Sin metas pero con objetivos, sigo disfrutando de las bicis y de otras actividades. Intento aprender continuamente para mejorar como persona, física y mentalmente. Este blog sigue siendo una especie de diario personal en cuanto a lo ciclístico, pero va siendo hora de ir añadiéndole algunas cosas más que también captan mi atención...

martes, 13 de octubre de 2015

19 de agosto de 2015. "LLANEANDO" POR ZAMORA


Una vez finalizada mi estancia en tierras oscenses me dirigí rumbo a Zamora para pasar allí unos días con parte de la familia.

De camino aproveché para hacer una breve escala en La Rioja para hacer en coche otra de esas ascensiones que llevaba medio planeadas de casa. Se trataba de subir el puerto de Peña Hincada, para conocer el terreno y preparar un posible futuro viaje.

Pero de eso también hablaré en una crónica a parte...

Volviendo al tema... después de que hubieran pasado tres días de descanso desde mi ruta al Castillo de Loarre, me decidí a darme una vuelta por los alrededores de Zamora, conocedor de que aquellas tierras tienen poca montaña y podría hacer una ruta más rodadora que las que había estado haciendo en lo que llevabámos de agosto. Que me gusta subir, pero también me apetece hacer salidas más relajadas.

Así que con la ayuda de los mapas "guguelienses" me preparé un recorrido por carreteras que sabía que no eran muy transitadas, y me guardé varios pantallazos del móvil con las diferentes partes de la ruta.

A las once y cuarto de la mañana, que a primera hora aún hacía fresquito y no me apetecía, salí de casa de mi tío Vicente dispuesto a hacer unos 60 kilómetros visitando tierras cercanas a la capital, en lo que debía de ser una ruta para "estirar las piernas".

De Zamora a La Hiniesta, pasando luego por Andavías y Palacios del Pan, cruzando el Embalse de Ricobayo por primera vez por el puente de Manzanal, llegando enseguida a Manzanal del Barco, y después a Carbajales de Alba.

Segundo paso por el embalse de Ricobayo, para desviarme hacia Castillo de Aba, dar media vuelta y dirigirme a Videmala y seguir más adelante para cruzar por tercera vez el embalse de Ricobayo entre Villanueva de los Corchos y Villaflor.

De ahí a Ricobayo de Alba, pueblo que da nombre al embalse que cruzo por cuarta vez al salir de éste, y antes de pasar por Muelas del Pan, desde donde sigo camino hacia Villaseco del Pan y luego paso por al lado de Almaraz de Duero, para ya encarar camino hacia Zamora capital.

Un poquito más y llego a Portugal



Muchas ganas de disfrutar, una carretera con buen asfalto y poco tráfico, y un día espléndido que permitía disfrutar de los paisajes característicos de la zona, eran las primeras impresiones que estaba teniendo de esta salida zamorana.

Primeros kilómetros, y primeros repechillos...

Campos de cultivo a un lado...

... y a otro.

Imágenes típicas de aquellas carreteras



A los veinte kilómetros de salir de Zamora, y después de haber cruzado ya un par de puentecillos en alguno de sus múltiples recovecos, llego ya de lleno al embalse de Ricobayo, donde me meto por la antigua carretera que lo cruzaba y me paro a hacer un avituallamiento y unas pocas fotos.

Buenos recuerdos de la infancia, de cuando mi padre nos llevaba a pasar la mañana haciendo planear piedras en las aguas de la orilla...

En el puente de Manzanal, antes de dar la vuelta para coger la carretera vieja

El puente nuevo...

... y el puente viejo.

Un poco feo sí queda



Justo antes de seguir adelante me vuelvo a parar a fotografiar a un grupo de aves rapaces que sobrevolaban cerca mío, y continúo mi camino, ahora en dirección a Manzanal del Barco.

¿Me estarían esperando?



Las sensaciones sobre la bici, buenas, rodando sin problemas, y dejándome llevar por los ligeros vaivenes que me iba presentando la carretera en forma de pequeños repechillos que superaba sin mayores complicaciones.

Después de dejar atrás Manzanal del Barco llego a Carbajales de Alba y, por asegurarme, le pregunto a un lugareño si voy en buena dirección para ir hasta Videmala. Me dice que sí, pero que más adelante la carretera está cortada porque andan en obras de mejora de la calzada.
Pero bueno, tanto él como yo creemos que los operarios se apiadarán de mí y me dejaran pasar, que si no tendré que dar una vuelta enorme para retomar la ruta.

Enseguida ya veo las señales correspondientes y sigo adelante, con precaución, pero con cierta sensación de tranquilidad y emoción por estar rodando por una carretera recién asfaltada y cortada al tráfico. ¡La carretera perfecta para ir en bici!

Al poco me encuentro a los operarios que estaban poniendo los fatídicos "quitamiedos", y me paro a cruzar unas palabras con ellos. Sólo he de tener cuidado, me dicen, con no encontrarme con algún coche, que de vez en cuando alguno se mete aunque esté cortada la carretera. Pues vale, la verdad es que sí me crucé con uno.

Estrenando la carretera

Panorámica de esta parte del embalse



Poco rato después llego de nuevo al embalse de Ricobayo, que cruzaré por segunda vez.

Cruzando por el puente de Carbajales

Asfalto nuevo sobre un puente viejo


Justo pasado el puente sobre el embalse la carretera pasa a ser la "original", y el asfalto deja de ser tan y tan cómodo y liso como había sido durante unos pocos kilómetros, a la vez que empieza un bonito tramo de subida.

Asfalto feo para una subida guapa



La verdad es que tenía ganas de encontrarme con una subidita con algo más de gracia, que hasta ahora todo habían sido repechos de esos de subirlos con un poco de inercia y unas cuantas pedaladas fuertes extra.

El día acompañaba, y después de unos primeros kilómetros con algo de fresco, llevaba ahora ya un rato disfrutando de un solazo bueno que me estaba haciendo sudar un poco.

Ese solecito bueno...



Después de disfrutar de la corta subida (bueno, fueron tres kilómetros, pero comparada con las de días atrás...), encaro otro tramo típico de por allí, y aunque no lo tenía previsto, decido acercarme a visitar Castillo de Alba, que ya que estaba allí por qué no iba a hacerlo.

Panorámica desde el Alto de la Mamposta

Las ruinas del Castillo de Alba



Para llegar hasta el castillo había que hacer kilómetro y pico por camino de tierra y sendero asalvajado, y ya que voy equipado con zapatillas todo terreno, si hay que salir del asfalto y patear un poco, pues se hace, que no soy un profesional de la carretera...

Sterrato zamorano

Un poco asalvajado sí que estaba...

Haciendo un poco de ciclocross 

Menos mal que ya llego...



Pero bueno, aunque un poco de treking hace gracia, al cabo de unos metros acabas por desear llegar ya al final del camino...

El río Aliste, embalsado, a pie del castillo

Aún me quedaba escalar un poco...

Ahora ya sí estaba en el castillo



Después de hacer una visita relámpago al castillo y de dejar atrás a una familia poco simpática, la verdad, salgo del pueblo por donde había entrado, lo que suponía hacer un par de kilómetros por una buena subidita hasta el cruce donde me había desviado de la ruta planeada. Unos metros con buena pendiente, y luego ya más suave.

Siguiente destino, Videmala, donde me paro a preguntarle a un chico si iba en buena dirección, y allí estuvimos un rato, mirando la ruta en el en el móvil, y charlando sobre la bici.

Al rato llego a Villanueva de los Corchos, justo antes de cruzar por tercera vez el embalse y llegar a Villaflor, pueblo situado a pie del embalse, y del que me costó salir, pues la subida que venía después del puente tenía una pendiente considerable que me hizo apretar con fuerza los pedales.

Desde las afueras de Villanueva de los Corchos, con Villaflor al fondo

A punto de cruzar por tercera vez el embalse, ahora por el puente de Villanueva



La verdad es que estaba empezando a pensar que la salida no estaba siendo tan rodadora como pensaba en un principio, pues ya me había encontrado varias subidas cortas pero con pendientes de alto porcentaje, y lo cierto es que estaba empezando a notar la acumulación de kilómetros y desnivel.

Después de la corta y dura subida de salida de Villaflor llego a la N-122, por la que ruedo durante tres kilómetros para salirme en Ricobayo de Alba, y cruzar el río Esla (el embalse de Ricobayo por cuarta vez) por el Salto de Ricobayo.

El salto de Ricobayo

En la presa de Ricobayo, el río Esla apresado en su camino hacia el Duero.



Salgo de la presa por una pequeña subida (bueno, fueron dos kilómetros...) que rodea el pueblo de Muelas del Pan, y me alegro al ver cerca el final de la ruta, porque, está mal decirlo, pero empezaba a estar un poco cansado ya de subiditas, ¡jajajajajaja!

Menos mal, en una hora o así estaré en casa...



Lo malo fue que ese cartel indicaba los kilómetros que quedaban si hubiera ido por la carretera nacional, pero como yo iba por carreteras secundarias...

Empieza ahora mi particular calvario por tierras zamoranas, recorriendo una carretera que no entrañaba ninguna dificultad, pero que se me hizo algo costosa de recorrer, y que me llevó a Villaseco del Pan, pueblo cuyo nombre hacía honor a lo que había por los alrededores, no por lo del pan, sino por lo de seco...

Eran ya más de las cuatro y media de la tarde, el sol que tanto me gusta estaba haciendo algo de mella en mi estado físico, tenía muy poca agua en los bidones, y bastante hambre y ganas de comerme la última barrita que me quedaba, pero por no tener casi agua para tragarla no quería comerla.

"De repente" llego a un cruce de carreteras, en el que me doy cuenta de que podía haberme ahorrado un buen trecho si hubiera cogido un desvío unos cuantos kilómetros atrás.
Pero bueno, para una vez que salía por aquellas tierras tampoco me iba a ir de unos cuantos kilómetros más o menos...

Por suerte, en el mismo cruce veo que, cual oasis en el desierto, hay una especie de pequeño complejo deportivo, en el que me paro a comprar una botella de agua fresca y por fin poder comerme la tan ansiada barrita, que iba ya un poco famélico.

Era la zona deportiva de Almaraz de Duero, pueblo que quedaba un par de kilómetros a la derecha de la carretera que llevaba yo.

El complejo deportivo de Almaraz de Duero

Una vez medio recuperado, y dispuesto a rematar la ruta



El chico del bar de la piscina que había allí (que envidia me dieron) me comentó que aún me quedaban 20 ó 25 kilómetros hasta Zamora, por una carretera que él llamó "carretera de los infiernos"...

Pues nada, se trataba de aguantar unos pocos kilómetros más, que por lo que me dijo este chico, iban a ser un poco rompepiernas. Pero bueno, eso era lo que me había ido encontrando durante todo el recorrido, y además, no me quedaba otra.

Aunque la carretera empezó siendo un poco infernal en su paisaje...

Al lado izquierdo...

... y al derecho.



... lo que para mí resultó más infernal fue el estado del asfalto, completamente bacheado, y que durante un buen rato consiguió hacer que cualquier pequeña protuberancia repercutiera brutalmente en mi ya cansado y dolorido cuerpo.

Menos mal que el paisaje empezaba a cambiar



Estaba ahora rodando paralelo al río Duero en su aproximación a Zamora, a la que no me debían quedar ya muchos kilómetros, pero que debido a estos últimos "repechitos" de la ruta se me estaban haciendo interminables.

Un poco más serio de la cuenta

Las Pesqueras de Charquitos

En la antepenúltima subida de la jornada, bordeando el Duero



Pasada esta zona aún me quedaba hacer la enésima subidita de la ruta, de tres kilómetros suaves pero a estas alturas no tanto, y encarar ya una bajada hacia el pequeño núcleo de casas de Valcabadino, llanear un poco, y entrar por fin en Zamora.

Los únicos aficionados que me apoyaron...

¡Por fin!



A pesar de haber ido durante toda la ruta enviando fotos y ubicaciones de satélite a la familia para que estuvieran informados de por dónde andaba, ya entrando en Zamora recibí una llamada de preocupación porque no había llegado todavía a casa... y es que había dicho que tardaría dos o tres horas, y hacía ya ¡más de seis horas que había salido de casa!

Justo antes de llegar a casa me fijo en el gps y veo que me quedan sólo tres kilómetros para alcanzar una cifra redonda, así que ni corto ni perezoso paso de largo y apuro mis ya mermadísimas fuerzas alargando la ruta lo suficiente, y haciendo el tonto dando varias vueltas en una rotonda, para poder conseguir llegar a una cifra que quedara para el recuerdo...

Mi récord con la Espe

Foto tonta como colofón de una gran ruta



Pues al final, después de haber imaginado una ruta rodadora de unos 60 kilómetros (no sé cómo hice las cuentas para pensar que me saldrían esos kilómetros), acabé haciendo una ruta rompepiernas de 100 kilómetros, con un desnivel acumulado de casi 1400 metros, y que aunque es verdad que disfruté muchísimo, también es verdad que sufrí bastante en su segunda mitad.

¿"Llaneando por Zamora?



En fin, que me lo pasé pipa, que decíamos antes, ¡jajajaja!

Para ver la ruta en wikiloc...


2 comentarios:

  1. Jodo petaka!!! Para ser una salida "rodadora" ha salido un buen desnivel...
    Algunos de esos paisajes me suenan de algo. La próxima vez, llevate un bocadillo macho... no me estraña que tuvieras hambre... mira que te cuesta madrugar. QUE NO SE PUEDE SALIR A ESAS HORAS!!! jejeje....
    Al final y al cabo te lo pasaste pipa... pues a por la próxima salida!!!

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    1. Tío, que no es que saliera tarde, es que calculé mal lo que tardaría en hacerla, ¡jajajaja!
      Pues sí, salí a llanear y acabé harto de repechos... quién me lo iba a decir.
      Y si llego a saber que me salían tantos kilómetros igual me animo y me acerco a tu pueblo, jejejeje... algún día, algún día...
      Pero sí, es verdad que disfruté mucho... si es estamos zumbaos, !jajajajaja!

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