Sin metas pero con objetivos, sigo disfrutando de las bicis y de otras actividades. Intento aprender continuamente para mejorar como persona, física y mentalmente. Este blog sigue siendo una especie de diario personal en cuanto a lo ciclístico, pero va siendo hora de ir añadiéndole algunas cosas más que también captan mi atención...

domingo, 9 de mayo de 2010

Batiendo todos mis records


Ayer batí todos mis records ciclistas.

En una salida de entrenamiento, compartida con Carlos en su mayor parte, y hecha en solitario en su último tercio, acabé haciendo 121 kilómetros y 3220 metros de ascensión acumulada, en 8 horas y 20 minutos de pedaleo, para un total de tiempo de ruta de 10 horas y 40 minutos.
¡Qué burrada!

Lo peor de todo, es que con esto no me basta para sentirme tranquilo de cara a la prueba que haremos de aquí a dos semanas, y que esa sí, será una auténtica burrada.

Nuestra idea era hacer una salida por montaña de unas 10 horas y 100 kilómetros, y que tuviera un desnivel acumulado final bastante importante, pues sólo nos quedaban ya dos sábados para poder entrenarnos haciendo rutas muy largas.

Como el día se presentaba con posibilidad de lluvia, habíamos planeado hacer carretera en caso de que finalmente lloviera o de que los caminos de montaña estuvieran demasiado embarrados.


LA FUSTRACIÓN DE UN BUEN ANFITRIÓN

Después de cinco meses de entrenamiento juntos, ayer era la segunda vez, sí, la segunda vez, que Carlos se decidía a venir a mi territorio para hacer una ruta juntos.
La primera vez que vino había nevado el día anterior. Casi nos congelamos.
Ésta vez, había llovido.

A las nueve menos cuarto de la mañana salí de casa en dirección a La Palma de Cervelló, que es donde había quedado con él. Como había estado lloviendo durante la noche, nada más salir de Corbera me metí por montaña para inspeccionar el estado del camino que baja a La Palma, y que era el punto de partida de la ruta. Media hora después, al encontrarme con Carlos, ya llevaba la bici embarrada y las zapatillas mojadas.

Si ese pequeño tramo que había hecho estaba como me lo encontré, lo más fácil era pensar que el resto de la ruta programada estaría, por lo menos, igual de mal.
Así que decidimos empezar la ruta haciendo carretera, y según avanzara la mañana ya nos adentraríamos por montaña, esperando que se hubieran secado un poco los caminos.

Salimos en dirección a Corbera, pero enseguida se nos ocurrió subir a Fontpineda por la carretera de curvas que hay saliendo de La Palma. Se trataba de hacer subidas, y ésta es una buena. A un ritmo bastante menos bueno de lo deseado (me notaba muy cargado de piernas) llegamos a Fontpineda. Carlos llegó arriba antes que yo, y bajó un par de curvas a mi encuentro.

Una vez allí tuvimos la segunda ocurrencia del día, bajar a Pallejà por una variante que asfaltaron hace unos años, y volver a subir a Fontpineda por la misma. La bajada vertiginosa ya nos fue mentalizando de lo que vendría después, una subida no muy larga, pero con pendientes que se mueven entre el 14 y el 18%, y algún punto del 22%.

Bueno, al regresar a Fontpineda decidimos que ya era buen momento para ir a Corbera y coger la carretera que sube a La Creu Aregall.
Es ésta una carretera que nos conocemos bien, y que se puede subir a un buen ritmo porque no tiene ningún tramo de gran desnivel. Así, ya con las piernas un poco más calientes, llegamos al final del puerto, donde paramos un momento para que Carlos hinchara un poco las ruedas de su bici, momento que yo aproveché para hacer un par de fotos.

Primera ascensión a La Creu Aregall


De momento íbamos sobre el plan previsto, que era hacer un ascenso de 600 metros cada 20 kilómetros, que es la media de lo que nos saldrá en Los 10000 del Soplao.

Como el día se estaba medio arreglando y había salido el sol, le propuse ir hasta el Puig d’Agulles, pues el camino que sube a la bola, aunque estuviera mojado, no es de los que se embarran. Así tendríamos una idea más aproximada de cómo podrían estar otros caminos cercanos, y es que era esa la zona por la que yo tenía previsto que nos moviéramos en caso de que hiciéramos montaña.

De La Creu bajamos por carretera hasta el principio de la subida a la urbanización Safari, cuesta de la que ya he hablado en otras ocasiones, y que ésta vez, con el gps nuevo, pude constatar que sus rampas duras son del 18%, con algunos metros del 22%.

Una vez en la urbanización tomamos camino hacia la falda del Puig d’Agulles, ahora ya por camino de tierra, y de ahí hasta la bola situada en su cima.
Con Carlos siempre por delante, como es habitual, fuimos subiendo sin forzar, pues nos quedaba mucho día por delante. El último tramo, que es el realmente duro, me costó más de lo esperado. Yo creo que no me había recuperado bien de la pequeña salida que hice el jueves, a parte de que ya llevábamos cuatro buenas subidas en pocos kilómetros.

Arriba hicimos la parada de rigor para hacer unas fotos y admirar las vistas (aunque a esas horas de la mañana no había buena luz para eso).

En la bola del Puig d'Agulles


De momento nos habíamos encontrado el camino en buenas condiciones, por lo que propuse ir hasta el antiguo puerto del Ordal por el camino de las canteras, y una vez allí bajar al pueblo (Ordal) y volver a subir al Puig d’Agulles por el camino de Mas Granada. Mi suposición era que estos caminos estarían en buen estado, siempre teniendo claro que algún charco, y algún tramillo con barro nos encontraríamos.

Así fue hasta llegar a La Creu d’Ordal, desde donde bajamos al pueblo. Fue en este camino donde empezó la parte mala de la ruta, pues el camino, que ya de por sí es pedregoso en muchos puntos, nos lo encontramos plagado de charcos y de tramos de barro que nos hicieron bajar mucho el ritmo.

Carlos, aún un poco falto de adaptación a la extrema ligereza de la dirección de su bici, se iba quedando en los tramos en los que podíamos bajar un poco más rápido, y no iba para nada a gusto con esa parte de la ruta. Entre los tramos pedregosos, y las pequeñas paradas para pasar charcos, el ritmo que llevábamos era muy lento, y por tanto se podía decir que estábamos desaprovechando minutos y kilómetros de entrenamiento.

Aunque nos lo estábamos tomando con algo de cachondeo, yo tenía claro que a él no le estaba haciendo nada de gracia el haber ido por ese camino, que todo hay que decirlo, yo no esperaba encontrármelo tan mal. Claro, habría sido mucho mejor bajar por la carretera, y sólo habríamos tardado cinco minutos.

Una vez llegamos al pueblo, quitamos un poco de barro de las bicis y de los pies, y salimos en dirección al Puig d’Agulles por el camino de Mas Granada, y que es un camino de pendiente continua, no muy pronunciada, y que seguro iba a estar en condiciones aceptables, por lo que podríamos hacerlo a buen ritmo.

Nada más empezar, le expliqué a Carlos que el camino era todo recto hasta la cima del Puig, y se fue distanciando rápidamente, pues seguro que iba medio cabreado por el mal rato pasado minutos antes.

Yo fui subiendo a un ritmo normal tirando a bajo, y es que psicológicamente me había afectado esa parte de “desaprovechamiento” del tiempo, y también el hecho de que para una vez que Carlos venía por mi pueblo, la ruta estaba resultando un poco fiasco.

Así, con la única motivación de no hacerle esperar mucho, fui forzando el ritmo para subir medianamente rápido. Ya casi llegando a la parte final de la subida a la bola, apareció él, ya de bajada, y acabamos haciendo juntos los últimos metros.
Ésta vez no subimos hasta la bola, pues no había necesidad de hacer esos últimos 150 metros, y lo que hicimos fue dar la vuelta y bajar hasta la falda de la montaña.

Carlos, que ya cuando estábamos en La Creu Aregall habría querido bajar a Gelida por carretera para luego volver a subir, se dejó convencer por mí de que podíamos intentar bajar por el camino de La Font Freda, y que también va a Gelida, sabiendo que seguramente nos encontraríamos un tramo muy embarrado que nos haría dar la vuelta.

Yo quería intentarlo, pues ese camino, de subida, es perfecto para el entrenamiento que queríamos hacer. Así que hacia allí nos dirigimos. No habíamos hecho ni medio kilómetro cuando ya nos tuvimos que dar la vuelta.
Estaba impracticable.

Ahí ya tuve un bajón importante. Era la frustración del buen anfitrión, que pretende que sus invitados estén a gusto y se lo pasen bien, y en cambio todo sale al revés de como lo tenía planeado. Era la segunda vez que Carlos venía por aquí, y la segunda vez que nos salía la ruta fatal. Además, él tenía la sensación de que estábamos desaprovechando el día, aunque para mí, no llevábamos una media nada mala de tiempo, ascensión y kilómetros recorridos.


LA HORA DEL BOCATA

Bueno, ahora estaba clarísimo que teníamos que hacer carretera y nada más que carretera.

Decidimos volver a La Creu Aregall, para bajar hasta Gelida y luego volver a subir, momento en el que haríamos la parada del día para comernos un bocadillo. De bajada, poco a poco me fui animando, pues aún nos quedaban bastantes horas por delante, y podíamos acabar haciendo una buena ruta.

Al llegar a Gelida, le propongo que bajemos hasta el río Anoia, para así hacer una subida de vuelta más larga y con más metros de ascensión. De manera que pasamos de largo el pueblo y bajamos hasta un puente que cruza el río.
Allí, con las piernas dormidas por la larga bajada, y con menos ganas de las necesarias para afrontar la ascensión, empezamos la subida a La Creu Aregall.

A media subida, ya perdí de vista a Carlos, que iba muy bien de fuerzas y aprovechó para probarse. Yo iba con las piernas muy agarrotadas, y la subida se me estaba haciendo demasiado larga. Aún así, conseguí mantener un ritmo medio bueno, siempre con la sensación de estar forzando un poco más de la cuenta. Pero bueno, como al llegar arriba íbamos a parar a comer, pensé que aunque subiera forzado, luego podría descansar un rato.

Faltándome algo menos de un kilómetro para llegar, apareció Carlos, que venía a mi encuentro. La verdad es que me vino fenomenal, pues en esos momentos iba yo bastante petado, y el subir acompañado ese último tramo fue una gran ayuda.

Una vez llegamos arriba, nos metimos por la urbanización para ir hasta la cruz que le da nombre, que es donde yo tenía pensado que nos comiéramos el bocadillo.

En la Creu de l'Aregall


Después de difrutar de las vistas y hacer unas fotos, y de mantener una conversación un poco surrealista sobre si nos comíamos o no allí los bocatas, resultó que Carlos no llevaba bocadillo porque daba por supuesto que la parada había que hacerla en algún bar.

Qué quieres que te diga, pero yo no he parado nunca a comer en un bar cuando he salido con la bici. Mira, aficionado que es uno. Se ve que eso es lo que hacen los “profesionales”. Pues yo toda la mañana con el bocata y el plátano en la mochila. La verdad es que me parece absolutamente normal. Pero bueno, el cachondeo de Carlos fue mayúsculo.

En fin, que nos dirigimos al restaurante que hay en la entrada de la urbanización, y allí nos comimos unos bocadillos de butifarra, que hay que decir que estaba muy buena.
Eran las tres de la tarde, y llevábamos ya seis horas con la bici.

Después de estar allí casi tres cuartos de hora, volvimos a coger la bici, con menos ganas que nunca, y con la idea de bajar a Corbera y luego decidir qué hacíamos.
Carlos quería estar a las seis en su casa, y además quería acabar su ruta subiendo desde Molins de Rei a Santa Creu d’Olorda, y quizá también al Tibidabo.

Así que fuimos a Corbera, intentando calentar un poco las piernas en la bajada. Al llegar a Corbera Baja, decidimos hacer la subida que va hasta el Hotel Can Rafel, subida no muy larga, y no muy dura (aunque algún tramillo duro sí hay) que nos permitiría aumentar un poco más los metros de ascensión de la ruta

Carlos salió lanzado hacia la cima, mientras yo subía como podía, con el estómago intentando digerir el bocadillo de butifarra, y con muchas ganas de beber agua. Me quedaba un culillo en el bidón, y el isotónico del Camelback no quería ni olerlo. Después de comer no funciono nada bien.

Como en todas las ascensiones del día, antes de llegar a la cima apareció Carlos que venía ya de vuelta. Acabamos juntos la subida, y allí en el hotel paramos para hacer unas fotos y que él admirara las vistas que hay desde allí.

Vaya "vista"


Decidimos entonces que bajaríamos hacia La Palma, para yo luego volver a subir a Corbera, y él irse hacia Molins de Rei.
Según bajábamos, decidí acompañarle hasta la gasolinera del polígono de Les Fallulles, antes del puente de Cuatro Caminos. Allí paramos para despedirnos, y al ver que había instalaciones de lavado, pensamos que lo mejor era lavar las bicis para llegar con ellas limpias a casa. Y es que estaban bastante sucias.

Finalmente nos despedimos, deseándonos un buen final del día, y con la intención ambos de hacer aún unos pocos kilómetros.


BUSCANDO LOS LÍMITES

Llevaba yo en ese momento algo más de 80 kilómetros y cerca de 2300 metros de ascensión, por lo que pensé que sólo con llegar ya conseguiría hacer 90 kilómetros y unos 2500 metros de desnivel.

Aún así, no me quedaba contento con la ruta, con lo que pensé que una vez en Corbera, y según me encontrara de fuerzas y de ganas, intentaría ir otra vez hasta La Creu Aregall.

Aunque no iba sobrado ni mucho menos, ya habían pasado un par de horas desde que comimos el bocadillo, y me empezaba a notar bastante bien.
Pasé por La Palma, y subí hacia Corbera a un ritmo bastante mejor de lo que me esperaba. El culo lo llevaba bastante dolorido, pero aún podría aguantar un rato más.

Me fui mentalizando de que podía hacerlo, y al final me decidí y pasé de largo Corbera, con la idea de llegar al puerto de La Creu Aregall. Ese sí sería un buen colofón a la ruta.

La subida a La Creu, la cuarta de la jornada, no fue rápida precisamente, pero tampoco la hice a un ritmo malo. Simplemente subí con un desarrollo más o menos fácil, y tirando de cadencia de pedaleo. Según subía, hasta se me pasó por la cabeza bajar a Gelida y volver a subir, pero abandoné la idea porque podría haber sido muy difícil la vuelta a Corbera.

Llegué a La Creu, muy contento, con 100 kilómetros ya de ruta, y unos 2800 metros ascendidos, dí la vuelta y me paré un poco más abajo, para hacer un par de fotos de las vistas que hay desde la carretera.

Barcelona desde La Creu

"Esperando al autobús"


Ya de bajada, aproveché para ir dando pedales y así aprovechar un poco más los últimos kilómetros. Viendo que aún estaba algo bien de fuerzas, al llegar abajo me desvié hacia el barrio de L’Amunt, donde dí la vuelta para ir ya hacia casa.

Viendo que aún podía aguantar un poco más (aunque el culo ya iba bastante dolorido), y un poco con la intención de buscar mis límites para mentalizarme de lo que me espera en el Soplao, al llegar a la entrada de Corbera me dí la vuelta y volví a L’Amunt. Una vez allí, otra vez para Corbera, ahora sí, con la intención de ir ya directamente a casa.
Por el camino me crucé con mis padres, que iban a Sant Ponç a oir cantar a la Coral de Corbera. Este fin de semana ha sido el tradicional "Aplec de Sant Ponç".

Poco a poco había aumentado los datos de la salida, y ya había llegado al límite psicológico de las 10 horas de ruta. Viendo que me faltaban pocos kilómetros para llegar a los 120, que podía conseguir también hacer 8 horas de pedaleo, y que estaba cerca de los 3000 metros de ascensión acumulada, me propuse seguir hasta que consiguiera esas cifras.

Así que una vez llegué a casa, me dediqué a subir hasta la Font del Rabadà y bajar hasta la rotonda de Can Xorra, para luego volver a subir hasta la fuente, las veces que fueran necesarias. Finalmente, después de hacer casi por inercia ese pequeño trayecto de unos dos kilómetros hasta tres veces seguidas, me paré ya en casa, totalmente derrotado físicamente, pero muy satisfecho por haber conseguido hacer una salida tan bestia para lo que es mi nivel físico.

No está del todo mal


Al entrar en casa, me sentía muy vacío físicamente. Me comí un plátano, unas galletas con chocolate, y me tomé medio litro de agua con un sobre de recuperador. Por supuesto, a la espera de pegarme una buena cena después de la larga ducha. Ponía en el gps (no es más que un mero dato orientativo) que había gastado 5438 kcal.
!Si eso es lo que como en dos días y medio!

Los tendones rotulianos me molestaron bastante (sobretodo el izquierdo) durante las dos primeras horas de ruta. Luego el dolor que notaba al apretar los pedales fue desapareciendo, de tal manera que cuando ya acababa la salida me alegré de que hubiera sido así. Espero que por lo menos me aguanten hasta que haya hecho la marcha del Soplao.

La conclusión que saco de la salida de ayer es que, sí, hice muchas horas, muchos kilómetros, muchos metros de ascensión, pero que en El Soplao voy a sufrir mucho, pues allí hay mucho más de lo que yo llegué a hacer ayer.

Ayayayayayyyyyyyyyyyyyyyyyyy...!

Bruno

6 comentarios:

  1. Kumpañ, buen rutón nos hemos pegado, aunque no va ha ser nada parecido a lo que nos vamos a encontrar en el norte, o eso creo ya veremos. Por desnivel no sera, porque creo que hemos hecho casi todas la subidas fuertes de la zona o parte de ellas.
    Te has kurrado mogollón la ruta aunque tú digas lo contrario, ¿que culpa tienes tú de que haya llovido la noche anterior? y tránquilo que no me he mosqueado en ningún momento, pero el turismo lo dejamos para otro día, jeje..
    Como vayas batiendo tus records kilometro a kilometro, vas a acabar SOPLAO de verdad.
    Ánimo machote que solo quedan 2 semanitas y es el momento de ponerse las pilas (aunque lo cierto es que ya llevamos tiempo), que te veo bajo de moral y esto está chupao.
    O nosotros, o el Soplao y creo que es fácil decantarse por algo, ¿o no?.
    ¡¡¡¡¡¡A por los 10.000 kumpañ!!!!!!.

    Salud y pedales.

    Carlos.

    ResponderEliminar
  2. La verdad es que la ruta tuvo su miga, pero me sigue pareciendo poca cosa comparado con lo que haremos en Cantabria. Allí las subidas serán más largas y en peores condiciones. Y haremos bastantes horas más.
    No ha estado mal el recorrido, pero podía haber estado mucho mejor. En fin, quizás en otra ocasión podamos hacer más montaña y menos carretera.
    Y bueno, el ir batiendo mis records me hace subir un poco la moral, pero también es cierto que el ver que no es suficiente me la baja un poco.
    A ver qué pasa de aquí a dos semanas. Daré todo lo que pueda, y espero conseguir acabarla.

    Por supuesto, gracias por compartir entrenamiento conmigo, y por servirme de referencia para mejorar.

    Salud y fuerza.

    ResponderEliminar
  3. Eiii locos del pedal, dejar de hacer tantos km,por dios, que vais a desgastar los neumaticos.Bruno lo tienes chupao ,has echo mas de 120,ten encuenta que en el soplao haciendo la cuenta la vieja, hay 80 de subida y 80 de bajada,asi que solo nos esforzaremos 80 km y la segunda teoria es que llegando al 140 todo es bajadita, asi que haciendote 20 miseros km, ya lo tendrias, preocupado estoy yo,jejeje que lo maximo que e echo en btt a sido 108km.

    ResponderEliminar
  4. Gracias Jorge, esas "cuentas" me animan un poco, pero no sé, no sé, no lo veo nada claro.
    He hecho 120, pero con mucha carretera, y sin lluvia, ni barro en los tramos de montaña.
    Bueno, haré todo lo que pueda, que no será poco.
    Y si yo puedo hacerlo, tú lo haces seguro.
    Cuídate, y guarda fuerzas...

    ResponderEliminar
  5. Que ganas tengo de irrrrrrrrrrrrr!!!!!!!!!
    Alla van los diablos, al INFIERNUUUUU!!!!!

    ANIMO Y A POR TODAS

    ResponderEliminar
  6. Yo tengo ganas de volver ya de allí, a ver si se acaba este sufrimiento!
    :D

    ResponderEliminar