Yo pensaba que después de aquella salida que hicimos en enero, Carlos y yo no íbamos a volver a salir juntos, ya que tenemos objetivos distintos para este año, y eso conlleva que las rutas con la bici tengan que ser también diferentes.
Pero claro, estamos en el trabajo y: “oye, ¿qué haces este sábado?, “pues saldré con la bici”, ¿y tú que haces?, “también saldré en bici”, ¿y qué piensas hacer?”, “pues iré por aquí y por allí”, “ah, pues yo a lo mejor también me acerco por allí”, “si quieres hacemos un trozo juntos, y luego cada uno que tire para donde quiera”...
En fin, que al final resulta que no, que no acabo de librarme de él, y ayer volvimos a hacer una ruta juntos. Si es que somos masocas, ¡jajajajá!
Para este sábado yo tenía intención de hacer una ruta entre rodadora y montañosa, para hacer kilómetros pero sin un desnivel excesivo. Mi idea era ir hasta Olivella, pasando por Olesa de Bonesvalls, y volver para Corbera. Me saldrían unos 60km y unos 1000m de ascensión. Buena salida para ir pillando la forma poco a poco.
Carlos tenía pensado hacer una ruta mucho más exigente, que rondaba los 100km y 3000m de ascensión. En un principio parecen incompatibles, pero como él también iba a ir por el Garraf, se nos ocurrió hacer una pequeña “fusión de rutas”.
Quedamos en mi casa a eso de las 9 y cuarto de la mañana del sábado. Él vendría pedaleando desde su casa (faltaría más), con lo que cuando llegara a la mía ya llevaría algo más de 20 kilómetros, y una hora y pico de pedaleo. Entonces haríamos la ruta que tenía pensada yo, aunque en lugar de ir hasta Olivella lo que haríamos sería subir hasta La Desfeta. Después de bajarla, yo volvería por carretera hasta Olesa de Bonesvalls, y de ahí a Corbera, y él volvería por Sant Climent, haciendo el recorrido de vuelta que hicimos la última vez.
Así que a la hora prevista ya estábamos dando pedales desde Corbera en dirección a la N-340. Empezamos la ruta haciendo el camino del Cau de la Guineu, zona por la que salgo a correr últimamente. Como Carlos ya venía caliente, el ritmo era ligerito, aunque no mucho, que yo acababa de empezar y aún tenía el desayuno en la garganta. Pero claro, tampoco se trataba de que él se “aburriera”. Aún así, él iba siempre por delante, y a unas decenas de metros de mí.
En media hora estábamos ya en la nacional, a media subida (bueno, algo más) al puerto del Ordal. Antes de que le pudiera hacer un comentario sobre la posibilidad de dar un pequeño rodeo por el Coll de Verdeguer, Carlos ya se estaba metiendo en la carretera para seguir subiendo (vaya, con lo bien que me habría ido un pequeño rodeo medio llano).
Subimos por asfalto durante unos minutos, en los que me llegué a poner en cabeza en el último tramo (ese pundonor, jejeje), hasta que llegamos a la urbanización El Lledoner, donde nos metemos para coger el camino de montaña que lleva a Olesa de Bonesvalls.
En la entrada del camino, una valla de obras que tenemos que rodear. Están haciendo una depuradora y colectores de agua. Ya está bien, ya, porque aquella zona tiene una riera que literalmente da asco, y que cuando la tienes que cruzar en dos o tres puntos del camino siempre intentas que no te salpique el agua ni el barro, porque el fétido olor que desprende te avisa de que seguramente no sea “agua limpia”.
La bajada hasta Olesa es fácil y relativamente rápida. Sólo el continuo traqueteo provocado por la gran cantidad de piedras sueltas que hay, y por piedras que sobresalen de la tierra, hace que haya que ir con un poco más de cuidado del normal, y que haya que ir levantándose del asiento en constantes ocasiones. Imperativo esto último, pues vamos a hacer muchos kilómetros, y el culo hay que ir cuidándolo desde el primer momento, que últimamente está “recibiendo” mucho.
Según bajábamos no pude evitar pensar en aquella otra vez que fuimos por allí, hace ya un año, mientras nos preparábamos para el Soplao, y en la que llegamos a pasar un frío tan exagerado que al llegar a Olesa nos tuvimos que meter en un bar para calentarnos, y luego dar la vuelta desistiendo de hacer la ruta que teníamos pensada.
Siguiendo con este sábado, cuando llegamos a Olesa Carlos me avisa de que va a parar a coger agua en una fuente. Qué raro, pienso yo, si normalmente aún le debería de quedar casi todo el bidón lleno, que él suele beber poco. A ver si es que no va muy sobrado y aprovecha para descansar un poquillo, ¡jajajá!
Después del aprovisionamiento líquido seguimos camino hacia coger la piesta forestal que va hasta Can Grau, ahora ya metidos en el Parc del Garraf. Es un camino en ligera pero constante subida, con algunos tramos de más pendiente, y en el que cuesta un poco coger el ritmo después de haber hecho la larga bajada desde El Lledones hasta Olesa.
Con Carlos siempre por delante, y a un ritmo bastante bueno. Y aunque yo no iba sobrado precisamente, sí que me fijé que de pulsaciones iba muy bien, para nada altas. Supongo que los días de estática y las dos salidas rodadoras que he hecho últimamente (por el río, y por el Camí de les Aigües) han hecho su efecto, y empiezo a coger un poco de forma.
Una vez acabado el tramo de subida, y antes de empezar la corta bajada hacia Can Grau, iba yo lanzado por una zona llana cuando tengo que frenarme casi en seco porque veo que Carlos estaba parado al lado de lo que parece una especie de “miniermita”, de esas en las que dentro la gente pone alguna virgen en miniatura y cosas por el estilo.
Después de la parada de Olesa, ahora ésta. No puede ser que Carlos se pare tanto. Me dice que le ha llegado un mensaje al móvil, así que por supuesto hay que parar para ver qué es. Pero después de que me diga que no era nada importante, yo ya no sé qué pensar, y le comento si no se habrá parado porque iba hecho polvo intentando dejarme atrás, y se ha tenido que buscar una excusa para descansar un poco, ¡jajajajá! Ya que estamos parados aprovechamos para comer algo y hacer unas fotos.
Mmmmm... ¿mensaje telefónico?...
No veas si pasan aviones por allí
Pequeña panorámica de la zona
Seguimos adelante y llegamos a la carretera que va de Olivella a La Plana Novella. Me paro porque oigo unos golpes en el pedalier muy raros, y según estoy comprobando qué pasa Carlos se da cuenta de que era una piedra en el neumático que pegaba contra el triángulo trasero. Buff, menos mal.
Hacemos la bajada por Can Grau y llegamos A La Plana Novella. Carlos planteó que fuéramos hasta el monasterio budista, por aquello de hacer un poco más de ascensión, pero a mí no me convencía la idea. No sé porqué se me ocurre que en lugar de subir por la pista que lleva a Begues, y luego subir a La Desfeta, podíamos meternos por el camino que lleva a Vallgrassa, y de ahí coger la carretera que sube a la “bola del Garraf”. Sólo he ido allí una vez, hace por lo menos un año, precisamente con Carlos y su primo Jorge, cuando andábamos preparándonos para el Soplao (la primera mitad del año pasado todo era de preparación para el Soplao).
A Carlos le pareció buena idea, ya que luego podría volver por Castelldefels, Gavá, Viladecans, Sant Climent, etc, hasta su casa. Primer cambio de planes del día. Así que nos metimos en el camino y fuimos tirando (a ratos incluso me ponía yo delante...) hasta llegar a la Collada de Vallgrassa, donde el camino se cruza con la carretera que lleva a las antenas del Garraf.
Una vez allí, y sólo para que quedara grabado en el gps, crucé la carretera y me adentré unos metros en la continuación del camino que traíamos. Viendo que tenía buena pinta (pista forestal sin grandes pendientes, y que se perdía a lo lejos) llamo a Carlos y decidimos seguirlo a ver hasta dónde nos lleva. Siempre tendríamos la posibilidad de dar la vuelta si no nos convencía el terreno. Segundo cambio de planes del día.
Resultó que el camino (Camí de Can Planes) nos gustó, y en lugar de dar la vuelta seguimos adelante mientras yo no paraba de hacerle comentarios a Carlos, en plan cachondeo, sobre lo buena ruta que podía ser ésta para preparar Los Monegros, aunque yo no tuviera intención de hacer esa marcha.
Un camino de muy fácil rodaje
La pista seguía y seguía, y parecía no acabar nunca. De fondo teníamos el mar, y a lo lejos, entre las montañas, se veía más camino. Así que, aún pensando que podría ocurrir que tuviéramos que darnos la vuelta y pegarnos la paliza de rehacer el camino, nos estaba gustando tanto esa zona que no pudimos dejar de seguir avanzando. Yo, por si acaso, iba muy pendiente de cuántos kilómetros llevaba ya de ruta, para no llevarme una sorpresa cuando decidiera que ya era momento de volver a casa. En cualquier caso, de pulsaciones iba muy bien, y aunque de piernas pudiera acabar pagando el esfuerzo, lo que más me preocupaba de cara a la vuelta era como acabara teniendo de dolorido el culo, que empezaba a dar ya avisos.
Llegamos a un cruce de caminos donde nos detuvimos a repostar y pensar si seguíamos adelante o no. Según las indicaciones de un cartel que había allí, y tal y como nos estábamos imanginando, podíamos acabar volviendo a la urbanización de La Plana Novella. Así que decidimos que aquellos caminos podían esperar a otra ocasión, y que lo mejor era pensar ya en el camino de vuelta. Unas fotos, comer algo...
Otro día, hasta Sitges...
La primera parte del desvío que cogimos consistía en una bajada no demasiado larga ni con una pendiente muy grande, pero lo suficiente como para que hacerla de subida (en otra ocasión) pudiera llegar a ser costoso. Nos cruzamos con varios que subían no muy sobrados precisamente. Yo seguía con el cachondeo de Los Monegros, y le comentaba a Carlos que hacer ese tramo de subida podía ser un buen entrenamiento de cara a la marcha “monegrense”.
Después del tramo de bajada vino una zona con algo de llano y subida ligera, hasta que acabamos llegando a las inmediaciones de la urbanización, y casualmente, a uno de los caminos de entrada al monasterio budista. Mira por donde, al final Carlos se iba a salir con la suya.
Ya que estábamos allí “el cumpany” aprovecharía para comprar una botella de agua, que aunque aún le quedaba medio bidón, seguramente acabaría por hacerle falta. Yo tenía todavía suficiente isóstónico en el Camelback, y el bidón con agua aún no lo había empezado. Mientras él iba a comprar la botella yo aproveché para investigar un sendero que había por allí.
"Haciendo tiempo"
De vuelta le comento a Carlos que el sendero acaba saliendo a la urbanización, y que además parece haber un paraje curioso para visitar. Así que nos dirigimos hacia allí, y resultó que había un estanque, con un pequeño “escondrijo” de piedra realmente chulo.
Dentro del "empedrao"
¿Qué hace un palet allí en medio?
Después de hacer un poco de turismo salimos de la urbanización para volver a llegar (un par de horas después) al cruce de entrada en ésta, en el que hay que decidir si tiras hacia Begues o hacia Olivella. A mí me daba mucho palo volver a Olesa de Bonesvalls por Can Grau, aunque sólo hay que hacer un par de tramos de subida: uno, el de Can Grau, bastante duro, y otro, el principio de la pista hacia Olesa, cortito. Luego es todo bajada hasta allí.
De tal manera que decidí “acompañar” a Carlos hasta la base de la Desfeta, subiendo por la pista forestal que lleva a Begues. No es que fuera mejor opción que la otra, porque por aquí hay por lo menos media hora de subida constante, pero la verdad es que me apetecía más. Es una subida de esas que me gustan. Le dije que nos despidiéramos ya, y que él tirara a su ritmo, que así haría un entrenamiento más adecuado que si iba a mi ritmo. Pero no, no se marchó...
El principio de la subida se me hizo un poco más duro, pues hay una sucesión de repechos rompepiernas que no te dejan coger un ritmo. Luego la pista pasa a ser casi sólo de subida, con lo que poco a poco puedes marcarte un ritmo de pedaleo, que realmente es lo que necesitaba yo.
Carlos empezó marchándose bastante. Pero al cabo de un rato, cuando yo ya había cogido mi ritmo, y viendo que no lo tenía muy lejos, empecé a apretar un poco para ver si era capaz de cogerle. Tenía tres cosas a mi favor: una, que él llevaba una hora y pico, y veintitantos kilómetros de ruta más que yo. Otra, que él tenía pensado subir a La Desfeta y yo no, con lo que podía yo echar el resto en esa subida, pues luego tendría un tramo relativamente fácil hasta Olesa. Y la última, que al tenerle delante mío, me servía de referencia. En cambio él, era como si estuviera haciendo una cronoescalada.
Cuando llegamos a La Creu de Coll Fitó, punto de inflexión de la subida, casi lo había cogido. En cualquier caso, él aprovechó ese punto para darse la vuelta y esperarme, con lo que ya acabamos de hacer el resto del camino juntos. Fue una subida muy “interesante”, en la que nunca subí demasiado de pulsaciones, aunque las piernas tampoco las tenía para mayores alegrías.
Al llegar a la base de La Desfeta me dice Carlos que ha decidido no subirla, más que nada porque se le iba a hacer tarde, y tenía cosas que hacer después de comer. ¿Seguro que no iba ya cascado después de intentar mantener un ritmo alto para desembarazarse de mí? Mmmmmm...
Así que llegamos a la carretera de Begues y paramos para despedirnos, pues ahí él tiraría hacia un lado, y yo hacia el otro. Yo no iba muy sobrado, pero a él le debió de parecer que estaba mucho peor, porque me planteó la posibilidad de continuar juntos hasta su casa, para luego subirme en coche hasta Corbera. No era mala la idea, pues el camino ya era casi todo de bajada hasta Sant Boi, y luego por el río hasta su casa.
Pero a mí no me hacía gracia que luego tuviera que perder el tiempo en llevarme en coche hasta mi casa. Para eso que se quedara a subir a La Desfeta. La verdad es que me llegó a acojonar, ¡jajajá! Que si aún te queda una buena paliza. Que si el tramo hasta Olesa es jodidillo. Que si luego tienes que subir hasta El Lledoner. Que si vas medio "enrampao" (llegando a Coll Fitó tuve unos amagos). Que si te vas a tener que parar por ahí para que te vaya a buscar. ¡Jajajajá! Que si no me importa llevarte a casa...
Nada, que me vuelvo por donde tenía pensado. Cueste lo que cueste. Seguro que llego. (Mira que si luego me tengo que comer mis palabras...). Me tomé un gel de frutas, un recuperador que me dió Carlos, estiré un poco, y nos despedimos deseándonos una buena vuelta a casa.
Empecé el tramo de carretera hacia Olesa pensando en si aguantaría bien el dolor que tenía ya instalado en mi culo. No lo tenía muy claro. Pero había que probar, que últimamente he perdido ese instinto de sacrificio que tenía el año pasado. Al poco rato me paré en una gasolinera para cambiarme el buff de la cabeza y el del cuello, que el cielo estaba muy cubierto y por esa zona pega mucho el aire, y ya que llevaba de repuesto, mejor ir con la cabeza y el cuello secos que mojados. Por lo menos de eso no tendría que preocuparme.
Ya continúo mi camino hacia Olesa, aprovechando que el trayecto es de ligerísima bajada (tal y como yo lo recordaba) para poner el plato y conseguir mantener una velocidad bastante buena. Algún repechillo que se pasa casi por inercia, y cuando me quise dar cuenta ya estaba en Olesa de Bonesvalls. Bueno, ya queda menos, aunque ahora tocará hacer unos pocos kilómetros de subida.
Lo peor del tramo hasta El Lledoner no es la subida en sí, de poca pendiente, sino que el camino está muy “empedrado”, y cuando ya llevas el culo dolorido no es muy agradable que digamos. A un ritmo relajado, para no acabar por castigar demasiado las piernas, y levantándome en algunos momentos, y buscando una posición cómoda en el asiento en otros, tenía claro que llegaría sin mayores problemas.
A media subida me paré a hacer unas fotos de un riconcillo que había visto horas antes, cuando habíamos bajado al inicio de la ruta, y que como han estado “limpiando” el camino ahora ha quedado al descubierto. Es una roca recubierta de vegetación, de tal manera que realmente parece un árbol.
Realmente curioso, es una roca y no un árbol
Cómo no voy a salir yo en la foto...
Después de la paradita, que también me sirvió para descansar un poco, continué hasta El Lledoner, a donde llegué en pocos minutos. Ya tenía hecho lo peor del camino de vuelta. Ni rastro de rampas en las piernas, ni éstas sobrecargadas, y aguantando bastante bien el dolor en las posaderas, que como iba cambiando de posición y alternando ratos de pie, lo estaba aguantando muy bien.
Ahora tocaba bajar un par de kilómetros por carretera hasta coger el camino de montaña por el Fondo de Can Dispanya hacia Sant Ponç, camino casi totalmente de bajada. Una vez vi el monasterio ya tenía claro que llegaría bien a casa.
Ya casi he llegado
Sólo quedaba ya rodar unos pocos kilómetros por carretera, con algunos repechos intercalados, y llegar a casa, donde aún me subí diez minutos en la estática para estirar un poco las piernas antes de hacer los estiramientos.
Finalmente me salió una ruta de casi 80 kilómetros, con algo más de 1500 metros de ascensión acumulada, en 5 horas y poco de pedaleo, para un total de poco más de 6 horas de salida.
No ha estado nada mal la ruta
Muy contento con la ruta. He hecho una salida ya un poco larga, a un ritmo bastante bueno, y sin subir mucho de pulsaciones. Aunque los tendones de ambas rodillas me han ido molestando en condiciones normales de pedaleo, sobretodo en las dos o tres primeras horas, luego parece que se han calentado y me han dejado de molestar, salvo en momentos puntuales.
Hemos “descubierto” caminos nuevos, de pista forestal, y hemos visto que hay muchos otros por descubrir. Muy adecuados para hacer kilómetros de rodaje sin excesivos desniveles, o por lo menos sin rampas exageradas. Hay que volver por allí.
Y el ir acompañado de Carlos siempre me hace exigirme un poco más, y también intentar algún piquecillo en algunos momentos, que siempre va bien para mantener un poco de tensión en el pedaleo. A parte de las risas y las tonterías típicas de siempre, ¡jajajajá!
Bueno, ya veremos que hago en la próxima salida...
Bruno
Què més vols???? Km, desnivell, bona companyia, ruta nova, fotos i, tot i que alguna molèstia, els genolls s'han comportat.... També veig que has anat trempejant el mal de cul... si és que en el fons pots amb tot..i 80 km!!!!! Vinga, a descansar cames!!!! Una abraçada ;-)
ResponderEliminarBueno, m'agradaria recuperar-me millor (aquesta nit, gairebé onze hores al llit!!!), però a la meva edat ja està bé (jajaja!), que la veritat és que no em puc queixar. A més, porto un parell de setmanes fotent-me bastant canya, i l'estic aguantant bé. A veure lo que dura.
ResponderEliminarCuida't Mònica, i gràcies pels comentaris.
buena ruta y buen recorrido,poco a poco iras poniendote a tono,a seguir disfrutando
ResponderEliminarPoco a poco, sí, que no estoy muy fino, la verdad. Pero bueno, si hay disfrute, el sufrimiento se hace más llevadero. Sí señor, una salida divertida y un recorrido guapo.
ResponderEliminarGracias Jorge. Saludos
Kumpañññ!!! Menudo rutón y crónica te ha salido. Te rectificaria bastantes cosas, pero es tú crónica con tus puntos de vista y no te la voy a estropear, que precisamente corta no es. Aprende de Nika y haz un video, jejeje...
ResponderEliminarLa próxima vez habrá que ir a investigar esos caminos nuevos, a no ser que vaya yo la semana que viene, ya veremos....
Bueno, sigue así que poco a poco te irás poniendo como una vaquilla y Los Monegros..... lo tendrás chupao y sin aspirinas, jeje...
Un placer rodar contigo, ya lo sabes.
Hala a la piltra...
Mira que lo intento, eh, pero no hay manera. Me salen así de largas las crónicas. Está claro que me gusta explayarme.
ResponderEliminarLo de rectificar mi crónica, mejor lo dejamos ahí. A ver si al final va a resultar que hemos visto películas diferentes...
Si vuelves por allí la semana que viene, a lo mejor nos encontramos. A lo mejor, que como no voy a ir a Los Monegros, para qué me voy a poner a rodar por esos caminos... Aunque la verdad es que me metería más caña, ¡pero ese sillín no me deja...!
Bueno, descansa, que te hace falta :))
Y sí, ya sé que es un placer rodar conmigo, ¡jajajajajá!