Continúo con la tónica de las salidas cortas pero divertidas. Y lo cierto es que me lo estoy pasando muy bien así. Sí que me gustaría hacer algunos kilómetros más, para alargar más el disfrute, pero realmente en pocos kilómetros estoy consiguiendo divertirme mucho. Y además, así parece que no castigo tanto las articulaciones.
La salida de ayer, por ejemplo, fue de esas en las que recorres varios tipos de paisaje diferentes y pedaleas por terrenos de características nada parecidas. Tan pronto estás subiendo por un tramo de camino seco y pedregoso como estás bajando por un sendero húmedo y totalmente rodeado de vegetación. O callejeas por una zona llena de casas por todas partes y al poco estás cruzando una montaña por un camino solitario, simplemente rodeado de naturaleza.
Cuando vuelves a casa tienes la sensación de haber hecho muchísimos kilómetros más de los que realmente has hecho, tan diferentes han sido los lugares recorridos. Si además es un recorrido exigente físicamente, pues ya ni te cuento.
Salí tarde de casa, quizás demasiado, pero así pude descansar lo necesario por la noche. Y luego me dio tiempo de desayunar tranquilamente y hacer un par de cosas antes de vestirme con el traje de faena y subirme a la estática para hacer los 30 minutos de calentemiento preceptivos.
Como estaba convencido de que no llovería tampoco me preocupé demasiado con la hora (eso sí, el chubasquero me lo llevé. Por si acaso). Eran casi las doce y media de la mañana cuando empecé a pedalear. Total, para hacer un par de horitas... Con el cielo nublado y un poquito de fresco en el ambiente esta vez no quise salir totalmente de verano, así que me puse el maillot largo, que además de tener mangas es un poco más “grueso” que el de verano.
Con las ideas bastante claras sobre lo que quería hacer salí en dirección a La Creu Aregall subiendo por el Camí Ral, que es una manera de subir mucho más tranquila que por la carretera. Pero acabas llegando arriba más cansado, ya que no es una subida tendida sino que va habiendo puntos en el camino en los que tienes que hacer un pequeño sobreesfuerzo para superar tramillos de piedra, además de que al llegar a la urbanización aún te quedan un par de buenas rampas hasta llegar al puerto.
Llegué arriba algo peor de lo que había llegado el otro día, pero tampoco estaba mal.Ya en el puerto, media vuelta para acercarme hasta la cruz (Creu de l’Aregall), a la que podía haber ido directo, pero es que me gusta hacerlo así para ir tomando tiempos de paso intermedios. Pensé en parar en la cruz a hacer un par de fotos, que cuando el día está húmedo y nublado hay unas vistas bonitas. Pero no era plan empezar a hacer paraditas tan pronto, que me conozco.
Sigo adelante bajando por un corto pero bonito sendero, ya en la zona de la montaña que da a Castellví de Rossanes, zona más bonita que la del lado que da a mi pueblo, ya que ahí no ha llegado la bestia salvaje de la mano humana, y está casi toda la montaña virgen.
Desde el sendero enlazo con el camino que me tiene que llevar (después de una pequeña zona de toboganes) en tremenda bajada hasta la urbanización El Taiò, ya en la carretera que va de Gelida a Martorell. Pero antes de iniciar esa gran bajada me desvío por un sendero que tenía visto y del que me había hablado muy bien Ángel, compañero de trabajo.
Así que sin pensármelo dos veces me metí por allí. Supuestamente me tendría que llevar también hasta la carretera. El sendero es realmente guapísimo. Totalmente cubierto de vegetación durante un buen tramo, te da la sensación de estar atravesando un túnel construido bajo las plantas y los árboles. Perfecto para hacer unas fotos o grabar un vídeo, pero no quería pararme sino hacerlo del tirón, que el disfrute es mayor.
Aprovechando que me paré al llegar a una pequeña zona técnica en la que no quise arriesgar, hice un par de fotos, que realmente la ocasión lo merecía. Lástima que no reflejen lo chulo que era aquello.
La única zona "difícil" del sendero
Sigo adelante totalmente contento por haberme metido por allí y estar descubriendo una zona tan bonita. El sendero se abre un poco y paro a hacer una foto que dé idea de dónde estoy.
De allí arriba venía
El sendero continúa
Llego a una bifurcación y tomo una de las dos alternativas, la que me pareció la correcta para seguir en la dirección que yo quería.
El sendero sigue siendo muy divertido, rascándome los brazos y las piernas con zarzas y ramitas de todo tipo, y teniendo que agacharme más de una vez para sortear ramas que golpeaban contra mi casco o se me enganchaban en el camelback. Aquello parecía una selva.
El sendero sigue siendo muy divertido, rascándome los brazos y las piernas con zarzas y ramitas de todo tipo, y teniendo que agacharme más de una vez para sortear ramas que golpeaban contra mi casco o se me enganchaban en el camelback. Aquello parecía una selva.
La lástima fue que de repente se acabó el sendero. Vaya, con lo divertido que era. Lo que fastidia no es que se acabe la diversión, sino que el sendero no vaya a parar a ningún camino, con lo que es fácil que no vuelva a pasar por allí. Aunque hacerlo de ida y vuelta tampoco es mala idea.
Tampoco iba a bajar por ahí...
Enseguida salí de dudas de algo que llevaba rato temiendo: había pinchado. Todo lo que no había pinchado en medio año lo estoy pinchando en un mes. En este caso no me extraña, pues hubo un trozo de aquel sendero en el que pasé por encima de varias ramas de zarzas y lo raro habría sido no haber pinchado.
Me fastidió mucho, pues no me apetecía nada perder tiempo en cambiar la cámara, y además parecía que empezaba a hacer algo de viento y el cielo se estaba poniendo más feo. Además, estaba en un punto en el que si tenía que dar la vuelta porque empezara a llover, la subidita que me iba a tocar hacer no tenía mucha gracia. Pero es que de bajada parecía que aún me quedaba mucho trozo, con lo que no sé si era peor opción. Acabé decidiendo no arreglar la avería, y simplemente hinchar la rueda, a ver si sólo tenía un porito y aguantaba el resto del camino.
El camino ya era de bajada continua, y empecé a encontrarme cartelitos de aquellos de “prohibido pasar por esto o por lo otro”. Es increible, estás enmedio de la montaña, a media bajada de un camino que no conoces, y aparecen carteles de “propiedad privada y tal y tal”. Me paro a ver el mapa en el gps, pero la verdad es que yo no me aclaro mucho. La pequeña pantalla del aparato no me permite visualizar bien la zona, y tengo que ir cambiando el detalle del mapa para poder leer algunos nombres que salen allí.
Acabo por llegar a la conclusión que lo mejor que podía hacer era seguir por ese camino, que dar la vuelta era la peor de las opciones. Cuando miraba hacia atrás y veía arriba de todo la torre de vigía de La Creu Aregall se me quitaban las ganas de intentarlo. Además, en algún momento tendría que acabar llegando a la carretera.
Volví a hinchar la rueda trasera, esta vez aún más que antes, y seguí bajando por el camino, con precaución debido al pinchazo, y también por no saber lo que me podía encontar más adelante. Sólo pedía no llegar a ninguna masía o propiedad privada de la que me salieran perros sueltos.
Después de un ratito y varios carteles prohibitivos más (suerte que no hice caso de ellos) acabé llegando por fin a la carretera. Aunque la primera visión de ésta no fue buena, pues al final del camino había una valla que cerraba el paso. Bueno, si es necesario la salto.
Mmmmmm, espero que pueda pasar...
No tuve problemas en pasar la valla, y ya tranquilo descansé unos minutos mientras me avituallaba y volvía a hinchar fuertemente la rueda, que ahora tocaba carretera y no quería tener que volver a pararme hasta salirme de ella.
Había ido a dar entre Castellví de Rossanes y la urbanización El Taió, más o menos donde yo me esperaba. Estaba contento porque había descubierto una manera de bajar desde La Creu Aregall realmente divertida y bonita. Y bueno, a pesar de los carteles, no me encontré nada que me hiciera pensar que no puedo volver a pasar por allí...
Tocaba ahora rodar unos pocos kilómetros hasta Gelida, donde tenía la intención de meterme otra vez en la montaña y subir por la Font Freda hasta la falda del Puig d’Agulles. De camino hacia allí, notando que después de tanto rato de bajada y de senderos me habían quedado las piernas un poco tocadas, aproveché la carretera para hacer agilidad e intentar poner a tono los músculos para la subida que me esperaba a continuación.
La subida por la Font Freda es un camino muy chulo que hace meses que no recorro. Al poco de empezar me paro a leer unos carteles de senderismo, y aprovechar para hichar la rueda por cuarta vez.
En otra ocasión investigaré ese camino
Sin querer perder más tiempo sigo con mi camino. Es ésta una subida contínua, que aunque tiene algunas rampas durillas te permite marcarte un ritmo bastante constante, con lo que si no vas reventado acabas por llegar arriba antes de lo que te imaginas.
Además, recorre una zona de vistas espectaculares, sobretodo por los cortados de piedra que se van viendo a un lado del camino, y en general porque toda esa zona es bastante bonita, siempre rodeado de montañas, algunas rocosas, otras más arboladas.
Lo que pasa es que el tramo más espectacular es precisamente uno de buena subida, con lo que no quise pararme a hacer ninguna foto (ya he hecho en otras ocasiones) y perder el ritmo. Y además iba suficientemente falto de fuerzas como para no tener ganas de soltar una mano del manillar y hacer la foto en marcha.
Ya en una zona de falso llano me paré a hichar por quinta vez la rueda, y aproveché para hacer una fotillo de esas de compromiso. No recuerdo muy bien, pero creo que ésta fue la última vez que la hinché, de tanto aire que le debí meter.
Ya me quedaba menos
En pocos minutos llegué al final del camino, en la falda del Puig d’Agulles, al que no se me ocurrió ni por un momento subir, que ya habrá mejores ocasiones. Se estaba haciendo tarde, tenía algo de frío, no me sobraban las fuerzas, llevaba los músculos algo agarrotados, y tampoco quería forzar más las articulaciones.
Seguí adelante y bajé por la trialerilla que va a parar a Can Armengol y de ahí por camino hasta L’Amunt, y con ganas de hacer aún algún senderillo más continué bajando hasta llegar a la Riera de Can Planes. Este último tramo es también muy divertido. Ya faltaba “sólo” volver a subir, ahora hasta la carretera de entrada en Corbera Alta, para de ahí llegar a casa en unos pocos minutos.
Al final me salieron 30 kilómetros y medio, con algo más de 900 metros de ascensión acumulada, en poco menos de 2 horas y media de pedaleo, y media hora de paradas.
Las dos bajadas largas, muy, muy divertidas
Llegué a casa cansado, más que en las últimas salidas, pero también muy contento y satisfecho con la rutilla que me acababa de pegar. Muy guapo todo el recorrido, muy divertido, con todo tipo de paisajes y de terrenos a ciclar. Una salida de esas que te dejan con ganas de recuperarte y volver a salir cuanto antes. Pero bueno, con calma, que no estamos para meternos demasiada caña.
El tendón no me molesto casi nada, lo que me molestó esta vez fue directamente la rodilla (la misma, la izquierda), con un pinchazo interior presente durante bastantes momentos de la mañana. Esto sí que es un dolor condropático, creo. Pero bueno, tampoco quiero darle más importancia. Un día te molesta una cosa, otro día te molesta otra. Es lo que hay.
Ahora a descansar un día o dos, y si el tiempo lo permite, a lo mejor repito ruta acompañado por mi compañero virtual, a ver si le gano. Y si el compañero no es virtual sino real, pues también estará bien...
Bruno
Bruno, veo que no páras!!! Llevo retraso en mis lecturas, un monton de cronicas y blogs sin leer desde hace tiempo, hasta el mio lo tengo un poco dejado. Me voy a volver loca, jejeje.
ResponderEliminarPero aunque no escriba a menudo, os tengo en cuenta eh, lo que pasa es que el tiempo no me llega para todo.
Un saludo y sigue dandole caña a la burra.
¡Noe, qué sorpresa!
ResponderEliminarJusto esta mañana estuve leyendo tu última entrada, y la verdad es que no te puse ningún comentario porque no estoy a la altura de lo que buscas, jajajajá!
Voy haciendo lo que puedo, sobretodo intento pasármelo bien aunque no haga muchos kilómetros. Ésto va por épocas.
Voy siguiendo tu blog, pero es verdad que lo tienes abandonado. Y cuando haces alguna entrada, no siempre podemos poner comentarios :/
Bueno, me alegro de saber de tí. Espero que te esté yendo todo bien, y que tengas suerte en los retos que te habías propuesto. Ya mismo el "24 doce individual". Ánimo y fuerza.
Saludos
Kumpañññññ!!!!! que bien te lo pasas haciendo estas salidas y descubriendo sitios nuevos para mí, jejeje..... Sigue así que dentro de poco creo que te haré compañia haciendo estas mini-maratones.
ResponderEliminarCuidate esa rodilla y los tendones que si el tiempo lo permite tendremos que salir algún día.
Disfruta estas vacances.
Este recorrido te gustará cumpany, porque algún día lo haremos juntos.
ResponderEliminarYo voy haciendo, poquito, pero de momento me basta, que llego tocado a casa. Pero sí, si el cuerpo me lo permitiera... ¿Y quién no?, ¡eh!
Si no es estos días, cualquier otro nos juntamos y te enseño algún caminillo por aquí.
Cuídate, y que vaya todo bien.
Asi Bruno, saliendo,disfrutando y buscando caminos nuevos y tambien trasteando el gps ,que yo solo se encenderlo y apagarlo,jejeje
ResponderEliminarJajajá, no creas que yo sé hacer mucho más, Jorge!
ResponderEliminarYa ves que saliditas hago. Cortas, pero bastante divertidas. Por lo menos yo me lo paso muy bien :))
Algún día te tienes que venir por aquí...