Sin metas pero con objetivos, sigo disfrutando de las bicis y de otras actividades. Intento aprender continuamente para mejorar como persona, física y mentalmente. Este blog sigue siendo una especie de diario personal en cuanto a lo ciclístico, pero va siendo hora de ir añadiéndole algunas cosas más que también captan mi atención...

domingo, 18 de abril de 2010

Dos semanas para reflexionar


Después de haber cumplido medianamente en Semana Santa, con dos salidas más o menos buenas, y un día de estática de por medio, las últimas dos semanas no han sido precisamente para estar orgulloso de mis entrenamientos ciclistas.

Tras la “Salida obligada” que había hecho el Lunes de Pascua, el miércoles de esa semana hice tres cuartos de hora de estática, más que nada para mover un poco las piernas, con la intención de repetir al día siguiente, y luego descansar hasta el sábado, cuando intentaría hacer una salida realmente larga.

Desgraciadamente, la nefasta distribución de mis horas de sueño esa semana, consecuencia de la mala adaptación que tuve al cambio de turno horario en el trabajo, hizo que la ruta de ese sábado no saliera para nada como tenía previsto.



10 DE ABRIL. LA RUTA DE LOS DESPROPÓSITOS

Mi idea era levantarme muy temprano, aprovechando que entre semana me levantaba a las cuatro y media para ir a trabajar. Pero como he dicho antes, el haber dormido poco y mal durante la semana ya me hizo levantarme una hora y media más tarde de lo planeado.

Además, después de desayunar y de prepararme un bocadillo para la ruta, la sensación de cansancio y de falta de sueño que tenía me llevó a quedarme “traspuesto” en el sofá durante casi otra hora y media.

La consecuencia fue que salí de casa pasadas las once y cuarto de la mañana, y sin tener muy claro qué iba a ser capaz de hacer, aunque con la convicción de que iba a hacer una ruta de por lo menos 6 horas, pues me habían dejado un sillín para probar, y tenía que hacer muchas horas encima de él para decidir si me lo compraba o no. Era un sillín de esos “recortados”, que supuestamente liberan de presión la zona perineal.

Detalle del sillín


Empecé la ruta en dirección a Corbera Baja, para salir hacia Can Casas pasando por la zona industrial, y después de una breve parada para retocar la posición del sillín, seguí por el camino que lleva a la masía de Can Casildo, para empezar ya a hacer subidas. Algún que otro árbol caído que sortear, y “parriba”, hacia el Hotel de Can Rafel.

Allí dí un par de vueltas, acercándome al Puig Montmany aunque sin llegar a subirlo (a ver si un día descubro por dónde se sube), y bajé hacia la fuente de Can Rafel.

Para llegar a la fuente se baja una cuesta de una pendiente tremenda, que está cementada, y que una vez la bajé se me metió en la cabeza que tenía que subirla, por aquello de entrenarme en grandes pendientes. Así que puse el molinillo y la subí, con una parada a medio camino para no caerme de la bici, pues perdí el equilibrio.

Una vez la hice (son unos 100 metros con una pendiente que ronda el 30%) seguí por un sendero de bajada que me lleva otra vez al camino de Can Casildo. Volví a subir hacia la masía, pero esta vez, antes de llegar, me di la vuelta y volví hacia atrás.

El haber empezado tan tarde la ruta provocó que inconscientemente pretendiera sacarle más rendimiento, con lo que todo este pequeño trayecto lo había hecho a un ritmo elevado, y usando desarrollos más bien largos, de tal manera que bajando de Can Casildo tuve que pararme y tomarme un gel energético (que también los llevaba de prueba), pues me notaba un poco “apajarado”. La verdad es que me fue muy bien.

Seguí mi camino bordeando el Turó de Can Cases, por la zona nueva de Corbera 2000, y subí hacia el Paratge de la Servera, para desde allí ir a Les Parretes y subir por el sendero que lleva a La Creu Aregall.

Una vez llegué a la urbanización, me dirigí hacia la cruz, pero cuando estaba ya llegando se me ocurrió bajar por una calle de gran pendiente, con la idea de investigar a dónde iba a parar, y de volver a subirla luego. Y es que esa urbanización tiene unas calles con unas pendientes considerables, que aunque están asfaltadas, son perfectas para entrenarse en subir grandes desniveles.

Como tampoco me quería “despistar” demasiado, cuando ya tuve claro que por esa bajada podría llegar a Corbera, dí la vuelta y subí por otra calle, que después de un rato de tirar de molinillo me llevó otra vez a la Creu de l’Aregall.
Otro día, con más tiempo, intentaré subirla desde Corbera (desde El Bon Repós, concretamente).

Esta vez sí llegué hasta la cruz, donde paré unos minutos para recuperar fuerzas y avituallarme.

La torre de vigía de La Creu Aregall


Desde allí me dirigí hacia el puerto de La Creu y bajé por carretera hasta llegar a la subida al Safari, dura, como siempre. Del Safari bajé hasta la falda del Puig d’Agulles, para, en un recorrido que ya he hecho varias veces en estas últimas semanas, acabar subiendo hasta la bola que hay en su cima. Y como siempre, sin machacarme mucho, pues aún quedaban horas por delante.

Eran casi las tres de la tarde, y después de 30 kilómetros y un poco más de tres horas de ruta decidí que era el mejor momento para comerme el bocadillo, y luego hacer tres o cuatro horas más.

Allí arriba estuve casi una hora, primero hablando con una familia de senderistas que venían caminando desde El Ordal, y que estaban allí comiendo, y luego, ya comiendo yo y aprovechando para secar un poco la ropa.
No hacía mal día, pero llevar la ropa sudada me hacía pasar un poco de frío en algunos momentos, así que pensé que lo mejor era aprovechar el sol y el viento que hacía para secarla.

Secando la ropa en el Puig d'Agulles


Hasta el momento, el sillín que estaba probando me había parecido bastante cómodo (un poco duro para mi gusto), y en ningún momento me había dado inseguridad en las bajadas, a pesar de que es la mitad de largo que uno normal.
El tema de la presión perineal está realmente resuelto, aunque sólo llevaba tres horas, y lo ideal era hacer unas cuantas más para ver si era totalmente efectivo.

Aún estando satisfecho con el ritmo que había llevado, y con la pendiente acumulada subida en tan pocos kilómetros, no dejaba de tener la sensación de no estar aprovechando bien el sábado, aunque intenté ver el lado bueno, que era que por lo menos había salido y estaba probando el sillín.

Después de la larga parada, pensé que lo mejor era bajar el Puig y subir al Safari para coger el camino que lleva al castillo de Gelida, y de esta manera dejar que el estómago hiciera en parte la digestión, para entonces volver a subir al Puig, esta vez por el camino de la Font Freda.

Una vez bajé a la falda del Puig d’Agulles, en lugar de subir directamente al Safari, me desvié por un camino que tenía visto de otras ocasiones, y que me pareció que me llevaría hasta Can Oller de la Muntanya.

Al poco de empezar el camino, me caí dos veces seguidas en menos de cinco minutos. Las dos veces por el mismo motivo, salida de cadena al bajar plato, y caída por no desenganchar a tiempo los pies. Al menos, la primera me sirvió para darme cuenta de que llevaba apagado el gps.

Después de “perder el tiempo” por ese camino, llegué a la hípica y bajé a Gelida para empezar la segunda subida al Puig. En la Font Freda tuve que parar a reponer agua, ya que después de comerme el bocadillo, y hasta llegar a la fuente, me había bebido el más de medio litro de agua que llevaba en el botellín. Ni que decir tiene que el líquido isotónico del camelback ni lo había probado. El bocadillo me había provocado una necesidad tremenda de beber agua sóla, para que el cuerpo fuera capaz de digerirlo.

A estas alturas empezaba a estar realmente cabreado, pues tenía la sensación de estar haciendo una salida realmente desastrosa. Había salido de casa muy tarde, no iba a tener tiempo de hacer una ruta muy larga para poder probar el sillín, me había medio apajarado a la hora y poco de haber empezado, había perdido tiempo y kilómetros callejeando por La Creu Aregall, había estado demasiado rato parado comiendo, me había olvidado de encender el gps después de comer, me había caído dos veces de la manera más tonta, no estaba haciendo bien la digestión, me moría de sed, y las piernas no me respondían.

Aún así, intenté mentalizarme de que todavía podía hacer una buena ruta, y seguí mi camino hacia el Puig d’Agulles. Estaba subiendo con muy pocas fuerzas, pero pensando que cuando pasara un rato y hubiera digerido el bocadillo volvería a encontrarme mejor.

A media subida se me ocurre investigar un camino que sale a la izquierda, y que después de un tramo que tenía buena pinta, se convierte en un sendero por el que había que caminar. En lugar de dar la vuelta, decido seguir, pensando que sería sólo un trocillo.

Gran error. El sendero cada vez se ponía peor. Y para rematar, oigo unas motos que pienso que no pasarían por ahí, pues el camino era casi impracable. Cuál fue mi sorpresa cuando de repente tenía una detrás mío. Me aparté, pero el motorista, que se conocía el sendero, me aconsejó caminar un poco más y pararme más adelante en un sitio más ancho, y es que detrás de él venían 7 u 8 tíos más. Vaya tela.

Una vez pasaron todos aproveché para hacerles unas fotos y grabar un corto vídeo en una cuesta realmente complicada por la que subieron. Yo también tuve que subirla, pues pensé que ya no valía la pena darme la vuelta. Segundo error.

Motoristas por cualquier sitio


Al final, después de más de media hora para recorrer un tramo de menos de 700 metros, en el que tuve que llevar la bici al hombro en muchísimos momentos, “arrastrarla” o usarla de apoyo para pasar desniveles en otros, de rascarme brazos y piernas con inumerables ramas y zarzas, y llenarme de barro los pies en el último tramo, conseguí llegar otra vez al camino que viene de la Font Freda, y del que nunca me tenía que haber desviado. Como se suele pensar en estos casos, “ahora ya sé que por ahí no tengo que volver a meterme”.

Ahora ya sí estaba realmente enfadado y desanimado. Tanto que según subía hacia la falda del Puig d’Agulles decidí que una vez allí me iría directamente para casa, pues llegué a pensar que no tenía ni que haber salido.

Sin embargo, cuando estaba ya llegando al camino que sube a la bola, pasé de pensar “por fin se acaba la subida y me puedo ir para casa”, a pensar que ya que estaba allí podía intentar subir para arreglar un poco la rutilla.

Así que subí por segunda vez a la bola. Curiosamente, al haber digerido ya el bocadillo, y no tener aquella sed tremenda, empezaba a encontrarme bien otra vez, con lo que según fui subiendo voví a animarme.

Después de unos minutos de parada en la bola, decidí que aún me quedaba cuerda para hacer unos cuantos kilómetros, así que bajé hacia Can Armengol, y de ahí fui hasta Sant Ponç. Una vez allí bajé campo a través hasta llegar al camino del Cau de la Guineu, desde el que fui al Pou dels Crestats para subir por el Camí de Can Dispanya hasta el Mas del Lledoner, al lado de la nacional N-340.

La verdad es que esta subida la hice a un buen ritmo, y además me fijé en que iba a unas 15 pulsaciones por minuto menos que la última vez que había subido por allí, hacía ya varias semanas. Algo positivo de la salida.
Desde allí me dirigí a la masía de Can Cases, pasando por el cruce de caminos del Coll del Verdeguer, al que volví después para bajar por el Bosc de les Comes hasta la Font de Sant Ponç.

En la Font de Sant Ponç


Desde allí subí otra vez hasta la nacional, y luego volví a hacer el Camí de Can Dispanya, esta vez de bajada en dirección al Pou dels Crestats, para luego ya dirigirme hacia Sant Ponç, pasar por L’Amunt y llegar a la carretera, donde aún tuve ganas de dar la vuelta por Les Parretes antes de seguir ya hacia Corbera.

Una vez llegando a casa, y sólo por aumentar un poco el desnivel, subí hasta la Plaça del Rabadà, bajé a Can Xorra, y volví a subir al Rabadà, ahora ya sí bastante tocado físicamente. Allí me encontré con Alex y Dolors, que venían con los niños de pasar el día fuera, y ya me quedé a hablar con ellos un buen rato, pues hacía tiempo que no los veía, y siempre me alegro de verlos y de saber cómo les van las cosas. Después de despedirme de ellos, ya sólo quedaba bajar hasta casa.

Al final, después de muchos despropósitos, acabé haciendo una salida medianamente decente, en la que me dió tiempo de probar el sillín, de hacer bastantes subidas duras, de recorrer unos cuantos kilómetros, y de pasar por varios momentos difíciles psicológicamente hablando, y que también forman parte del entrenamiento.

Distancia recorrida: 71,5 kilómetros
Altitud mínima: 184 metros. Máxima: 650 metros
Desnivel acumulado subiendo: 2485 metros
Tiempo de ruta: 8 horas 31 minutos
Tiempo real de pedaleo: 6 horas 4 minutos



OTRA SEMANA TONTA

Después de la experiencia de esa semana, en la que la falta de sueño condicionó sobremanera mi salida del sábado, para ésta que hoy acaba me propuse que la planificaría mejor, y que ésta vez sí, haría una ruta que durara todo el día.

Empecé por dejar pasar unos días de descanso, y aprovecharlos para otros menesteres. Llevé la bici a que le hicieran una revisión, con cambio de cadena, plato y piñones incluído, y de paso devolví el sillín. Había decidido comprar uno, pues me pareció que para rutas muy largas como las que haré en mayo sería mejor que uno clásico. Sin embargo, en la tienda tenían modelos diferentes al que yo había probado, con lo cual acabé por no comprar ninguno.

El miércoles hice 3 horas de estática, a un ritmo bastante ligero, y poniendo cierta resistencia al pedaleo, con lo que acabé la sesión con la sensación de haber hecho un buen entrenamiento de cara al sábado. Todo iba bien, porque además, sin ser perfectos, esta semana sí que estaba llevando unos horarios de sueño bastante decentes.

Ayer sábado me levanté a una hora prudencial, ni muy pronto ni muy tarde. Aún así, el cansancio y la falta de sueño acumulados durante estas dos semanas acabó por pasarme factura otra vez. De forma idéntica al sábado pasado, una vez había desayunado y me había preparado el bocadillo, volví a tener esa sensación de falta de ganas y de fuerzas para salir con la bici. Consecuencia, "siesta" en el sofá.

En esta ocasión, no me apeteció salir tan tarde, y lo que acabé decidiendo fue que aprovecharía el sábado para hacer unas compras y “centrarme” en otras cosas, que el hecho de llevar ya varios meses estando sólo por la bici me estaba dejando sin tiempo para otros quehaceres.

Así que bajé a Barcelona y me compré una cámara de fotos y encargué un gps, que hasta ahora iba de prestado con los dos aparatos. También aproveché para comprar algo de ropa.
De vuelta para casa, y como llevaba el bocadillo que tenía preparado para la salida con la bici, en lugar de ir a casa a comer, lo que hice fue darme una vuelta con el coche investigando posibles escenarios de entrenamiento.

Volví a casa pensando que había aprovechado bastante bien el sábado, y que, si me apetecía, ya saldría con la bici el domingo. Y si no, no pasaba nada.

Finalmente, hoy tampoco he salido. La verdad es que no me ha importado, pues llevaba ya varios días con la sensación de tener la necesidad de dejar un fin de semana en blanco y dedicarme a otras cosas. Me notaba cansado física y mentalmente.

En ocasiones es necesario parar un poco, reponer fuerzas, y dejar que vuelvan las ganas de seguir adelante. Entonces puedes volver a empezar, y seguir con lo que estabas haciendo.

Creo que esta semana volveré a tener las ganas y fuerzas necesarias para entrenar duro durante este mes escaso que queda para la cita del Soplao. Y dentro de dos semanas, la gran prueba preparatoria, Los Monegros.

Espero que así sea.

Bruno

8 comentarios:

  1. Bruno si te sirve de consuelo, yo llevo dos semanas desastrosas, sali hace 2 domingos para hacer 45 km y arrastrandome y hoy e salido y no a llegado ni a 30, sin ganas de bici y sin disfrutar, espero que esta semana sea mejor.Nos vemos.

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  2. Pues sí que estamos buenos...
    ¡Y sólo nos queda un mes para el Soplao!
    Esperemos que sólo sea una mala racha, y que ya la semana que viene la encaremos con más ganas.
    Venga Jorge, ¡que ya nos queda menos!
    Salud

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  3. Pero tío, esta bien que decanses, pero ahora toca ponerse las pilas y no me siven excusas.
    Aún así, el descanso siempre va bien para empezar otra vez con ganas.
    Y esas caidas no me las has contado, imagino que no habra sido mucho, o eso espero.

    El infierno se acerca, jejeje...

    A por ellos, malditos diablos, jeje

    Hasta mañana kumpañ.

    Carlos.

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  4. Sí que va bien el descanso, sí. Demasiado bien...
    No me hice nada en las caídas, sólo se hirió mi orgullo. Torpe que es uno.
    Ese infierno que se acerca, ¿no se podría estar quietecito y esperarse un poco más? Bueno, habrá que ponerle ganas.
    Más que ponerme las pilas, creo que me tengo que enchufar directamente a la corriente, je, je.
    Nos vemos en el otro infierno...
    Salud

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  5. Madreee miiiaaa!! Con la fuerza de voluntad que tienes, para hacer una ruta de mas de 70kms, dando vueltas arriba y abajo en una area limitada, yo diria que el Soplao lo tienes hecho. Dar vueltas en tan poco espacio, es un entrenamiento psicologico muy duro.
    Ánimos.

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  6. ¡Hola Noe!
    Aunque no nos conocemos, te diré que ya hace tres o cuatro meses que sigo tu blog con asiduidad. Lo primero que leí tuyo (gracias, Carlos) fue la crónica del Soplao 2008. ¡Tremenda! Eso sí que es fuerza de voluntad. (Es curioso, pero antes de ayer la estuve releyendo). Y la verdad, ganas de escribirte algún comentario en tus crónicas no me han faltado. Sí decisión, pues el hecho de no conocernos me echaba un poco para atrás.
    Así que ahora que tú me has escrito un comentario a mí, además de prometer escribirte yo también (y no por obligación, si no porque como te he dicho, ganas no me faltan), te he de decir que me siento muy honrado por ello, pues creo que eres un muy buen referente para un aficionadillo como yo, a parte de que me pareces muy “buena gente”.
    No me voy a enrollar más (que luego alguno me dirá lo mucho que me enrollo, ¡eh, cumpañ!), sólo responderte que días atrás hice una salida en la que subí cuatro veces la misma montaña, además de que repetí caminos, algunos dos y tres veces. La verdad es que llega un momento en que ya no sabes si vas o si vienes, pero sí, entrenar el aspecto psicológico también es importante. Ahora que lo del Soplao... No sé, no sé...
    Muchas gracias por tu comentario.

    (Un poco más y tengo que hacer una entrada especialmente para contestarte. Vaya tela.)

    Bruno

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  7. Bruno, la verdad es que te has quedado un poco corto con tu respuesta; tienes suerte Noe de no conocerle, jejeje...(es broma, también es buena gente).
    Entrenar el aspecto psicologico es bueno, pero con la caña que yo le doy en el trabajo, creo que es sufiente, aunque de momento lo supera bastante bien.
    Saludos a Noe, jeje... a tí, te veo todos los dias.

    Carlos

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  8. Vaya tela de pavo!!!
    No sólo me machaca en el curro, y también con la bici, sino que, ya lo que me faltaba, ahora también me machaca en el blog...
    Qué paciencia he de tener!!!
    Je, je, cumpaaaany, que cruz tengo contigo! :))
    Ya nos veremos mañana, ya...

    Saludos para todos!

    Bruno

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