larga o me doy la vuelta para acabar la corta. Cuando coge el teléfono le oigo jadear. Le habré pillado en mal momento. Me dice que va fatal, que le cuesta respirar bien, que incluso se ha caído en los primeros compases y va algo dolorido de una rodilla, pero que ha seguido por la larga. ¡Qué tío, no me esperaba menos de él!
Carlos llevaba toda la semana intentando curarse de un inoportuno resfriado que le había impedido coger la bici, y que le dificultaba mucho la respiración. Aún así se había presentado allí, con el frío y la humedad que había, a intentar acabar el recorrido largo. Yo en su lugar ni habría ido.
Dudo si seguir o dar la vuelta, porque tampoco quiero que cuando él acabe se esté en la meta tres horas esperándome, pero cuando me dice que va por el kilómetro 36 y medio, sólo cuatro por delante mío, me animo y me decido a acabar todo el recorrido.
Además, ya hacía unos minutos que me estaba encontrando realmente bien. Bueno, bien, bien, tampoco, porque en las subidas duras seguía sin tirar, pero me notaba muy animado, tenía suficiente fuerza para apretar en zonas no muy duras, y parecía claro que el recorrido ya no iba a ser tan duro como hasta ese punto.
Un dato importante: el recorrido tenía un total de 1900 metros de ascensión acumulada, y en estos primeros 32 kilómetros ¡ya habíamos hecho casi 1300! No había duda, la segunda parte de la prueba tenía que ser mucho menos dura. Llevaba cuatro horas de ruta, así que contando que quedaba más o menos la mitad del recorrido pero con la mitad de ascensión que en la primera parte, calculé que podría acabar en unas siete horas, que era lo que llevaba imaginando toda la semana (hacer una media de 10km/h).
Si la primera parte de la marcha había sido muy divertida, ésta no iba a ser menos. Después de rodar un poco por esa pista de gravilla, desvío hacia un camino pedregoso de subida. Dura, claro. Como en otras, cuando veo que voy a malgastar demasiado mis fuerzas me bajo de la bici y acabo los últimos metros a pie (en mi defensa diré que siempre intentaba hacer toda la subida pedaleando, pero a veces llegaba un punto en el que sentía que no podía más, o que no valía la pena reventar intentando no bajarme de la bici).
Parece que el sol se va a dejar ver un poquito. Se agradece, porque las primeras horas fueron muy frías y húmedas, y a mi me gusta más notar el calorcito del sol en mi cuerpo. Aún así, estaba medio tapado y no calentaba casi nada.
Sigo adelante por más caminillos, senderos, zonas más fáciles, zonas más complicadas, pero está claro que ya no hay ninguna zona excesivamente técnica.
Cada vez me noto mejor, más animado, con fuerzas renovadas, con ganas de hacer kilómetros. Ya hace tiempo que me pasa: cuando ya llevo tres o cuatro horas de ruta parece que renazco y me vienen ganas de hacer otras cuatro o cinco más. Supongo que es el hecho de que en este último año, aunque no he ganado fuerza (que nunca la tuve), sí he ganado mucha resistencia. De tal manera que empiezo las marchas mal, pero cuando parece que tendría que empezar a estar aún peor, no, al contrario, me empiezo a encontrar mejor.
Seguro que de fuerzas no estoy mejor que hace dos horas, pero mentalmente me noto muy bien, y eso hace que me parezca que tengo más fuerza de la real. Además, me he ido hidratando y alimentando bien, así que el cuerpo teorícamente va bien servido.
Como ya hace rato que el terreno no es tan técnico, voy con mucha más confianza, por lo que la velocidad de paso por senderos ha cambiado muchísimo. De estar yendo a velocidades por debajo de los 10 km/h en los primeros compases de la prueba, a ir a medias de más de 20km/h en estos momentos. ¡Cómo cambia la cosa!
Ahora los kilómetros pasan con más rapidez. Si hasta parece que el gps se haya estropeado y en lugar de marcar kilómetros esté marcando metros...
Finalizando una bajada rápida por pista forestal llego a un cruce con una carretera. No veo ninguna señal de la organización. Malo, ya me he pasado algún desvío. Me muevo un poco buscando algún cartel o cinta indicativa, y me parece ver una a lo lejos, en la continuación de la pista forestal. ¡Menos mal! Tiro hacia allí, y al llegar a “la señal” veo que no es tal, sino que es un condón atado a una ramilla de un árbol. ¡Vaya tela!
Me toca volver para atrás y subir otra vez lo que minutos antes acababa de bajar. Lo peor es que no tengo claro cuándo había visto por última vez alguna indicación. Después de 600 metros de subida veo por fin los carteles. No es que estuvieran mal puestos, pero si ibas un poco “despistado” podía ocurrir que no vieras el desvío hacia un estrecho senderillo que quedaba a la izquierda. Bueeeno, no ha pasado nada, sólo he hecho un kilómetro y pico de más.
Sigo haciendo senderos y caminos, y rato después, cuando estoy pensando en acabar un camino de subida y parar a comer algo, veo un cartel que avisa del segundo avituallamiento. Vale, perfecto. Llego allí y parece que ya están recogiendo. Una chica y un chico muy simpáticos, que llevan allí desde las ocho de la mañana. Buf, tiene mérito también. Sería ya la una y media del mediodía, y allí arriba calor no hacía precisamente. Viento sí.
Estamos en el kilómetro 45 más o menos. Me encuentro bastante bien de fuerzas, y muy bien de ganas. Me lo estoy pasando fenomenal. Charlo un poco con ellos mientras como galletas y chocolate, y les comento que quizás sea yo el último que pase por allí, que me da la sensación que los pocos que vinieran por detrás mío se habrían desviado hacia el recorrido corto.
La verdad es que hace ya por lo menos tres horas que voy totalmente sólo. Una hora antes, cuando me había desviado hacia el recorrido largo, vi a lo lejos, detrás mío, a dos que se iban en dirección contraria a la mía. Pero pedalear con alguien a la vista, desde el primer avituallamiento, hace ya tres horas, que no lo hago. Durante muchas horas me dio la sensación de estar haciendo una de esas típicas salidas mías en solitario. Pero bueno, no me importaba, nunca me ha importado rodar sólo en las marchas. De hecho, me gusta la sensación de ir en solitario.
Ya me despido de ellos mientras me hacen una foto, y salgo con ganas en dirección a mi siguiente objetivo, un tercer avituallamiento, en el kilómetro 55, con el que no contaba. Parece que al final los organizadores se lo pensaron mejor y pusieron tres. ¡Muy bien!
Tal y como me acababan de comentar, al poco empieza un tramo bastante largo de pista forestal, que me viene que ni pintado para aumentar mucho la velocidad media, y también para animarme aún más de lo que ya estaba. Subidas, llanos, bajadas, siempre dando pedales, incluso en las bajadas. Ya no me estaba guardando nada. Mientras no tuviera que sortear piedras, baches u obstáculos, pedalearía. Siempre con cuidado, ¡eh!.
Los kilómetros se suceden rápidamente, y saliendo de un sendero que se incorpora a una pista forestal me encuentro con uno que se baja de un coche para decirme que debería de “tirar por allí, ya en dirección al pueblo”. Me fijo y me doy cuenta que este hombre es el que estaba en el primer avituallamiento.
¿Porqueeeeeeeé?, le digo con tono y cara de pena. Me dice que aún quedan unos veinte kilómetros y que quizás lo mejor sería que atajara hacia el pueblo. Le explico que voy fenomenal de fuerzas y de ganas, “si ahora voy lanzado”, que lo duro fue al principio, que lo que queda no puede ser muy duro porque ya he hecho casi todo el desnivel previsto (llevo más de 1600 metros de ascensión de los 1900 anunciados), y que en un par de horas como mucho estaré en la meta.
Se mira el reloj, me dice que eso será sobre las cuatro de la tarde, que a lo mejor no me quedará butifarra para comer. “Es igual, si tengo un bocata en el coche”. “Bueno, va, venga, pues sigue adelante, ya llamo para avisar de que aún queda uno por llegar”.
Ahora ya estoy convencido del todo: soy el último.
No me importa lo más mínimo, voy enchufado, disfrutando mucho. Es más, me hace gracia ser el último. ¡Qué sensación!
Ahora el recorrido es realmente rápido. Hay tramos de subida, pero pocos. Casi todo es llano, bajada, o falso llano. O eso me parece a mí. Voy muy rápido.
Cuando me quiero dar cuenta llego al tercer avituallamiento. Lo veo a lo lejos, justo después de que un coche que pasaba por una carretera cercana me pitara. Era la pareja del segundo avituallamiento. Según me acerco a este último, pienso que no me hace falta nada, ni agua, ni comida, ni parar a descansar. Pienso que no voy a parar, que me romperá el ritmo.
Cuando estoy llegando me saludan por mi nombre (claro, era el único que quedaba) y me preguntan qué quiero. Nada, no me hace falta. ¡Jajajajajajajá! Acabo parándome porque uno de los que estaban allí casi me riñe diciéndome que cómo no me voy a parar a tomar nada, ¡si estaban allí sólo por esperar a que llegara yo!
Bueno, paro y como un par de galletas. Hablo sobretodo con uno de ellos, mientras van recogiendo, y después de agradecerles que me estuvieran esperando continúo mi camino, sabedor de que ya me queda muy poquito. ¿Qué son 15km al ritmo que estoy llevando ahora?
Los siguientes kilómetros, más de lo mismo. Pista forestal, rápida. Llano, bajada, subidas también. Todavía quedaban algunos senderos por hacer. Muy rápidos y divertidos. También quedaba una dura subida, pero eran sólo unos cuantos cientos de metros. La acabé andando, era muy dura. Veintitantos por ciento de pendiente.
Esos últimos kilómetros pasaron muy rápido. Enseguida apareció delante mío una población que estaba claro que sería Sallent, ¿qué otra podría ser? Un último tramo divertido campo a través para llegar a un campo de fútbol, y cuando estoy pensando por dónde tenía que seguir, oigo los aplausos y los vítores de la gente de la organización que aún quedaba en la llegada. ¡Qué bueno! Veo a Carlos que está cámara en mano preparado para inmortallizar mi llegada, y sonriendo, hago la señal de la victoria.
¡He llegado el último!
Y llegó el último loco
Nos damos la mano, sonrientes, contentos. Sí señor, tremendo, ha sido tremendo. Una gran marcha. Un gran recorrido. Duro, divertido. Ha valido la pena ir hasta allí y aguantar tantos kilómetros, tanto frío, tantos kilómetros en solitario.
Me dan de comer. Un par de “llescas” con tomate, y dos butifarras. Los privilegios de llegar el último. ¡Qué buen trato! Gracias.
Aún estuvimos un rato allí. Mientras yo comía charlamos Carlos y yo sobre la ruta y sobre cómo nos había ido. Tiene mérito lo suyo. Con lo resfriado que aún estaba, dolorido por la caída...
¡Muy bien, cumpany. Enhorabuena!
¡Muy bien, cumpany. Enhorabuena!
La primera mitad del recorrido, muy dura. La segunda, no tanto
En total fueron casi 70 kilómetros de recorrido, con un poco más de 1900 metros de ascensión acumulados.
Casi 7 horas de ruta, para un total de algo menos de 6 horas de pedaleo.
En resumen, una marcha de esas que vale la pena hacer. Muy currada, en todos los sentidos. Preparar y señalizar un recorrido como el que hicimos tiene mucha, mucha tela. Se tienen que haber pasado muchas horas limpiando caminos, despejando senderos, balizando zonas difíciles, acotando caminos que no eran tales, sino que realmente eran zonas de campo a través...
En definitiva, que se lo han currado mucho, y muy bien. Porque estaba muy bien señalizado. Aunque algún despiste tuve, no fue ni mucho menos por estar mal señalizado, sino porque a veces vas, pues eso, despistado.
El recorrido era muy bonito. En algún punto más alto de éste, cuando ya se había despejado la niebla, se veían unos paisajes muy guapos. Zonas de barrancos de piedra verticales, amplias vistas de montañas inacabables... Mientras hubo niebla, para pararse a hacer bastantes fotos.
Y los senderos... ¡30 kilómetros de senderos! Impresionante.
Desde luego que al que le guste hacer senderos, tiene aquí una cita ineludible el año que viene. Vale la pena venir y hacer todo el recorrido. El disfrute está asegurado.
Desde luego que al que le guste hacer senderos, tiene aquí una cita ineludible el año que viene. Vale la pena venir y hacer todo el recorrido. El disfrute está asegurado.
Los tres avituallamientos que había eran muy completos. Por supuesto habrá quien echara en falta algo, y a quien le sobrara algo (a mí, los zumos, pero sólo porque con el frío que hacía no me apetecían nada. En verano sí que los bebo), pero creo que estaban bien pensados. Agua, zumos, galletas, “cruasanes”, chocolate, avellanas, fruta seca (higos, orejones...), barritas de cereales. Vamos, muy bien para mi gusto.
Además, que estar en los avituallamientos, con el frío que hacía, y la humedad que había, también es de agradecer. Sobretodo a los del segundo y tercer avituallamiento, que estuvieron allí sólo porque faltaba yo. Gracias otra vez.
Total, que me lo pasé estupendamente. Sufrí al principio. Los tendones me molestaron un poco. Sudé. Caminé. Empujé la bici. Pasé algo de frío. Pero estuvo realmente bien. He vuelto muy contento de Sallent.
Bruno
Bruno peazo cronica,si señor, me la e leido enterita, por lo que comentas aparte de dura,fue bonita y divertida, las fotos muy chulas, por lo de llegar el ultimo eso es lo de menos,si lo miras bien, fuistes el que mas tiempo aprovechaste la marcha, ahora a descansar y cuando pasen las fiestas , a seguir mirando retos.
ResponderEliminarKumpañññ!!!!, somos unos cracks en esto de acertar en los resultados, podríamos dedicarnos a hacer quinielas, jejeje..... alguna vez tendría que ser la primera, pero la próxima vez ese puesto me lo dejas a mí, que yo lo pedí antes.
ResponderEliminarBuena marcha nos pegamos, y te dije que en esta había que venir a disfrutarla y vaya si lo has echo. Me he reído mogollón leyendo la crónica, divertidisima y por el perfil que tienes, creo que ¡¡sí!!, nos equivocamos los dos en el mismo sitio, vaya dos empanaos, jaja..
Darte la enhorabuena, por tú marcha y por decidirte en hacer la larga, ya ves que al final valió la pena.
Ahora sí, ya toca descansar un poquito y pensar en objetivos para el año que viene. O eso espero... ¿que decías que había el 12 de diciembre.....?
Jajaja, que bueno!! Me has dado envidia con el tema de las ppm a tope!!! jeje
ResponderEliminarEs curioso. Leyendo tu cronica, recuerdo mis primeras marchas de mtb. Ese sufrimiento de no saber si llegas a tiempo, el subidon cuando te sientes bien, y la alegria de llegar a meta.
Ser el ultimo es lo de menos. No siempre los que llegan por delante, llegan tan satisfechos. Aun recuerdo que la QH que mas satisfacion me dio la llegada, fue la primera, cuando acabe con casi 10hs. La ultima vez la hice en 7:30 y la verdad es que llegar solo fue un mero tramite, no estaba tan contenta como en la primera.
Disfruta de tus aventurillas ahora, que es cuando mas se disfruta del mtb. Luego ya empiezas a volver a las marchas y querer bajar tu tiempo anterior, y la cosa cambia un poco.
Un saludo y espero volver a veros pronto.
PD: Por cierto, a los demas han salido 65kms en gps, creo que te has perdido un poquito mas de 2kms, jeje
¡Puede que no haya sido la marcha más brillante de tu vida, pero desde luego la crónica es la mejor con mucho hasta la fecha! :-D
ResponderEliminarMare meva quin fart de llegir... i com entenc les teves emocions !! Una vegada també vaig quedar la última... al principi estava morta de vergonya però se'm passar qua n em van donar el trofeig a la corredora més jove de la marxa llarga... el que passa és que ja o hi havia ni aigua calenta al pavelló ni embutit... pa amb pa.. mmmmm. Estic molt contenta que hagis acabat, perquè en aquests moments t'entren crisis punyeteres.... Felicitats per la crònica, per les fotos tan wapes que t'han fet, per acabar la marxa i PER ARRIBAR L'ÚLTIM AMB UN SOMRIURE !!!!!!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminar¡Jajajajajajá!
ResponderEliminarQué sepáis todos que me lo he pasado tan bien haciendo la crónica como durante la marcha...
Jorge, tienes que haber acabado tan cansado de leer como yo de pedalear, ¡jajajá!, gracias.
Fue una marcha de esas que te gustan a ti. Para el año que viene te tienes que apuntar, no tiene desperdicio.
¡¿Has visto qué fotos?! Si es que voy con fotógrafos personales y todo, jajajá!!!
La verdad es que me gustó llegar el último, y bueno, no me había planteado eso de que fui el que más aprovechó la marcha, pero es un buen punto de vista.
Como dices, a descansar un poquito, y a seguir rodando...
Cumpaaaaaaaany!!!!!!!!
Qué máquinas, ¡eh!, primero y segundo clasificados, tremendo... aunque haya que ponerse boca abajo para mirar la clasificación, jajajá! ¿Te has dado cuenta de que es la primera vez que llegamos en posiciones correlativas?
Para otra vez, si quieres ganarme el puesto tendrás que esconderte detrás de un árbol y dejarme pasar, sino...
Yo disfruté muchísimo, y en algunos momentos me imaginé lo mucho que lo estarías haciendo tú, con tu manillar de "chopper" :))
Pues sí que nos despistamos en el mismo sitio, es que no te quería dar ventaja, ¡jajajajá!
Muy buena tu marcha también, y más en las condiciones "pésimas" en las que ibas. ¡Qué crack!
Y no te preocupes, que ya te liaré con alguna otra antes de lo que te piensas...
Ostras Noe, cuando me dijiste que te retirabas porque no subías de pulsaciones pensé que ojalá me pasara a mí, que se me salía el corazón por la boca, jajajajá! Pero te entiendo, si el motor no tiraaaa...
Es verdad que cuando haces tus primeras marchas, o cuando ya llevas unas cuantas pero sigues teniendo un nivel medio-bajo como yo, jajajá, te marcas unos objetivos más modestos, como son el acabar el recorrido, o el llegar a tiempo al control de tiempo... En fin, que como bien dices, a veces llegan más satisfechos los rezagados que los que van en cabeza. Yo por lo menos, suelo llegar muy contento casi siempre.
Claro, tú ahora, si no vas a chorrocientas pulsaciones no te motivas porque no puedes tirar todo lo que quisieras. Es lo que tiene estar a "otro nivel"...
Muchas gracias por tus fotos, podrías dedicarte. Y un placer encontrarte por allí. Anda que el Jaume, mira que equivocarse y hacer la corta... Un saludo para él.
Ahora que dices lo del kilometraje... con razón llegué el último, ¡jajajajaaááááa´!
Desde luego, Luis, que no ha sido la marcha más brillante de mi vida, pero sí que he brillado con "luz propia", jajajajá!!!!
Y estoy totalmente de acuerdo con tu comentario, es la mejor crónica que he hecho nunca!!
Pues no veas si he disfrutado escribiéndola. Y porque tampoco se trata de hacer una enciclopedia ilustrada, que si no...
Espero que tú también hayas disfrutado leyéndola, que "secretamente" todos los que escribimos un blog deseamos que nos lean y que guste lo que escribimos.
A ver cuándo vienes por aquí con ganas de que te enseñe los senderillos que he ido descubriendo últimamente, que aunque no son lo de este domingo, sí que tienen su gracia.
Cuídate!!
Nika, si t'ho has llegit tot, potser has arribat tard a la feina, jajajajá!!
Gràcies per llegir-me, és clar que tu entens perfectament aquestes vivències (¡eh, que no dic que els altres no ho facin!)
A mi no em van donar cap premi, però sí que em van donar dues llesques de "pantomàquet" y un parell de butifarres, gairebé un trofeu!!
I sí que és veritat que si no l'hagués acabat m'hauria fastiguejat una mica, però mira, vaig escollir el camí encertat, el llarg.
Gràcies per tot... i el somriure, ¡¡¡que no falti!!!
Gracias a todas y todos por vuestros comentarios, y por haber tenido la paciencia de leer la crónica. Mira que sois masocas, jajajajá!!!
¡Salud para todos!
hola bruno, he empezado a leer tu cronica pero el sueño me ha vencido, o las acortas o nunca podre leer una entera je je je y de lo de llegar el ultimo no te preocupes, algun dia las gallinas volaran mas alto que las aguilas je je j
ResponderEliminarUn saludo
Juan
¡Hola Juan!
ResponderEliminarMe alegro de que mis crónicas al menos te sirvan para conciliar el sueño y descansar, jajajajá!!!
Lo de hacerlas más cortas va a ser difícil, porque cuando en el colegio explicaron en qué consistía resumir, yo estaba en casa con anginas...
¡Eh, muy bueno eso de las gallinas! El problema es que yo me considero un águila. Bueno, quizás una palomilla...
A ver si algún día te vienes a hacer una de las marchas que hay por aquí.
Saludos