Sin metas pero con objetivos, sigo disfrutando de las bicis y de otras actividades. Intento aprender continuamente para mejorar como persona, física y mentalmente. Este blog sigue siendo una especie de diario personal en cuanto a lo ciclístico, pero va siendo hora de ir añadiéndole algunas cosas más que también captan mi atención...

jueves, 24 de junio de 2010

SALIDA TARDÍA


Ayer era un día perfecto para salir con la bici, ya que por la tarde no tenía que ir a trabajar. Tengo “fiesta” hasta el lunes. Aún así, tampoco quería pegarme la gran paliza, que si no el sábado estaré demasiado cansado. El plan era levantarme cuando me apeteciera, y hacer una salida de 3, 4 ó 5 horas. Según las ganas que tuviera.

De lo que no se trataba era de hacer lo que hice por la mañana. Levantarme, desayunar, y quedarme catatónico en el sofá viendo la tele. Es de esas veces que intento justificarme pensando que el cuerpo “me lo pide”.

Como tenía claro que de no hacer nada iba a estar hasta el sábado arrepintiéndome de no haber salido, al final fui capaz de reunir las ganas necesarias y acabé saliendo de casa a las tres de la tarde. Más vale tarde que nunca. Como en otras ocasiones, prefiero salir tarde pero convencido y con ganas, que salir pronto y sin tenerlas todas conmigo.

Un yogur con un plátano, más tarde un par de barritas, y salí de casa con las ganas necesarias para hacer una salidita por los alrededores de Corbera. Cuando estaba a punto de salir tuve la suerte de darme cuenta de que llevaba los tornillos de la cala de una de las zapatillas casi totalmente sueltos. Menos mal, porque si se me caen por la montaña, ya no los encuentro.

El día no parecía muy caluroso, y algunas nubes había en el cielo.
Por si acaso, me llevé el chubasquero, que me serviría tanto en caso de lluvia como en caso de tener frío a últimas horas de la tarde.

Salí por la carretera hacia Corbera Baja, para seguir en dirección al Cau de la Guineu, como hago últimamente. Ya antes de salir del pueblo tuve la sensación de que mis piernas no estaban al 100% de sus capacidades pedaleadoras.

Justo abandonar el asfalto, en lugar de tomar el camino del Cau de la Guineu, me desvié por el que lleva a la masía de Can Casildo.
Hacía ya días que no pasaba por allí, y me apetecía recorrerlo para ver en qué condiciones estaba, y también para iniciar la ruta de manera diferente a las últimas veces.

Una vez casi en la entrada de la masía, como siempre hago, abandono el camino tipo pista y me meto a la derecha por el sendero que acaba llegando a esa parcela que está a medio urbanizar y que no sé cómo nombrar. En este tramo sigue habiendo un par de árboles caídos que nadie se va a molestar en quitar, y que me hacen tener que bajar un par de veces de la bici.

Desde aquí sigo dirección al hotel de Can Rafel por el camino que rodea a la masía. Justo al pasar al lado ésta, un par de árboles más que me hacen “atajar” unos metros campo a través. Todos estos árboles que me he ido encontrando van a seguir bastante tiempo ahí caídos, pues el dueño de esas tierras no tiene mayor interés en quitarlos, ya que así “molestan” a posibles quads y motos que quieran pasar por allí, y que entre otras cosas, lo que hacen es asustar a las cabras y ovejas que tiene el hombre.

Sigo adelante, y después de cruzar las dos puertas que instaló hace poco y que suele tener abiertas, llego al desvío hacia el hotel o hacia el “territorio de los juegos de guerra”, por el que no paso desde aquel día en el que tuve que saltarme tres cadenas que cortaban el camino.

Mi idea inicial era ir hasta el hotel y luego bajar por la trialera que va desde la Font de Can Rafel hasta el principio del camino de la masía, allí donde dejé el asfalto. Pero una vez en el desvío, viendo que no estaba puesta la cadena, pensé “qué coño, voy a probar”.

Así que seguí por ese camino, que pasa “por debajo” del Puig Montmany, a donde no subo nunca porque el camino que hay para llegar a la cima es una trialera que habría que hacer andando, y cuando paso por allí ni siquiera me lo planteo.

Además, este camino es el que lleva a la Font de Sant Ponç, y es un recorrido que, desde que me lo enseño mi primo Víctor, siempre me ha gustado hacer. Este camino sí que tiene cortados los árboles que habían caído (supongo que los dueños se han preocupado), y además han echado tierra de relleno en algunos tramos. Como siempre, lo roto del camino hace que en un par de repechos duros tenga que echar el pie al suelo y caminar unos metros.

Después de un buen rato de subidas, bajadas, más subidas y más bajadas, con zonas técnicas que te hacen gastar bastantes fuerzas, acabo llegando a la fuente. Buf, casi no recordaba lo duro que es ese tramo. La verdad es que casca bastante.

Unos metros antes de llegar a la fuente, me paro a hacer un par de fotos de ese gran árbol que sigue allí en medio cortando el camino. Desde que inicié el camino a la salida de Corbera y hasta llegar aquí, he visto muchos árboles sin retirar, del camino unos, de entre la vegetación otros. Ya están bastante secos muchos de ellos, así que si este verano no hay ningún incendio tendremos suerte.

Está claro que ningún Ayuntamiento se preocupa por limpiar esta zona


Una vez en la Font de Sant Ponç sigo adelante por el camino que baja hasta encontrarse con el que viene del Cau de la Guineu y sube hasta la esplanada de la N-340, al lado del Pont dels Tres Arcs.

Subo hasta allí y sigo hacia la masía de Can Cases, repitiendo ese tramo que hago últimamente, que pasa por el cruce del Coll de Verdeguer y hace un rodeo sin llegar a la masía, para vover hacia la N-340. Bajo unos pocos metros por la carretera hasta adentrarme a la derecha en el camino que me llevará a rodear El Mas del Lledoner por el Bosc de la Pinatella.

Buenas rampas de subida al iniciar el camino, que me hacen sudar bastante, por las no muchas fuerzas que tengo, y porque los caminos empiezar a estar muy secos y ya no se tracciona tan bien como sólo hace unas semanas.

Desde el Mas del Lledoner subo por el sendero que va paralelo a la nacional hasta el Pont del Lledoner, donde cojo el camino, de dura subida en su inicio, que me llevará hasta las instalaciones de Aigües de Vallirana que hay en los límites de la urbanización del Lledoner.

Por el camino, un par de duras cuestas, y alguna bajada para relajar. Al llegar a las instalaciones, lamento que el camino que sigue hasta la “bola” (radar metereológico) de Vallirana esté tan mal que haya que hacer un tramo largo andando, y paro a hacer unas fotos del que será mi siguiente objetivo, el Puig d’Agulles.

 A 7 km, el Puig d'Agulles, próximo destino


Después de varios minutos haciendo el tonto intentando que me quede una foto curiosa, y de comerme un par de barritas energéticas, retomo mi camino, ahora de vuelta por el mismo que he venido.

No me noto las piernas muy sueltas precisamente, así que en el tramo llano intento llevar una cadencia alta para ver si se me “sueltan” un poco de cara a la corta pero empinada cuesta que vendrá a continuación, que como siempre subo a platillo.

Cuando llego al final del camino me meto en la nacional, justo al inicio del Pont del Lledoner, y subo en dirección al Puerto del Ordal, pensando todavía si bajar hasta el pueblo de Ordal por carretera y luego subir al Puig d’Agulles por el Camí de Mas Granada, o si subir por la antigua nacional hasta la Creu d’Ordal y de allí al Puig por el camino de las canteras.

Finalmente opto por esta última opción, pensando que a lo mejor más tarde podría hacer el otro recorrido, y que además, había demasiado tráfico y pocas ganas de hacer carretera.

De camino al Puig voy intentando llevar un ritmo medio bueno, tirando de desarrollo en algunos momentos, y dejándome descansar con el molinillo en otros. Según me acercaba iba pensando en la posibilidad de no subir hasta la bola, que no iba yo muy sobrado, pero la certeza de que no subir me haría “cogerle miedo” (jajajajaja!!!) me acabó por convencer de que lo correcto era subir, sufriera lo que sufriera.

Bueno, me costó menos de lo que esperaba, pero sí que subí peor que en otras ocasiones, haciéndoseme bastante pesadas cada una de las pedaladas que iba dando. Las rampas del 20-22% que hay en esos últimos 150 metros se hacen notar, y mucho.

Una vez arriba, los datos del gps me ayudan a pensar que tan mal no lo estoy haciendo, pues llevo 1000 metros de ascensión en sólo 25 kilómetros (desde el inicio del camino de can Casido, que los cuatro primeros fueron de calentamiento por el pueblo). La verdad es que no está nada mal.

Descanso unos segundos para recuperar una frecuencia cardíaca más tranquila, y doy la vuelta para bajar hasta la falda de la montaña. Desde ahí subo hasta la urbanización Safari, ya que mi siguiente destino era Gelida bajando por el camino de Can Oller de la Montanya.

Quería bajar por ese camino (en otras ocasiones he bajado a Gelida por la carretera) para ver si estaba en condiciones de subirlo en otro momento, ya que es un camino que suele estar bastante mal debido a los típicos regueros formados por la bajada de agua, y porque tiene tramos muy rotos y de mucha pendiente.

La sorpresa nada más empezar el camino es que acaban de pasar una máquina que lo ha ensanchado, y que lo han rellenado con tierra.
Ha pasado de ser un camino estrecho a ser bastante ancho, tipo pista, pero con un relleno de tierra malísimo por no estar asentado, que hace que las ruedas se hundan muchísimo y haya que ir con mucho cuidado de no clavarse y caerse.

"Autopista" a Gelida


Mientras estoy haciendo unas fotos saludo a un hombre que iba con un “chapo” retocando zonas del camino que tenían mucha piedra vista.

Allí abajo, Gelida


Justo pasar la hípica de Can Oller de la Montanya se acaba el tramo “arreglado”, y el camino pasa a ser el que era, de bajada de tierra dura, con gravilla de los restos del asfaltado que hubo en algún momento, para acabar siendo totalmente de tierra ya llegando al Castell de Gelida.

Entro en Gelida y me dirijo al desvío hacia el camino de La Font Freda. Me lo voy a tomar con calma, que después de tanto rato bajando las piernas están medio dormidas, y además no las llevo en muy buenas condiciones.

Al poco de empezar la subida llego a la fuente y me paro a rellenar el bidón de agua, que lo llevaba vacío y aún quedaba un buen trecho hasta casa. Salía muy poca agua, así que mientras se llena el bidón aprovecho para hacer una foto y comer una barrita.

En la Font Freda, esperando a que se llene el bidón


Ya continúo mi camino de subida en dirección al Puig d’Agulles, intentando llevar un ritmo algo alegre tirando de plato mediano, lo que me anima bastante pues la última vez que subí por allí lo hice casi todo el camino con el plato pequeño, y muy hecho polvo. Pero claro, aquel día me había pegado una buena paliza. En cambio, ayer iba a hacer muchos menos kilómetros, así que tocaba machacarse más, intentado subir con desarrollos un poco más largos.

Subí bastante bien (no bien del todo, pero bastante bien), así que al llegar a la falda del Puig no me lo pensé dos veces y seguí hacia arriba, para intentar subir a la bola por segunda vez. Chino chano, luchando también contra el viento que me había estado fastidiando durante toda la tarde, fui tirando hasta que llegué al último y más duro tramo, que esta vez me costó bastante más.

Esta vez, al llegar a la bola sí que aproveché para descansar un poco y hacer un par de fotos.

Foto "trofeo" de la 2ª subida a la bola


Vuelvo a mirar los datos del gps, y veo que ahora llevo 1500 metros de ascensión en 38 kilómetros. Sigue estando bastante bien. Debe de estar, porque llevo las piernas bastante cargadas para tan pocos kilómetros.

Bueno, ahora ya sí tocaba volver a casa, que ya eran más de las siete de la tarde, empezaba a hacer frío, y no tenía ganas de hacer mucho más.

Bajo hasta la falda del Puig y me meto por la trialera que baja hasta Can Armengol, para atravesar la urbanización y llegar a la carretera de L’Amunt. En lugar de tirar directamente para Corbera, me desvío hacia L’Amunt, sólo por hacer dos o tres kilómetros más, llegando a la plaza de Can Rigol.

Como hago últimamente, todo este tramo, y hasta llegar a casa, le voy metiendo bastante caña a los pedales (la que puedo). Ya sólo me quedan unos cinco kilómetros, y vale la pena que acabe la ruta haciendo un último esfuerzo.


Una ruta corta pero rompedora



Finalmente, he acabado haciendo una salida de casi 5 horas, para un tiempo de pedaleo de 4 horas y cuarto, recorriendo 54 kilómetros, y ascendiendo 1700 metros. Bueno, no ha estado mal, teniendo en cuenta que un poco más y ni salgo.


Bruno

2 comentarios:

  1. Joer macho y ¿esto intentas que hagamos mañana?, menuda paliza me quieres pegar. Luego dices que si yo te meto caña.....

    Saliste tarde pero no esta nada mal la salida. Ufff!!!, no quiero pensar lo que me espera.

    Bueno kumpañ, buena ruta, corta pero intensa.

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  2. Pero si eso está chupao para tí, que me tendrás que ir esperando como siempre...

    Salí demasiado tarde, pero intenté aprovechar al máximo las horas. Aún así, pude haberlo hecho mejor.

    Bueno, ya veremos cómo se nos da mañana, que me parece que calor vamos a pasar.

    Tú, por si acaso, descansa!

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