Sin metas pero con objetivos, sigo disfrutando de las bicis y de otras actividades. Intento aprender continuamente para mejorar como persona, física y mentalmente. Este blog sigue siendo una especie de diario personal en cuanto a lo ciclístico, pero va siendo hora de ir añadiéndole algunas cosas más que también captan mi atención...
martes, 8 de junio de 2010
ENTRENAMIENTO "TURÍSTICO"
Este sábado, después de dos semanas en las que casi no he hecho nada, reemprendí los entrenamientos, ahora de cara a la VipXtrem. Queda sólo un mes y hay que ir poniéndose las pilas.
Con la intención de hacer una salida de unas 6 horas, me levanté a una hora prudencial que me permitiera dormir lo necesario, que toda la semana durmiendo poco se acaba notando.
Así, a las 10 de la mañana salí de casa sin tener muy claro lo que iba a acabar haciendo. A esas horas de la mañana el sol ya calentaba bastante, y a lo largo del día acabaría por calentar mucho más. Ha sido la primera salida del año en la que he llevado el agua fresca de la nevera. Aún así, la del botellín se calentó rápidamente, aunque por suerte, la del camelback aguantó bastante más.
Salí por carretera en dirección a Corbera Baja, y de ahí hacia el camino del Cau de la Guineu ya por montaña, para hacer un recorrido típico de los que hacía meses atrás. Subiendo hasta la esplanada de la nacional N-340, pasando por las inmediaciones de la masía de Can Casas, bajando por la fuente de Sant Ponç para volver al camino del Cau de la Guineu, y volviendo a subir a la nacional, esta vez por el Camí de Can Dispanya, previo paso por la cima de una colina cuyo nombre no conozco, y a la que hacía semanas que no llegaba.
Desde la colina anónima
Por toda la zona que comprende el Fondo del Cau de la Guineu, investigando los dos o tres senderillos y trialerillas que había descubierto tiempo atrás, y que siguen estando en malas condiciones por culpa de los árboles caídos que aún nadie se ha molestado en retirar. Ya veremos este verano si no tenemos algún susto en forma de incendio forestal, que la verdad es que hay zonas que están muy mal.
De momento estaba teniendo la suerte de que el sol no estaba muy alto todavía, y por el camino iba encontrando bastantes zonas de sombra. Tampoco iba a un ritmo exigente, ya tendría tiempo de apretar cuando llevara más de media salida hecha.
Desde la esplanada de la nacional volví a ir hacia la masía de Can Casas, y después de bajar por la trialerilla que hay antes del cruce de caminos del Coll de Verdeguer, atravieso la nacional y ya me meto por la zona del Bosc de la Pinatella. Rodeo los campos de cultivo del Mas del Lledoner y subo paralelo a la carretera hasta el Pont del Lledoner.
Desde allí, sigo camino hacia el depósito de Aguas de Vallirana que hay en límite de la urbanización El Lledoner. Hasta aquí la ruta “típica”.
Una vez en las “instalaciones del agua”, decido seguir por un camino que medio habíamos hecho el verano pasado mi primo Víctor y yo, y que no pudimos acabar porque se nos hizo de noche. Es un camino que suponíamos nos llevaría a la estación metereológica de Vallirana.
El camino empieza con una subida de gran pendiente que puedes hacer subido en la bici, tirando de plato pequeño. Pero enseguida la pendiente aumenta aún más, lo que unido al hecho de que el camino tiene mucha piedra suelta, y una arena que a veces parece de playa, hace que al final tenga que echar el pie al suelo y subir caminando.
El gps marcaba constantemente un porcentaje que se movía entre el 20 y el 25%, e incluso subir caminando se hacía cansado. Después de hacer así un buen trozo volví a subirme a la bici, pero sólo duré unos pocos metros. Otra vez a patear.
Al cabo de unos minutos por fin acabó la gran cuesta, y el camino ya se allanaba. No me extraña, si es que ya no se podía subir más. Estábamos a 600 metros de altura, que es una altura considerable para la zona.
Es el llamado Puig de l'Osca.
Al fondo a la izquierda, el Puig d'Agulles y una de las dos canteras.
En medio, el Pont del Lledoner
Desde allí ya se veía claramente que el camino iba a parar a “la bola” de Vallirana, así que seguí adelante, ahora haciendo una pequeña bajada, antesala de la última subidita que daba a un depósito y luego a la bola, que está situada en la cima del Puig Bernat.
"La bola" de Vallirana, en el Puig Bernat, próximo destino
Hay allí también un “caseto” de Aigües de Vallirana, situado en medio de una rotonda asfaltada. De hecho, “por el otro lado” se puede acceder por una calle asfaltada, que parecía formar parte de alguna urbanización.
Estuve unos minutos, recuperándome sobretodo del calor, porque a esas horas ya estaba pegando muy, muy fuerte, y haciendo unas fotos y un vídeo de la zona.
En la bola, que más bien parece una pelota
A estas alturas de la salida me daba la sensación de estar pegándome un buen tute por montaña, pero a la vez me parecía no estar aprovechando bien el tiempo, pues no llevaba muchos kilómetros. Aunque bueno, me salía una media de unos 10km/h, con paradas incluídas, que es bastante normal por esos caminos.
Decidí bajar por la calle asfaltada, para así descubrir a dónde iba a parar, y tener la posibilidad en otra ocasión de subir a la bola desde el otro lado de la montaña.
En cuanto bajé unos pocos metros me dí cuenta de que la “salida” no sería fácil de encontrar, pues si por el camino que había hecho hasta la bola sólo había montaña, de este otro lado todo lo que se veía eran casas y más casas.
¡Qué destrozo de montaña!
Al igual que en Corbera, todos los pueblos de los alrededores a lo largo de los años han acabado haciendo lo mismo con las montañas. Invadirlas de “civilización”.
Empecé a bajar por unas calles de pendientes tremendas, sin ver ninguna indicación de ningún tipo, y temiendo perderme y tener que hacer el camino a la inversa. Aún así pensé que si iba bajando, al final llegaría a “buen puerto”.
Ya al cabo de un rato de bajar y bajar me dí cuenta de que estaba en la urbanización Pla del Pelach, en la que había estado hace muchos años cuando durante un verano trabajé como ayudante de camionero, repartiendo bebidas por los bares y restaurantes de la comarca.
Un laberinto de casas y más casas, en el que es fácil dar vueltas sin llegar a ningún sitio. Al final encontré a una señora a la que pregunté por la salida a la carretera (yo recordaba que a esta urbanización se llegaba desde la nacional N-340, pasado Vallirana), y siguiendo más mi instinto que sus muy malas indicaciones, acabé llegando a lo más bajo de la urbanización, donde encontré indicaciones para ir hasta ¡Olesa de Bonesvalls! Vaya sorpresa la mía.
Y es que esta urbanización pertenece a Olesa de Bonesvalls.
Seguí un poco más adelante y me di cuenta de que ahora estaba en la urbanización Ca n’Olivella, también de Olesa de Bonesvalls.
Pues nada, pensé que estaría bien conocer ese carreterilla y seguí por ella hasta que efectivamente acabé llegando a Olesa, justo en el cruce con el camino de montaña que viene desde la urbanización El Lledoner. Bueno, ahora ya conocía otro recorrido asfaltado. Es una carreterilla no muy ancha precisamente, casi siempre en bajada, y que parece no tener demasiado tráfico.
Camino de Olesa, el Pou de l'Home Mort
Una vez en Olesa de Bonesvalls, me fuí directo a la plaza del pueblo a comprar una botella de agua fría en una panadería que hay allí. Me estuve un ratillo a la sombra mientras rellenaba botellín y camelback, en este último rebajando así la concentración isotónica, que con el calor que hacía no apetecía beberla tan dulce.
Como por montaña había hecho pocos kilómetros para el esfuerzo que me representó (los días de inactividad, y el intenso calor se estaban notando) pensé que lo suyo era volver por esa carretera otra vez al Pla del Pelach, para conseguir encontrar la salida a la nacional, por el lado de Vallirana. Sería ese un buen recorrido para hacer en otras ocasiones.
Así que me dí la vuelta y volví a rehacer el camino, ahora casi constantemente de subida. Al llegar al “punto clave” de la urbanización pregunté a una mujer que iba caminando, y esta sí, me indicó bien la salida hacia la nacional.
Hacia la izquierda, Pla del Pelach. Recto, hacia Vallirana.
Finalmente, después de unos buenos kilómetros recorridos por asfalto, unos cuántos por carretera y otros por entre la urbanización, acabé por llegar a la N-340, a la altura de Les Casetes d'en Julià.
Bueno, ya tenía otro recorrido en la memoria. Espero.
Una vez allí, por supuesto me dió por subir hasta el Puerto del Ordal, que era lo más lógico. Luego ya pensaría si me metía hacia el Puig d’Agulles o qué hacía.
Subí a un buen ritmo los 3 ó 4 km que quedaban hasta el puerto, con un ligero viento que se agradecía muchísimo, pues casi no molestaba para rodar, pero sí aliviaba mucho el tremendo calor que hacía a esas horas del mediodía.
El agua que había comprado en Olesa ya estaba caliente, lo que me ayudó a decidir seguir hasta el pueblo de Ordal, donde paré a avituallarme en una panadería que hay a la entrada. Agüita bien fresquita, y un buenísimo croissant de jamón y queso que me sentó estupendamente.
Las barritas energéticas, y no te digo los geles, estaban que parecían sacados del horno.
Estuve un rato sentado en el suelo, disfrutando de la sombra y del airecillo, comiéndome mi cruasancillo, y decidiendo cómo seguir la ruta. El descanso era necesario, pues no iba sobrado de fuerzas y el calor apretaba muchísimo. No valía la pena andar con prisas.
Después de unos minutos allí parado, continué, ahora otra vez por camino de montaña, en dirección al Puig d’Agulles siguiendo el Camí de Mas Granada.
No iba para nada sobrado, entre el cansancio, la parada, el croissant, y el tremendo calor que hacía. A un ritmo bastante lento fui tirando hacia el Puig, pensando en subirlo sólo hasta el desvío que hay antes de llegar a la bola, y que lleva al puerto del Ordal pasando al lado de las canteras.
Al llegar a este desvío (hacía tiempo que no subía tan despacio ese tramo), sin pararme ni un instante di la vuelta y bajé hasta la falda de la montaña, donde cogí la trialera que va a dar a Ca N’Armengol.
Me pasó por la cabeza tirar ya para casa, pero no era plan, tenía que aprevechar mejor el sábado, que estaba de entrenamiento aunque fuera un poco turístico.
Así que al llegar a la carretera de L’Amunt decidí subir al puerto de La Creu Aregall, por carretera claro.
Bueno, no me encontré tan mal como pensaba, así que según iba subiendo fui barajando la posibilidad de seguir hasta Gelida, y luego volver a subir al Puig d’Agulles, esta vez por el camino de montaña que pasa por la Font Freda.
Así que cuando llegué a La Creu, seguí por carretera hasta Gelida. ¡Ohhhhhh, que fresquito más bueno durante toda la bajada! Me fui dejando caer, haciendo estiramientos en las piernas y aliviando un poco la presión de las posaderas, que tampoco era tanta, pero dando pedales también para no perder mucho el ritmo.
Como en otras ocasiones no lo había hecho, y esta vez iba en plan “turístico”, antes de acabar la bajada hacia Gelida hice una parada en la Creu de Rocassagna, a la que hacía ya tres o cuatro años que no iba.
La Creu de Rocassagna
Panorámica un poco forzada, pero que da idea de la vista que hay desde allí
La verdad es que me notaba bastante cansado, y aunque se me pasó por la cabeza bajar hasta el río Anoia para hacer una subida más larga, acabé por desistir de esa idea.
Con hacer la subida por la Font Freda tendría bastante. Es más, sabía que me iba a costar un poco.
Al entrar en Gelida me paré en un bar para comprar la tercera botella de litro y medio de agua del día. ¡Qué fría estaba! Perfecto, así me aguantaría toda la subida.
Crucé Gelida y ya me metí en la montaña. Rápidamente constaté que, efectivamente, me iba a costar más de la cuenta hacer la subidita, ya que me notaba muy escaso de fuerzas. Daba igual, había ido por allí precisamente para eso, para tener que hacer una buena subida con las fuerzas muy justas. Eso también forma parte del entrenamiento.
Usando el plato pequeño en zonas en las que en otras ocasiones había subido con el mediano, con una cadencia bastante baja, y con la suerte de que ese camino empieza teniendo bastantes zonas de sombra, fui tirando en los primeros compases.
Poco a poco, con un ritmo realmente malo, intentando en algún momento aumentarlo, aunque sin éxito, fui subiendo hacia la falda del Puig d’Agulles, a donde llegué en menos tiempo del que me imaginaba.
Y bueno, ya que estaba allí, pues me dió por volverlo a subir. Por supuesto, esta vez tampoco iba a llegar hasta la bola, que habría sido un esfuerzo totalmente innecesario.
Esta otra subida me costó bastante, con las piernas realmente fatigadas, y sin fuerza mental para aumentar el ritmo. Sólo era capaz de aguantar una cadencia mínima para ir avanzando.
Pensaba que con haber hecho todo lo que ya había hecho, y teniendo en cuenta los días de inactividad y el calorazo que había sufrido todo el día, ya había cumplido con creces las expectativas de la salida.
Una vez arriba, me bajé de la bici para caminar un poco, crucé unas palabras con unos chicos que iban delante mío, me comí la barrita que me quedaba (daba igual su estado, tenía hambre y era necesario comerla), hice unas fotos, y tiré para abajo, ahora ya pensando en volver para casa.
"De aquí no paso". Mi cara lo dice todo
Como ya iba a ser el último esfuerzo, una vez abajo del Puig subí hasta la urbanización Safari, por aquello de aumentar un poco el desnivel acumulado, y ya bajé por carretera hacia Corbera, dando pedales para acabar de exprimir las fuerzas que me quedaban.
Cuando llegué a casa estaba realmente cansado. Ha sido de esos días en los que llegas con la sensación de haberte pegado una buena paliza. Aunque los números no parecen indicarlo.
82 kilómetros y 2300 metros de ascensión acumulada, para una salida de 7 horas 40 minutos, con por lo menos 1 hora y cuarto ó 1 hora y media de paradas.
Esto es lo que he hecho
Bueno, tampoco está tan mal, teniendo en cuenta que en dos semanas casi no había hecho nada, y que el día fue terrriblemente caluroso.
En resumen, una salida de semientrenamiento, dándome más de un respiro, con mucho calor, con las fuerzas más justas de lo que esperaba, y buscando alargar lo máximo que pude el recorrido, con la intención realmente de exprimir mis fuerzas, tanto físicas como mentales.
Así que dentro de lo que cabe, una ruta satisfactoria, también por el hecho de haber descubierto un par de recorridos más que no conocía.
Ahora toca esperar a ver qué soy capaz de hacer el sábado que viene, porque ya veo que entre semana no voy a salir. Así que espero poder hacer más.
Bruno
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Muy buena ruta kumpañ.
ResponderEliminarPero haber si dejamos de lado la carretera y empezamos a hacer más montaña, que esa semana no llovio nada y tenías que haber aprovechado que la bici no se te iba a manchar, jeje....
Y no bebas tanta agua y menos "frejjjquita", haber si te va hacer daño en la garganta y te vas a poner malo (ya lo que faltaba).
Haber si este fin de semana deja de llover y amplias esos kilometros (esta vez sí puedes hacer carretera), pero sin pasar de 130 que no hace falta.
Salud y força a los pedales kumpañ
Realmente no tenía pensado hacer carretera, pero al llegar a la bola de Vallirana me dió por querer investigar a dónde iba la calle asfaltada, y así, casi sin querer, me acabé metiendo unos cuantos kilómetros por asfalto.
ResponderEliminarEh, que me fueron de pm, que estaba un poco hartito de la montaña y del solaco que hacía.
Y el agua fresquita, mmmmmm, rica, rica! Malo me habría puesto bebiendo el caldo que llevaba en el botellín...
Gracias por darme permiso para hacer carretera este sábado, ja, ja, ja! Vaya tío, qué pesadilla, jajajajajajajajajaja!!!!!!!!!!!!
No sé si seré capaz de hacer 130, pero lo intentaré. A saco, cumpaaaaaaaaaaany!!!!
Buena salida te has metido entre pecho y espalda,te veo con ganas del nuevo reto ,sigue asi ,motivado para salidas con km.
ResponderEliminarSí Jorge, la verdad es que estoy bastante motivado.
ResponderEliminarTengo ganas de hacer salidas largas, y la que nos espera en julio será difícil, así que hay que entrenar duro.
Esta no fue nada del otro mundo, pero como primer entrenamiento serio no estuvo mal. A ver este sábado cómo me porto...