¡Vaya paliza me pegué el domingo!... 31 kilómetros.
¿Qué paaasa, no dicen que hay aumentar sólo un 10% de una semana a otra? Pues yo he aumentado casi un 75%, y dentro de la misma semana. ¡Jajajajajá!
El sábado me desperté con la tranquilidad que te da el estar totalmente convencido de no coger la bici, y además, no me importaba, que en otras ocasiones me quedo con remordimientos. Esta vez no, así que seguí durmiendo. Ya saldría “en otro momento”, que me apetecía aprovechar el sábado para otros quehaceres.
Tanta bici, tanta bici...
Tanta bici, tanta bici...
El domingo, ya tarde, cuando ya había dejado de llover y empezaba a arreglarse el día, y después de estar un rato peleándome con el vídeo y por fin conseguir grabar la retransmisión en diferido de la F1, decidí que era ese momento.
La temperatura parecía muy buena. Estaba saliendo el sol, y casi no quedaban nubes. Y además, los caminos tendrían ese punto justo de humedad que los haría agradables de ciclar, ya que había llovido poco. Por no hablar de que la montaña en general estaría más bonita de lo normal.
Con un arroz con leche en el estómago, y un par de trozos de chocolate con leche y almendras (no me gusta el dulce, no), me preparé y salí dispuesto a darme una vuelta por la montaña.
Tenía tres opciones pensadas. Una era repetir la misma ruta que había hecho el martes y el jueves, intentando bajar tiempo. Otra, hacerla dos veces (o “una y media”) intentando mantener una media algo “elevada”. Y la tercera, dedicarme a investigar algún camino al que le “tenía ganas”.
Cuando no llevaba más que 20 minutos subido en la bici, un pellizco tonto con una piedra del camino me hizo parar a cambiar la cámara de la rueda trasera. Entre que no tenía prisa, que el neumático estaba algo embarrado y me entraba tierra dentro (y claro, yo venga a sacarla, pues no soy yo pulido), y que normalmente ya soy lento cambiando una cámara, pues me tiré media hora allí parado.
Ya se me habían trastocado los planes. Otro se lo habría tomado peor (incluso yo), pero mira por donde me lo tomé con alegría. También hay que decir que los neumáticos tienen ya 1200 kilómetros, y es el primer pinchazo. Y eso que los he metido por sitios muy malos. Así que nada que reprocharles.
Ahora ya lo tenía claro, iba a hacer turismo de caminos. Pues nada, a investigar. Seguí con la ruta de toda la semana, ya que, casualmente, los caminos que quería hacer empezaban en diferentes puntos de su recorrido.
El primero era un sendero de subida a la cima de una colina que no encuentro nombrada en los mapas topográficos del Wikiloc. Como las ruinas de Cal Becó están en la base de esta colina, la llamaré el Turó de Cal Becó. El sendero es de esos que están “abandonados”, y tienes que pasar por encima de vegetación de todo tipo mirando de no meterte alguna rama de árbol en un ojo. Mira que si llego a pinchar otra vez... Pero no, no pinché. Buenos neumáticos. Todo será que el próximo día que salga pinche dos o tres veces seguidas...
Está claro que por ahí no sube mucha gente
Algunos metros los tuve que hacer andando, que no estoy yo como para subir por según qué sitios, y también porque algún tramillo estaba demasiado “vegetado”. Al final acabé llegando a la cima, en la que hay un depósito de agua, supongo que de la urbanización de Can Cases de Vallirana. Allí estuve un rato haciendo fotos y “chafardeando” un poco, a ver si había algún otro senderillo que investigar.
De vuelta para abajo aún perdí otro ratillo intentando encontrar un sendero que me salía en el mapa del gps. Ni rastro. A veces en los mapas salen senderos que no existen, y a veces encuentro senderos que no salen en los mapas. Ya ves.
Finalizada la bajada del sendero, continúo con la ruta (el mismo trayecto de toda la semana) para ir ahora en busca de otro camino que quería investigar. Es un camino que ya había hecho hace tiempo, pero quería volver a hacerlo porque según los mapas era mucho más largo de lo que yo pensaba.
El tramo que yo conocía acaba en una pequeña explanada en la que están las ruinas de un antiguo horno de cal, que aunque ya lo conocía, aproveché para revisitar y videofotografiar extensamente.
En la explanada, intentando hacer una foto artística
La entrada del antiguo horno de cal
Desde el interior del horno. Está bastante bien conservado (que no cuidado). Sólo falta el techo
Después de un buen rato de visita tocaba “lo bueno”. Efectivamente, el camino seguía. Una tremenda rampa de tierra, con millones de piedras de todos los tamaños, casi imposible de subir (digo casi porque siempre hay algún bestia capaz de subir esas rampas), con picos del 28% según el gps, y que tuve que hacer casi enteramente a pie, empujando la bici y resbalándome con las innumerables piedras.
Corbera Alta y La Creu Aregall vistas desde la rampa
Al principio me dediqué a apartar algún pedrolo de la posible trayectoria de bajada, pero enseguida desistí porque estaba claro que si el camino se acababa y tenía que bajar por ahí, lo iba a hacer caminando. Si no, caída segura. ¡Qué malo era el camino!
Ya llegando arriba se arregló un poco la cosa y pasó a ser un sendero totalmente diferente a lo que acababa de subir. Después de un poco de llano se iniciaba ya una bajada, todavía por terreno en buenas condiciones.
Menos mal, ya me podía subir a la bici
Al poco me paro porque veo algo "sospechoso". Hay un senderillo a la derecha del camino que me lleva a un paraje cuando menos curioso. Se trataba de una especie de cueva, una gruta formada por dos entradas, y dentro de la cual logré ver que había unos tubos de hierro, e incluso una estantería metálica... ¿¿??
Me estuve un buen rato haciendo fotos de la zona, y grabando un vídeo, que hay que aprovechar las posibilidades de la cámara.
Mira que si se me cae la bici...
Ya dispuesto a continuar mi camino de bajada, aún tuve que esperar un momento a que pasara un motorista montañoso (están por todas partes...). Una vez pasó seguí adelante, ahora ya con el camino empezando a estar en peores condiciones, con bastante piedra suelta, aunque sin llegar a ser lo que me había encontrado subiendo por el otro lado.
El camino acaba llegando a una zona conocida, la que suelo llamar “la explanada de la N-340”, que hace unos meses me encontré recién arada, y que ahora está “vallada” con un cable que la rodea, y en la que parece que están saliendo brotes de no sé qué tipo de planta. En cualquier caso, contento por haber descubierto un camino que enlaza dos zonas bien conocidas.
Aún tenía ganas de más, así que me dirigí (por la ruta de la semana) a investigar un tercer camino que tenía visto de otras ocasiones, y que empieza en las inmediaciones de la masía de Can Cases. Una parte del camino ya lo conocía, pero me faltaba por investigar una bifurcación de éste. Así que hacia allí me fuí.
El camino, estrecho y pedregoso, como todos los de esa zona, acaba enlazando donde me imaginaba (que bien van los mapas topográficos del Wikiloc), en otro camino que he hecho más de una vez, y que viene de la Plana dels Bessons, bordeando las masías de Can Casildo y Can Cases. Decidí continuar en dirección contraria a como lo he recorrido en otras ocasiones. No veas como cambia la perspectiva.
Una breve parada para fotografiar la ermita de Sant Ponç. Por debajo de esas peñas discurre el Camí del Cau de la Guineu
Continué hasta que me encontré un senderillo que no tenía visto, y ya que era el día de los descubrimientos, me metí a ver a dónde iba.
Tuve que hacer por lo menos la mitad del sendero andando, que no era plan tener una caída por esa zona yendo yo sólo. Cualquiera me encuentra. Hice algunas fotos, sin importarme el tiempo que perdía, ya que la ocasión lo merecía. Allí en medio de un bonito rincón de la montaña, rodeado de vegetación, pasando por un senderillo estrecho que bordeaba unas peñas de esas que tantas hay por esta zona. ¿Porqué no me iba a parar a disfrutar del momento?
Un rincón cualquiera de la montaña, punto de unión de dos laderas
La última foto del día. Por ahí seguía el senderillo
El sendero acabó saliendo a otro camino que también conocía, y es que por esa zona conozco ya muchos caminos. La verdad es que me gustaría llegar a conocer todos los caminos y senderos que hay por allí.
La continuación de este otro camino llega hasta el principio del Fondo del Cau de la Guineu, y ya que estaba allí... pues a hacer otra vez la misma ruta que ya hice el martes y el jueves. Bueno, y que este día ya la había medio hecho una vez.
Poco más que contar, simplemente que intenté ir a un ritmo bastante más rápido del que había estado llevando toda la tarde, ya que llevaba pocos kilómetros hechos (duros, eso sí). Y es que también tengo que decir que hasta tres horas y media más tarde de haber salido de casa no conseguí igualar el tiempo que llevaba pedaleando con el tiempo que llevaba de paradas... Sin comentarios.
Llegué a casa un poco antes de las seis de la tarde, con el sol aún bastante alto. Es lo bueno de haber adelantado la hora. Contento por haber disfrutado mucho de la salida, que aunque fue corta, estuvo muy bien por haber descubierto caminos y senderos nuevos.
Físicamente mejor que los dos días anteriores, y aunque no era mi intención, acabé haciendo alguna cuesta de gran porcentaje. Pero es que por esa zona es lo que toca. El tendón del cuádriceps de la pierna izquierda me molestó bastante al principio, y luego me dejó un poco en paz. También es verdad que estaba más tiempo andando o parado que dando pedales.
Total, 31 kilómetros con 915 metros de ascensión (750m en los primeros 23km), en cuatro horas y media de salida, con ¡una hora y tres cuartos de paradas!
Nada espectacular, pero sí divertido
Pues no me lo pasé bien ni nada...
Bruno